—Guau, hace tiempo que no charlamos con él. El hermano pequeño de Andrew es más difícil de tratar que él —dijo Derek, recordando al que era uno de sus mejores amigos.—Ya, y de paso le preguntamos por el pequeño de Patrick. Intenta controlar tu bocaza y no soltar más de la cuenta, ¿entendido? —ordenó el pelinegro, divisando a su objetivo entre la gente.Carter se encontraba con Chris, Megan y Keller. Se encontraban hablando amenamente con otro grupo de empresarios que estaban al lado de una de las mesas de aperitivos. Harold se paró unos instantes y arregló bien su chaqueta. Derek se chocó contra su espalda por andar distraído diciendo:—Hey, tranquilo. No sé por qué siempre piensas que voy a meter la pata pero… ¡auch! ¡No te pares así de repente! —exclamó, poniéndose a un lado de su amigo y viendo rápidamente a Carter—. ¡Ey! ¡Es Carter! —gritó. Harold puso los ojos en blanco. El escándalo había llegado—. ¡Eh! ¡Carter! —llamó mientras se acercaba al grupo. Carter pareció reconocer aq
Carter y Chris se encontraban en el hermoso jardín de una de las salas de celebraciones más famosas y acontecidas de Londres. La boda y el banquete posterior a la ceremonia se asentarían en uno de los hoteles de su suegro, Hebert Atwood, quien ya se había encargado de ello. Por su parte, Chris decidió elegir el lugar dónde trasladarían el evento una vez hubiera anochecido y qué mejor sitio que al aire libre en el jardín más hermoso de la ciudad. Por supuesto, Carter estaba allí como su mejor amigo y padrino que era.—¿Qué te parece? —preguntó el rubio, separando los brazos para abrazar el enorme jardín—. Tu amigo sí que tiene buen gusto, ¿eh? —se jactó, poniendo los brazos en jarras mientras se daba la vuelta para encarar a su amigo.—Hmp, por esta vez tengo que admitirlo; no te creía tan romántico —respondió, aceptando el comentario del rubio, aunque miraba todo con cierta indiferencia.—Cabrón —dijo Chris con una pequeña vena hinchada en la frente por la irritación—. Ten un poco d
Sabía que su tío Keller se preocupaba por ella, pero no dejaba de pensar en luchar y no rendirse para conseguir lo que quería. Después de todo eso es lo que le había enseñado su padre… Y ella quería ser feliz.Antes de poder seguir reflexionando sobre aquello, el objetivo de sus sueños apareció delante de ella. Carter salía de una tienda con Steve en brazos y una pequeña bolsa en una mano. El castaño se colgó la bolsa de la muñeca y, ahora con la mano, ayudó al bebé a colocarse bien el chupete que estaba a punto de caerse de su pequeña boquita.Steve sonrió con, lo que a Megan le pareció, aprecio y agradecimiento. Entonces, los grandes y curiosos ojos del bebé se posaron en ella. Ella se quedó inmóvil unos segundos hasta que Carter siguió la escrutinizante mirada del pequeño y la vio. En ese momento, Megan volvió en sí y sonrió. Carter saludó con un cortés movimiento de cabeza y se acercó a ella.—Buenas tardes, Carter —saludó, todavía sonriendo.—Hola —respondió con una pequeña son
De repente, el tono de llamada de un celular interrumpió su fluida charla. Carter se disculpó y salió al pasillo. Esto fue lo que Megan escuchó desde el salón:—¿Sí? ¿Madison? Dime… ¿Cómo? Pero, ¿está bien? Entiendo… Está bien, ahora mismo voy para allá… ¿Tú estás bien? De acuerdo, tranquila… Llamaré a Chris de camino al hospital… Todo va a salir bien, ¿ok? Llego en unos minutos. No te preocupes por Steve, está en buenas manos…Y en el mismo momento en que colgó la llamada, ya estaba de vuelta en el salón. Tomó rápidamente la chaqueta y las llaves. Megan se levantó del sofá y siguió con mirada expectante los movimientos y expresiones preocupadas del castaño.—¿Qué ha ocurrido? —preguntó finalmente.—El padre de Madison ha tenido un paro cardíaco grave y ahora lo están trasladando desde Bristol —Megan se quedó en el sitio. No podía más que compadecer a la pobre pelinegra, aún siendo rivales—. Siento mucho tener que irme tan repentinamente pero, ¿te importaría cuidar a Steve hasta que
Johnny salió de la ducha con una toalla atada a la cintura. Se acercó al armario para buscar algo que ponerse para salir a cenar con su compañera de piso y mejor amiga, Mildred. Mima, la gatita siamés que tenían como mascota, saltó de su cama y se refregó por las piernas aún húmedas de Johnny. Al sentir el agua se apartó rápidamente y comenzó a bufar. Johnny se rió y se agachó para acariciarla. El animal se tranquilizó y salió por la puerta entreabierta. En ese momento comenzó a sonar el teléfono de casa.—Ya lo agarro yo —escuchó decir a Mildred desde la sala de estar.Él siguió con lo suyo y pronto decidió ponerse unos vaqueros y una sencilla camiseta de mangas cortas. Total, para ir a un PizzaHut no se necesitaba nada excesivamente formal. Pero cuando sólo había comenzado a subirse los bóxers, Mildred abrió la puerta con emergencia.—¡Mildred! —gritó Johnny, sorprendido.—¡Johnny! —gritó a su vez Mildred, dándose la vuelta y cerrando la puerta. La vergüenza que sentía era compar
—Lo siento.Aquellas dos palabras reverberaron en la habitación antes de que su portavoz saliera por la puerta. Megan se quedó sentada en el sillón en el que se había acomodado para conversar con su prometido y pasar una gran noche.Quién hubiera dicho que él quisiera romper su compromiso en la primera parte de su “emocionante” noche.Ella se había quedado en silencio, asimilando un nuevo abandono. Tres hombres, tres compromisos, tres abandonos. Y se suponía que a la tercera iba la vencida. Pero por lo visto la suerte no iba con ella.Sentía el dolor pero no lloraba, no gritaba ni sollozaba. Sólo pensaba en que, si había una próxima vez, no volvería a ser abandonada.*Megan recordaba aquel episodio de hace dos años mientras Steve se acurrucaba a su lado en el sofá y apoyaba su cabecita a un costado suyo. Se disponía a dormirse pero se encontró con la amable mano de Megan en su pelo.Levantó la vista y le otorgó una sonrisa adormilada. Después cerró los ojos y se sumió en un profundo
Terminó de ver el vídeo y apagó el iPad. Steve no había dejado de andar desde ese momento. Madison y él tenían que estar pendientes de él porque si no lo hacían, desaparecía en un plis-plas. A veces hasta se lo encontraban de pie en la cuna intentando salir… Carter suspiró. Andar, que desde un principio había sido tan emocionante, se había convertido en una preocupación más en el cuidado del pequeño. Los padres de Madison y los suyos se habían reído y se habían compadecido de ellos, diciéndoles que ahora sabrían lo que tenían que pasar en esa situación, tal y como lo pasaron ellos. Todo el mundo, pasando por Chris y Amelia e incluso Patrick e Isabel (que pidieron el vídeo) hasta llegar a Andrew y Keyla, les decían lo mismo y ellos sólo tenían que tener paciencia y aguantar el cansancio.Pero bueno, la alegría era mayor que los problemas y la actitud alegre y buena de Steve ayudaba mucho. Dejó el iPad sobre la mesa baja del salón y se fijó en que el bebé se había quedado dormido otra
Carter abrió la puerta del apartamento mientras abrazaba a Madison por los hombros. Dejó que entrara ella primero y sin decir nada cerró la puerta tras de sí. Cuando se dio la vuelta, se fijó en que los ojos cansados de Madison se habían posado en la figura que descansaba en el sofá. "Seguro que se estará preguntando qué hace aquí", pensó Carter.—Le pedí que se quedara con Steve hasta que volviéramos. Era la única persona con la que estaba en ese momento y no podía perder más tiempo —explicó el pelinegro, acercándose a Megan para despertarla. No se fijó en el ceño fruncido de la pelinegra.Ella se quedó en silencio, mientras miraba cómo Carter la despertaba con cuidado, sin perder ni un movimiento de Megan, ni tampoco lo brillante que se pusieron sus ojos al ver al pelinegro. No sabía si era por la depresión que traía consigo del hospital o por los celos que se estaban mezclando con otros sentimientos también deprimentes, que cuando la morena se acercó con cara lastimera a darle