Desde que abrió los ojos corrió al baño a tomar una ducha, envolvió su cabello en lo alto de su coronilla. Se miró al espejo un segundo, sus mejillas tornándose roja cuando vio aquellas marcas en sus hombros, deslizó sus dedos por ella y luego llevó su mano hacia su vagina.Alejandro seguía dormido, no deseaba despertarlo. Cerró la puerta del baño y comenzó a abrir los cajones que estaban debajo del lavabo.—Tengo mucho trabajo por hacer— dijo, mirando la mata de vellos que salía de su zona íntima.No podía quedarse así más tiempo, la había atrapado desprevenida y abandonada, pero ya no estaba abandonada, Alejandro se había encargado de despolvar todo, ¡y de qué manera!Cuando levantó su pierna, sintió un tirón desde la parte interna de su muslo, fuera de eso estaba bien.Comenzó aquella labor sin poder creerse que guardara todo eso en esa zona tan pequeña.Un par de minutos después comenzaba a ver su piel.Al cabo de media hora ya iba por las piernas, hasta que depiló todas las parte
—¡Espera! ¡Rachel! ¡Espera! ¡Maldita sea! — él corría muy deprisa tras ella, pero la mujer era más rápida y viendo que la interceptó justo cuando salía del gimnasio, al menos creyó que la mujer estaría cansada, pero no, seguía corriendo muy deprisa. —¡Ya estoy viejo para estas cosas!Rachel, una de las pocas amigas con las que Annie Fendi tenía contacto, le había perdido el rastro hace un año y medio, luego de que al fin había estado confiado en que tenía cómo probar que Marco Albini estaba implicado en la muerte de su hermana, pero otra vez ya sabía dónde estaba Rachel y no podía dejarla escapar ahora o ella se escondería otra vez.Corrió tras ella hacia el área de aparcamiento, escuchó el sonido de un motor y se dirigió hacia allá, el BMW rugió frente a él, pero Alejandro no se movió, plantó sus manos en el coche mientras se inclinaba hacia adelante, enarcando sus cejas al verla detrás del cristal.—Abre el maldito coche que ya te he encontrado, Rachel. — Dentro, Rachel lloraba temb
La revelación había caído como un rayo en la vida de Alessia Fendi, dejándola en un estado de shock y negación. Las pruebas, irrefutables y contundentes, desmontaba la realidad que había construido meticulosamente en su mente durante años.Al principio, Alessia había rechazado las acusaciones con vehemencia.—¡Esto es una mentira! ¡Una manipulación más de tu parte!—, había gritado, incapaz de aceptar que el hombre al que había entregado su vida y confianza podría ser un monstruo. Pero a medida que pensaba en ello, las pruebas eran demasiado contundentes, demasiado reales para ser ignoradas.Fotografías de Marco y Annie juntos en situaciones comprometedoras, mensajes de texto que revelaban una relación clandestina, informes de investigadores privados que confirmaban lo peor. Marco había estado involucrado románticamente con Annie, y los indicios sugerían que, en un arranque de celos o furia, podría haber sido responsable de su trágica muerte. Aunque la realidad era que ella quería deci
Ariel y la señora Julia paseaban por las elegantes calles comerciales de Italia, entrando y saliendo de boutiques mientras buscaban el vestido perfecto para la graduación de Ariel. Julia, con su ojo experimentado y gusto exquisito, sostenía un vestido tras otro, desafiando la inclinación de Ariel por lo discreto.Le desesperaba que la rubia no se decidiera y estaba por hacerlo por ella, pero necesitaba que Ariel eligiera.—Ariel, querida, estás en Italia, el corazón de la moda. Debes elegir algo que grite joven y vibrante, no algo que podrías llevar a una conferencia de bibliotecarios,— bromeaba Julia, extendiéndole un vestido con un estampado floral audaz y colores brillantes.Ariel sonrió, tomándolo con una mano temblorosa, sabía que Julia estaba ansiosa y eso la dejaba nerviosa.—Supongo que tienes razón, señora Julia. Es solo que... estoy acostumbrada a menos atención.— No le gustaba las cosas que resaltaran demasiado, sobre todo cuando habría muchas personas, no era falta de conf
Alejandro estaba a bordo del vuelo nocturno a Italia, cada minuto que pasaba lo acercaba más a Ariel. Este viaje significaba mucho más que un simple reencuentro; era una oportunidad para empezar de nuevo, para cerrar heridas del pasado y, esperaba, resolver todo de manera que ambos pudieran mirar hacia el futuro sin lastres.Los últimos eventos relacionados con Marco habían sido agotadores. Aunque parte de Alejandro deseaba que todo eso fuera suficiente para garantizar que Marco pagara por sus crímenes, había algo en él que no podía dejar de sentir la presión y el estrés que todo el proceso legal conllevaba. Intentaba enfocarse en lo positivo, en el hecho de que pronto vería a Ariel y celebrarían su graduación juntos.El avión aterrizó en el aeropuerto de Roma al amanecer. La primera luz del día se filtraba a través de las ventanas del terminal, bañando todo con un brillo dorado. Alejandro se apresuró a pasar el control de seguridad, ansioso por salir y respirar el aire fresco italian
La ceremonia de graduación había comenzado con el esplendor y la solemnidad típicos de estos eventos en Italia.La universidad se engalanaba con banderas y adornos académicos. En una esquina al fondo del auditorio, Norman acababa de llegar, algo agitado por el tráfico que había retrasado su entrada, pero determinado a no perderse ni un segundo más del importante día de Ariel.Gracias al taxista llegó tarde al lugar, pero veía que todavía no había pasado nada.Mientras buscaba un asiento, su mirada se cruzó con la de Alejandro, quien estaba sentado más adelante junto a doña Julia. Reconociendo la figura de Norman, Alejandro se puso de pie de inmediato y, con un gesto amistoso, se dirigió hacia él.—He guardado un sitio para ti al lado mío,— le dijo Alejandro con una sonrisa que Norman no esperaba. A pesar de sus pasadas diferencias, el gesto de Alejandro parecía sincero, y Norman, aunque con cierta reserva, aceptó la invitación.Estaba allí porque Alejandro lo había contactado, pero es
El zumbido suave del avión privado se mezclaba con los pensamientos de Ariel, quien, a pesar de estar acostumbrada a los vuelos, aún sentía una punzada de nerviosismo cada vez que volaba. Sin embargo, la presencia de Alejandro a su lado, su mano firmemente entrelazada con la suya, le brindaba un consuelo que calmaba su ansiedad.Durante el vuelo hablaron un poco de todo, y en un momento dado, el cansancio la venció y se quedó dormida con la cabeza apoyada en el hombro de Alejandro. Eran muchas horas de vuelo. Y salir de Italia fue algo muy doloroso para Ariel.Al despertar, las lágrimas brotaron de sus ojos al recordar que había dejado atrás a Julia y a su querido Migo. Aunque dolía, sabía que esta partida era necesaria para su propio crecimiento y felicidad.Quería estar con Alejandro, empezar una vida con él como acordaron que haría luego de la graduación y para eso tuvo que irse, Alejandro no podía quedarse en Italia.—Vuelve a dormir—, le dijo la voz sueva de Alejandro. Ella recos
En la penumbra de su oficina lujosamente amueblada, Alejandro miraba fijamente los documentos esparcidos sobre el escritorio.Cada página de las páginas era una prueba del intrincado juego de ajedrez en el que se había embarcado. No era solo una venganza; era una reivindicación meticulosamente orquestada.El reloj marcaba las 8 p.m. y la ciudad a través de las ventanas empezaba a iluminarse con miles de luces. Alejandro recogió su teléfono y marcó un número. La llamada fue breve: su gestor de inversiones, un hombre astuto que Alejandro había contratado para esta delicada operación, confirmó su llegada. Dentro de unos minutos, estaría allí para discutir el último movimiento de Alejandro en este elaborado plan.Cuando el señor Landon, su gestor, llegó, traía consigo un portafolio que contenía las últimas adquisiciones de Alejandro. Saludaron con un apretón de manos, y sin más preámbulos, Landon desplegó los documentos sobre la mesa.—Todo está procediendo según lo planeado, Alejandro. L