—Ariel— Para Alejandro, todas las cosas que acababa de decir Ariel, dejaban una cosa clara, algo que él ya imaginaba, pero se negaba a creer, algo que lo dejaba deshecho. La manera en la que Ariel expresaba lo que sentía, dejaba claro que tenía sentimientos por los dos, pero el dolor que Alejandro le había causado había sido curado por Norman, entendía que aquel hombre ahora tenía más espacio en el corazón de la mujer que él amaba. —¿Qué tanto nos quieres? — Sus ojos verdes intentaban disimular el dolor, para poder obtener una respuesta clara de parte de ella, porque en ese momento él intentaba ser el amigo que Ariel necesitaba que el fuera, no el hombre la amaba y se aterraba de perderla.—Yo… no quiero hacerte daño, Alejandro.—Lo único que podría herirme más es una mentira, no actúes como yo. Seamos claros en esto, Ariel. No tengas miedo, quiero escucharte, comprenderte, poder ayudarte. Desahógate completamente conmigo, por favor. Nos tenemos la suficiente confianza como para que p
Norman estaba emocionado por la idea de pasar una noche de cine con su sobrina Blue. Desde que se habían mudado, estas pequeñas salidas se habían convertido en un refugio seguro de su vida cotidiana y sus pensamientos sobre Ariel. Le agradaba que Blue lo forzara hacer esas cosas o se convertiría completamente en una persona solitaria.—¡Tío, esta película te va a encantar!—, exclamó Blue mientras se dirigían al cine. Norman sonrió, agradecido por la compañía y el cariño de su sobrina.Aunque era muy ruidosa en ocasiones.Al llegar al cine, Blue parecía inusualmente emocionada.—Tengo una sorpresa para ti,— dijo con una sonrisa pícara.Antes de que Norman pudiera preguntar, una joven se acercó a ellos.—Hola, soy Emma, amiga de Blue en la universidad—, dijo la chica extendiendo su mano. Era atractiva, con una sonrisa radiante.Norman, sorprendido, miró a Blue.—¿Una cita a ciegas, Blue? ¿En serio?Blue se encogió de hombros.—Solo pensé que sería bueno para ti conocer a alguien nuevo,
Cuando el avión aterrizó, los nervios de Ariel se hicieron más fuertes sentía esa inquietud en su estómago, producto de ya estar allí y porque Norman no sabía de su llegada.¿Y si la rechazaba antes de que ella pudiera decirle nada? ¿Y si estaba tan herido que no quería ni verla? Muchas escenas pasaban en medio de su cabeza, por eso no quería llegar de improvisto.Le hizo muchas otras llamadas mientras tomaba un taxi hacia el hotel donde tenía la reservación, pero no hubo respuestas.Angustiada, creyendo cada vez más que llegar sin avisar no era una buena idea, decidió llamar a uno de sus hermanos para ver si le daban el número de teléfono de Blue o si alguno de ellos podía avisarle a Norman que ella estaba allí, a lo mejor preguntarle si él deseaba verla.Comenzaba a parecerle un poco injusto llegar así, sin más. Pero ya era tarde para retroceder.Llamó a Ronald, pero no tenía tono, al final tuvo que llamar a Tony y este sí respondió.—Ariel, guau. Cuanto tiempo. ¿Estás bien?—Hola,
No llamaría a Julia, ella seguro estaba acostada.Se alegraba de solo llevar una maleta pequeña. La arrastró por el silencioso pasillo y salió del hotel, esperando por el taxi que ya había llamado, se regresaba a Italia. Había pensado en aprovechar para visitar a Alejandro o a su amiga Berenice, solo serían unas pocas horas en tren, pero ella no estaba como para hacer visitas.Sentía un hueco en el pecho y unas ganas de nada, absolutamente nada.El beso de ellos dos se repetía en su cabeza, Norman y esa mujer. Ariel se preguntaba si esa mujer sintió lo mismo que ella cuando Norman la besó, si esa mujer ya era la poseedora del corazón de Norman, si esa mujer lo amaría y lo trataría mejor de lo que lo hizo ella.Y volvía a llorar.Su viaje había sido un fracaso y su corazón no estaba en buen estado.—¿Significa eso que lo amo o el dolor que ahora mismo siento no es suficiente para confirmarlo? Antes lo necesitaba cerca, porque por eso estoy aquí, ahora… solo sé que debo alejarme para qu
Luego de cena y paseo en el cumpleaños de la abuela, y una corta compra de cosas que ni siquiera eran necesarias pero que Julia quería comprar, al fin llegaron a casa.Obviamente Julia creyó que Alejandro se quedaría en otra habitación.Pero, cuando la abuela se marchó a dormir, una vez que su puerta se cerró, Alejandro y Ariel se miraron, sentados en el sofá. A solas.Ella fue la primera en tomar cercanía con él, su mano cubriendo la suya que estaba sobre el sofá, con sus delgados dedos comenzó al juguetear al mismo tiempo que se acercaba al rostro de Alejandro.—Ale…— su aliento acarició la cercanía con su rostro y aquel hombre, ansioso y desesperado por volver a besarla, fue con sus labios, apoderándose de ellos.Ariel titubeó un poco durante el beso, pero fue entregándose a esas caricias que dejaban los labios de Alejandro en su boca, abriéndose paso hasta saborearla otra vez, su lengua recorriendo lugares que había extrañado durante mucho tiempo y los suspiros de Ariel dejándolo
Desde que abrió los ojos corrió al baño a tomar una ducha, envolvió su cabello en lo alto de su coronilla. Se miró al espejo un segundo, sus mejillas tornándose roja cuando vio aquellas marcas en sus hombros, deslizó sus dedos por ella y luego llevó su mano hacia su vagina.Alejandro seguía dormido, no deseaba despertarlo. Cerró la puerta del baño y comenzó a abrir los cajones que estaban debajo del lavabo.—Tengo mucho trabajo por hacer— dijo, mirando la mata de vellos que salía de su zona íntima.No podía quedarse así más tiempo, la había atrapado desprevenida y abandonada, pero ya no estaba abandonada, Alejandro se había encargado de despolvar todo, ¡y de qué manera!Cuando levantó su pierna, sintió un tirón desde la parte interna de su muslo, fuera de eso estaba bien.Comenzó aquella labor sin poder creerse que guardara todo eso en esa zona tan pequeña.Un par de minutos después comenzaba a ver su piel.Al cabo de media hora ya iba por las piernas, hasta que depiló todas las parte
—¡Espera! ¡Rachel! ¡Espera! ¡Maldita sea! — él corría muy deprisa tras ella, pero la mujer era más rápida y viendo que la interceptó justo cuando salía del gimnasio, al menos creyó que la mujer estaría cansada, pero no, seguía corriendo muy deprisa. —¡Ya estoy viejo para estas cosas!Rachel, una de las pocas amigas con las que Annie Fendi tenía contacto, le había perdido el rastro hace un año y medio, luego de que al fin había estado confiado en que tenía cómo probar que Marco Albini estaba implicado en la muerte de su hermana, pero otra vez ya sabía dónde estaba Rachel y no podía dejarla escapar ahora o ella se escondería otra vez.Corrió tras ella hacia el área de aparcamiento, escuchó el sonido de un motor y se dirigió hacia allá, el BMW rugió frente a él, pero Alejandro no se movió, plantó sus manos en el coche mientras se inclinaba hacia adelante, enarcando sus cejas al verla detrás del cristal.—Abre el maldito coche que ya te he encontrado, Rachel. — Dentro, Rachel lloraba temb
La revelación había caído como un rayo en la vida de Alessia Fendi, dejándola en un estado de shock y negación. Las pruebas, irrefutables y contundentes, desmontaba la realidad que había construido meticulosamente en su mente durante años.Al principio, Alessia había rechazado las acusaciones con vehemencia.—¡Esto es una mentira! ¡Una manipulación más de tu parte!—, había gritado, incapaz de aceptar que el hombre al que había entregado su vida y confianza podría ser un monstruo. Pero a medida que pensaba en ello, las pruebas eran demasiado contundentes, demasiado reales para ser ignoradas.Fotografías de Marco y Annie juntos en situaciones comprometedoras, mensajes de texto que revelaban una relación clandestina, informes de investigadores privados que confirmaban lo peor. Marco había estado involucrado románticamente con Annie, y los indicios sugerían que, en un arranque de celos o furia, podría haber sido responsable de su trágica muerte. Aunque la realidad era que ella quería deci