Yuri literalmente voló sobre un par de muebles cuando el grito de Nina le llegó desde el despacho, y empujó la puerta con un hombro solo para encontrarse a Jake y a Tyler enredados en un amasijo de puñetazos.
Aleksei entró trastabillando tras él, casi chocando con su espalda, pero cuando lo vio detenerse tan tranquilo hizo lo mismo.
Tres segundos después Katerina se asomó a la puerta y solo esbozó un pequeño: «¡Ah!», antes de marcharse de nuevo, como si aquello fuera algo completamente esperado.
—¡Yuri! ¿¡Pero qué haces!? ¡Sepáralos! —gritó Nina y Yuri se cruzó de brazos.
—¿Y yo por qué? —rezongó.
—¡Pues… pues…!
—Además se ve bien. Hasta aquí me salpica la sangre —añadió Aleksei dándole
Había duda en su expresión, pero él sabía que ella no se retractaría de su decisión. —Nina… Nina mírame. —Jake sentía que el corazón le dejaría de latir de un momento a otro, pero aquello era necesario—. Esto tiene parar. Tienes que darte la oportunidad de detenerte mientras puedas. La vio sacar las manos lentamente de las suyas y levantarse. —Lo sé. Pero saber que toda gente estaba libre… No puedes entenderlo, pero era como si eso no me dejara respirar. —Las lágrimas le empañaron los ojos, y le dio la espalda, porque no quería que Jake viera debilidad en ella. Sin embargo en menos de un segundo, sintió que la abrazaba por detrás y besaba su cabeza. —Sí te entiendo —murmuró con suavidad—. Por eso me hice abogado, porque me reventaba que la gente mala siguiera en la calle… aunque yo sea uno de ellos. La estrechó con fuerza, mientras Nina intentaba conservar un poco de entereza. Estaba cansada, estaba agobiada, y si era sincera lo único
La sala de juntas quedó despejada en menos de veinte segundos, pero Jake y Tyler siguieron mirándose como si quisieran arrancarse las cabezas, y probablemente lo hubieran hecho si aquella voz de Nina no se hubiera alzado entre ellos.—Tú lo sabías —sentenció y los dos la miraron, pero los ojos de la muchacha estaban clavados en Tyler con un gesto de sospecha.—¿Qué…? ¡Claro que n…!—No te molestes en negarlo —siseó—. No miraste ese expediente ni una sola vez. Tú sabías lo que había hecho Theodore.Tyler negó con impotencia y retrocedió.—He sido el CEO de esta empresa desde hace demasiado tiempo. ¿Crees que Theo podía tener algún secreto conmigo? —murmuró—. Y los socios más viejos ya lo sabían, ¡Claro que lo sabían! Pero esta es una
Sentía que se movía como un caracol con osteoporosis… pero era el caracol con osteoporosis más feliz del mundo.Nina se frotó los ojos y se despabiló un poco. Salió de aquel amasijo de abrazos y levantó a Victoria, contoneándola para llevarla a su cunita y acomodarla entre un par de almohadas grandes. Encendió los monitores de bebés y puso uno junto a ella mientras se llevaba el otro.Jake la miraba como si fuera un pedacito de estrella, eventualmente había dejado de llorar, pero Nina sabía que la tristeza no se iría solo porque ya no la estaba echando afuera.La única forma en que reaccionó fue cuando sintió el contacto de Nina tirando de su mano con sigilo. Salieron casi de puntillas y Nina cerró la puerta.—¿Qué hora es? —preguntó restregándose los ojos y a él se le antojó la
Si había alguien con la capacidad para dejar muda a una audiencia, con su outfit de diseñador y su expresión gélida, definitivamente era aquella mujer. Y si en condiciones normales su sola presencia ya imponía, cuando venía enojada, como en ese momento, parecía una locomotora lista para embestir a todo lo que se le pusiera por delante.—Pregunté: ¿dónde tengo que votar? —siseó acercándose a Tyler y poniendo frente a su cara la propiedad notariada de sus acciones.El rostro de Jake era de absoluta satisfacción, mientras el de Tyler Wilson se desencajaba en un segundo, porque si había alguien en el mundo que odiaba Lieberman EXC. más que Nina, esa era Katerina Orlenko.—¿Cómo… cómo es que tú…? —balbuceó.—¡Usted! —lo corrigió Katerina—. Al parecer, se&
«No es la última vez que vas a verla… no es la última vez que vas a verla…», pensaba Jake mientras el ascensor subía hasta el departamento. Se le encogía el corazón solo de pensar en que su hija y Nina iban a irse durante un largo tiempo, pero también sabía que era necesario.Era gracioso, apenas había escuchado la risa de Victoria una vez y ya sabía que iba a extrañarla lo indecible. Y los locos Orlenko definitivamente se echarían de menos también.Si embargo, la algarabía que esperaba encontrar en un departamento donde estaban listos para irse, no fue precisamente lo que encontró. Apenas las puertas del ascensor se abrieron sus ojos tropezaron con dos muebles volcados, varios adornos rotos y un rastro de gotas oscuras sobre la alfombra de un gris claro.El corazón se le hizo trizas contra el suelo, y ni siquiera fue capaz de pensar
Nina apoyó la frente en la pared más cercana, que estaba extrañamente fría y cerró los ojos por un minuto. Quería golpear la pared con todas sus fuerzas, pero encontró la entereza para obligarse a respirar con calma.Abrió la mano derecha y se miró la palma, donde la quemadura de la mariposa se dibujaba en tonos oscuros, y apretó los dientes antes de darse la vuelta.—¿Qué dice la policía? —preguntó dirigiéndose a Norton, que la miraba con preocupación.—La están preparando para liberarla. Ya se estableció como un caso de secuestro y en este momento el departamento de NYPD lo considera un intercambio de rehenes —respondió—. Pero tienen miedo de liberarla sin haber logrado ubicar dónde está la niña.—De eso se está encargando mi hermano —replicó Nina
En su defensa, ella se lo había advertido.Nina acarició aquel botón rojo con el pulgar, y su rostro no hizo ni un solo gesto mientras lo presionaba.Las dos llantas traseras en el auto que conducía Meredith Lieberman reventaron a la vez, y la pequeña explosión que destrozó el eje trasero, unido a la velocidad que ya llevaba, levantó de un tirón la parte trasera del auto, haciendo que se volcara violentamente sobre el capó.El parabrisas estalló en pedazos al chocar con el suelo y el Toyota dio otras dos vueltas antes de quedar boca arriba, todo maltrecho.Nina frenó a cinco metros y presionó el 911 en el marcado rápido de su celular.—911, ¿cuál es su emergencia? —escuchó la voz mecánica.—Hubo un accidente en la carretera hacia los Hampton, en el kilómetro 18. Hay una mujer atrapada en un au
Había pasado una hora, quizás un poco más, antes de que el primer policía entrara en aquel cuarto de interrogatorios. Jake no lo conocía, pero el hombre tenía cara de enfadado y tras él venía otro que parecía un cachorro perdido.—¡Señor Lieberman! ¡Vaya racha que lleva su familia este año! —dijo el primero—. Pasaron de ser uno de los apellidos más respetados de la ciudad a casi casi trabajar en el crimen organizado… porque crimen no les falta y parece que organización tampoco.—¿Eso fue una m@ldita broma? —le escupió Jake, sin poder creer que le hubiera tocado semejante imbécil.—¿¡Usted cree que yo bromearía con un asesinato!?—Pues entonces necesita una mejor línea de apertura porque esa no convence al público, detective —replicó Jake y