Hacía más de dos años que Jacob no ponía un pie en el despacho de su padre, en Lieberman EXC., sin embargo en cuanto atravesó las puertas del edificio, una asistente se pegó a sus talones, respondiendo inmediatamente a cada pregunta que le hacía.
—¿El señor Wilson? —fue su última interrogante, y la mujer negó.
—Está en un viaje de negocios hace dos días. Demorará otros dos en regresar.
—Perfecto. Mi padre dijo que había algunos documentos que necesitaban ser firmados —quiso aclarar Jake y la asistente le abrió con deferencia la puerta del despacho principal.
—Por supuesto. Están todos sobre la mesa. Si necesita alguna aclaración, estoy aquí para asistirlo. —La voz de la muchacha era extremadamente profesional, sin embargo Jake no pudo evitar sonreír cuando se sentó en l
Nina tembló. El corazón le palpitaba a mil revoluciones por segundo. Casi le dolía el pecho y sentía que no podía respirar. Había esperado muchas cosas de parte de Jake, pero una confesión como aquella definitivamente no estaba en sus planes.—¿Tú…? ¿Es…? ¿Jake es… en serio?Jake tomó el anillo de la cajita y lo sostuvo durante un momento frente a ella.—Jamás había hablado más en serio en mi vida, Nina —dijo pasando saliva con nerviosismo—. No soy bueno en esto… y evidentemente tú tampoco. Pero esta es la parte en la que dices que sí.A la muchacha se le escapó una risa nerviosa mientras se cubría la boca y asintió con fuerza.—Sí… ¡sí! —Medio rio y medio lloró—. ¡Sí, claro que sí! &mdash
«Odio esto, odio esto, odio esto», era lo único que podía pensar Jake mientras su padre le hacía un recuento de las localizaciones más importantes de la compañía en el extranjero y como se habían movido en los últimos años.Rezó para que se cansara de hablar y se quedara dormido rápido, y la verdad fue que Theodore no demoró demasiado en suspirar y empezar a adormecerse. Ya no pasaba demasiado tiempo despierto, pero Jake no tenía idea de que era porque en las inyecciones de la mañana y la tarde, Nina lo cargaba con una mezcla de sedantes y morfina.Lo vio cabecear en su butaca en el despacho y le acomodó una almohada detrás de la cabeza para que descansara. Luego volvió a sentarse en su silla ejecutiva y miró la caterva de documentos de la empresa que tenía que estudiar y firmar.A petición de su padre el traspas
Nunca en toda su vida Theodore Lieberman se había preguntado por qué la que había sido la marca de su familia durante generaciones se había perdido en su hijo. Quizás era porque nunca le había prestado demasiada atención a cualquier legado familiar que no fuera la empresa, o quizás era a Jacob a quien nunca le había prestado la suficiente atención.Lo cierto era que ver aquella marca de una mariposa en Nina lo había hecho entender que sí, eran genes dominantes, genes que Nina había heredado… ¡y Jacob no!Lo pequeña burbuja, que ya distaba mucho de ser perfecta, terminó de explotar cuando comprendió todo lo que aquello podía significar: que el hijo al que había dado el primer y único lugar toda su vida… realmente no era suyo.—¿Ya… ya se lo dijiste a Jacob…? —preguntó inten
Nina tenía el corazón en la boca, y estaba lo suficientemente nerviosa como para subirse al auto y regresar a la casa, esperando de corazón que Jake no hubiera regresado todavía.—¿Qué fue eso, Theo? —le reclamó apenas atravesó la puerta del despacho y lo vio sentado frente a la terraza.El anciano la miró con una expresión neutra y Nina se cruzó de brazos frente a él.—¿Un detective privado? ¡Casi me hago en los pantalones! ¡Ese hombre daba escalofríos! ¿De dónde rayos lo conoces?Theodore intentó sonreírle con condescendencia, pero la verdad era que no tenía fuerzas para discutir ni valor para decirle toda la verdad.—Hace unos años, me ayudó a encontrar a una persona importante para mí.—¡¿Y ahora?! ¿Qué se supone que e
A pesar de que todos sus instintos se rebelaban contra eso, Meredith sabía que debía hablar con Theodore. Podía sentir el terror corriéndole por las venas, porque una noticia como aquella debía hacer que estallara la tercera guerra mundial en aquella casa, y en lugar de eso todo estaba absurdamente tranquilo.Vio que Jake había bajado de la terraza directo al muelle, y sabía que eso solía hacer cuando quería escaparse; así que entró en la casa y subió las escaleras en silencio, decidida a enfrentar al monstruo en que probablemente se hubiera convertido Theodoro. Y ahora por fin entendía por qué había insistido en llamarla a Silverwater.Sin embargo no llegó a empujar la puerta del despacho, porque la conversación que le llegó desde dentro la dejó helada. Miró alrededor, asegurándose de que nadie la veía, y pegó
El grito se extendió por toda la casa, y en ese mismo instante Jake supo por qué tenía aquel presentimiento atenazándole el pecho.Se lanzó de la cama, corriendo hacia la habitación de su padre, y la imagen de Nina intentando reanimarlo le nubló la vista. No pudo moverse mientras la veía batallar sobre él, comprimir su pecho darle respiración boca a boca antes de volver a intentarlo… todo mientras lloraba a lágrima viva.Finalmente terminó derrumbándose en el suelo a su lado y encondiendo la cara en la sábana al borde de la cama. No había nada que hacer. Theodore Lieberman estaba muerto.Jake se tambaleó mientras se acercaba a la cama y veía el rostro sereno de su padre, como si todavía estuviera durmiendo. La opresión en su garganta dio rienda suelta a un sinfín de lágrimas, pero sabía que no habí
«¿Y si me equivoqué…?»Ver a Nina desaparecer en la carretera y a Tyler correr tras ella con aquella cara de incomprensión, hizo que aquella pregunta le llegara de golpe.—¿Y si te equivocaste, Jake…? —murmuró mesándose los cabellos mientras las lágrimas le inundaban los ojos y las palabras de Nina le repicaban en la cabeza:«¡Esas mierd@s son reversibles! ¡Los conductos pueden volver a unirse… hay evidencia de fallos…!»—¡Dios mío…! ¿Y si me equivoqué…? —Tuvo que sentarse en la primera silla que vio en la casa para no desplomarse, mientras en su cabeza y en su corazón se libraba la peor de las batallas—. ¡No! ¡No, no no me equivoqué! ¡El médico lo dijo, que no había fallos! —El último chequeo que se había hec
Allen tuvo que arrastrarlo fuera de la iglesia, por una de las puertas laterales, porque Jacob parecía a punto de explotar. Lo llevó hacia una banca alejada lo hizo sentarse casi con la cabeza entre las rodillas para que pasara aquello que estaba entre la sorpresa y el ataque de pánico.—¿Quieres…? ¿Quieres decir que mat-mataron a mi padre…? ¿¡Mataron al viejo!? —exclamó mesándose los cabellos con desesperación.—Lo lamento, de verdad. Pero esto hace que todo sea diferente —le dijo Allen—. Pedí el caso al Departamento de Policía de Nueva York. Yo voy a ser el detective a cargo y te garantizo que voy a mantener esto fuera de la prensa hasta descubrir la verdad, tienes mi palabra.Pero en ese justo momento la prensa era lo que menos le importaba a Jacob. Cerró las manos en puños y el policía pudo ver las lágrima