Creo haberles mencionado lo triste que fue todo el asunto con mi familia y con el ciego de mi ex, creo que ahora podría hablarles de la noche que lo cambió todo, y sé que quizás suene un poco dramático, pero era verdad, aquella noche lo cambió todo, me cambió a mí, a él y a nuestro futuro.
Me había despertado con los gritos de Fiorella, quejas que consistían, en su mayoría; de vituperios e insultos hacia mi persona, había escuchado con claridad cómo se quejaba de una noticia que había salido en el periódico, si algo odiaba Fiorella más que a mí, era no ser el centro de atención, odiaba que algunas personas creyeran que Adley Cranston se veía mejor conmigo y no con ella, su grupo de fans era grande, pero también de detractores, personas que habían tenido la mala fortuna de hacerla enojar y obtener venganza, pero claro, no había pruebas que corroboraran sus historias, así que quedaban como envidiosos y malintencionados.
- Por favor Fiorella, es demasiado temprano –digo cubriéndome la cabeza con las viejas mantas que me habían dado.
- Eres una m*****a zorra, ¿lo sabías? –grita arrojándome el periódico–, como osas pasearte con mi prometido por toda la plaza –dice con esa molesta voz chillona que le salía al estar gritando.
- Para empezar, él es el único hombre con el que he estado, en segundo lugar, no soy tú y no planeo seguir tu carrera de meretriz, y tercera, ese encuentro fue casual, estaba terminando mi trabajo cuando me lo encontré, nos abrazamos con gusto ya que hacía más de un año no lo veía debido a sus estudios, no es mi culpa que ese respetable medio crea que soy mejor opción para el heredero de los Cranston –digo como si nada, pronto siento algo pesado golpear mis costillas, chillo por el dolor y me descubro sólo para ver como tiene una pesada estatua en sus manos lista para lanzarla sobre mi cabeza, me pongo de pie con rapidez y voy hacia ella intentando quitarle esa m*****a cosa, pero como siempre, las cosas deben torcerse a su favor, porque justo acababa de quitarle esa cosa cuando mis padres entraron en la habitación.
- ¿¡Enith Elizabeth Dunne, qué demonios crees que haces!? –pregunta mi padre quitándome la estatua, veo como Fiorella se pone a llorar.
- Se puso así porque vine a reclamarle papi –dice con esa insoportable voz de niña pequeña, era una gran arpía–, es que mira el periódico, por su culpa la gente dice cosas horribles de mí y de mi relación con Adley –dice secándose unas lágrimas imaginarias, suspiro y ruedo los ojos, no importaba que dijera, ahora que estaba en ese estado de niña que sufre, mis padres no me creerían un comino, igual no esperaba que por primera vez me creyeran o se pusieran de mi lado, para todos en esta casa, Fiorella siempre tenía la razón, y en la mayoría de los casos, yo era la que estaba mal y bla, bla, bla.
- Ella vino gritando e incluso me arrojó una figura de madera que me pegó en la costilla, si no me levanto me lanza esa cosa horrible –digo señalando la figura de madera, mi cuarto solía estar lleno de cosas que mi madre ya no quería o que a la señorita no le gustaba, era un infierno esa casa–, ya le expliqué cómo estuvo todo, pero como no es su santa voluntad –me encojo de hombros.
- Es que no debes hacer cosas que perjudiquen a tu hermana ni a esta familia –dice mi madre alzando la voz, ahí íbamos de nuevo, suspiro y pongo cara de fastidio–, no tienes porque acercarte a ese muchacho, debes respetar que está con tu hermana, que se van a casar y que van a formar una familia –sentencia con enojo.
- ¿Una tan feliz como la nuestra, mami? –pregunto con una sonrisa de boca cerrada, veo como se pone roja del coraje–, quién sabe, puede que como amante de mi ex le de un hijo y Fiorella lo termine criando, ¿no sería lindo eso? –digo sabiendo que mi madre odia ese tipo de comentarios, antes de que me dé tiempo a reaccionar, siento como mi madre impacta su mano contra mi mejilla, chillo debido al dolor.
- Te voy a enseñar a respetarme mocosa malagradecida –dice ella antes de volver a abofetearme, antes de que otra más llegue, detengo sus manos.
- ¡Basta! –grito molesta–, no voy a dejar que esta situación siga pasando, estoy harta de ustedes y de sus malos tratos, así que me iré –digo soltando los brazos de mi madre con algo de fuerza, lo que hace que trastabille un poco–, así que fuera de este espacio de trebejos, haré mi maleta y en menos de una hora ya no me verán aquí –los miro mal, ellos asienten un poco sorprendidos, así que salen gritando no sé cuantas cosas, la verdad es que poco me importaba lo que tuvieran que decirme, ellos eran unos padres horribles a los que no extrañaría, lo mismo pasaría con ella, que hiciera su vida a base de engaños, porque ella lo quisiera o no, aún había algo entre Adley y yo, algo que no moriría sin importar qué, y que incluso podría terminar con el superficial amor que se tenían. Sí, sabía que sonaba a una mujer despechada, pero sabía muy bien que eso no era amor, ella era algo nuevo y novedoso, y él necesitaba probarlo antes de darse cuenta que no lo necesitaba. Lástima que no fuera en este año ni mucho menos, hubiese estado presente cuando ocurrió.
Había tomado mi maleta y había salido de aquella casa del horror, una amiga me dejaría quedarme en el viejo departamento de su fallecida abuela, así que por esa parte, todo estaba cubierto, con mi trabajo de medio tiempo podría mantenerme muy bien hasta terminar, aunque nadie dijo que aquello hubiese sido tan difícil, era tan cansado que a veces sólo deseaba renunciar a todo, pero tenía un sueño y lo cumpliría, sin importar qué.
Los meses se pasaron volando, y al fin podría graduarme, sin duda, aquello había sido lo mejor del mundo, aunque esa felicidad quedaría opacada muy pronto.
- Será mejor que te lo diga yo a que te enteres por otro lado –dice Maddie, amiga y compañera de trabajo–, mira esto –me mira con culpa antes de extenderme el periódico, en la primera plana estaba anunciada la fecha de la boda de Fiorella y Adley, algo dentro de mí se rompió por completo, tan solo anoche había estado aquí, me había susurrado que me quería y le había permitido poseerme, ver eso me hizo darme cuenta de la cruda y cruel verdad, él sólo me estaba usando, no me amaba, ni siquiera me quería, sólo era un cuerpo en dónde desahogar sus necesidades.
No recuerdo haber llorado tanto en mi vida como ese día, a mi graduación me había presentado con los ojos hinchados, pero poco me había importado, no tenía ni quería pensar en todo aquello, sólo sabía que debía escapar y comenzar de nuevo, tenía el dinero suficiente para coger un vuelo y vivir bien un tiempo.
Pero esa decisión la aplazaba una y otra vez cuando a media noche se presentaba medio ebrio diciendo que me quería y que no podía vivir sin mí, y volvía a caer. Pero hubo una noche que fue diferente, más bien día.
- Lamento lo que ha estado pasando Enith, pero la verdad es muy diferente a lo que te digo estando ebrio –dice serio, no creí que mi corazón se rompiera más–, pero la amo de verdad, y a partir de mañana, seré un hombre diferente, entregado a ella y a la familia que formemos, ¿verdad qué entiendes? –me mira atento, quería gritar, romper todo y pegarle, y no en ese orden.
- Lo entiendo –digo con voz temblorosa–¸ ¿puedo pedirte una última cosa? –las lágrimas comenzaban a brotar en contra de mi voluntad.
- Lo que sea por ti, porque a pesar de todo, eres mi primer amor –dice sosteniendo suave mis manos.
- Pasa esta noche conmigo, regálame esta última vez, y te juro que jamás volveré a molestarlos –digo seria, él a siente antes de abrazarme, ese día se marchó sólo para volver a la noche que cambió mi destino.
Ocho años después... Me remuevo en la cama intentando alejar el sueño que viene a mi mente, era muy consciente de esa situación, un suave movimiento me hace abrir los ojos, parpadeo un par de veces intentando procesar dónde estoy, y entonces lo veo, suspiro con alivio. - ¿Cara, todo bien? –dice un poco preocupado, me tomo un momento para calmarme, le sonrío acariciando su mejilla. - Sí, lamento haberte asustado, es ese sueño –sonrío de lado, él asiente serio–, supongo que tiene que ver con el hecho de que en unos días volveremos, estoy algo nerviosa –confieso abatida, no me gustaba sentirme así, hacía años había dejado de lado esa forma de ser. - Sólo recuerda cara, que no eres la misma chica de hace ocho años, ahora eres una mujer fuerte, independiente e importante en el medio –aparta con suavidad los mechones de cabello que caen sobre mis mejillas–, además, me tienes a mí para respaldarte, así que tranquila –me sonríe con calidez, suspiro y sonrío, sin duda alguna, él era el comp
El día del viaje al fin había llegado, nos despedimos de todos y abordamos el avión privado, Rachele estaba muy emocionada, no dejaba de hacer preguntas, Amirov me preguntaba cada tanto como estaba, seguía sintiendo náuseas y había estado cerca de vomitar, por esa razón no había probado bocado. - Ve a descansar querida –dice Amirov mientras juega con nuestra hija, asiento porque no me creía capaz de soportar el viaje de esta manera. Me había despertado mi pequeña para avisarme que pronto aterrizaríamos, debía decir que me sentía mejor, con ese pequeño descanso podría enfrentar todo de una mejor manera. - Gracias mi amor –ella me había besado antes de salir corriendo de la pequeña cabina, tras arreglarme un poco, había salido. Mi hija jugaba con su nana, mi esposo hacía un par de llamadas, quizás afinando los últimos detalles, si algo le molestaba a Amirov Bianchi, era la gente incompetente, así que se aseguraba que todo saliera como él quería, y esto no sería la excepción. Tomo asi
Enith: Mi amado Amirov y yo esperábamos impacientes en su oficina, mis miedos se habían ido un poco tras el sexo intenso de la tarde, así que me sentía más relajada y lista para enfrentarme a todo y todos. - Señor y señora Bianchi, los inversionistas llegaron, los esperan en la sala de juntas, las esposas y acompañantes de estos, están en la pequeña terraza, les han dado tragos como lo pidió la señora –dice la asistente de mi esposo tras darle permiso de entrar. - Muy bien Clarisse, ahora vamos –digo seria, ella asiente y sale. - Hora del espectáculo cara –se pone de pie, me pega a él y me da un largo y apasionado beso, me suelta y al instante deseo que vuelva a besarme, pero sé que tenemos cosas que hacer–, estaré esperando impaciente tu entrada, cara mia –dice bajo cerca de mi oído, demonios, su acento me deja con las piernas temblando, y no sólo su acento me deja así. - También yo –muerdo mi labio juguetona, ríe antes de salir. El plan consistía en que él me presentaría como su
Enith: Había salido de la sala y dirigido a la terraza, estaba segura que no me reconocerían, así que usaría eso a mi favor. Tomo una copa de vino blanco nada más entrar, le doy un pequeño sorbo mientras observo todo, ahí estaban todas las mujeres que alguna vez me habían juzgado, las que se decían mis amigas y hablaban a mis espaldas. Camino evitando que me vean, con un poco de suerte logro colocarme detrás de la mesa de mi querida hermana, ella esta tan ensimismada hablando de todo lo que hace, se compra o viaja, que no repara en mi persona, es mejor así, quería que supiera quien era del brazo de mi amado Amirov, deseaba ver la cara que pondría. - He oído que vino con su esposa e hija, nadie sabe nada de ellas, yo creo que es porque son feas, ¿no creen? –dice una de ellas como si fuera la verdad absoluta, evito reírme, vaya sorpresa que se llevaría. - Tiene lógica, nuestros esposos nos presumen porqué somos hermosas –remata otra con orgullo, muerdo mi labio evitando reírme de sus
Adley: En otro tiempo, ella se habría derretido de amor por mí, en otro tiempo, ella se habría derretido en mis brazos, pero ahora, me quedaba claro que ese otro tiempo había pasado, ya no había y quizás, nunca más sería ese otro tiempo. Suspiro mirando al cielo, la había perdido, aceptar aquello sin duda fue un golpe muy duro, ella era el amor de mi vida, y dolía saber que yo no lo era más, era fácil darse cuenta que ella no lo dejaría, y la verdad no la culpaba, fui un idiota, la usé de muchas maneras abusando del amor que me tenía, preferí creerle a otros en lugar de a ella, así que su desinterés e incluso si me odiaba; estaba más que justificado. - La vi salir de aquí molesta, ¿pasó algo? –evito maldecir, lo último que necesitaba era verla u oírla–, seguro intento volver contigo –me abraza por la espalda–, es obvio que sólo está con él por el dinero, ella no sabe amar a nadie –dice suave, la aparto con brusquedad. - Una vez creí en tus palabras, pero eso se terminó, estoy harto
Enith: Después de la visita a la casa de mis padres, había hecho lo que le prometí a mi hija, ir de compras, Amirov y yo habíamos acordado que él pagaría todo de Rachele, al menos lo que tuviera que ver con su educación, con lo básico de su guardarropa y algunos juguetes, ya que si deseaba darle algún gusto, no tenía inconvenientes. Había insistido cuando comencé a ganar bastante bien en que me dejara ayudarle con los gastos, pero se había negado diciendo que ese dinero era mío, para comprarme lo que quisiera en todo lugar y momento, él se encargaría de vestirnos y calzarnos, además de los costosos regalos que solía darme, cosas que al inicio dudaba en usar. Poco a poco fui aceptando todo, además me di cuenta que también podía hacerle regalos caros, él no se podía negar porque a final de cuentas, había gastado mi dinero en lo que se me pego la gana, por eso había muchas cosas que Amirov no sabía que compraba, de saberlo seguro se ofrecería a pagarlo, y pues no. - Mira mami, hay juego
Enith: La semana había transcurrido sin más incidentes, gracias al cielo, la noticia del intento de secuestro había salido en todos los noticieros, muchas amigas me habían hablado para saber como estaba, otras me habían detenido en la escuela para preguntarme si necesitaba algo, o si Rachele estaba bien y una sarta de tonterías. A Carlo y Leonard se les habían unido James y Preston, el primero estaba con Rachele, se paraba en la puerta hasta que mi pequeña saliera. Preston iba a todos lados conmigo, había decidido tomar algunos trabajos aquí, más que nada para no morir de aburrimiento. - Hola Maddie –digo tras responder el móvil, Preston me ayuda sosteniéndolo mientras cargo rollos de papel tapiz, en su mano llevaba algunas cosas, y se había colocado 2 rollos bajo la axila para poderme ayudar–, claro que sí, ¿te parece en media hora? –digo tras escuchar su invitación a comer–, muy bien, ahí nos vemos –sonrío antes de que Preston lo retire y cuelgue, le pido lo deje en la mesa en lo q
Enith: - Señora Bianchi –la voz de Carlo me saco de mi aturdimiento, tenía un cabestrillo y una venda en la cabeza. - ¿Qué pasó? –mi voz sale temblorosa, las lágrimas caían silenciosas. - Íbamos en camino al zoológico cuando un camión se quedó sin frenos e impactó del lado del señor y la señorita, él la abrazo para protegerla –siento mis piernas doblarse, Preston evita que caiga al suelo–, la señorita se desmayó pero el señor –baja la vista, mi labio inferior tiembla por el llanto, pronto mi cuerpo se sacude. - No, no –niego mientras siento el dolor recorrer todo mi cuerpo–, no, él no –grito con desesperación, de no ser por Preston seguro estaría removiéndome como una loca. - ¿Familiares de Rachele Bianchi? –dice una mujer, como puedo me pongo de pie y camino hacia ella. - Soy su madre –mi voz sale temblorosa–, ¿qué ocurre, cómo está? –poco me faltaba para sacudirla. - Esta bien, sigue inconsciente pero el doctor Solon quiere hacerle algunos estudios complementarios –muerdo mi l