En su defensa, ella se lo había advertido.
Nina acarició aquel botón rojo con el pulgar, y su rostro no hizo ni un solo gesto mientras lo presionaba.
Las dos llantas traseras en el auto que conducía Meredith Lieberman reventaron a la vez, y la pequeña explosión que destrozó el eje trasero, unido a la velocidad que ya llevaba, levantó de un tirón la parte trasera del auto, haciendo que se volcara violentamente sobre el capó.
El parabrisas estalló en pedazos al chocar con el suelo y el Toyota dio otras dos vueltas antes de quedar boca arriba, todo maltrecho.
Nina frenó a cinco metros y presionó el 911 en el marcado rápido de su celular.
—911, ¿cuál es su emergencia? —escuchó la voz mecánica.
—Hubo un accidente en la carretera hacia los Hampton, en el kilómetro 18. Hay una mujer atrapada en un au
Había pasado una hora, quizás un poco más, antes de que el primer policía entrara en aquel cuarto de interrogatorios. Jake no lo conocía, pero el hombre tenía cara de enfadado y tras él venía otro que parecía un cachorro perdido.—¡Señor Lieberman! ¡Vaya racha que lleva su familia este año! —dijo el primero—. Pasaron de ser uno de los apellidos más respetados de la ciudad a casi casi trabajar en el crimen organizado… porque crimen no les falta y parece que organización tampoco.—¿Eso fue una m@ldita broma? —le escupió Jake, sin poder creer que le hubiera tocado semejante imbécil.—¿¡Usted cree que yo bromearía con un asesinato!?—Pues entonces necesita una mejor línea de apertura porque esa no convence al público, detective —replicó Jake y
—¿Estás segura? Cualquiera en tu lugar dejaría que se pudriera en la cárcel, o al menos no movería un dedo para ayudarlo —aseguró su hermano. —Lo sé —respondió Nina y se giró hacia él con una sonrisa—. Pero yo no soy cualquiera. Salieron de aquella comisaría y pasaron directamente al hospital, por Victoria. La pequeña estaba todavía muy alterada, aunque pasar la noche con su abuela la había calmado bastante, así que Nina decidió que necesitaban un ambiente más familiar. Katerina logró que le dieran el alta y contrataron a un par de doctores para cuidarla en casa. Kolya se quedó con Beri, que ya estaba estable, aunque todavía no había despertado, y un par de hombres de Mateo se quedaron con él. Antes de salir del hospital, Yuri pasó a que le confirmaran la muerte de Randall Weiss, y para no correr riesgos, se metió a la sala de patología, donde ya le estaban practicando la incisión en Y, para asegurarse de que ese enemigo en particular estaba muerto y
Los dos detectives del caso entraron al despacho de aquel juez como si el diablo los estuviera persiguiendo, y se detuvieron frente al escritorio mientras Connor Sheffield les bloqueaba la vista, parándose con los brazos cruzados.—¿Y esto qué significa? —preguntó el que parecía más exaltado de los dos.—Bueno, les pedí una investigación específica y se negaron, le solicité lo mismo al capitán de su precinto y me lo negó, así que vine a conseguir una orden de alguien a quien no le pueden decir que no —sentenció Connor.—¡Pero es que es una petición absurda! —escupió el detective mirando al juez.—¡Ninguna petición es absurda cuando se trata de liberar a un hombre inocente! —sentenció Connor—. Ustedes como detectives del caso tienen una teoría, y yo como abogad
Dos semanas después…Bali era espectacular, pero por desgracia los Orlenko no estaban precisamente acostumbrados a la vida disipada. Yuri se había pasado aquellos quince días haciendo senderismo en medio de las montañas. Aleksei parecía otro pez en medio de los arrecifes y la única razón por la que Kolya no se había movido, era porque estaba pendiente de Beri, cuya recuperación avanzaba sin tropiezos.Las únicas que realmente se habían puesto los trajes de baño, y habían tomado sus daiquirís de fresa en la playa, habían sido Nina y su madre, mientras veían a Victoria divertirse en la arena.Sin embargo, incluso dos semanas de inactividad eran demasiado para ellas, así que el día anterior habían hecho las maletas para regresar a Ucrania.Odesa estaba en su mejor época de invierno, con frío,
Pareciera que todo ha quedado atrás, que Nina por fin ha logrado superar su rencor y enfrentar una vida nueva, libre de todo aquello que la lastimó. Sus enemigos están muertos o en la cárcel, tiene una familia que la adora y por primera vez no tiene que pensar en nada más que no sea ser feliz junto a su pequeña Victoria.Sin embargo hay fantasmas que nunca se van. Y hay otros que regresan, persistentes… desesperantes… sexis… listos para hacerse sentir.Si Nina creía que perdonar a Jake y alejarse de él era la solución, pronto descubrirá que ese hombre en particular no es de los que se rinden. Y lo peor o lo mejor es que está dispuesto a todo para recuperar a su mujer y a su hija.Quizás ella esté decidida a hacerse la difícil, pero para Jacob Lieberman todavía vale todo. ¡Sí, vale todo para reconquistarla!
Dos meses después…Nina se miró al espejo y luego dio una vuelta abriendo los brazos, para que Katerina le diera su opinión.—¡Estás preciosa! Ese vestido es justo como hace falta: recatado sin dejar de ser muy sexi —murmuró su madre—. Estoy segura de que serás la sensación de esta noche.—Bueno… tengo que conquistar a un príncipe, así que más vale que esto funcione —suspiró Nina con un poco de frustración.—De cualquier manera me alegro que hagas esto. Sé que no lo necesitamos, pero ya era hora de que volvieras a trabajar, a salir, divertirte…—Mamá, hacerle ojitos a un príncipe saudí para que me venda unos pozos de agua no es precisamente diversión —replicó y Katerina abrió los ojos y la boca, llev&aacu
Si alguien hubiera tenido la delicadeza de sacudir una botella de champaña y disparar la espuma en dirección a la cara de Nina, corcho incluido, probablemente a ella le hubiera sorprendido menos que ver a Jake en aquel lugar.Pestañeó aturdida, mientras su boca se abría y se cerraba sin llegar a articular ninguna palabra.—¿¡…Jacob!? —soltó por fin y lo vio sonreír como si acabara de plantarle un beso en cada mejilla.—¡Señorita Orlenko! Dichosos los ojos que la ven… y todo lo que le ven —respondió él con un tono travieso que acabó de descolocarla, mientras le tomaba la mano y depositaba un beso suave sobre el dorso.—¿Qué estás diciendo? ¡No se me ve nada! —siseó ella mirando de reojo al Asesor, porque sabía que por más liberal que fuera para hacer negocios, el pr
—¡Es que lo voy a matar! ¡Lo voy a asfixiar así… así con mis manitas! —rezongaba Nina mientras entraba como un volcán en erupción por la puerta de la casa parisina.Los trillizos se quedaron más fríos que tres bloques de hielo, pero Kolya vio cómo Katerina curvaba levemente los labios tratando de disimular la sonrisa.—¿Qué pasó? ¿No cedió el príncipe? —le preguntó Aleksei.—¡Es que ni pude hablar con él tranquilamente porque «alguien» no me dejó! ¡Y yo solo quiero golpearlo así… así con mis manitas! —exclamó mientras aquel berrinche subía de tono.Kolya se acercó a ella y trató de clamarla.—A ver, ¿es en serio? ¿Y quién en el loco suicida que se metió en el camino de La Maripos