* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—Jake, cálmate por favor —le pido—. Tranquilízate —añado al mirarlo.—No deberías terminarme —vuelve a señalar—. Tú no deberías terminarme —sentencia muy molesto.—Esto no está funcionando, Jake —reitero.—Pero el que debería poner fin a esto ¡soy yo! —exclama frustrado—. ¡No tú! —indica firme—. La que arruinó el matrimonio ¡fuiste tú! —me recuerda; y sabía a lo que se refería.—No quiero hablar de eso, Jake —le pido a la vez que trato de salir de la cárcel que había formado con sus brazos.—¿No quieres hablar? —cuestiona divertido— Pues igual hablaremos, Lorey —añade— Porque no tienes ningún derecho a dejarme botado como si fuera cualquier cosa —puntualiza— ¡Y mucho menos cuando la culpable de todo has sido tú!—Ya basta, Jake —le pido seria al intentar salir de su acorralamiento.Él podía hablarme de cualquier cosa, menos de ello. Enterarme de mi esterilidad también había sido un golpe fuerte para mí; no solo para él.—Ya basta nada, Lorey —prec
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—¿Qué te dijo ella? —me pregunta Max mientras termina de servir dos copas de whiskey.Después de pedirle el divorcio a Norka, conduje hasta mi departamento personal, el cual pensaba vender antes de casarme, pero, al final, decidí conservarlo para uno que otro inconveniente; sin embargo, con el pasar de los años, mi visita a este lugar ya no era casual, sino que era mucho más constante de lo que debía.—Dijo que le pedía el divorcio porque tenía una amante —le comento mientras la recibo la copa que él extendía hacia mí—. Gracias —le digo cuando la tengo en mi mano.—Eso es increíble —opina mi amigo mientras se sienta en el sofá en el que yo estaba—. Pero… —alarga— ¿Qué te dijo, finalmente, sobre la idea de que se divorciaran? —pregunta puntual y, ante ello, primero me permito inhalar y exhalar profundamente antes de responder.—Se negó a dármelo —le comunico al tiempo en el que me dispongo a tomar un poco de mi copa de whiskey—. Dijo que… no —sentenc
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *Luego de salir de la casa, fui, directamente, hacia el auto de Chiara para poder marcharnos de aquel lugar.“¿Todo bien?”, fue lo primero que me había preguntado mi amiga cuando me vio.“Vámonos”, es lo único que me limite a responder.Cuando Chiara y yo ya estábamos en el auto, Jake no nos permitió avanzar. Mi marido se colocó delante del auto y comenzó a hacer un escándalo; sin embargo, en ese instante, se presentó Francis (el esposo de Chiara desde hace un año) y se encargó de que Jake no se pusiera más agresivo. Luego de unos minutos, se hizo presente la policía debido a llamadas de los vecinos (quienes habían manifestado que los gritos de mi esposo eran demasiado fuertes).De la casa, pasamos a la comisaría para el respectivo registro. No pasamos mucho tiempo en la estación, creo que fue máximo una hora. Tanto Jake como yo salimos rápidamente por la ayuda de nuestros amigos abogados.En fin, luego de aquel escándalo en la frontera de nuestra
* * * * * * * * * * * * * * * * * *2 SEMANAS DESPUÉS* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Y aquí estábamos los cinco (Norka, Luciano, Franco, Fabrizio y yo) sentados en nuestra mesa de comedor. Norka estaba sentada a mi lado, mientras que nuestros hijos habían ocupado los lugares que estaban frente a nosotros.Norka y yo habíamos conversado y llegamos a tomar una decisión, la cual habíamos dado a conocer a nuestros hijos hace apenas unos instantes.—¿Por cuánto tiempo, papá? —cuestiona Franco.—Tres meses —responde Norka por mí—. Tres meses son los que tu padre nos quiere separar —añade punzante.—Ya lo habíamos hablado, Norka —le preciso serio—. Creí que habíamos llegado a un acuerdo —le digo de la misma manera; y mi mujer solo se limita a rodar sus ojos.—¿No te veremos en tres meses? —interviene, de pronto, Fabrizio, quien, sorpresivamente, estaba llorando.—Límpiate esas lágrimas y deja de llorar —le ordena Norka al pasarle una servilleta, de no muy buena manera, por encima de la
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Vayan alistando sus maletas —les pido a mis hijos—. Saldremos mañana muy temprano.—¿A qué hora, papá? —cuestiona Luciano.—Cuatro de la mañana —preciso—. Saldremos cuatro de la mañana —les informo a los tres varones que estaban posicionados frente a mí.—Está bien —contesta Franco—. Buona notte —nos dice al tiempo en que se levanta de su asiento.—Buona notte —le respondemos Norka y yo; y lo mismo sucede con nuestros otros dos hijos.Cuando los tres ya se han ido a sus respectivas habitaciones, yo me giro para poder ver a Norka y hablar con ella.—Antes de que digas cualquier cosa, te advierto que no cederé, así que pierdes tu tiempo.—Norka, no fue en lo que habíamos quedado —le recuerdo.—Tú te vas a Ibiza —señala—. No veo cuál sea el problema en que yo me vaya a Nueva York —precisa relajada.—Norka… —exhalo pesadamente —, habíamos acordado que tenía que ser dentro del país o cerca de aquel para estar más cerca de los niños.—Necesito ir a visit
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Después de haber discutido con Norka, otra vez, pero dentro de nuestra habitación, me puse a hacer mis maletas para mi viaje a Ibiza. Luego de ello, solo me fui a descansar al cuarto de huéspedes, ya que ni Norka ni yo teníamos ánimos de vernos, puesto que la discusión había sido demasiado fuerte. Una discusión que era demasiado absurda en sí, ya que mi esposa seguía reclamándome por la amante imaginaria con la que me iba a encontrar en Ibiza. Aquella amante que, supuestamente, era la única culpable de que mi matrimonio se estuviese destruyendo, pero aquello no era cierto; y Norka lo sabía.Nuestro matrimonio se destruía, pero no por una amante que ni siquiera tenía, sino por ella y por mí; por nuestras acciones.—Papá, Franco y Fabrizio ya están en la camioneta —me avisa Luciano.—Gracias, hijo —le respondo gentil y después, veo como este sale de la sala rumbo al jardín.—¿Necesita algo más, señor? —me pregunta Bianca.—No, Bianca, gracias —le cont
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¡Qué emoción! —exclama Chiara al acostarse sobre el colchón de mi cama—. Mañana ya viajamos —añade al abrir sus brazos y dejar salir una honda respiración—. ¿No te parece fantástico? —me pregunta emocionada al girarse a verme.—Sí… —respondo no muy animada—, me parece bien —completo mientras continúo guardando cada prenda de mi armario en mi maleta.—Lorey… —me nombra mi amiga al sentarse sobre la cama—, sé que está siendo difícil para ti esta separación.—Me voy a divorciar de Jake, Chiara —le recuerdo al tiempo en que me empiezo a sentir, nuevamente, triste y dolida—. No solo son nuestros años de matrimonio —le digo seria al mirarla—; son quince años de relación tirados a la borda –señalo a la vez en que trato de contener las ganas de llorar, ya que ya no quería hacerlo, puesto que había pasado casi toda una semana llorando por la decisión que había tomado.—Lo sé, Lorey —contesta mi amiga al ponerse de pie para pararse a mi lado—. Sé que son q
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¡Lorey! ¡Ya es hora! —me avisa mi madre del otro lado de la puerta.—Ya salgo —le contesto al tiempo en que tomo mi cartera (en la cual llevaba mi billetera, un pequeño neceser de maquillaje, mi celular y otras cositas más que necesitaría para el viaje).—Chiara y Francis ya llegaron —me dice.—Ya salgo… —le repito a la vez que camino hacia mi puerta—. ¡Listo! ¡Ya estoy aquí! —le digo a mi madre a la vez que me acerco a ella para abrazarla.—Cuídate mucho —me pide al estrecharme contra sí.—Tú también, mami —le respondo en medio de un susurro.—Diviértete mucho en tu viaje —me pide.—Trataré de que así sea —es lo único que me atrevo a decir.—Tu padre y yo te acompañaremos al aeropuerto —me informa— Él ya puso todas tus maletas en el auto —precisa; y yo sonrío.—Gracias —le contesto al abrazarla más fuerte.—Te amo, hija… —murmura contra mí.—Yo también te amo, mamá —expreso sincera.—Bueno…, ya debes irte —puntualiza mientras empieza a separarse