—Carter, Carter… Carter… ¡Carter!El castaño abrió los ojos de repente, encontrándose con los ojos esmeraldas de Madison.—Hola —saludó con una sonrisa la chica, tal y como lo hacía todas las mañanas.—Hmp —respondió adormilado, frunciendo el ceño y tapándose con un brazo los ojos para protegerlos de la dañina luz de la mañana, que entraba por la enorme ventana que abrió Madison sin ningún cuidado.—Hoy me ha costado despertarte más de lo normal. Es extraño levantarme y no encontrarte desayunando y listo para irte a trabajar —explicó, mientras se peinaba el largo pelo azabache delante del tocador. Le miró a través del espejo—. ¿No estarás trabajando hasta tarde, verdad? —preguntó con reproche en su voz, mientras veía como Carter se desperezaba. La mayoría de los días se tiraba el día trabajando de la noche al día, además de los ratos que cuidaba a Steve, y estaba preocupada por sus horas de sueño.—Ayer me quedé un poco más porque tenía que preparar una reunión para hoy a primera hor
—Y este es mi despacho —presentó Carter, abriendo la puerta para Megan.—Guau, tiene muy buen gusto —felicitó ella, mirando con ojos admirados la espaciosa y moderna habitación.—Me gusta el estilo simplista y moderno —afirmó el pelinegro, mientras se acercaba a su escritorio y se fijaba en el papeleo que se le había acumulado sobre él.—Sí, y por lo que veo también los paisajes —dijo Megan, acercándose a los ventanales situados detrás del escritorio. Se podía ver un paisaje urbano, lleno de vida, y a lo lejos las montañas, silenciosas y tranquilas. Era un paisaje que contrastaba pero muy hermoso—. Estoy sorprendida de la similitud de nuestras vidas: no son tan diferentes como pensaba —aclaró sonriéndole.Carter sonrió burlón, mientras se sentaba en su sillón y guardaba unos papeles en un cajón.—No sé que te habrá contado Keller sobre mí, pero apuesto a que casi todo es mentira —se carcajeó.—Cierto. La verdad es que me contó que eras un maldito arrogante, maleducado y egocéntrico qu
—Confía en Carter, Madison —dijo Amelia desde el probador.—Sí, yo confío en él, pero en ella no —contestó la pelinegra sentada en uno de los bancos de la tienda.Amelia salió del probador acompañada por la dependienta que las estaba ayudando. Madison soltó una exclamación de sorpresa al ver el precioso vestido de novia que llevaba su amiga. Parecía un ángel, totalmente de blanco y detalles dorados desgastados. La madre de Hyuuga llegó en ese momento con otro vestido y lo dejó en el banco más próximo para poder acercarse a su hija muy emocionada.—¡Mírate, hija! ¡Estás preciosa! —dijo con lágrimas en los ojos. Ambas se miraron al enorme espejo que estaba en la pared contigua a ellas.La pelinegra dibujó una enorme sonrisa en su rostro al verse por fin en uno de los posibles trajes que la llevarían a compartir su vida con Chris.—Desde luego, Chris tiene mucha suerte de tener una mujer tan fantástica como tú a su lado —dijo Madison, tomándole de la mano y mirándola a través del espejo
—Guau, hace tiempo que no charlamos con él. El hermano pequeño de Andrew es más difícil de tratar que él —dijo Derek, recordando al que era uno de sus mejores amigos.—Ya, y de paso le preguntamos por el pequeño de Patrick. Intenta controlar tu bocaza y no soltar más de la cuenta, ¿entendido? —ordenó el pelinegro, divisando a su objetivo entre la gente.Carter se encontraba con Chris, Megan y Keller. Se encontraban hablando amenamente con otro grupo de empresarios que estaban al lado de una de las mesas de aperitivos. Harold se paró unos instantes y arregló bien su chaqueta. Derek se chocó contra su espalda por andar distraído diciendo:—Hey, tranquilo. No sé por qué siempre piensas que voy a meter la pata pero… ¡auch! ¡No te pares así de repente! —exclamó, poniéndose a un lado de su amigo y viendo rápidamente a Carter—. ¡Ey! ¡Es Carter! —gritó. Harold puso los ojos en blanco. El escándalo había llegado—. ¡Eh! ¡Carter! —llamó mientras se acercaba al grupo. Carter pareció reconocer aq
Carter y Chris se encontraban en el hermoso jardín de una de las salas de celebraciones más famosas y acontecidas de Londres. La boda y el banquete posterior a la ceremonia se asentarían en uno de los hoteles de su suegro, Hebert Atwood, quien ya se había encargado de ello. Por su parte, Chris decidió elegir el lugar dónde trasladarían el evento una vez hubiera anochecido y qué mejor sitio que al aire libre en el jardín más hermoso de la ciudad. Por supuesto, Carter estaba allí como su mejor amigo y padrino que era.—¿Qué te parece? —preguntó el rubio, separando los brazos para abrazar el enorme jardín—. Tu amigo sí que tiene buen gusto, ¿eh? —se jactó, poniendo los brazos en jarras mientras se daba la vuelta para encarar a su amigo.—Hmp, por esta vez tengo que admitirlo; no te creía tan romántico —respondió, aceptando el comentario del rubio, aunque miraba todo con cierta indiferencia.—Cabrón —dijo Chris con una pequeña vena hinchada en la frente por la irritación—. Ten un poco d
Sabía que su tío Keller se preocupaba por ella, pero no dejaba de pensar en luchar y no rendirse para conseguir lo que quería. Después de todo eso es lo que le había enseñado su padre… Y ella quería ser feliz.Antes de poder seguir reflexionando sobre aquello, el objetivo de sus sueños apareció delante de ella. Carter salía de una tienda con Steve en brazos y una pequeña bolsa en una mano. El castaño se colgó la bolsa de la muñeca y, ahora con la mano, ayudó al bebé a colocarse bien el chupete que estaba a punto de caerse de su pequeña boquita.Steve sonrió con, lo que a Megan le pareció, aprecio y agradecimiento. Entonces, los grandes y curiosos ojos del bebé se posaron en ella. Ella se quedó inmóvil unos segundos hasta que Carter siguió la escrutinizante mirada del pequeño y la vio. En ese momento, Megan volvió en sí y sonrió. Carter saludó con un cortés movimiento de cabeza y se acercó a ella.—Buenas tardes, Carter —saludó, todavía sonriendo.—Hola —respondió con una pequeña son
De repente, el tono de llamada de un celular interrumpió su fluida charla. Carter se disculpó y salió al pasillo. Esto fue lo que Megan escuchó desde el salón:—¿Sí? ¿Madison? Dime… ¿Cómo? Pero, ¿está bien? Entiendo… Está bien, ahora mismo voy para allá… ¿Tú estás bien? De acuerdo, tranquila… Llamaré a Chris de camino al hospital… Todo va a salir bien, ¿ok? Llego en unos minutos. No te preocupes por Steve, está en buenas manos…Y en el mismo momento en que colgó la llamada, ya estaba de vuelta en el salón. Tomó rápidamente la chaqueta y las llaves. Megan se levantó del sofá y siguió con mirada expectante los movimientos y expresiones preocupadas del castaño.—¿Qué ha ocurrido? —preguntó finalmente.—El padre de Madison ha tenido un paro cardíaco grave y ahora lo están trasladando desde Bristol —Megan se quedó en el sitio. No podía más que compadecer a la pobre pelinegra, aún siendo rivales—. Siento mucho tener que irme tan repentinamente pero, ¿te importaría cuidar a Steve hasta que
Johnny salió de la ducha con una toalla atada a la cintura. Se acercó al armario para buscar algo que ponerse para salir a cenar con su compañera de piso y mejor amiga, Mildred. Mima, la gatita siamés que tenían como mascota, saltó de su cama y se refregó por las piernas aún húmedas de Johnny. Al sentir el agua se apartó rápidamente y comenzó a bufar. Johnny se rió y se agachó para acariciarla. El animal se tranquilizó y salió por la puerta entreabierta. En ese momento comenzó a sonar el teléfono de casa.—Ya lo agarro yo —escuchó decir a Mildred desde la sala de estar.Él siguió con lo suyo y pronto decidió ponerse unos vaqueros y una sencilla camiseta de mangas cortas. Total, para ir a un PizzaHut no se necesitaba nada excesivamente formal. Pero cuando sólo había comenzado a subirse los bóxers, Mildred abrió la puerta con emergencia.—¡Mildred! —gritó Johnny, sorprendido.—¡Johnny! —gritó a su vez Mildred, dándose la vuelta y cerrando la puerta. La vergüenza que sentía era compar