Johnny salió de la ducha con una toalla atada a la cintura. Se acercó al armario para buscar algo que ponerse para salir a cenar con su compañera de piso y mejor amiga, Mildred. Mima, la gatita siamés que tenían como mascota, saltó de su cama y se refregó por las piernas aún húmedas de Johnny. Al sentir el agua se apartó rápidamente y comenzó a bufar. Johnny se rió y se agachó para acariciarla. El animal se tranquilizó y salió por la puerta entreabierta. En ese momento comenzó a sonar el teléfono de casa.—Ya lo agarro yo —escuchó decir a Mildred desde la sala de estar.Él siguió con lo suyo y pronto decidió ponerse unos vaqueros y una sencilla camiseta de mangas cortas. Total, para ir a un PizzaHut no se necesitaba nada excesivamente formal. Pero cuando sólo había comenzado a subirse los bóxers, Mildred abrió la puerta con emergencia.—¡Mildred! —gritó Johnny, sorprendido.—¡Johnny! —gritó a su vez Mildred, dándose la vuelta y cerrando la puerta. La vergüenza que sentía era compar
—Lo siento.Aquellas dos palabras reverberaron en la habitación antes de que su portavoz saliera por la puerta. Megan se quedó sentada en el sillón en el que se había acomodado para conversar con su prometido y pasar una gran noche.Quién hubiera dicho que él quisiera romper su compromiso en la primera parte de su “emocionante” noche.Ella se había quedado en silencio, asimilando un nuevo abandono. Tres hombres, tres compromisos, tres abandonos. Y se suponía que a la tercera iba la vencida. Pero por lo visto la suerte no iba con ella.Sentía el dolor pero no lloraba, no gritaba ni sollozaba. Sólo pensaba en que, si había una próxima vez, no volvería a ser abandonada.*Megan recordaba aquel episodio de hace dos años mientras Steve se acurrucaba a su lado en el sofá y apoyaba su cabecita a un costado suyo. Se disponía a dormirse pero se encontró con la amable mano de Megan en su pelo.Levantó la vista y le otorgó una sonrisa adormilada. Después cerró los ojos y se sumió en un profundo
Terminó de ver el vídeo y apagó el iPad. Steve no había dejado de andar desde ese momento. Madison y él tenían que estar pendientes de él porque si no lo hacían, desaparecía en un plis-plas. A veces hasta se lo encontraban de pie en la cuna intentando salir… Carter suspiró. Andar, que desde un principio había sido tan emocionante, se había convertido en una preocupación más en el cuidado del pequeño. Los padres de Madison y los suyos se habían reído y se habían compadecido de ellos, diciéndoles que ahora sabrían lo que tenían que pasar en esa situación, tal y como lo pasaron ellos. Todo el mundo, pasando por Chris y Amelia e incluso Patrick e Isabel (que pidieron el vídeo) hasta llegar a Andrew y Keyla, les decían lo mismo y ellos sólo tenían que tener paciencia y aguantar el cansancio.Pero bueno, la alegría era mayor que los problemas y la actitud alegre y buena de Steve ayudaba mucho. Dejó el iPad sobre la mesa baja del salón y se fijó en que el bebé se había quedado dormido otra
Carter abrió la puerta del apartamento mientras abrazaba a Madison por los hombros. Dejó que entrara ella primero y sin decir nada cerró la puerta tras de sí. Cuando se dio la vuelta, se fijó en que los ojos cansados de Madison se habían posado en la figura que descansaba en el sofá. "Seguro que se estará preguntando qué hace aquí", pensó Carter.—Le pedí que se quedara con Steve hasta que volviéramos. Era la única persona con la que estaba en ese momento y no podía perder más tiempo —explicó el pelinegro, acercándose a Megan para despertarla. No se fijó en el ceño fruncido de la pelinegra.Ella se quedó en silencio, mientras miraba cómo Carter la despertaba con cuidado, sin perder ni un movimiento de Megan, ni tampoco lo brillante que se pusieron sus ojos al ver al pelinegro. No sabía si era por la depresión que traía consigo del hospital o por los celos que se estaban mezclando con otros sentimientos también deprimentes, que cuando la morena se acercó con cara lastimera a darle
Todos los que había acudido un mes y medio antes se reunieron de nuevo en el hospital, incluido Carter, quien había recibido la noticia por parte de su madre tras una noche sin poder dormir.Cuando llegó, Madison había sido la única a la que habían dejado pasar antes que cualquier otro. Rápidamente se ganó una mirada reprobatoria de su madre, quien lo cogió de un brazo y lo apartó del grupo antes de que pudiera saludar. Ella le hizo saber que Madison se había presentado a las tantas de la madrugada en su casa con un aspecto horroroso, y que ella no les había contado nada de lo que había pasado, pero intuían que las cosas no estaban bien entre ellos. Carter no replicó ni dijo ni una sola palabra en contra de lo que decía su madre; sin embargo, asintió cuando ésta expresó su deseo de que hicieran las paces, ya que todo estaba volviendo a normalidad por fin. Después de todo, y aun después de todos aquellas broncas y peleas, seguía amándola con todo su ser, y las culpas por su comporta
Se encontraban en una lujosa convención de prominentes empresarios en uno de los hoteles más prestigiosos de Londres. Los invitados hablaban unos con otros mientras disfrutaban de un delicioso cóctel en el salón más grande del edificio. Los temas sobre negocios triunfaban por doquier; aquellos que lo trataban intentaban hacer buenos tratos para el beneficio de la empresa. Por otro lado, estaban aquellos otros que sólo habían ido a socializar y a cotillear sobre los que no habían venido a aquella velada y entre los que destacaba el guapo y sensual Carter Rogers. Todo el mundo sabía que estaba pasando una época dura con lo sucedido con el padre de su flamante pareja, Madison Chapman. Aún así, nadie perdió el tiempo y especuló sobre su relación como si fuera la cosa más interesante del mundo y por último, los había quiénes habían ido para divertirse y echarse algunas risas como ocurría con cierto rubio de pelo largo, que bromeaba y reía acompañado de un gran número de espectadores alre
—Derek… —Harold llegó rápidamente, al ver la escena a lo lejos. Rodeó los hombros de su amigo para sacarlo de allí. Sin embargo, Derek se deshizo de su abrazo —Estoy bien —dijo con voz automática, comenzando a andar hacia la salida. Aún así, Harold los siguió rápidamente.—Vaya, vaya… Y yo que pensaba que iba a ser un problema venir en representación de Carter. ¡Qué grata sorpresa! —exclamó divertido Pablo. De repente, vio que se acercaba Susan con gesto serio—. ¡Hey, zanahoria! ¿Qué has estado haciendo en el baño? Has tardado tanto, que seguro que te has perdido el evento más interesante de la noche —dijo guasón, mientras le devolvía su copa que le había estado guardando.—No, lo he visto —respondió todavía seria. Pablo la miró, extrañado.—¿Ha pasado algo? —preguntó esta vez preocupado, tomándole cariñosamente de la mano.Susan levantó la mirada, encontrándose con aquellos ojos grises que ahora amaba tanto. Por supuesto que pasaba y encima algo bastante grave. Había ocurrido qu
Madison se encontraba haciendo la compra en un supermercado cercano al apartamento. En el carrito se encontraba Steve, jugueteando con los productos que Madison iba echando. Algunas personas se la quedaban mirando al reconocerla, pero ella no parecía reparar en ello y seguía con lo suyo sin ser molestada. Hasta que una persona que iba a coger el mismo tomate que ella, hizo que levantara la mirada.—Son los preferidos de Carter, ¿no? —dijo aquella persona, examinando el vegetal en su mano.—Susan —soltó un tanto anonadada. La miró unos instantes y después asintió. Su relación había mejorado lo bastante como para poder soportarse mutuamente ya que desde que Carter le dijo que la pelirroja estaba saliendo con su abogado Pablo se relajó bastante. Aunque seguían sin llevarse bien. Susan le devolvió el tomate y con una mirada seria dijo: —Tengo que hablar contigo —se ajustó sus gafas antes de cruzarse de brazos.—Termino ahora mismo —aceptó Madison, cogiendo rápidamente algunos tomates.