* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *Luego de salir de la casa, fui, directamente, hacia el auto de Chiara para poder marcharnos de aquel lugar.“¿Todo bien?”, fue lo primero que me había preguntado mi amiga cuando me vio.“Vámonos”, es lo único que me limite a responder.Cuando Chiara y yo ya estábamos en el auto, Jake no nos permitió avanzar. Mi marido se colocó delante del auto y comenzó a hacer un escándalo; sin embargo, en ese instante, se presentó Francis (el esposo de Chiara desde hace un año) y se encargó de que Jake no se pusiera más agresivo. Luego de unos minutos, se hizo presente la policía debido a llamadas de los vecinos (quienes habían manifestado que los gritos de mi esposo eran demasiado fuertes).De la casa, pasamos a la comisaría para el respectivo registro. No pasamos mucho tiempo en la estación, creo que fue máximo una hora. Tanto Jake como yo salimos rápidamente por la ayuda de nuestros amigos abogados.En fin, luego de aquel escándalo en la frontera de nuestra
* * * * * * * * * * * * * * * * * *2 SEMANAS DESPUÉS* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Y aquí estábamos los cinco (Norka, Luciano, Franco, Fabrizio y yo) sentados en nuestra mesa de comedor. Norka estaba sentada a mi lado, mientras que nuestros hijos habían ocupado los lugares que estaban frente a nosotros.Norka y yo habíamos conversado y llegamos a tomar una decisión, la cual habíamos dado a conocer a nuestros hijos hace apenas unos instantes.—¿Por cuánto tiempo, papá? —cuestiona Franco.—Tres meses —responde Norka por mí—. Tres meses son los que tu padre nos quiere separar —añade punzante.—Ya lo habíamos hablado, Norka —le preciso serio—. Creí que habíamos llegado a un acuerdo —le digo de la misma manera; y mi mujer solo se limita a rodar sus ojos.—¿No te veremos en tres meses? —interviene, de pronto, Fabrizio, quien, sorpresivamente, estaba llorando.—Límpiate esas lágrimas y deja de llorar —le ordena Norka al pasarle una servilleta, de no muy buena manera, por encima de la
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Vayan alistando sus maletas —les pido a mis hijos—. Saldremos mañana muy temprano.—¿A qué hora, papá? —cuestiona Luciano.—Cuatro de la mañana —preciso—. Saldremos cuatro de la mañana —les informo a los tres varones que estaban posicionados frente a mí.—Está bien —contesta Franco—. Buona notte —nos dice al tiempo en que se levanta de su asiento.—Buona notte —le respondemos Norka y yo; y lo mismo sucede con nuestros otros dos hijos.Cuando los tres ya se han ido a sus respectivas habitaciones, yo me giro para poder ver a Norka y hablar con ella.—Antes de que digas cualquier cosa, te advierto que no cederé, así que pierdes tu tiempo.—Norka, no fue en lo que habíamos quedado —le recuerdo.—Tú te vas a Ibiza —señala—. No veo cuál sea el problema en que yo me vaya a Nueva York —precisa relajada.—Norka… —exhalo pesadamente —, habíamos acordado que tenía que ser dentro del país o cerca de aquel para estar más cerca de los niños.—Necesito ir a visit
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Después de haber discutido con Norka, otra vez, pero dentro de nuestra habitación, me puse a hacer mis maletas para mi viaje a Ibiza. Luego de ello, solo me fui a descansar al cuarto de huéspedes, ya que ni Norka ni yo teníamos ánimos de vernos, puesto que la discusión había sido demasiado fuerte. Una discusión que era demasiado absurda en sí, ya que mi esposa seguía reclamándome por la amante imaginaria con la que me iba a encontrar en Ibiza. Aquella amante que, supuestamente, era la única culpable de que mi matrimonio se estuviese destruyendo, pero aquello no era cierto; y Norka lo sabía.Nuestro matrimonio se destruía, pero no por una amante que ni siquiera tenía, sino por ella y por mí; por nuestras acciones.—Papá, Franco y Fabrizio ya están en la camioneta —me avisa Luciano.—Gracias, hijo —le respondo gentil y después, veo como este sale de la sala rumbo al jardín.—¿Necesita algo más, señor? —me pregunta Bianca.—No, Bianca, gracias —le cont
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¡Qué emoción! —exclama Chiara al acostarse sobre el colchón de mi cama—. Mañana ya viajamos —añade al abrir sus brazos y dejar salir una honda respiración—. ¿No te parece fantástico? —me pregunta emocionada al girarse a verme.—Sí… —respondo no muy animada—, me parece bien —completo mientras continúo guardando cada prenda de mi armario en mi maleta.—Lorey… —me nombra mi amiga al sentarse sobre la cama—, sé que está siendo difícil para ti esta separación.—Me voy a divorciar de Jake, Chiara —le recuerdo al tiempo en que me empiezo a sentir, nuevamente, triste y dolida—. No solo son nuestros años de matrimonio —le digo seria al mirarla—; son quince años de relación tirados a la borda –señalo a la vez en que trato de contener las ganas de llorar, ya que ya no quería hacerlo, puesto que había pasado casi toda una semana llorando por la decisión que había tomado.—Lo sé, Lorey —contesta mi amiga al ponerse de pie para pararse a mi lado—. Sé que son q
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¡Lorey! ¡Ya es hora! —me avisa mi madre del otro lado de la puerta.—Ya salgo —le contesto al tiempo en que tomo mi cartera (en la cual llevaba mi billetera, un pequeño neceser de maquillaje, mi celular y otras cositas más que necesitaría para el viaje).—Chiara y Francis ya llegaron —me dice.—Ya salgo… —le repito a la vez que camino hacia mi puerta—. ¡Listo! ¡Ya estoy aquí! —le digo a mi madre a la vez que me acerco a ella para abrazarla.—Cuídate mucho —me pide al estrecharme contra sí.—Tú también, mami —le respondo en medio de un susurro.—Diviértete mucho en tu viaje —me pide.—Trataré de que así sea —es lo único que me atrevo a decir.—Tu padre y yo te acompañaremos al aeropuerto —me informa— Él ya puso todas tus maletas en el auto —precisa; y yo sonrío.—Gracias —le contesto al abrazarla más fuerte.—Te amo, hija… —murmura contra mí.—Yo también te amo, mamá —expreso sincera.—Bueno…, ya debes irte —puntualiza mientras empieza a separarse
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Los cuidaremos bien, Leo, no te preocupes —me dice mi mamá a la vez que toma mis mejillas—. Ve a Ibiza y piensa en lo que tengas que pensar —señala—; no te preocupes por nada más ahora —añade—. Tu padre y yo cuidaremos bien de tus hijos —precisa.—Gracias, mamá —expreso sincero.—Es un placer cuidar a mis nietos, Leo —indica—. Así que ve tranquilo; que aquí me encargaré de engreírlos.—Está bien, pero no los engrías demasiado —le advierto con diversión; y aquella noble mujer (mi madre) me sonríe con dulzura.—Te amo, Leo.—Yo también te amo, madre —respondo al mirarla a sus ojos color mar.—Espero que, estos tres meses —me mira fijamente—, te ayuden a tomar la mejor decisión para ti y para tus hijos —precisa con sinceridad.—Gracias, madre —le digo y, luego de ello, la envuelvo en un fuerte abrazo.—Siempre robándome el amor de tu madre —escucho, de pronto, la voz de mi padre—. Recuerdo haber sido su favorito hasta que llegaste —añade el hombre del
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—Te gustará el lugar en el que te quedarás —me Chiara mientras estamos en el taxi.—¿Nos quedaremos en un departamento? —le pregunto y ella asiente.—Sí —confirma—, pero tú tendrás tu propio departamento —señala—. Tu padre ya se encargó de eso —agrega; y yo solo me limito a asentir.Si bien me hubiese gustado que mis padres no gastaran dólar alguno en alquilar una propiedad solo para mí, debía reconocer que aquello se hacía necesario desde otro punto de vista, ya que, si me quedaba en la misma propiedad en la que se quedarían Chiara y Francis, me iba a sentir demasiado inoportuna. Ella y él apenas llevaban un año de casados y lo que más necesitaban ahora era privacidad y no una persona que hiciese las veces de violinista.«Debo buscar un trabajo», preciso de pronto.«Serán tres meses en Ibiza», pienso.«Puedo aprovechar para buscar algún empleo», preciso.«Empezaré por algo sencillo», añado.«Tal vez, pueda cuidar a alguien», me abro a aquella pos