Siete meses después
—Cariño… ¿no crees que es mejor si nos vamos al hospital ya? —Por loco que pudiera parecer, aquella voz dulce y masculina era nada menos que la de Joshua Wilson.
Desde hacía meses el hombre había comenzado a hacer viajes esporádicos a Ucrania, intentando construir una relación con su hijo, y en poco tiempo se había convertido en el otro abuelo favorito de Victoria. Y como Nina además de respeto le había agarrado cariño, pues ahora lo mandaban a ver si aquella loca le hacía caso.
—¡Espérate, papi suegro! Ya casi… —dijo Nina aferrándose al marco de la ventana y mirando afuera.
—¡Pero hija, es que estás de parto! —la reconvino Joshua con dulzura y tras él Jake y Connor se encogieron de hombros porque no había forma de que
VALE TODO Una trilogía de Valeria Adams Bestseller del New York Times Número uno en el ranking de ventas por ocho semanas. Valeria levantó los pulgares hacia Victoria, que cargaba a su hija en las gradas del set de filmación. La pequeña estaba dormida como un tronco y aunque Valeria no lo sabía, Victoria no pudo evitar pensar que la nena era exactamente igual a su hermano cuando había nacido, solo dormía todo el día. Muy pronto la periodista ocupó su puesto y sonrió saludando a Valeria. Para cuando el director dio la orden de grabar, ya las dos estaban más que listas. —¡Valeria Adams, damas y caballeros! —la anunció su amiga—. ¡Val, qué gusto tenerte aquí de nuevo! Y esta vez con tu nena y nada menos que una trilogía. Te lo dije, te dije que esa preciosura te iba a dejar escribir. —Sí, l
Queridas lectoras: Estos extras son para complacer a las que los pidieron. A mucha insistencia, poca resistencia. Disfrutenlos!Tres años despuésJake ni siquiera tenía que preguntarle si estaba segura de lo que iban a hacer, porque el nerviosismo de Nina estaba retratado en todo su rostro, pero era más que evidente que ninguno de los dos iba a echarse atrás. Caminaron por los jardines de aquel orfanato, donde se celebraba algo parecido a una pequeña feria, pero en realidad solo era una exhibición de los niños para ver si los querían adoptar.Nina y Jake habían estado hablándolo durante un tiempo, y después de Victoria y Noah, habían decidido que era hora de agrandar la familia.El orfanato no era muy grande, así que el recorrido que les
Dos años después.—Esto es tan injusto… —suspiró Jake mientras intentaba equilibrarse después del puñetazo que Aaron le había dado en plena nariz.—¡Papá, concéntrate! Tú querías ayuda ¿no? —rezongó su hijo y él hizo una mueca.—¡¿Y no me la podías cambiar por otra cosa?! —se escandalizó Jake—. ¡Tienes catorce años, por amor de Dios…! ¡Pídeme dinero!—De ese ya tengo, la abuela me ayuda a ganar todas las apuestas —rio Aaron y le lanzó una patada que Jake encajó con un gruñido.—¡Te compro un auto! —lo sonsacó.—Solo tengo catorce, pá, no puedo conducir…—¿Y sí puedes golpear a tu padre? —Jak
Un año después—¡Levántalo, levántalo! —apuró Caleb a su hermano—. No podemos dejar que mamá lo vea así, ¡lo mata!—Oigan, oigan… su mamá puede verme como quiera…—¡Papá estás borracho! —lo regañó Aaron.—¡Claro que no! —se defendió Jake, pero tenía tanto mareo que no podía enfocar para caminar derecho.—¿Cómo que no? ¡Acabas de vomitar el hígado en las jardineras de la entrada! —gruñó Caleb.—¡Pero te juro que no estoy borracho! ¡Tu abuela puede dar fe de eso! ¡Estaba con ella planificando…!Los gemelos lo soltaron cuando lo vieron girarse hacia el jarrón más cercano y acabar de devolver todo el contenido de su
Para todas las chicas del grupo, que tanto insistieron por unas Navidades en Familia.—Suelta esa pistola, Nina… ¡Suéltala…! —Jake puso las dos manos frente ella y los gemelos rieron por lo bajo—. ¿Qué clase de ejemplo le estás dando a nuestros hijos…?—¿Ejemplo? ¿Quieres un buen ejemplo? —gruñó Nina y le lanzó la pistola a Caleb, que la desarmó y la armó en menos de treinta segundos mientras su madre se cruzaba de brazos con satisfacción—. ¡Ese es un buen ejemplo, y ni siquiera te voy a decir lo que le enseñé a hacer al otro, pero ese no es el caso! ¡Sal de mi camino que tengo que hablar con ese hombre!Jake respiró hondo, pero no se movió ni un milímetro.—Nina… no es tu enemigo… solo vino a formal
Tres años después.Nina suspiró, mientras el cansancio delicioso que seguía al clímax se adueñaba de su cuerpo.Era su décimo aniversario de bodas, y Jake la había sorprendido con una pequeña cabaña en los Alpes Suizos, un viaje familiar para los niños… ¡con sus tíos! y dos semanas para ellos solitos, como la pareja de tórtolos que se merecían ser por estar criando a cinco huracanes… perdón, cinco hijos.Se dio la vuelta y se acurrucó contra el costado de Jake, que la atrajo hacia su cuerpo con un gesto posesivo y sensual.—Eso realmente estuvo muy bien… —murmuró.—¿Muy bien? ¿¡Solo muy bien…!? ¡Oye, tu marido todavía es un semental! ¡No puedes quejarte…! —protestó Jake y Nina se lev
Nueva York Cuando Jacob* Liberman atravesó la puerta del Spectrum, fue como si cada persona del club le hiciera una reverencia. Después de todo era socio de la mitad de él y había ayudado a Gerry Kent a abrir una nueva y mejorada versión del Spectrum en Nueva York. —¡Tú de verdad disfrutas esto! —casi se burló su mejor amigo, la otra cara de Sheffield & Lieberman Asocs. —¿Qué quieres que te diga? ¡Traigo el ego en la sangre! Cuarta generación de magnates de la industria minera… —¡De los que te apartaste para seguir tu propio camino! —Connor Sheffield no tenía pelos en la lengua—. Así que por ahora eres el hijo renegado, el insolente, el ingobernable… —El único —replicó Jake levantando una ceja sugerente—. Le guste al viejo o no, soy su único hijo, y los Lieberman no son de los que donan todo a la beneficencia. No se sentaron en uno de los reservados, sino en «el» reservado principal, uno que habían hecho solo para él. En p
«¿Un…un… idiota bilingüe?» Para ser uno de los mejores abogados del país, Jacob Lieberman tenía instintos demasiado extremos y aquella mujer le despertaba todos a la vez, en especial porque podía sentir todo de ella: la curva de su cuerpo mientras se arqueaba contra la barra del bar, el calor en su vientre, el temblor en sus piernas, la inexistencia absoluta de su respiración… —¡Mierd@! Te juro que no me provocas ni una sola buena decisión —murmuró muy cerca de su cara, acariciándole el labio inferior con el pulgar—. Es como si solo pudiera besarte o matarte. Nina sintió un nudo en el estómago que estaba lejos de tener algo que ver con el miedo. —Qué poca imaginación tienes… —respondió—. También se puede matar a besos… Jake ladeó la cabeza, y sintió que el cuerpo se le hacía de mantequilla. No era capaz de describir las cosas estúpidas que esa chiquilla le hacía sentir, y lo peor de todo era eso, que él era un hombre he