Enith:
Mi amado Amirov y yo esperábamos impacientes en su oficina, mis miedos se habían ido un poco tras el sexo intenso de la tarde, así que me sentía más relajada y lista para enfrentarme a todo y todos.
- Señor y señora Bianchi, los inversionistas llegaron, los esperan en la sala de juntas, las esposas y acompañantes de estos, están en la pequeña terraza, les han dado tragos como lo pidió la señora –dice la asistente de mi esposo tras darle permiso de entrar.
- Muy bien Clarisse, ahora vamos –digo seria, ella asiente y sale.
- Hora del espectáculo cara –se pone de pie, me pega a él y me da un largo y apasionado beso, me suelta y al instante deseo que vuelva a besarme, pero sé que tenemos cosas que hacer–, estaré esperando impaciente tu entrada, cara mia –dice bajo cerca de mi oído, demonios, su acento me deja con las piernas temblando, y no sólo su acento me deja así.
- También yo –muerdo mi labio juguetona, ríe antes de salir. El plan consistía en que él me presentaría como su mano derecha y persona de confianza, sólo había un rostro que deseaba ver con todo mi ser, cómo disfrutaría de este momento.
Adley:
Había escuchado muchos rumores acerca de Amirov Bianchi, era un hombre implacable en los negocios, tenaz, inteligente y sobre todo, visionario. Era bien sabido por todos que hacer negocios con él, era un éxito más que asegurado, y eso te daba una seguridad económica impresionante, sabía que muchos codiciaban estar en su posición, de igual manera, sabía que esto no sería permanente, era bien sabido que él citaba a muchos reconocidos empresarios para escuchar propuestas, y que las más llamativas serían consideradas por él, y si eran viables, estabas dentro.
En cuestión a lo personal, se sabía muy poco, era demasiado reservado con su vida privada, lo único que se sabía era que estaba casado y tenía una hija, no había fotos o mayor información de su familia. Lo entendía, en lo personal evitaba que mi hijo se expusiera, más no así a la inconsciente de su madre, no la soportaba ya, en realidad no recordaba cuándo fue la última vez que sentí algo por aquella mujer, durante años me había recriminado haber dejado ir al amor de mi vida, mi amada y dulce Enith, después de aquella noche había desaparecido, no había rastro de ella, aunque sabía con certeza que no estaba muerta, algo dentro mío me lo decía.
- Buenas tardes caballeros, me alegra verlos a todos –dice Amirov Bianchi entrando en la sala de juntas, era imponente, con un aura peligrosa, era la personificación de la seguridad, suponía que eso le ayudaba a conseguir socios–¸ como pueden ver la carpeta que mi asistente les dio, muestro el proyecto en el que deseo trabajar, así como un plano de este edificio, me da gusto comunicarles que en un lapso de dos o tres semanas, estará listo para usarse –asiento mientras veo el plan, debía decir que era muy bueno, esta vieja empresa de embarque volvería a la vida con el enfoque de Amirov.
- Esto quiere decir que en ese tiempo nos evaluará, ¿cierto? –pregunta el hombre a mi lado.
- En efecto, aunque no lo haré solo –dice serio–, habrá una persona que me ayudará en todo, es de mi absoluta confianza además de ser muy hábil para los negocios –alzo una ceja intrigado, aquel hombre debía ser muy importante para Amirov, debió salvarlo de alguna manera para que esté tan agradecido–. Adelante –dice mirando hacia la puerta, esta se abre dejando ver a una hermosa mujer, la cual evalúa la sala reparando en cada uno de nosotros, cuando su vista llega a mí, el reconocimiento me llega como una bofetada, esa mujer era nada más y nada menos que mi amada Enith.
- Gracias querido –dice ella suave sonriéndole con cariño.
- Quiero presentarles a mi amada esposa, Enith Bianchi, ella tiene su propia empresa en Italia de decoración de interiores, es muy reconocida en varias ciudades, así que no tienen nada de lo que preocuparse, le confiaría mi vida sin duda –dice rodeando su cadera, ella le sonríe con amor.
Enith tenía los mismos ojos azul claro, seguían brillando, sólo que ahora brillaban de amor por otra persona. Ella estaba radiante y suponía que Amirov tenía mucho que ver. Pero todo esto no quitaba el hecho de que me dolía, aunque debí imaginar que algo así pasaría, había sido un idiota la última vez que nos vimos, había sido ingenuo de mi parte creer que ella me esperaría para toda la vida, a fin de cuentas, toda esa situación era mi culpa, jamás la escuche cuando me decía que su media hermana no era como creía, ahora me arrepentía de muchas cosas.
Había imaginado muchos escenarios donde nos volvíamos a ver, en algunos era positivo e imaginaba que hablaban, arreglaban todos los malos entendidos y ella decidía darle una oportunidad, así él se la presentaba a su hijo y tras divorciarse de Fiorella, ellos podían estar juntos sin ningún problema.
Sin embargo, también había escenarios realistas, donde ella lo mandaba al diablo y no le interesaba saber nada de él ni quería foramr parte de su vida. Y este escenario real era el peor, ese donde se imaginó que alguien había sido lo bastante inteligente para ver lo hermosa, inteligente, noble, amable, simpática y extraordinaria que era, entonces se casaría con ella evitando que se fuera de su vida. Él había sido un idiota.
- Pueden llamarme señora Bianchi, espero que podamos llevar esto a buen termino y con la mayoría de ustedes presentes –dice con una gran sonrisa, en ningún momento vuelve a reparar en mí, algo que me hace sentir miserable, al menos habría esperado me recordará, aunque suponía que no tenía derecho a quejarme, había sido un gran idiota, y ahora me tocaba pagar.
Enith: Había salido de la sala y dirigido a la terraza, estaba segura que no me reconocerían, así que usaría eso a mi favor. Tomo una copa de vino blanco nada más entrar, le doy un pequeño sorbo mientras observo todo, ahí estaban todas las mujeres que alguna vez me habían juzgado, las que se decían mis amigas y hablaban a mis espaldas. Camino evitando que me vean, con un poco de suerte logro colocarme detrás de la mesa de mi querida hermana, ella esta tan ensimismada hablando de todo lo que hace, se compra o viaja, que no repara en mi persona, es mejor así, quería que supiera quien era del brazo de mi amado Amirov, deseaba ver la cara que pondría. - He oído que vino con su esposa e hija, nadie sabe nada de ellas, yo creo que es porque son feas, ¿no creen? –dice una de ellas como si fuera la verdad absoluta, evito reírme, vaya sorpresa que se llevaría. - Tiene lógica, nuestros esposos nos presumen porqué somos hermosas –remata otra con orgullo, muerdo mi labio evitando reírme de sus
Adley: En otro tiempo, ella se habría derretido de amor por mí, en otro tiempo, ella se habría derretido en mis brazos, pero ahora, me quedaba claro que ese otro tiempo había pasado, ya no había y quizás, nunca más sería ese otro tiempo. Suspiro mirando al cielo, la había perdido, aceptar aquello sin duda fue un golpe muy duro, ella era el amor de mi vida, y dolía saber que yo no lo era más, era fácil darse cuenta que ella no lo dejaría, y la verdad no la culpaba, fui un idiota, la usé de muchas maneras abusando del amor que me tenía, preferí creerle a otros en lugar de a ella, así que su desinterés e incluso si me odiaba; estaba más que justificado. - La vi salir de aquí molesta, ¿pasó algo? –evito maldecir, lo último que necesitaba era verla u oírla–, seguro intento volver contigo –me abraza por la espalda–, es obvio que sólo está con él por el dinero, ella no sabe amar a nadie –dice suave, la aparto con brusquedad. - Una vez creí en tus palabras, pero eso se terminó, estoy harto
Enith: Después de la visita a la casa de mis padres, había hecho lo que le prometí a mi hija, ir de compras, Amirov y yo habíamos acordado que él pagaría todo de Rachele, al menos lo que tuviera que ver con su educación, con lo básico de su guardarropa y algunos juguetes, ya que si deseaba darle algún gusto, no tenía inconvenientes. Había insistido cuando comencé a ganar bastante bien en que me dejara ayudarle con los gastos, pero se había negado diciendo que ese dinero era mío, para comprarme lo que quisiera en todo lugar y momento, él se encargaría de vestirnos y calzarnos, además de los costosos regalos que solía darme, cosas que al inicio dudaba en usar. Poco a poco fui aceptando todo, además me di cuenta que también podía hacerle regalos caros, él no se podía negar porque a final de cuentas, había gastado mi dinero en lo que se me pego la gana, por eso había muchas cosas que Amirov no sabía que compraba, de saberlo seguro se ofrecería a pagarlo, y pues no. - Mira mami, hay juego
Enith: La semana había transcurrido sin más incidentes, gracias al cielo, la noticia del intento de secuestro había salido en todos los noticieros, muchas amigas me habían hablado para saber como estaba, otras me habían detenido en la escuela para preguntarme si necesitaba algo, o si Rachele estaba bien y una sarta de tonterías. A Carlo y Leonard se les habían unido James y Preston, el primero estaba con Rachele, se paraba en la puerta hasta que mi pequeña saliera. Preston iba a todos lados conmigo, había decidido tomar algunos trabajos aquí, más que nada para no morir de aburrimiento. - Hola Maddie –digo tras responder el móvil, Preston me ayuda sosteniéndolo mientras cargo rollos de papel tapiz, en su mano llevaba algunas cosas, y se había colocado 2 rollos bajo la axila para poderme ayudar–, claro que sí, ¿te parece en media hora? –digo tras escuchar su invitación a comer–, muy bien, ahí nos vemos –sonrío antes de que Preston lo retire y cuelgue, le pido lo deje en la mesa en lo q
Enith: - Señora Bianchi –la voz de Carlo me saco de mi aturdimiento, tenía un cabestrillo y una venda en la cabeza. - ¿Qué pasó? –mi voz sale temblorosa, las lágrimas caían silenciosas. - Íbamos en camino al zoológico cuando un camión se quedó sin frenos e impactó del lado del señor y la señorita, él la abrazo para protegerla –siento mis piernas doblarse, Preston evita que caiga al suelo–, la señorita se desmayó pero el señor –baja la vista, mi labio inferior tiembla por el llanto, pronto mi cuerpo se sacude. - No, no –niego mientras siento el dolor recorrer todo mi cuerpo–, no, él no –grito con desesperación, de no ser por Preston seguro estaría removiéndome como una loca. - ¿Familiares de Rachele Bianchi? –dice una mujer, como puedo me pongo de pie y camino hacia ella. - Soy su madre –mi voz sale temblorosa–, ¿qué ocurre, cómo está? –poco me faltaba para sacudirla. - Esta bien, sigue inconsciente pero el doctor Solon quiere hacerle algunos estudios complementarios –muerdo mi l
Enith: No supe cuánto tiempo estuve inconsciente, al despertar estaba en un sofá largo, la señora Caruso me observaba con alivio, me siento con cuidado y noto que estoy en un cuarto de hospital, entonces veo a mi pequeña, me pongo de pie y me apresuro hacia ella para verla mejor. - ¿Mami? –dice suave tras abrir sus ojitos, acaricio su cabello. - Mami está aquí –susurro suave, ella asiente y se queda dormida, beso su frente y giro para ver a la señora Caruso. - Dorme da più di 4 ore, ho detto al dottore che è meglio portarla qui (Ha estado durmiendo por más de 4 horas, le dije al doctor que era mejor traerla aquí) –asiento, era mejor así, creo que habría sido peor para mi salud mental si despertaba en una habitación vacía. - Grazie signora Caruso, sa se il dottore è ancora in servizio? (Gracias señora Caruso, ¿sabe si el doctor sigue de guardia?) –ella asiente, salgo para buscarlo, necesitaba saber que procedería ahora que no era donante, Dios mío, estaba embarazada y él no estaba–
Adley: Todo aquello había caído como un balde de agua helada, era el padre de una preciosa niña de ocho años, y encima, tenía que donarle médula ósea. - ¿Por qué nunca me dijiste? –pregunto entre enojado, confundido y feliz. - Por favor Adley, ¿no recuerdas lo que me dijiste ese último día juntos? Pues yo sí, te las recuerdo: “la amo de verdad, y a partir de mañana, seré un hombre diferente, entregado a ella y a la familia que formemos, ¿verdad qué entiendes?” –cierro los ojos, podía recordar con claridad ese fatídico día–. ¿Pues qué crees? Que lo entendí perfecto, te dejé en paz como prometí hacerlo, porque ahora ese era mi problema, ¿a qué iba a volver, ah? –alza las manos molesta–, ¿a qué me llamaran zorra, la sucia amante?, ¿a qué mi hija le dijeran bastarda?, ¿qué la despreciaran como me despreciaban a mí? –ríe de manera ácida–. Pues no, podía soportar cualquier m****a que me echaran encima, pero no a mi bebé –sentencia con dureza, tenía razón, pero aun así–, y en mis planes no
Enith: No había tenido oportunidad de decirle a Rachele que tendría un hermanito, quizás después de la operación. - Tengo buenas noticias, los resultados del señor Cranston salieron muy bien, en cuanto me diga, comenzaré la extracción de la médula ósea para el trasplante –dice el doctor Solon tras revisar los análisis, siento la paz entrar en mi cuerpo por primera vez en tres días. - Lo más pronto posible doctor –dice solemne, el doctor asiente en respuesta. - Pediré que preparen todo, en un momento un enfermero vendrá por usted –Adley asiente antes de que el doctor se vaya, camino al cuarto y siento como me sigue, muerdo mi labio, quería que se fuera pero sería muy malagradecida si ni siquiera le permitía verla. - Se parece mucho a ti de pequeña –susurra viéndola a través de la ventana, seguía durmiendo. - Tiene tu color de cabello –digo bajo, mamma estaba sentada a su lado leyendo. - Puedo ver lo mucho que la ama, y me imagino que él también –se gira a verme, asiento sin dejar