¡Mierda! ¿Cuántas veces tendría que llamar al timbre para que le abrieran? Llevaba allí más de dos minutos y su paciencia estaba llegando a la fase límite. Sabía que el piso estaba insonorizado y no escuchaba nada más que los potentes ladridos de Orus detrás de la puerta.¡Joder! Sabía que, por lo menos, Carter estaba allí. Había visto su coche aparcado en la acera del edificio y hoy era el día libre de Madison, así que también tenía que estar allí. A no ser que hubieran salido a dar un paseo… ¿sin Orus? Era poco probable. ¿Entonces qué? ¿Estarían escuchando música a todo volumen con los audífonos puestos? ¿O…?De pronto, escuchó una leve voz detrás de la puerta. Parecía una carcajada. Conocía bastante bien la risa de Madison como para saber que esa carcajada era suya. Apretó los dientes y en vez de llamar de nuevo al timbre, dio unos cuantos golpes en la puerta.—¡Eh, Madison! ¡Sé que estás ahí! ¡Te he escuchado! ¡Abre la puerta de una maldita vez! ¡¿O es que estás sorda?! ¡Maldita
—No me contesta nunca, Amelia —dijo Madison en un suspiro cansado.—Dale tiempo. Seguro que acabará por comprender la situación —aseguró esta, con gesto tranquilizador la pelinegra.Madison bebió un poco de café. Después dejó la taza sobre el pequeño plato y volvió a suspirar. Desde que Sebastian se fue del apartamento hacía casi un mes, no le había vuelto a ver y aún menos había escuchado ninguna palabra de él. Le había llamado miles de veces y él no contestaba; ni siquiera le devolvía las llamadas. Entendía que no lo hiciera. También que necesitaba tiempo, pero no dejaba de pensar que ella había tenido la culpa. Por eso quería hablar con él, pero no parecía posible en esos momentos.Amelia le dio un pequeño apretón en la mano que tenía extendida sobre la mesa, como muestra de apoyo. Madison sonrió levemente, agradecida. Ambas se encontraban en la cafetería del hospital, tomando un pequeño descanso. Madison podría irse dentro de un rato, ya que había sido llamada fuera de su horar
Ambos se quedaron en silencio, viendo el hermoso paisaje que había detrás de las cristaleras, viendo cómo los últimos rayos de sol daban la bienvenida a la noche.—Cierra los ojos —dijo de repente Madison.—¿Hmm?—Que cierres los ojos —repitió con voz cansina, dándose la vuelta entre los brazos del castaño—. Vamos, que no te voy a hacer nada —inquirió impaciente.Carter suspiró con pesadumbre y cerró finalmente los ojos.—Espero que no sea ninguna de esas bromas tontas y cursis de enamorados, o algo parecido porque… —fue interrumpido por la entrada de algo pequeño en su boca. Abrió rápidamente los ojos y se encontró a Madison sonriéndole en la otra punta de la bañera, con un bombón de chocolate en la mano—. ¿Chocolate? Ya veo. Por eso querías que cerrara los ojos —dijo con el ceño fruncido, pasándose el bombón de un lado a otro de la boca.—Ahhh, Carter, no te enfades. Si no hubieras cerrado los ojos, seguro que no te lo hubieras comido porque ya sé que no te gusta demasiado lo dulce
—Carter… ¿Podrías dejarme estudiar? —preguntó Madison dándole con el bolígrafo para que se alejara de ella.El castaño gruñó con molestia y finalmente deshizo su abrazo y se alejó de ella. Por fin había conseguido entretener a Steve por primera vez en toda la tarde y se encontraba a Madison estudiando para el maldito examen de conducir… y él solo quería un poco de mimos después de una larga semana de trabajo.—Bueno, pero después no vengas pidiéndome que te haga caso —respondió, cruzándose de brazos de espaldas a ella.—Oh, vamos, Carter no te comportes como un niño pequeño —dijo ella, poniendo los ojos en blanco.—Hmp —utilizó su famoso monosílabo con gesto fruncido y se marchó de la habitación.Madison suspiró.Desde que se apuntó a la academia para apreder a conducir pasaba bastante tiempo estudiando y Carter la perseguía en todo momento como si fuera Orus en busca de cariñitos y mimitos. La verdad es que él se había tomado bien la noticia de que ya no tendría que ser su chofer p
Sebastian volvió a tener sus periódicas quedadas con Madison, aunque esta vez eran menos, debido a sus trabajos y a que Madison también quería y debía estar con Steve y Carter, al menos la mayoría del tiempo libre. Además, con las clases de conducir de Madison y que la pareja estaba tan solicitada por Chris y Amelia para ayudarlos con los arreglos de la boda, casi no tenían tiempo ni para ellos mismos.Pero por fin, Carter tuvo una tarde libre que utilizó para ir a recoger a Madison de la autoescuela y allí estaba, esperando delante de la puerta viendo salir y entrar gente del local, hasta que divisó a Madison saliendo junto a un hombre que la estaba mirando… demasiado. Frunció el ceño, celoso, pero para su sorpresa, Madison se giró hacia él, le dijo sonriente algunas palabras y el otro le contestó del mismo modo. Carter la llamó y ella le miró sorprendida, le hizo una señal para que esperara un poco más y se inclinó levemente para despedirse de aquel hombre. Este se la quedó miran
—Carter, Carter… Carter… ¡Carter!El castaño abrió los ojos de repente, encontrándose con los ojos esmeraldas de Madison.—Hola —saludó con una sonrisa la chica, tal y como lo hacía todas las mañanas.—Hmp —respondió adormilado, frunciendo el ceño y tapándose con un brazo los ojos para protegerlos de la dañina luz de la mañana, que entraba por la enorme ventana que abrió Madison sin ningún cuidado.—Hoy me ha costado despertarte más de lo normal. Es extraño levantarme y no encontrarte desayunando y listo para irte a trabajar —explicó, mientras se peinaba el largo pelo azabache delante del tocador. Le miró a través del espejo—. ¿No estarás trabajando hasta tarde, verdad? —preguntó con reproche en su voz, mientras veía como Carter se desperezaba. La mayoría de los días se tiraba el día trabajando de la noche al día, además de los ratos que cuidaba a Steve, y estaba preocupada por sus horas de sueño.—Ayer me quedé un poco más porque tenía que preparar una reunión para hoy a primera hor
—Y este es mi despacho —presentó Carter, abriendo la puerta para Megan.—Guau, tiene muy buen gusto —felicitó ella, mirando con ojos admirados la espaciosa y moderna habitación.—Me gusta el estilo simplista y moderno —afirmó el pelinegro, mientras se acercaba a su escritorio y se fijaba en el papeleo que se le había acumulado sobre él.—Sí, y por lo que veo también los paisajes —dijo Megan, acercándose a los ventanales situados detrás del escritorio. Se podía ver un paisaje urbano, lleno de vida, y a lo lejos las montañas, silenciosas y tranquilas. Era un paisaje que contrastaba pero muy hermoso—. Estoy sorprendida de la similitud de nuestras vidas: no son tan diferentes como pensaba —aclaró sonriéndole.Carter sonrió burlón, mientras se sentaba en su sillón y guardaba unos papeles en un cajón.—No sé que te habrá contado Keller sobre mí, pero apuesto a que casi todo es mentira —se carcajeó.—Cierto. La verdad es que me contó que eras un maldito arrogante, maleducado y egocéntrico qu
—Confía en Carter, Madison —dijo Amelia desde el probador.—Sí, yo confío en él, pero en ella no —contestó la pelinegra sentada en uno de los bancos de la tienda.Amelia salió del probador acompañada por la dependienta que las estaba ayudando. Madison soltó una exclamación de sorpresa al ver el precioso vestido de novia que llevaba su amiga. Parecía un ángel, totalmente de blanco y detalles dorados desgastados. La madre de Hyuuga llegó en ese momento con otro vestido y lo dejó en el banco más próximo para poder acercarse a su hija muy emocionada.—¡Mírate, hija! ¡Estás preciosa! —dijo con lágrimas en los ojos. Ambas se miraron al enorme espejo que estaba en la pared contigua a ellas.La pelinegra dibujó una enorme sonrisa en su rostro al verse por fin en uno de los posibles trajes que la llevarían a compartir su vida con Chris.—Desde luego, Chris tiene mucha suerte de tener una mujer tan fantástica como tú a su lado —dijo Madison, tomándole de la mano y mirándola a través del espejo