* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¿La Lorey que soy ahora? —vuelvo a repetir (casi inconscientemente) la pregunta que me hizo mi amiga.—Sí, Lorey —contesta Chiara muy apenada.—¿A qué te refieres con la Lorey que soy ahora? —le pregunto (algo desconcertada) a la vez que la miro con curiosidad.—Lorey… —susurra.—Quiero que me lo digas, Chiara —le pido, ya que la conocía y era probable que aquella prefiriera disculparse para, después, decir “olvídalo”.—Está bien —sentencia; y luego, suelta un suspiro cargado de tensión—. Lorey, desde que te casaste con Jake…—empieza a contar— e incluso antes —enfatiza—, te alejaste de nosotros, Lorey —manifiesta—. Te alejaste de mí, te alejaste de Kurt —señala—, pero lo más importante, en este punto, es que te alejaste de tus padres —me recuerda.—Chiara…—Y eso que aún no hemos hablado de ti, Lorey —precisa, de repente, entre seria y triste.—¿Qué sucede conmigo? —cuestiono frontal.—Lorey, has cambiado demasiado desde que Jake y tú comenzaron
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *Después de haber llevado mis cosas hasta el departamento de Chiara, regresé a la casa que compartía con Jake para esperarlo y, así, conversar.Miro mi reloj y veo que son las ocho de la noche.«Otra vez está retrasado», pienso mientras continúo sentada sobre el sofá, moviendo mi pie derecho como parte de un toco nervioso.«Me pregunto cuánto demorará», agrego en silencio mientras me dedico a inhalar y exhalar suavemente para poder calmar un poco la tensión que sentía.—Jake… —susurro ansiosa mientras veo mi reloj otra vez.—¡¿Se puede saber qué carajos hace tu amiga fuera de nuestra casa?! —escucho la voz de mi marido, así que, de inmediato, me pongo de pie y me doy media vuelta para poder mirarlo.—Jake…—¡Responde, Lorey! —exige demandante, lo cual logra sobresaltarme— ¿Qué hace esa mujer aquí? —añade con molestia al llegar hasta mí y tomar uno de mis brazos con fuerza.—Jake, yo… —articulo las palabras muy nerviosa.—¡Habla, Lorey! —ordena al mi
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—Jake, cálmate por favor —le pido—. Tranquilízate —añado al mirarlo.—No deberías terminarme —vuelve a señalar—. Tú no deberías terminarme —sentencia muy molesto.—Esto no está funcionando, Jake —reitero.—Pero el que debería poner fin a esto ¡soy yo! —exclama frustrado—. ¡No tú! —indica firme—. La que arruinó el matrimonio ¡fuiste tú! —me recuerda; y sabía a lo que se refería.—No quiero hablar de eso, Jake —le pido a la vez que trato de salir de la cárcel que había formado con sus brazos.—¿No quieres hablar? —cuestiona divertido— Pues igual hablaremos, Lorey —añade— Porque no tienes ningún derecho a dejarme botado como si fuera cualquier cosa —puntualiza— ¡Y mucho menos cuando la culpable de todo has sido tú!—Ya basta, Jake —le pido seria al intentar salir de su acorralamiento.Él podía hablarme de cualquier cosa, menos de ello. Enterarme de mi esterilidad también había sido un golpe fuerte para mí; no solo para él.—Ya basta nada, Lorey —prec
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—¿Qué te dijo ella? —me pregunta Max mientras termina de servir dos copas de whiskey.Después de pedirle el divorcio a Norka, conduje hasta mi departamento personal, el cual pensaba vender antes de casarme, pero, al final, decidí conservarlo para uno que otro inconveniente; sin embargo, con el pasar de los años, mi visita a este lugar ya no era casual, sino que era mucho más constante de lo que debía.—Dijo que le pedía el divorcio porque tenía una amante —le comento mientras la recibo la copa que él extendía hacia mí—. Gracias —le digo cuando la tengo en mi mano.—Eso es increíble —opina mi amigo mientras se sienta en el sofá en el que yo estaba—. Pero… —alarga— ¿Qué te dijo, finalmente, sobre la idea de que se divorciaran? —pregunta puntual y, ante ello, primero me permito inhalar y exhalar profundamente antes de responder.—Se negó a dármelo —le comunico al tiempo en el que me dispongo a tomar un poco de mi copa de whiskey—. Dijo que… no —sentenc
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *Luego de salir de la casa, fui, directamente, hacia el auto de Chiara para poder marcharnos de aquel lugar.“¿Todo bien?”, fue lo primero que me había preguntado mi amiga cuando me vio.“Vámonos”, es lo único que me limite a responder.Cuando Chiara y yo ya estábamos en el auto, Jake no nos permitió avanzar. Mi marido se colocó delante del auto y comenzó a hacer un escándalo; sin embargo, en ese instante, se presentó Francis (el esposo de Chiara desde hace un año) y se encargó de que Jake no se pusiera más agresivo. Luego de unos minutos, se hizo presente la policía debido a llamadas de los vecinos (quienes habían manifestado que los gritos de mi esposo eran demasiado fuertes).De la casa, pasamos a la comisaría para el respectivo registro. No pasamos mucho tiempo en la estación, creo que fue máximo una hora. Tanto Jake como yo salimos rápidamente por la ayuda de nuestros amigos abogados.En fin, luego de aquel escándalo en la frontera de nuestra
* * * * * * * * * * * * * * * * * *2 SEMANAS DESPUÉS* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Y aquí estábamos los cinco (Norka, Luciano, Franco, Fabrizio y yo) sentados en nuestra mesa de comedor. Norka estaba sentada a mi lado, mientras que nuestros hijos habían ocupado los lugares que estaban frente a nosotros.Norka y yo habíamos conversado y llegamos a tomar una decisión, la cual habíamos dado a conocer a nuestros hijos hace apenas unos instantes.—¿Por cuánto tiempo, papá? —cuestiona Franco.—Tres meses —responde Norka por mí—. Tres meses son los que tu padre nos quiere separar —añade punzante.—Ya lo habíamos hablado, Norka —le preciso serio—. Creí que habíamos llegado a un acuerdo —le digo de la misma manera; y mi mujer solo se limita a rodar sus ojos.—¿No te veremos en tres meses? —interviene, de pronto, Fabrizio, quien, sorpresivamente, estaba llorando.—Límpiate esas lágrimas y deja de llorar —le ordena Norka al pasarle una servilleta, de no muy buena manera, por encima de la
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Vayan alistando sus maletas —les pido a mis hijos—. Saldremos mañana muy temprano.—¿A qué hora, papá? —cuestiona Luciano.—Cuatro de la mañana —preciso—. Saldremos cuatro de la mañana —les informo a los tres varones que estaban posicionados frente a mí.—Está bien —contesta Franco—. Buona notte —nos dice al tiempo en que se levanta de su asiento.—Buona notte —le respondemos Norka y yo; y lo mismo sucede con nuestros otros dos hijos.Cuando los tres ya se han ido a sus respectivas habitaciones, yo me giro para poder ver a Norka y hablar con ella.—Antes de que digas cualquier cosa, te advierto que no cederé, así que pierdes tu tiempo.—Norka, no fue en lo que habíamos quedado —le recuerdo.—Tú te vas a Ibiza —señala—. No veo cuál sea el problema en que yo me vaya a Nueva York —precisa relajada.—Norka… —exhalo pesadamente —, habíamos acordado que tenía que ser dentro del país o cerca de aquel para estar más cerca de los niños.—Necesito ir a visit
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *Después de haber discutido con Norka, otra vez, pero dentro de nuestra habitación, me puse a hacer mis maletas para mi viaje a Ibiza. Luego de ello, solo me fui a descansar al cuarto de huéspedes, ya que ni Norka ni yo teníamos ánimos de vernos, puesto que la discusión había sido demasiado fuerte. Una discusión que era demasiado absurda en sí, ya que mi esposa seguía reclamándome por la amante imaginaria con la que me iba a encontrar en Ibiza. Aquella amante que, supuestamente, era la única culpable de que mi matrimonio se estuviese destruyendo, pero aquello no era cierto; y Norka lo sabía.Nuestro matrimonio se destruía, pero no por una amante que ni siquiera tenía, sino por ella y por mí; por nuestras acciones.—Papá, Franco y Fabrizio ya están en la camioneta —me avisa Luciano.—Gracias, hijo —le respondo gentil y después, veo como este sale de la sala rumbo al jardín.—¿Necesita algo más, señor? —me pregunta Bianca.—No, Bianca, gracias —le cont