Enith:
Había salido de la sala y dirigido a la terraza, estaba segura que no me reconocerían, así que usaría eso a mi favor. Tomo una copa de vino blanco nada más entrar, le doy un pequeño sorbo mientras observo todo, ahí estaban todas las mujeres que alguna vez me habían juzgado, las que se decían mis amigas y hablaban a mis espaldas.
Camino evitando que me vean, con un poco de suerte logro colocarme detrás de la mesa de mi querida hermana, ella esta tan ensimismada hablando de todo lo que hace, se compra o viaja, que no repara en mi persona, es mejor así, quería que supiera quien era del brazo de mi amado Amirov, deseaba ver la cara que pondría.
- He oído que vino con su esposa e hija, nadie sabe nada de ellas, yo creo que es porque son feas, ¿no creen? –dice una de ellas como si fuera la verdad absoluta, evito reírme, vaya sorpresa que se llevaría.
- Tiene lógica, nuestros esposos nos presumen porqué somos hermosas –remata otra con orgullo, muerdo mi labio evitando reírme de sus estúpidas suposiciones.
- Fea, fea, pero bien que logró amarrarlo con una hija –siento la ira comenzar a burbujear en mi interior cuando escucho su voz, respiro intentando calmarme, no era el momento–, estoy segura que cualquier mujer hermosa podría conquistarlo –la veo arreglarse el cabello–, creo que podría hacerlo –dice segura, la rabia se esfuma dando paso a la risa, una que tuve que aguantarme.
- Lo dudo –digo bajo, evitando que reconozca mi voz–, he oído que esta muy enamorado, y un hombre así, no se fija en cualquiera que se le cruce –mi voz había salido calmada, habría sido malo si me reía.
- Todo hombre tiene una debilidad, sólo debes observarlo y te darás cuenta, no hay hombre fiel –dice con seguridad, no me había girado a verla, sonrío por las idioteces que dice.
- Ya veremos, buena suerte intentándolo –el tono suave enmascara el sarcasmo de mi voz, me pongo de pie cuando escucho a los hombres entrar. Me muevo de tal manera que veo cuando él se acerca a ella, le susurra algo y Fiorella frunce el ceño negando, esa era mi señal. Camino hacia Amirov, él me abraza por la cintura y me pega a él, me giro un poco para ver a las mujeres de aquellos hombres.
- Buenas noches estimadas damas –su voz sale firme, podía notarse el leve acento italiano–¸ gracias por acompañarnos, espero que esta velada les sea grata –me giro a verla, le sonrío con suficiencia, puedo ver la sorpresa y la rabia en sus ojos.
- Es un placer tener a tan distinguidas damas aquí esta noche –sonrío inocente–, estoy segura que muchas de ustedes me recuerdan, y para las que no –digo viendo a mi hermana–, soy Enith Bianchi, bueno, antes era Dunne –miro a mi hermana con suficiencia antes de recibir el beso de Amirov, era uno casto pero servía para mostrarle que era mío–, es un gusto verlas de nuevo –las veo con una enorme sonrisa, la sala estaba en completo silencio.
- Que comience la velada –Amirov hace una seña a los músicos y comienzan a tocar, varios socios se acercan con sus esposas para saludar.
- Hermana querida, no creí volver a verte por aquí –dice ella en falso tono amable, sonrío con la misma falsedad.
- Ya lo ves, la vida nos da muchas sorpresas –coloco mi mano en el pecho de mi esposo, ella observa cada movimiento que hago–, sorpresa, querida hermana –alzo un poco las manos dándole énfasis a la palabra sorpresa.
- Me gustaría tanto conocer a mi sobrina, quizás podríamos juntarnos uno de estos días, así nuestros hijos se conocen –evito decir cualquier cosa que me haga quedar mal, como groserías, por ejemplo.
- Déjame revisar mi agenda, algunas semanas esta llena de tanto trabajo que tengo, amo mi trabajo, no creas que no, me gusta tener mis cosas sin tener que pedirle tanto a mi querido Amirov –digo en falso tono inocente, la verdad es que era una indirecta para ella, la llamaba floja y buena para nada.
- Claro, claro –podía ver que hervía de la ira–, también debo hacerlo –ahora su sonrisa se veía forzada.
- Estamos en contacto –le dedico una sonrisa de boca cerrada, Amirov se inclina y me besa de nuevo, correspondo gustosa, este beso era para mí.
- Quizás podríamos escaparnos un momento, cara –susurra bajo en mi oído, su sexi voz pone mi piel de gallina.
- Sólo debo hacer una llamada, y después, soy toda tuya –le guiño un ojo coqueta, veo sus ojos brillar con deseo.
- Señores Bianchi –dice una mujer, no recordaba haberla visto–, me parecen una pareja preciosa, ¿cuál es su secreto para ser una buena pareja?, ¿qué hacen para verse así de felices?
- Es difícil no ser feliz cuando tienes a tu lado a una mujer hermosa, inteligente, amable, buena madre y buena esposa, que además es muy complaciente, pues se obtiene un buen matrimonio –había captado la sutil indirecta en aquellas alabanzas, muerdo mi mejilla de manera interna.
- Si me permiten agregar, creo importante mencionar que una mujer con esas características, se da cuando el esposo es de la misma manera, inteligente, amable, buen padre y buen esposo, un hombre comprometido y por sobre todo, complaciente –sonrío de manera inocente, siento el apretón en mi cadera y sé que entiende el mensaje.
- Tienen mucha razón, gracias por aclarar mi duda –podía ver la rabia en los ojos de mi hermanita, no me había molestado en observarlo a él, ya había obtenido lo que deseaba.
- De nada –digo suave, Clarissa se acerca con mi teléfono, me lo entrega y me disculpo para responder, camino al balcón, ahí no habría tanto ruido.
- Signora, finalmente Rachele si è addormentata (Señora, Rachele finalmente se ha dormido) –dice la señora Caruso tras contestar.
- Sono contento, hai avuto difficoltà a dormiré (Me alegra, le ha estado costando mucho trabajo dormir) –digo aliviada, la pobre no terminaba de acostumbrarse, pero sabía que poco a poco lo haría.
Adley:
Claro que había entendido su juego de palabras, sólo un idiota no lo habría hecho, sentía hervir mi sangre de celos y envidia, quería golpearlo pero sabía que eso me traería problemas, además, Enith parecía haber superado lo que pasamos juntos.
Fiorella comienza a quejarse conforme nos sentamos, me excuso diciendo que debo ir al baño, pero en realidad salgo al balcón, la había visto cuando salió.
Lo primero que escucho es su dulce voz hablando en italiano.
- Grazie signora Caruso, adesso può andare a dormire, non credo si sveglierà (Gracias señora Caruso, ya puede irse a dormir, no creo que despierte) –dice suave, ella no sólo se veía segura alrededor de Amirov, incluso sola se veía espectacular–, riposa, ci vediamo domattina, ciao (descanse, nos vemos por la mañana, adiós) –cuelga la llamada y se gira para irse, me pongo frente a ella.
- Enith –susurro suave, su cara de sorpresa es visible aún con la poca iluminación–, hablemos por favor –ella retrocede unos pasos, su expresión vuelve a ser serena.
- No hay nada que hablar Adley –dice casi en tono frío, su cara me mostraba desinterés total.
- Enith, me alegra que estés bien, he estado muy preocupado por ti todos estos años –digo suave, ella sonríe de lado mientras niega.
- Por favor Adley, ¿pretendes que me trague esa bazofia? Ja, no subestimes mi inteligencia, por favor –dice con desagrado.
- Es la verdad, Enith, jamás deje de amarte, tarde me di cuenta que todo lo que me decías de Fiorella era verdad, cuando quise buscarte no te encontré en ningún lado –intento acercarme, ella alza una mano impidiendo que lo haga.
- Si lo que esperabas era un: yo también te amo, pues seguirás esperando, hace años que deje de amarte, más o menos el tiempo en que Amirov entró en mi vida, con él tengo todo lo que jamás tuve contigo, ¿y sabes algo? Te agradezco me rompieras el corazón, porque eso me llevó a un país lejano, a los brazos de un sexi italiano desconocido y con ello, a la familia que siempre desee tener, así que no necesito nada de lo que hay en este maldito lugar –escupe con odio, lo entendía, todos aquí habían sido crueles con ella–, permiso, mi esposo me esta esperando –sonríe al mencionarlo, camina pasando a un lado de mí, sujeto su brazo y la hago girarse, era ahora o nunca, la atraigo hacia mí y la beso, ella se queda quieta, ¿quizás...? Toda esperanza muere cuando se aparta y me abofetea con fuerza, su cara roja de la rabia–. En tu vida vuelves a hacer eso Adley Cranston, o te juro por lo más sagrado que tengo, que soy capaz de castrarte –se gira y sale echa una furia del balcón, me froto la mejilla, sin duda alguna, lo que más me había dolido, había sido su rechazo.
Adley: En otro tiempo, ella se habría derretido de amor por mí, en otro tiempo, ella se habría derretido en mis brazos, pero ahora, me quedaba claro que ese otro tiempo había pasado, ya no había y quizás, nunca más sería ese otro tiempo. Suspiro mirando al cielo, la había perdido, aceptar aquello sin duda fue un golpe muy duro, ella era el amor de mi vida, y dolía saber que yo no lo era más, era fácil darse cuenta que ella no lo dejaría, y la verdad no la culpaba, fui un idiota, la usé de muchas maneras abusando del amor que me tenía, preferí creerle a otros en lugar de a ella, así que su desinterés e incluso si me odiaba; estaba más que justificado. - La vi salir de aquí molesta, ¿pasó algo? –evito maldecir, lo último que necesitaba era verla u oírla–, seguro intento volver contigo –me abraza por la espalda–, es obvio que sólo está con él por el dinero, ella no sabe amar a nadie –dice suave, la aparto con brusquedad. - Una vez creí en tus palabras, pero eso se terminó, estoy harto
Enith: Después de la visita a la casa de mis padres, había hecho lo que le prometí a mi hija, ir de compras, Amirov y yo habíamos acordado que él pagaría todo de Rachele, al menos lo que tuviera que ver con su educación, con lo básico de su guardarropa y algunos juguetes, ya que si deseaba darle algún gusto, no tenía inconvenientes. Había insistido cuando comencé a ganar bastante bien en que me dejara ayudarle con los gastos, pero se había negado diciendo que ese dinero era mío, para comprarme lo que quisiera en todo lugar y momento, él se encargaría de vestirnos y calzarnos, además de los costosos regalos que solía darme, cosas que al inicio dudaba en usar. Poco a poco fui aceptando todo, además me di cuenta que también podía hacerle regalos caros, él no se podía negar porque a final de cuentas, había gastado mi dinero en lo que se me pego la gana, por eso había muchas cosas que Amirov no sabía que compraba, de saberlo seguro se ofrecería a pagarlo, y pues no. - Mira mami, hay juego
Enith: La semana había transcurrido sin más incidentes, gracias al cielo, la noticia del intento de secuestro había salido en todos los noticieros, muchas amigas me habían hablado para saber como estaba, otras me habían detenido en la escuela para preguntarme si necesitaba algo, o si Rachele estaba bien y una sarta de tonterías. A Carlo y Leonard se les habían unido James y Preston, el primero estaba con Rachele, se paraba en la puerta hasta que mi pequeña saliera. Preston iba a todos lados conmigo, había decidido tomar algunos trabajos aquí, más que nada para no morir de aburrimiento. - Hola Maddie –digo tras responder el móvil, Preston me ayuda sosteniéndolo mientras cargo rollos de papel tapiz, en su mano llevaba algunas cosas, y se había colocado 2 rollos bajo la axila para poderme ayudar–, claro que sí, ¿te parece en media hora? –digo tras escuchar su invitación a comer–, muy bien, ahí nos vemos –sonrío antes de que Preston lo retire y cuelgue, le pido lo deje en la mesa en lo q
Enith: - Señora Bianchi –la voz de Carlo me saco de mi aturdimiento, tenía un cabestrillo y una venda en la cabeza. - ¿Qué pasó? –mi voz sale temblorosa, las lágrimas caían silenciosas. - Íbamos en camino al zoológico cuando un camión se quedó sin frenos e impactó del lado del señor y la señorita, él la abrazo para protegerla –siento mis piernas doblarse, Preston evita que caiga al suelo–, la señorita se desmayó pero el señor –baja la vista, mi labio inferior tiembla por el llanto, pronto mi cuerpo se sacude. - No, no –niego mientras siento el dolor recorrer todo mi cuerpo–, no, él no –grito con desesperación, de no ser por Preston seguro estaría removiéndome como una loca. - ¿Familiares de Rachele Bianchi? –dice una mujer, como puedo me pongo de pie y camino hacia ella. - Soy su madre –mi voz sale temblorosa–, ¿qué ocurre, cómo está? –poco me faltaba para sacudirla. - Esta bien, sigue inconsciente pero el doctor Solon quiere hacerle algunos estudios complementarios –muerdo mi l
Enith: No supe cuánto tiempo estuve inconsciente, al despertar estaba en un sofá largo, la señora Caruso me observaba con alivio, me siento con cuidado y noto que estoy en un cuarto de hospital, entonces veo a mi pequeña, me pongo de pie y me apresuro hacia ella para verla mejor. - ¿Mami? –dice suave tras abrir sus ojitos, acaricio su cabello. - Mami está aquí –susurro suave, ella asiente y se queda dormida, beso su frente y giro para ver a la señora Caruso. - Dorme da più di 4 ore, ho detto al dottore che è meglio portarla qui (Ha estado durmiendo por más de 4 horas, le dije al doctor que era mejor traerla aquí) –asiento, era mejor así, creo que habría sido peor para mi salud mental si despertaba en una habitación vacía. - Grazie signora Caruso, sa se il dottore è ancora in servizio? (Gracias señora Caruso, ¿sabe si el doctor sigue de guardia?) –ella asiente, salgo para buscarlo, necesitaba saber que procedería ahora que no era donante, Dios mío, estaba embarazada y él no estaba–
Adley: Todo aquello había caído como un balde de agua helada, era el padre de una preciosa niña de ocho años, y encima, tenía que donarle médula ósea. - ¿Por qué nunca me dijiste? –pregunto entre enojado, confundido y feliz. - Por favor Adley, ¿no recuerdas lo que me dijiste ese último día juntos? Pues yo sí, te las recuerdo: “la amo de verdad, y a partir de mañana, seré un hombre diferente, entregado a ella y a la familia que formemos, ¿verdad qué entiendes?” –cierro los ojos, podía recordar con claridad ese fatídico día–. ¿Pues qué crees? Que lo entendí perfecto, te dejé en paz como prometí hacerlo, porque ahora ese era mi problema, ¿a qué iba a volver, ah? –alza las manos molesta–, ¿a qué me llamaran zorra, la sucia amante?, ¿a qué mi hija le dijeran bastarda?, ¿qué la despreciaran como me despreciaban a mí? –ríe de manera ácida–. Pues no, podía soportar cualquier m****a que me echaran encima, pero no a mi bebé –sentencia con dureza, tenía razón, pero aun así–, y en mis planes no
Enith: No había tenido oportunidad de decirle a Rachele que tendría un hermanito, quizás después de la operación. - Tengo buenas noticias, los resultados del señor Cranston salieron muy bien, en cuanto me diga, comenzaré la extracción de la médula ósea para el trasplante –dice el doctor Solon tras revisar los análisis, siento la paz entrar en mi cuerpo por primera vez en tres días. - Lo más pronto posible doctor –dice solemne, el doctor asiente en respuesta. - Pediré que preparen todo, en un momento un enfermero vendrá por usted –Adley asiente antes de que el doctor se vaya, camino al cuarto y siento como me sigue, muerdo mi labio, quería que se fuera pero sería muy malagradecida si ni siquiera le permitía verla. - Se parece mucho a ti de pequeña –susurra viéndola a través de la ventana, seguía durmiendo. - Tiene tu color de cabello –digo bajo, mamma estaba sentada a su lado leyendo. - Puedo ver lo mucho que la ama, y me imagino que él también –se gira a verme, asiento sin dejar
Enith: El doctor Solon entró tras unos minutos de plática entre Adley y Rachele, algo que agradecía, una cosa es que no quisiera ser malagradecida, y otra, que él no se fuera. - Esta todo listo, ¿preparada preciosa? –dice suave mirando a mi pequeña, ella se gira a verme, puedo ver el miedo. - Va a ser rápido mi amor, y después de eso, te daré todo lo que te prometí, ¿recuerdas? –ella asiente. - Esta bien T –ella le sonríe, el doctor le había pedido que le llamara así, según sus palabras, eso les daba confianza a los pequeños. - Vendrá una enfermera para prepararte, y nos vemos en unos minutos –ella asiente, él asiente, a los pocos segundos entra la enfermera Gómez, mi hija ya la conocía, así que fue fácil. Caminamos con ella hasta la entrada de quirófanos, entonces se despide de nosotros, abrazo a mamma, ella me lo devuelve, sé que es algo sencillo y todo saldrá bien. - Enith, perdona molestarte –escucho la voz de Adley detrás de mí, me giro para verlo–, debo irme, necesito ir p