Si pudiera definir mi vida en una palabra, creo que usaría la palabra catastrófica, aunque quizás era un poco dramático, en un futuro lejano podría encontrar la palabra adecuada para mi caso. Bueno, volviendo a lo que quería decir en un inicio, porque a veces suelo olvidar lo que estoy diciendo; es que mi vida siempre distó de ser perfecta, no era miserable pero si triste. Jamás pude ser la hija amada de mis padres, jamás pude ser la primera de nadie, no importaba cuánto me esforzara, cuan perfecta intentara ser, nada de eso era suficiente, y creo que todo fue peor una vez que ella llegó, mi pequeña y malévola hermana pequeña, aunque en realidad éramos medias hermanas, producto de una infidelidad de mi padre a mi madre, una que ella había perdonado quien sabe por qué, sólo sabía que tras su llegada, todo se había tornado peor, algo que no creí posible.Para empezar, vino a quitarme la poquitísima atención que me daban mis padres, era asombroso como mi madre la prefería por sobre mí, ta
Creo haberles mencionado lo triste que fue todo el asunto con mi familia y con el ciego de mi ex, creo que ahora podría hablarles de la noche que lo cambió todo, y sé que quizás suene un poco dramático, pero era verdad, aquella noche lo cambió todo, me cambió a mí, a él y a nuestro futuro. Me había despertado con los gritos de Fiorella, quejas que consistían, en su mayoría; de vituperios e insultos hacia mi persona, había escuchado con claridad cómo se quejaba de una noticia que había salido en el periódico, si algo odiaba Fiorella más que a mí, era no ser el centro de atención, odiaba que algunas personas creyeran que Adley Cranston se veía mejor conmigo y no con ella, su grupo de fans era grande, pero también de detractores, personas que habían tenido la mala fortuna de hacerla enojar y obtener venganza, pero claro, no había pruebas que corroboraran sus historias, así que quedaban como envidiosos y malintencionados. - Por favor Fiorella, es demasiado temprano –digo cubriéndome la c
Ocho años después... Me remuevo en la cama intentando alejar el sueño que viene a mi mente, era muy consciente de esa situación, un suave movimiento me hace abrir los ojos, parpadeo un par de veces intentando procesar dónde estoy, y entonces lo veo, suspiro con alivio. - ¿Cara, todo bien? –dice un poco preocupado, me tomo un momento para calmarme, le sonrío acariciando su mejilla. - Sí, lamento haberte asustado, es ese sueño –sonrío de lado, él asiente serio–, supongo que tiene que ver con el hecho de que en unos días volveremos, estoy algo nerviosa –confieso abatida, no me gustaba sentirme así, hacía años había dejado de lado esa forma de ser. - Sólo recuerda cara, que no eres la misma chica de hace ocho años, ahora eres una mujer fuerte, independiente e importante en el medio –aparta con suavidad los mechones de cabello que caen sobre mis mejillas–, además, me tienes a mí para respaldarte, así que tranquila –me sonríe con calidez, suspiro y sonrío, sin duda alguna, él era el comp
El día del viaje al fin había llegado, nos despedimos de todos y abordamos el avión privado, Rachele estaba muy emocionada, no dejaba de hacer preguntas, Amirov me preguntaba cada tanto como estaba, seguía sintiendo náuseas y había estado cerca de vomitar, por esa razón no había probado bocado. - Ve a descansar querida –dice Amirov mientras juega con nuestra hija, asiento porque no me creía capaz de soportar el viaje de esta manera. Me había despertado mi pequeña para avisarme que pronto aterrizaríamos, debía decir que me sentía mejor, con ese pequeño descanso podría enfrentar todo de una mejor manera. - Gracias mi amor –ella me había besado antes de salir corriendo de la pequeña cabina, tras arreglarme un poco, había salido. Mi hija jugaba con su nana, mi esposo hacía un par de llamadas, quizás afinando los últimos detalles, si algo le molestaba a Amirov Bianchi, era la gente incompetente, así que se aseguraba que todo saliera como él quería, y esto no sería la excepción. Tomo asi
Enith: Mi amado Amirov y yo esperábamos impacientes en su oficina, mis miedos se habían ido un poco tras el sexo intenso de la tarde, así que me sentía más relajada y lista para enfrentarme a todo y todos. - Señor y señora Bianchi, los inversionistas llegaron, los esperan en la sala de juntas, las esposas y acompañantes de estos, están en la pequeña terraza, les han dado tragos como lo pidió la señora –dice la asistente de mi esposo tras darle permiso de entrar. - Muy bien Clarisse, ahora vamos –digo seria, ella asiente y sale. - Hora del espectáculo cara –se pone de pie, me pega a él y me da un largo y apasionado beso, me suelta y al instante deseo que vuelva a besarme, pero sé que tenemos cosas que hacer–, estaré esperando impaciente tu entrada, cara mia –dice bajo cerca de mi oído, demonios, su acento me deja con las piernas temblando, y no sólo su acento me deja así. - También yo –muerdo mi labio juguetona, ríe antes de salir. El plan consistía en que él me presentaría como su
Enith: Había salido de la sala y dirigido a la terraza, estaba segura que no me reconocerían, así que usaría eso a mi favor. Tomo una copa de vino blanco nada más entrar, le doy un pequeño sorbo mientras observo todo, ahí estaban todas las mujeres que alguna vez me habían juzgado, las que se decían mis amigas y hablaban a mis espaldas. Camino evitando que me vean, con un poco de suerte logro colocarme detrás de la mesa de mi querida hermana, ella esta tan ensimismada hablando de todo lo que hace, se compra o viaja, que no repara en mi persona, es mejor así, quería que supiera quien era del brazo de mi amado Amirov, deseaba ver la cara que pondría. - He oído que vino con su esposa e hija, nadie sabe nada de ellas, yo creo que es porque son feas, ¿no creen? –dice una de ellas como si fuera la verdad absoluta, evito reírme, vaya sorpresa que se llevaría. - Tiene lógica, nuestros esposos nos presumen porqué somos hermosas –remata otra con orgullo, muerdo mi labio evitando reírme de sus
Adley: En otro tiempo, ella se habría derretido de amor por mí, en otro tiempo, ella se habría derretido en mis brazos, pero ahora, me quedaba claro que ese otro tiempo había pasado, ya no había y quizás, nunca más sería ese otro tiempo. Suspiro mirando al cielo, la había perdido, aceptar aquello sin duda fue un golpe muy duro, ella era el amor de mi vida, y dolía saber que yo no lo era más, era fácil darse cuenta que ella no lo dejaría, y la verdad no la culpaba, fui un idiota, la usé de muchas maneras abusando del amor que me tenía, preferí creerle a otros en lugar de a ella, así que su desinterés e incluso si me odiaba; estaba más que justificado. - La vi salir de aquí molesta, ¿pasó algo? –evito maldecir, lo último que necesitaba era verla u oírla–, seguro intento volver contigo –me abraza por la espalda–, es obvio que sólo está con él por el dinero, ella no sabe amar a nadie –dice suave, la aparto con brusquedad. - Una vez creí en tus palabras, pero eso se terminó, estoy harto
Enith: Después de la visita a la casa de mis padres, había hecho lo que le prometí a mi hija, ir de compras, Amirov y yo habíamos acordado que él pagaría todo de Rachele, al menos lo que tuviera que ver con su educación, con lo básico de su guardarropa y algunos juguetes, ya que si deseaba darle algún gusto, no tenía inconvenientes. Había insistido cuando comencé a ganar bastante bien en que me dejara ayudarle con los gastos, pero se había negado diciendo que ese dinero era mío, para comprarme lo que quisiera en todo lugar y momento, él se encargaría de vestirnos y calzarnos, además de los costosos regalos que solía darme, cosas que al inicio dudaba en usar. Poco a poco fui aceptando todo, además me di cuenta que también podía hacerle regalos caros, él no se podía negar porque a final de cuentas, había gastado mi dinero en lo que se me pego la gana, por eso había muchas cosas que Amirov no sabía que compraba, de saberlo seguro se ofrecería a pagarlo, y pues no. - Mira mami, hay juego