El salón estaba en su apogeo. El sonido de la música se mezclaba con las risas y las conversaciones animadas. Después de la tensa visita de Zayn Black, el ambiente parecía haberse aligerado, pero no todos los presentes lograban relajarse.Erik, de pie en un rincón del salón, observaba a Kristen mientras ella charlaba con algunas de las invitadas. Vestía un vestido que parecía hecho para realzar su gracia natural, y la forma en que sonreía lo desarmaba por completo. Se reprochó no haberle pedido que bailaran antes.Se acercó con decisión.—Kristen —dijo, extendiendo una mano hacia ella—, creo que es hora de que bailemos.Kristen lo miró con sorpresa, pero una sonrisa se dibujó rápidamente en sus labios.—¿De verdad? Pensé que no te gustaba bailar.—No cuando es con alguien más. Pero contigo… siempre.Kristen tomó su mano, y ambos se dirigieron al centro de la pista. Las parejas se apartaron, dando paso a los anfitriones. La música cambió a un vals suave, y cuando Erik tomó a Kristen po
El salón de baile estaba lleno de risas, conversaciones y un aire de misterio que solo un evento de máscaras podía ofrecer. Los trajes elegantes y las identidades ocultas añadían un toque de intriga, pero para Erik Davis, el peso de sus responsabilidades no le permitía disfrutar completamente del evento.—Erik, quiero presentarte a algunos de nuestros inversionistas —dijo Charles, acercándose con dos hombres de mediana edad que llevaban máscaras doradas con detalles intrincados.—Encantado de conocerlos —respondió Erik, estrechándoles la mano con una sonrisa profesional.Kristen, a su lado, irradiaba un encanto natural que no pasó desapercibido para los inversionistas.—Debe ser la famosa señora Davis —comentó uno de ellos, inclinándose ligeramente en señal de respeto—. Ahora entiendo por qué esta empresa prospera; claramente, la fortuna sonríe a quienes saben elegir bien en todos los aspectos.Kristen sonrió con amabilidad, sintiendo cómo las mejillas se le encendían ante el cumplido
Erik cerró la puerta de la habitación tras ellos y abrazó a Kristen con fuerza. Sentía su cuerpo temblar ligeramente, pero su mera presencia parecía calmarla poco a poco. Él la sostuvo como si fuera su ancla, y ella descansó su cabeza sobre su pecho, dejando escapar un suspiro de alivio.—Mi amor, lo siento tanto —dijo Erik, con la voz cargada de culpa y rabia contenida—. Juré protegerte, y mira lo que ha sucedido. Ese imbécil se atrevió a intentar propasarse contigo.Kristen levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y determinación.—No es tu culpa, cariño. Mark es un idiota, pero lo bueno es que ya le quedó muy claro que él no me interesa, y que tú siempre estarás allí para defenderme.Erik acarició su rostro con cuidado, como si fuera lo más valioso en su vida.—No quiero que haya una próxima vez, pequeña. He tolerado muchas cosas, pero esto ya llegó a su límite. Si ese idiota vuelve a ponerte una mano encima, te juro que…—No lo digas, mi vida. Ni siquiera lo
Erik conducía en silencio por la carretera, aún con el semblante endurecido por los acontecimientos recientes. Kristen lo observaba, preocupada por el evidente nudo de emociones que su esposo intentaba procesar.—Mi amor… no podemos darle a Mark el gusto de vernos mal por su culpa —dijo ella con voz suave, rompiendo el silencio.—Lo sé, pero no puedo evitarlo, Kristen. Ese imbécil se atrevió a querer hacerte daño otra vez, y eso es imperdonable.—Cariño, hemos pasado por tanto juntos. Es justo que empecemos a dejar atrás las sombras del pasado y nos enfoquemos en lo que realmente importa: nuestra familia.Él aflojó las manos del volante, respirando profundamente antes de asentir.—Tienes razón, pequeña. Pero no dejo de pensar en el juicio. Todo lo que está en juego… Si algo sale mal, no sé qué haría sin Sofía.Kristen tomó su mano con fuerza, dándole una mirada firme.—No vamos a perderla, Erik. Vamos a demostrar que no hay un mejor lugar para ella que con nosotros. Alan ha preparado
La cálida hospitalidad del señor Blackwood quedaría como un grato recuerdo en la memoria de los Davis. Después de desayunar y agradecerle una vez más por su generosidad, Erik y Kristen se despidieron con Sofía, quien abrazó con fuerza al anciano, ya encariñada con él.—Cuando quieras regresar a visitar a Robbie, aquí estaremos esperándote —le dijo el señor Blackwood, acariciándole el cabello.—¡Lo prometo! —respondió Sofía, sonriente.Erik le estrechó la mano al anciano, con gratitud en los ojos.—Gracias por todo, señor Blackwood. Nunca olvidaremos lo que hizo por nosotros.—Cuídense, Erik, y recuerden que siempre tendrán un amigo en esta casa —respondió Theodore, despidiéndose de ellos desde la puerta mientras el auto se alejaba por el camino.Al llegar a casa, un aire de familiaridad y seguridad los envolvió. Kristen suspiró aliviada, mientras Erik descargaba el equipaje.—Es bueno estar de vuelta —dijo ella, mirando a Sofía correr hacia su habitación, emocionada por reencontrarse
Verónica entró a la habitación de su hijo con el rostro rojo de ira. Mark, aún recostado en su cama, levantó la mirada pero no mostró ninguna sorpresa. Lo que estaba por venir era inevitable.—¡Mark, ¿qué demonios te pasa?! —gritó Verónica, acercándose con paso firme—. ¿Cómo pudiste dejarte llevar por tus malditos instintos con Kristen?Mark se encogió de hombros, como si fuera algo que no le importara en absoluto.—No me arrepiento de nada, y no me importa lo que haya pasado, esa mujer me gusta, y estoy harto de que el idiota de Erik siempre se salga con la suya.Verónica soltó un suspiro de frustración, tratando de mantener la calma. Se acercó y se plantó frente a él, sus ojos llenos de furia.—¡No entiendes! —gritó, su voz resonando en las paredes—. Le diste la excusa perfecta a Erik para que te sacara de la empresa. Gracias a tu comportamiento estúpido, Erik tiene todo lo que necesita para deshacerse de ti. ¿Sabes lo que eso significa? Que acabas de arruinar la oportunidad de ser
Era la víspera del juicio por la custodia de Sofía. El reloj avanzaba, y el miedo y la ansiedad se palpaban en el aire de la mansión Davis. En el gran salón, Alan, Erik, Alison y Kristen estaban reunidos alrededor de una mesa, revisando una montaña de documentación y pruebas que habían reunido durante semanas. Todo había sido cuidadosamente preparado para defender la custodia de Sofía.—Aquí están las pruebas que demuestran que Sofía está en un entorno seguro, que tiene todo lo que necesita… —comentaba Alison, pasando las hojas con una sensación de alivio—. Con esto, podemos ganar el juicio. No hay forma de que los servicios de protección al menor nos quiten a la niña.Pero de repente, Alan se quedó paralizado al llegar a una parte crucial de los documentos. Sus ojos se abrieron de par en par al ver que la información que contenía había cambiado por completo.—¡Espera! —exclamó Alan, con el rostro descompuesto—. Esto no tiene sentido. Los documentos han sido modificados.Todos se acer
El camino hacia el antiguo departamento de Jennifer se hizo en silencio, solo acompañado por el sonido del motor y el golpeteo suave de la lluvia contra las ventanas del auto. Erik mantenía la mirada fija en la carretera, perdido en sus pensamientos, mientras Kristen observaba cada gesto suyo con preocupación. Sabía que detrás de esa fachada de determinación, su esposo estaba cargando una presión inmensa.—Cariño, todo va a salir bien —dijo finalmente, rompiendo el silencio y colocando una mano sobre la suya—. No podemos permitir que el miedo nos gane. Estamos juntos en esto, y Sofía siempre será nuestra.Erik apretó su mano con suavidad, aunque su mirada seguía al frente.—Lo sé, Kristen, pero no puedo dejar de pensar en lo que está en juego. Si esa gente gana… si lograra separarnos de nuestra hija… —Su voz se quebró levemente, pero rápidamente recuperó la compostura—. No lo permitiré. Encontraré lo que necesitamos para demostrar que Sofía está mejor con nosotros.Kristen se inclinó