Erik conducía en silencio por la carretera, aún con el semblante endurecido por los acontecimientos recientes. Kristen lo observaba, preocupada por el evidente nudo de emociones que su esposo intentaba procesar.—Mi amor… no podemos darle a Mark el gusto de vernos mal por su culpa —dijo ella con voz suave, rompiendo el silencio.—Lo sé, pero no puedo evitarlo, Kristen. Ese imbécil se atrevió a querer hacerte daño otra vez, y eso es imperdonable.—Cariño, hemos pasado por tanto juntos. Es justo que empecemos a dejar atrás las sombras del pasado y nos enfoquemos en lo que realmente importa: nuestra familia.Él aflojó las manos del volante, respirando profundamente antes de asentir.—Tienes razón, pequeña. Pero no dejo de pensar en el juicio. Todo lo que está en juego… Si algo sale mal, no sé qué haría sin Sofía.Kristen tomó su mano con fuerza, dándole una mirada firme.—No vamos a perderla, Erik. Vamos a demostrar que no hay un mejor lugar para ella que con nosotros. Alan ha preparado
La cálida hospitalidad del señor Blackwood quedaría como un grato recuerdo en la memoria de los Davis. Después de desayunar y agradecerle una vez más por su generosidad, Erik y Kristen se despidieron con Sofía, quien abrazó con fuerza al anciano, ya encariñada con él.—Cuando quieras regresar a visitar a Robbie, aquí estaremos esperándote —le dijo el señor Blackwood, acariciándole el cabello.—¡Lo prometo! —respondió Sofía, sonriente.Erik le estrechó la mano al anciano, con gratitud en los ojos.—Gracias por todo, señor Blackwood. Nunca olvidaremos lo que hizo por nosotros.—Cuídense, Erik, y recuerden que siempre tendrán un amigo en esta casa —respondió Theodore, despidiéndose de ellos desde la puerta mientras el auto se alejaba por el camino.Al llegar a casa, un aire de familiaridad y seguridad los envolvió. Kristen suspiró aliviada, mientras Erik descargaba el equipaje.—Es bueno estar de vuelta —dijo ella, mirando a Sofía correr hacia su habitación, emocionada por reencontrarse
Verónica entró a la habitación de su hijo con el rostro rojo de ira. Mark, aún recostado en su cama, levantó la mirada pero no mostró ninguna sorpresa. Lo que estaba por venir era inevitable.—¡Mark, ¿qué demonios te pasa?! —gritó Verónica, acercándose con paso firme—. ¿Cómo pudiste dejarte llevar por tus malditos instintos con Kristen?Mark se encogió de hombros, como si fuera algo que no le importara en absoluto.—No me arrepiento de nada, y no me importa lo que haya pasado, esa mujer me gusta, y estoy harto de que el idiota de Erik siempre se salga con la suya.Verónica soltó un suspiro de frustración, tratando de mantener la calma. Se acercó y se plantó frente a él, sus ojos llenos de furia.—¡No entiendes! —gritó, su voz resonando en las paredes—. Le diste la excusa perfecta a Erik para que te sacara de la empresa. Gracias a tu comportamiento estúpido, Erik tiene todo lo que necesita para deshacerse de ti. ¿Sabes lo que eso significa? Que acabas de arruinar la oportunidad de ser
Era la víspera del juicio por la custodia de Sofía. El reloj avanzaba, y el miedo y la ansiedad se palpaban en el aire de la mansión Davis. En el gran salón, Alan, Erik, Alison y Kristen estaban reunidos alrededor de una mesa, revisando una montaña de documentación y pruebas que habían reunido durante semanas. Todo había sido cuidadosamente preparado para defender la custodia de Sofía.—Aquí están las pruebas que demuestran que Sofía está en un entorno seguro, que tiene todo lo que necesita… —comentaba Alison, pasando las hojas con una sensación de alivio—. Con esto, podemos ganar el juicio. No hay forma de que los servicios de protección al menor nos quiten a la niña.Pero de repente, Alan se quedó paralizado al llegar a una parte crucial de los documentos. Sus ojos se abrieron de par en par al ver que la información que contenía había cambiado por completo.—¡Espera! —exclamó Alan, con el rostro descompuesto—. Esto no tiene sentido. Los documentos han sido modificados.Todos se acer
El camino hacia el antiguo departamento de Jennifer se hizo en silencio, solo acompañado por el sonido del motor y el golpeteo suave de la lluvia contra las ventanas del auto. Erik mantenía la mirada fija en la carretera, perdido en sus pensamientos, mientras Kristen observaba cada gesto suyo con preocupación. Sabía que detrás de esa fachada de determinación, su esposo estaba cargando una presión inmensa.—Cariño, todo va a salir bien —dijo finalmente, rompiendo el silencio y colocando una mano sobre la suya—. No podemos permitir que el miedo nos gane. Estamos juntos en esto, y Sofía siempre será nuestra.Erik apretó su mano con suavidad, aunque su mirada seguía al frente.—Lo sé, Kristen, pero no puedo dejar de pensar en lo que está en juego. Si esa gente gana… si lograra separarnos de nuestra hija… —Su voz se quebró levemente, pero rápidamente recuperó la compostura—. No lo permitiré. Encontraré lo que necesitamos para demostrar que Sofía está mejor con nosotros.Kristen se inclinó
Erik y Kristen llegaron a la mansión Davis bajo el cielo teñido de un gris melancólico. Martha, sentada en el asiento trasero, mantenía la mirada fija en sus manos, temblorosa y abatida. Los acontecimientos recientes la habían dejado desmoronada, y el peso de lo que sabía parecía aplastarla.—Martha —dijo Kristen con suavidad mientras salían del auto—, aquí estará a salvo. No tiene de qué preocuparse.La mujer levantó la mirada brevemente y asintió con timidez, aunque sus ojos seguían reflejando un miedo profundo.—Gracias, señora Davis, pero esto es más grande de lo que imaginan —murmuró, casi como si hablara consigo misma.Erik frunció el ceño al escucharla, pero decidió no presionarla en ese momento. Había un proceso que seguir, y primero necesitaban asegurarse de que Martha estuviera en condiciones de hablar.—Kristen, por favor, ayuda a Martha a ponerse cómoda —dijo Erik mientras abría la puerta principal de la mansión—. Un buen baño y algo de ropa limpia le vendrán bien.—Claro,
Alan y Alison llegaron a una callejuela oscura, flanqueada por edificios desgastados y grafitis que parecían contar historias de otro mundo. Alan observó con desconfianza el lugar, mientras Alison, con paso seguro, lo animaba.—Deja de fruncir el ceño, Alan —dijo Alison mientras bajaba del auto—. A veces, salirse de la zona de confort es lo único que queda cuando lo que está en juego merece la pena.—No sé si esto es salir de la zona de confort o directamente entrar en una película de mafiosos —replicó Alan, mirando a su alrededor con evidente incomodidad.Alison sonrió mientras tocaba la puerta de un local cuyo letrero apenas colgaba. Un hombre corpulento y con tatuajes abrió, y al verla, su rostro se iluminó con una sonrisa.—¡Alison! Cuánto tiempo sin verte. Pensé que ya te habías olvidado de nosotros.—Imposible, Tony. Te necesito para un trabajo. ¿Podemos pasar?Tony los condujo a una habitación en la parte trasera, llena de computadoras y cables desordenados. Alan observó todo c
Zayn Black abrió los ojos en medio de la oscuridad, atrapado nuevamente en una de sus pesadillas recurrentes. El aire se sentía denso, como si los muros de su mente se cerraran a su alrededor. Estaba de regreso en el colegio, en un patio lleno de risas ajenas que no compartía. Frente a él estaba Claire, su única amiga en aquel lugar que para él era más prisión que escuela.Ella sonreía, ignorante de la tormenta que se cernía sobre ellos.—Zayn, ¿me ayudas con esto? —preguntó Claire, señalando un cuaderno de matemáticas—. Tú eres bueno en esto, ¿verdad?Él asintió, sintiendo por un momento algo que rara vez experimentaba: calidez. Pero entonces apareció su padre. La figura imponente del señor Black, siempre impecablemente vestido, caminó hacia ellos como un depredador acechando a su presa.—¿Quién es esta? —preguntó, su tono frío y distante.Zayn apenas pudo responder antes de que su padre lo apartara.—Te he dicho mil veces que solo debes rodearte de personas de tu nivel, Zayn. ¿Es qu