Levy se pasó horas sintiéndose un estúpido, sabía como habían herido sus palabras a Meg, de hecho las había dicho impulsado por la frialdad de su mirada, para hacerle daño; y eso era lo opuesto a lo que él buscaba. Meg estaba pasando un mal momento, y él, lejos de ayudarla a superarlo, le había hecho más daño.
Cumplió con sus obligaciones del día como un autómata, y ni siquiera se acordó de comer, así que por la tarde se sentó en su despacho, y devoró varias barritas energéticas que dejaba allí siempre para los casos de emergencia. Volvió a pensar en como solventar la idiotez que había hecho, y llegó a la conclusión de que la única forma en que podría arreglar su mal comportamiento, sería disculpándose con Meg. Pensó en llamarla, pero sabía que ella había
Levy, con una extraña mezcla de sensaciones recorriendo su cuerpo, se quitó la bata de médico que habitualmente llevaba al trabajar, y se dirigió al parking del hospital. Seguramente lo que ese hombre había dicho fuera solo un delirio de enfermo, causado por la ingente cantidad de medicamentos que le habían inyectado en las últimas horas, pero necesitaba comprobarlo por si mismo.Antes de salir de allí había cogido la dirección de Meg de los ficheros de personal del hospital, en los que aún constaban sus datos personales, así que llegar a su casa no le costó demasiado, aunque si que le extrañó el barrio tan conflictivo en el que vivía Meg, hubiera esperado que viviera en un sitio más seguro, y sobre todo, más agradable. Aparcó enfrente del número que indicaba el gps, y se quedó sentado dentro de su coche durante al menos quince min
- ¿Acompañarte a tu casa a estas horas para pedir explicaciones a tu madre por algo que sucedió cinco años atrás? ¡Te has vuelto loco!- ¡Vaya, Meg! Parece que ya no te sientes tan confiada con tu historia como para acudir a mi casa y repetirla ante mi madre, ¿cómo has podido atreverte a lanzar unas acusaciones tan horribles sobre mi familia?En ese momento, Meg, dominada por la cólera ante la negativa de Levy a creer sus palabras decidió que era el momento de demostrarle que no era ninguna mentirosa, y que desde luego ella no acusaba a nadie sin ser cierto.- Está bien, déjame que avise a mi vecina para que cuide de Ben y vigile que mi madre sigue durmiendo, y te acompañaré adonde quieras.Meg no tardó más de veinte minutos en estar lista para acudir a su casa familiar. Estaba furiosa por la reacción que Levy había tenido ant
Levy miró a Meg como si fuera una desconocida, como si ya no supiera quien era, y porqué acababa de darle un bofetón.- Meg, lo siento, siento no haber creído en tu palabra, pero si me das unos minutos más, necesito que mi padre se explique.Meg guradó silencio, y aunque trataba de mantener la misma pose orgullosa, Levy detectó el pequeño cambio en su comportamiento, y notó que se sentía avergonzada por su arrebato de ira.- Padre, explica las palabras que acabas de decir, por favor.- Mira, Levy, cuando ocurrió el incidente tú estabas en la universidad, estudiando, y tu madre y yo teníamos claro que tenías un brillante futuro por delante. Lo único que yo no quería es que vieras tu vida estropeada por un incidente sin importancia.- El “incidente”.- intervino Meg.- se llama Ben, y es un niño adorable que hace reí
Ronda se despertó al día siguiente sola en su habitación de la casa de invitados, y pensó que eso era realmente extraño. Levy, aunque nunca se había mostrado interesado en ella, si que mantenía las apariencias, y siempre acudía a dormir a casa, a no ser que estuviera de guardia en el hospital, en cuyo caso le escribía un mensaje para avisarla sobre sus planes. Pero el hecho de que esa noche no hubiera acudido a casa, y tampoco le hubiera dejado ningún mensaje, era extraño, y sabía que algo debía de haber ocurrido para que los acontecimientos se desarrollaran de esa forma.Se visitió presurosa, con su ropa habitual de salir a correr, pero ese día no tenía ninguna intención de trotar por los jardines de la casa familiar, ese día acudió a la zona por la que se accedía a las dependencias de los criados, y muy segura de si misma, se coló
Dos semanas transcurrieron desde la fatídica tarde en que Levy se presentó en su casa reclamando conocer si era el padre de Ben, y nada más había sucedido. Meg vivía agobiada, con el corazón agarrotado, y el estómago perpetuamente incapaz de procesar nada sólido; tal era su nerviosismo, tanto por el estado de salud de su padre, como por la posibilidad de que Levy le quitara la custodia de su hijo, que ese día cuando llegó al hospital para cuidar de su padre, recibió una severa mirada de su madre, que no pudo reprimirse y le dijo:- Meg, si sigues perdiendo peso van a tener que hospitalizarte a ti también, tus mejillas han comenzado a hundirse, y tienes los ojos siempre rojos, ¿qué está pasando?- Mamá.- respondió ella, evitando preocupar a su ya agobiada madre.- no es nada grave, es que con la situaci&oa
Ronda había pasado dos semanas inquieta, dando vueltas por su pequeña casa de invitados, sabiendo que tenía en sus manos una información muy relevante, que podría cambiar el curso de su vida; pero sabiendo también que necesitaba esperar, y utilizarla en el momento más adecuado. Si algo le había enseñado su padre, es que esperar al momento justo cambia la fortuna de las personas.Su padre, un verdadero mago de los negocios, la llevaba cuando era pequeña al estadio municipal, donde ensayaban los deportistas que se preparaban para competiciones deportivas; se sentaban en las gradas, compartiendo un cartón de palomitas, y su padre la hacía mirar durante horas a los chicos y chicas que saltaban en un arenero, intentando lograr la mejor marca, y así clasificarse para la próxima competición. Su padre le señalaba como muchos saltaban antes de llegar al punto j
La semana siguiente fue una locura en la vida de Ronda, de su aburrida vida, encerrada en la pequeña casa de invitados, planeando como sería su vida cuando pudiera casarse con Marlon, había pasado a visitar el centro de la ciudad para negociar con el abogado de los Gordon casi a diario. Aunque en realidad, la negociación estaba en manos de su padre y el abogado de éste, y ella pasaba las horas pensando en lo que haría cuando al fin acabaran las tediosas charlas, y lo que hacia casi siempre, después, era ir de compras y adquirir nuevos y exclusivos modelos que aún podía cargar a la cuenta de Levy.A pesar de que su actual marido le había prometido una cuantiosa indemnización por la ruptura del acuerdo antes del plazo acordado, los abogados de la familia habían sido increíblemente duros con ella, aunque eso ya no la intimidaba, por supuesto. Al final, y tras una dura negociación en
Levy había acudido a la fiesta del primer cumpleaños de su sobrino por no desairar a su pobre cuñada, que ya bastante soportaba con las continuas infidelidades de Marlon. Y a pesar de todo, se alegraba de haber acudido. La fiesta estaba llena de adultos, por lo que Teddy no parecía disfrutar mucho, pero supuso que era lo habitual en una familia en la que él era el único niño de esa edad. Se acercó al lugar en el que se encontraba su cuñada, y decidió que tenía que felicitarla por la fiesta.- Sally, es una celebración maravillosa, realmente tienes un don para la decoración.- Gracias, Levy, que amable eres, aunque ya ves… no es gran cosa, tu madre me ha dado los números de los mejores proveedores de la ciudad.- Parece increíble que Teddy ya tenga un año, parece que fue ayer cuando vino al mundo.- Ya lo creo.- respondió la orgullo