La tormenta rugía con más fuerza. Afuera, el viento azotaba los árboles y las gotas de lluvia golpeaban como pequeños proyectiles contra las ventanas. Dentro de la casa, el ambiente era igual de turbulento. Mark seguía sentado en el suelo, incapaz de calmarse completamente, mientras Kristen trataba de analizar la situación.En el centro del salón, Charles se levantó con decisión.—Escuchen bien todos —dijo con voz grave—. No podemos permitir que el pánico nos domine. Sea lo que sea lo que está pasando, lo resolveremos.—¿Y cómo piensas resolverlo? —interrumpió Veronica, cruzando los brazos—. Tienes a un extraño bajo nuestro techo, y ahora resulta que hay sombras rondando por la casa. ¿Qué será lo próximo?Grayson, apoyado contra una pared, dejó escapar una risa suave, apenas perceptible.—¿Algo gracioso, señor Grayson? —preguntó Charles, sin disimular su desconfianza.—Solo me parece interesante cómo todos asumen que soy el culpable, cuando no hay pruebas de nada —respondió, con su to
El amanecer trajo consigo cielos despejados y un aire fresco que se colaba por las ventanas de la casa de campo. La tormenta había dejado su huella: ramas caídas, charcos por doquier y una sensación de pesadez en el ambiente. Sin embargo, en el interior de la casa, todo parecía tranquilo. Charles observaba la vista desde su estudio, su expresión seria. El resto de la familia se encontraba en el salón, donde intentaban reanudar sus actividades cotidianas, aunque la tensión aún era palpable.Kristen entró con una bandeja de café, intentando disipar el silencio.—He preparado algo para todos. Creo que lo necesitamos después de la noche que tuvimos.—Gracias, mi amor —dijo Erik, tomando una taza y mirándola con ternura.Mark, sentado en el sofá con el ceño fruncido, lanzó un suspiro.—¿Nadie va a hablar de lo que pasó anoche?Veronica, quien hojeaba una revista sin interés real, alzó una ceja.—¿Qué quieres que digamos, Mark? Ese hombre era un estafador. La policía se lo llevó, y el asunt
La noche cayó sobre la casa de campo con una serenidad que contrastaba con el día previo. En el comedor, la familia Davis intentaba disfrutar de una cena tranquila. Sin embargo, los eventos recientes pendían sobre ellos como una nube oscura.Charles, sentado en la cabecera de la mesa, dirigió una mirada a cada miembro de la familia. Su semblante seguía siendo rígido, reflejando la tensión que aún no se disipaba.—Espero que después de la tormenta todos puedan relajarse un poco —dijo, rompiendo el silencio.—Es difícil relajarse cuando un extraño irrumpió en nuestra casa con acusaciones serias —respondió Erik, dejando su copa sobre la mesa con fuerza—. Creo que deberíamos tomar esto más en serio.Veronica suspiró, frustrada.—¿Vas a seguir con ese tema, Erik? Ya basta. Charles dijo que lo investigará, y eso debería ser suficiente.—Tal vez para ti lo sea, Veronica —replicó—, pero para mí no. Quiero respuestas, y las quiero ahora.Charles intervino, intentando calmar los ánimos.—Erik,
La tormenta había quedado atrás, pero las tensiones y sospechas en la casa Davis no desaparecían con el sol. Aunque todos intentaban recuperar la normalidad, Erik y Kristen sabían que había demasiados cabos sueltos.—Sospecho que estos acontecimientos están conectados con lo que nos ha venido sucediendo durante todos estos meses, Erik—reveló la joven.—Kristen, tienes razón —dijo Erik mientras se aseguraba de que nadie los escuchara en el estudio—. Todo lo que pasó en la ciudad, lo de la casa de campo y este tipo, Grayson… todo parece estar conectado.Kristen asintió, cruzando los brazos con una mezcla de determinación y preocupación.—Lo sé. Pero no creo que debamos contárselo a nadie todavía.—Especialmente no a Verónica ni a Mark —concluyó Erik—. Si esto llega a sus oídos, podríamos enfrentarnos a más problemas de los que ya tenemos.Kristen lo miró a los ojos, sus expresiones un reflejo de complicidad.—Lo investigaremos juntos. Pero, por ahora, debemos mantener esto entre nosotro
La música resonaba con fuerza en el salón, el brillo de los candelabros iluminaba las máscaras y los trajes de los invitados, pero una repentina tensión se apoderó del lugar cuando la figura de un hombre vestido completamente de negro cruzó el umbral de la puerta principal.Zayn Black había llegado.Flanqueado por dos imponentes guardaespaldas, Zayn avanzó con una confianza fría que acalló el murmullo de las conversaciones. Detrás de él, una pequeña niña de cabello castaño oscuro y ojos grandes lo seguía tímidamente, sosteniendo su mano. Amélie.Charles, siempre el anfitrión impecable, se apresuró a recibirlo, aunque no pudo ocultar su sorpresa.—Señor Black —dijo, extendiendo la mano—. Bienvenido, espero que se sienta como en casa.Zayn le ofreció una sonrisa afiladamientras estrechaba su mano.—Muchas gracias señor Davis, he escuchado tanto sobre sus famosos bailes que no pude resistir la tentación de venir.El comentario, aunque pronunciado con cortesía, tenía una carga evidente.
El salón estaba en su apogeo. El sonido de la música se mezclaba con las risas y las conversaciones animadas. Después de la tensa visita de Zayn Black, el ambiente parecía haberse aligerado, pero no todos los presentes lograban relajarse.Erik, de pie en un rincón del salón, observaba a Kristen mientras ella charlaba con algunas de las invitadas. Vestía un vestido que parecía hecho para realzar su gracia natural, y la forma en que sonreía lo desarmaba por completo. Se reprochó no haberle pedido que bailaran antes.Se acercó con decisión.—Kristen —dijo, extendiendo una mano hacia ella—, creo que es hora de que bailemos.Kristen lo miró con sorpresa, pero una sonrisa se dibujó rápidamente en sus labios.—¿De verdad? Pensé que no te gustaba bailar.—No cuando es con alguien más. Pero contigo… siempre.Kristen tomó su mano, y ambos se dirigieron al centro de la pista. Las parejas se apartaron, dando paso a los anfitriones. La música cambió a un vals suave, y cuando Erik tomó a Kristen po
El salón de baile estaba lleno de risas, conversaciones y un aire de misterio que solo un evento de máscaras podía ofrecer. Los trajes elegantes y las identidades ocultas añadían un toque de intriga, pero para Erik Davis, el peso de sus responsabilidades no le permitía disfrutar completamente del evento.—Erik, quiero presentarte a algunos de nuestros inversionistas —dijo Charles, acercándose con dos hombres de mediana edad que llevaban máscaras doradas con detalles intrincados.—Encantado de conocerlos —respondió Erik, estrechándoles la mano con una sonrisa profesional.Kristen, a su lado, irradiaba un encanto natural que no pasó desapercibido para los inversionistas.—Debe ser la famosa señora Davis —comentó uno de ellos, inclinándose ligeramente en señal de respeto—. Ahora entiendo por qué esta empresa prospera; claramente, la fortuna sonríe a quienes saben elegir bien en todos los aspectos.Kristen sonrió con amabilidad, sintiendo cómo las mejillas se le encendían ante el cumplido
Erik cerró la puerta de la habitación tras ellos y abrazó a Kristen con fuerza. Sentía su cuerpo temblar ligeramente, pero su mera presencia parecía calmarla poco a poco. Él la sostuvo como si fuera su ancla, y ella descansó su cabeza sobre su pecho, dejando escapar un suspiro de alivio.—Mi amor, lo siento tanto —dijo Erik, con la voz cargada de culpa y rabia contenida—. Juré protegerte, y mira lo que ha sucedido. Ese imbécil se atrevió a intentar propasarse contigo.Kristen levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y determinación.—No es tu culpa, cariño. Mark es un idiota, pero lo bueno es que ya le quedó muy claro que él no me interesa, y que tú siempre estarás allí para defenderme.Erik acarició su rostro con cuidado, como si fuera lo más valioso en su vida.—No quiero que haya una próxima vez, pequeña. He tolerado muchas cosas, pero esto ya llegó a su límite. Si ese idiota vuelve a ponerte una mano encima, te juro que…—No lo digas, mi vida. Ni siquiera lo