Los dos detectives del caso entraron al despacho de aquel juez como si el diablo los estuviera persiguiendo, y se detuvieron frente al escritorio mientras Connor Sheffield les bloqueaba la vista, parándose con los brazos cruzados.
—¿Y esto qué significa? —preguntó el que parecía más exaltado de los dos.
—Bueno, les pedí una investigación específica y se negaron, le solicité lo mismo al capitán de su precinto y me lo negó, así que vine a conseguir una orden de alguien a quien no le pueden decir que no —sentenció Connor.
—¡Pero es que es una petición absurda! —escupió el detective mirando al juez.
—¡Ninguna petición es absurda cuando se trata de liberar a un hombre inocente! —sentenció Connor—. Ustedes como detectives del caso tienen una teoría, y yo como abogad
Dos semanas después…Bali era espectacular, pero por desgracia los Orlenko no estaban precisamente acostumbrados a la vida disipada. Yuri se había pasado aquellos quince días haciendo senderismo en medio de las montañas. Aleksei parecía otro pez en medio de los arrecifes y la única razón por la que Kolya no se había movido, era porque estaba pendiente de Beri, cuya recuperación avanzaba sin tropiezos.Las únicas que realmente se habían puesto los trajes de baño, y habían tomado sus daiquirís de fresa en la playa, habían sido Nina y su madre, mientras veían a Victoria divertirse en la arena.Sin embargo, incluso dos semanas de inactividad eran demasiado para ellas, así que el día anterior habían hecho las maletas para regresar a Ucrania.Odesa estaba en su mejor época de invierno, con frío,
Pareciera que todo ha quedado atrás, que Nina por fin ha logrado superar su rencor y enfrentar una vida nueva, libre de todo aquello que la lastimó. Sus enemigos están muertos o en la cárcel, tiene una familia que la adora y por primera vez no tiene que pensar en nada más que no sea ser feliz junto a su pequeña Victoria.Sin embargo hay fantasmas que nunca se van. Y hay otros que regresan, persistentes… desesperantes… sexis… listos para hacerse sentir.Si Nina creía que perdonar a Jake y alejarse de él era la solución, pronto descubrirá que ese hombre en particular no es de los que se rinden. Y lo peor o lo mejor es que está dispuesto a todo para recuperar a su mujer y a su hija.Quizás ella esté decidida a hacerse la difícil, pero para Jacob Lieberman todavía vale todo. ¡Sí, vale todo para reconquistarla!
Dos meses después…Nina se miró al espejo y luego dio una vuelta abriendo los brazos, para que Katerina le diera su opinión.—¡Estás preciosa! Ese vestido es justo como hace falta: recatado sin dejar de ser muy sexi —murmuró su madre—. Estoy segura de que serás la sensación de esta noche.—Bueno… tengo que conquistar a un príncipe, así que más vale que esto funcione —suspiró Nina con un poco de frustración.—De cualquier manera me alegro que hagas esto. Sé que no lo necesitamos, pero ya era hora de que volvieras a trabajar, a salir, divertirte…—Mamá, hacerle ojitos a un príncipe saudí para que me venda unos pozos de agua no es precisamente diversión —replicó y Katerina abrió los ojos y la boca, llev&aacu
Si alguien hubiera tenido la delicadeza de sacudir una botella de champaña y disparar la espuma en dirección a la cara de Nina, corcho incluido, probablemente a ella le hubiera sorprendido menos que ver a Jake en aquel lugar.Pestañeó aturdida, mientras su boca se abría y se cerraba sin llegar a articular ninguna palabra.—¿¡…Jacob!? —soltó por fin y lo vio sonreír como si acabara de plantarle un beso en cada mejilla.—¡Señorita Orlenko! Dichosos los ojos que la ven… y todo lo que le ven —respondió él con un tono travieso que acabó de descolocarla, mientras le tomaba la mano y depositaba un beso suave sobre el dorso.—¿Qué estás diciendo? ¡No se me ve nada! —siseó ella mirando de reojo al Asesor, porque sabía que por más liberal que fuera para hacer negocios, el pr
—¡Es que lo voy a matar! ¡Lo voy a asfixiar así… así con mis manitas! —rezongaba Nina mientras entraba como un volcán en erupción por la puerta de la casa parisina.Los trillizos se quedaron más fríos que tres bloques de hielo, pero Kolya vio cómo Katerina curvaba levemente los labios tratando de disimular la sonrisa.—¿Qué pasó? ¿No cedió el príncipe? —le preguntó Aleksei.—¡Es que ni pude hablar con él tranquilamente porque «alguien» no me dejó! ¡Y yo solo quiero golpearlo así… así con mis manitas! —exclamó mientras aquel berrinche subía de tono.Kolya se acercó a ella y trató de clamarla.—A ver, ¿es en serio? ¿Y quién en el loco suicida que se metió en el camino de La Maripos
Nina se miró de arriba abajo, y maldijo internamente, porque se podía quitar la grasa de la cara, pero el olor a taller mecánico no se le iba a ir de ninguna manera.—Señorita Orlenko, parece que usted tiene una particular propensión a los accidentes —murmuró el Asesor viendo cómo ella se alisaba el cabello y se estiraba la ropa.—Sé que no es una excusa válida, señor Asesor, pero es evidente que mi competencia está intentando sabotearme —replicó Nina con frustración mal disimulada—. No he podido llegar presentable a ninguna de las citas con el príncipe y créame que no ha sido por falta de esfuerzo.—Bueno, tiene razón en una cosa sí y en otra cosa no —suspiró el Asesor dándose la vuelta para caminar por el corredor, lejos de la puerta de la oficina del príncipe—. Es muy cierto
Sentía la cabeza pesada y las piernas ligeras. Se suponía que se estuviera peleando con él, pero también se suponía que quería dejar todo atrás. Estaba allí para sacarle información a Jake, y Jake le estaba sacando gemidos a ella.Se desperezó cuando sintió una de sus manos, calientes y juguetonas, cerrarse sobre uno de sus pechos bajo el albornoz, y se bajó de la mesa de un tirón.Jacob retrocedió dos pasos, aturdido, pero aunque Nina le había cortado la inspiración en medio de toda aquella vorágine de deseo, no podía hacer otra cosa que sonreír mientras se mordía los labios con que la acababa de besar.—Buena sesión, deberíamos repetirla —lo retó Nina.—Así es. La próxima vez quizás incluso la terminemos —respondió él con una mirada prov
Reunir a los trillizos, a Mateo y a Santi, visitar a Eric Hellmand, organizar una arena en Odessa, era para Nina como volver a sentirse viva y en control. En los últimos meses se había sentido como en el aire, como si todo el propósito de su vida, que era vengarse de las personas que la habían lastimado, se le hubiera terminado demasiado pronto. Por suerte o por desgracia, aquella batalla campal con Jake había llenado ese extraño vacío, así que ahora estaba supervisando que levantaran carpas, construyeran gradas, contratando buenos comentaristas deportivos y haciendo que pusieran una jaula como Odessa no había visto en mucho tiempo. No hay que confundirse, estaba preparando una arena completamente ilegal, para peleas ilegales. Pero estaba prepagando una arena bajo la protección de Eric Hellmand, y hasta Dios se cuidaba de cruzarse en el camino de aquel hombre. —Está feliz —murmuró Katerina llegando junto a Kolya, que observaba toda aquella locura desde el bal