Jake entró cojeando al hospital para recoger a Connor. Las últimas palabras que había intercambiado con Katerina Orlenko habían sido determinantes.
—Llévate lo que necesites, como si jamás fueras a volver —le dijo la mujer, y ante el gesto de incomprensión de Jake, añadió—. Voy a mandar a un equipo a limpiar este lugar. Si por cualquier motivo alguien llega a matar al idiota que dejamos ir, lo cual es muy posible, no quiero que vean ni un rastro de su sangre en este departamento.
—Realmente piensas en todo ¿verdad? —murmuró él y ella se encogió de hombros.
—La experiencia —replicó antes de indicarle que se fuera; y ahora Jake estaba allí, arrastrando su cadera adolorida hasta el cuarto de hospital donde estaba Connor.
La doctora justo estaba firmando su alta, porque ya los estudios habían indicado que el
Nina sintió un extraño escalofrío recorriéndola. Algo, esa parte de su cuello que últimamente se erizaba cuando había peligro, le despertó todos los instintos.—¡Habla, Jacob! ¿¡Qué estás haciendo!? —demandó saber.—Vamos tras Randall Weiss —respondió él y Nina pasó saliva, preocupada.—¡Ese hombre es peligroso! —espetó intentando disimular su nerviosismo—. ¿Tú quién te crees que eres? ¿¡Rambo!?—No voy a ser yo, sino la policía. Pero digamos que por si acaso… preferí verte antes…Y eso era más que suficiente para que ella entendiera que se iban a jugar el todo por el todo.—Pues si la policía va a hacerlo ¿qué pintas tú en todo esto? —le reclamó Nina y Jake d
Meredith retrocedió, todavía con la jeringa en la mano y la expresión horrorizada mientras Jake se arrancaba del brazo la aguja del suero y se sentaba en la cama.—¡Ja-Jacob…!—Te hice una pregunta —siseó él—. ¿Eso fue lo que le dijiste al viejo cuando le inyectaste la sobredosis de morfina? ¿«Dulces sueños»?La mujer pestañeó, espantada, pero cualquier intento por esconder la jeringa que llevaba en la mano o justificarse estaba de más.—¡Jacob, no…! ¡Escuchaste mal! ¡No fue así…!—¿Ah, no? —él frunció el ceño y se tocó la cabeza como si de verdad se la hubiera golpeado—. Porque yo creo haberte escuchado decir que debías haberle metido algo más doloroso que una sobredosis de morfina, como cianuro, por ejemplo.
Yuri literalmente voló sobre un par de muebles cuando el grito de Nina le llegó desde el despacho, y empujó la puerta con un hombro solo para encontrarse a Jake y a Tyler enredados en un amasijo de puñetazos.Aleksei entró trastabillando tras él, casi chocando con su espalda, pero cuando lo vio detenerse tan tranquilo hizo lo mismo.Tres segundos después Katerina se asomó a la puerta y solo esbozó un pequeño: «¡Ah!», antes de marcharse de nuevo, como si aquello fuera algo completamente esperado.—¡Yuri! ¿¡Pero qué haces!? ¡Sepáralos! —gritó Nina y Yuri se cruzó de brazos.—¿Y yo por qué? —rezongó.—¡Pues… pues…!—Además se ve bien. Hasta aquí me salpica la sangre —añadió Aleksei dándole
Había duda en su expresión, pero él sabía que ella no se retractaría de su decisión. —Nina… Nina mírame. —Jake sentía que el corazón le dejaría de latir de un momento a otro, pero aquello era necesario—. Esto tiene parar. Tienes que darte la oportunidad de detenerte mientras puedas. La vio sacar las manos lentamente de las suyas y levantarse. —Lo sé. Pero saber que toda gente estaba libre… No puedes entenderlo, pero era como si eso no me dejara respirar. —Las lágrimas le empañaron los ojos, y le dio la espalda, porque no quería que Jake viera debilidad en ella. Sin embargo en menos de un segundo, sintió que la abrazaba por detrás y besaba su cabeza. —Sí te entiendo —murmuró con suavidad—. Por eso me hice abogado, porque me reventaba que la gente mala siguiera en la calle… aunque yo sea uno de ellos. La estrechó con fuerza, mientras Nina intentaba conservar un poco de entereza. Estaba cansada, estaba agobiada, y si era sincera lo único
La sala de juntas quedó despejada en menos de veinte segundos, pero Jake y Tyler siguieron mirándose como si quisieran arrancarse las cabezas, y probablemente lo hubieran hecho si aquella voz de Nina no se hubiera alzado entre ellos.—Tú lo sabías —sentenció y los dos la miraron, pero los ojos de la muchacha estaban clavados en Tyler con un gesto de sospecha.—¿Qué…? ¡Claro que n…!—No te molestes en negarlo —siseó—. No miraste ese expediente ni una sola vez. Tú sabías lo que había hecho Theodore.Tyler negó con impotencia y retrocedió.—He sido el CEO de esta empresa desde hace demasiado tiempo. ¿Crees que Theo podía tener algún secreto conmigo? —murmuró—. Y los socios más viejos ya lo sabían, ¡Claro que lo sabían! Pero esta es una
Sentía que se movía como un caracol con osteoporosis… pero era el caracol con osteoporosis más feliz del mundo.Nina se frotó los ojos y se despabiló un poco. Salió de aquel amasijo de abrazos y levantó a Victoria, contoneándola para llevarla a su cunita y acomodarla entre un par de almohadas grandes. Encendió los monitores de bebés y puso uno junto a ella mientras se llevaba el otro.Jake la miraba como si fuera un pedacito de estrella, eventualmente había dejado de llorar, pero Nina sabía que la tristeza no se iría solo porque ya no la estaba echando afuera.La única forma en que reaccionó fue cuando sintió el contacto de Nina tirando de su mano con sigilo. Salieron casi de puntillas y Nina cerró la puerta.—¿Qué hora es? —preguntó restregándose los ojos y a él se le antojó la
Si había alguien con la capacidad para dejar muda a una audiencia, con su outfit de diseñador y su expresión gélida, definitivamente era aquella mujer. Y si en condiciones normales su sola presencia ya imponía, cuando venía enojada, como en ese momento, parecía una locomotora lista para embestir a todo lo que se le pusiera por delante.—Pregunté: ¿dónde tengo que votar? —siseó acercándose a Tyler y poniendo frente a su cara la propiedad notariada de sus acciones.El rostro de Jake era de absoluta satisfacción, mientras el de Tyler Wilson se desencajaba en un segundo, porque si había alguien en el mundo que odiaba Lieberman EXC. más que Nina, esa era Katerina Orlenko.—¿Cómo… cómo es que tú…? —balbuceó.—¡Usted! —lo corrigió Katerina—. Al parecer, se&
«No es la última vez que vas a verla… no es la última vez que vas a verla…», pensaba Jake mientras el ascensor subía hasta el departamento. Se le encogía el corazón solo de pensar en que su hija y Nina iban a irse durante un largo tiempo, pero también sabía que era necesario.Era gracioso, apenas había escuchado la risa de Victoria una vez y ya sabía que iba a extrañarla lo indecible. Y los locos Orlenko definitivamente se echarían de menos también.Si embargo, la algarabía que esperaba encontrar en un departamento donde estaban listos para irse, no fue precisamente lo que encontró. Apenas las puertas del ascensor se abrieron sus ojos tropezaron con dos muebles volcados, varios adornos rotos y un rastro de gotas oscuras sobre la alfombra de un gris claro.El corazón se le hizo trizas contra el suelo, y ni siquiera fue capaz de pensar