El golpe en la puerta resonó una vez más, esta vez con mayor fuerza, haciendo eco por toda la casa de campo. La lluvia y el viento rugían afuera, y los relámpagos iluminaban brevemente el amplio salón donde la familia Davis y sus invitados se habían reunido tras el apagón.—¿Quién diablos estaría aquí en medio de esta tormenta? —gruñó Charles, levantándose de su silla.—Tal vez sea alguien que necesita ayuda —sugirió Kristen, con los ojos fijos en la puerta, ignorando la mirada de desaprobación de Veronica.—O un ladrón que quiere aprovecharse del caos —añadió Mark con una sonrisa sarcástica mientras se recostaba en el sofá, sin intención de moverse.Erik cruzó la sala, decidido, y Kristen lo siguió.—Déjame abrirla contigo —dijo ella, sujetándole el brazo—. Podría ser peligroso.—Yo me ocupo de esto, pequeña. No te preocupes.Erik abrió la puerta con precaución, y allí, bajo el torrencial aguacero, estaba un hombre empapado y desaliñado. Su rostro era delgado y pálido, sus ojos parec
La tormenta rugía con más fuerza. Afuera, el viento azotaba los árboles y las gotas de lluvia golpeaban como pequeños proyectiles contra las ventanas. Dentro de la casa, el ambiente era igual de turbulento. Mark seguía sentado en el suelo, incapaz de calmarse completamente, mientras Kristen trataba de analizar la situación.En el centro del salón, Charles se levantó con decisión.—Escuchen bien todos —dijo con voz grave—. No podemos permitir que el pánico nos domine. Sea lo que sea lo que está pasando, lo resolveremos.—¿Y cómo piensas resolverlo? —interrumpió Veronica, cruzando los brazos—. Tienes a un extraño bajo nuestro techo, y ahora resulta que hay sombras rondando por la casa. ¿Qué será lo próximo?Grayson, apoyado contra una pared, dejó escapar una risa suave, apenas perceptible.—¿Algo gracioso, señor Grayson? —preguntó Charles, sin disimular su desconfianza.—Solo me parece interesante cómo todos asumen que soy el culpable, cuando no hay pruebas de nada —respondió, con su to
El amanecer trajo consigo cielos despejados y un aire fresco que se colaba por las ventanas de la casa de campo. La tormenta había dejado su huella: ramas caídas, charcos por doquier y una sensación de pesadez en el ambiente. Sin embargo, en el interior de la casa, todo parecía tranquilo. Charles observaba la vista desde su estudio, su expresión seria. El resto de la familia se encontraba en el salón, donde intentaban reanudar sus actividades cotidianas, aunque la tensión aún era palpable.Kristen entró con una bandeja de café, intentando disipar el silencio.—He preparado algo para todos. Creo que lo necesitamos después de la noche que tuvimos.—Gracias, mi amor —dijo Erik, tomando una taza y mirándola con ternura.Mark, sentado en el sofá con el ceño fruncido, lanzó un suspiro.—¿Nadie va a hablar de lo que pasó anoche?Veronica, quien hojeaba una revista sin interés real, alzó una ceja.—¿Qué quieres que digamos, Mark? Ese hombre era un estafador. La policía se lo llevó, y el asunt
La noche cayó sobre la casa de campo con una serenidad que contrastaba con el día previo. En el comedor, la familia Davis intentaba disfrutar de una cena tranquila. Sin embargo, los eventos recientes pendían sobre ellos como una nube oscura.Charles, sentado en la cabecera de la mesa, dirigió una mirada a cada miembro de la familia. Su semblante seguía siendo rígido, reflejando la tensión que aún no se disipaba.—Espero que después de la tormenta todos puedan relajarse un poco —dijo, rompiendo el silencio.—Es difícil relajarse cuando un extraño irrumpió en nuestra casa con acusaciones serias —respondió Erik, dejando su copa sobre la mesa con fuerza—. Creo que deberíamos tomar esto más en serio.Veronica suspiró, frustrada.—¿Vas a seguir con ese tema, Erik? Ya basta. Charles dijo que lo investigará, y eso debería ser suficiente.—Tal vez para ti lo sea, Veronica —replicó—, pero para mí no. Quiero respuestas, y las quiero ahora.Charles intervino, intentando calmar los ánimos.—Erik,
La tormenta había quedado atrás, pero las tensiones y sospechas en la casa Davis no desaparecían con el sol. Aunque todos intentaban recuperar la normalidad, Erik y Kristen sabían que había demasiados cabos sueltos.—Sospecho que estos acontecimientos están conectados con lo que nos ha venido sucediendo durante todos estos meses, Erik—reveló la joven.—Kristen, tienes razón —dijo Erik mientras se aseguraba de que nadie los escuchara en el estudio—. Todo lo que pasó en la ciudad, lo de la casa de campo y este tipo, Grayson… todo parece estar conectado.Kristen asintió, cruzando los brazos con una mezcla de determinación y preocupación.—Lo sé. Pero no creo que debamos contárselo a nadie todavía.—Especialmente no a Verónica ni a Mark —concluyó Erik—. Si esto llega a sus oídos, podríamos enfrentarnos a más problemas de los que ya tenemos.Kristen lo miró a los ojos, sus expresiones un reflejo de complicidad.—Lo investigaremos juntos. Pero, por ahora, debemos mantener esto entre nosotro
La música resonaba con fuerza en el salón, el brillo de los candelabros iluminaba las máscaras y los trajes de los invitados, pero una repentina tensión se apoderó del lugar cuando la figura de un hombre vestido completamente de negro cruzó el umbral de la puerta principal.Zayn Black había llegado.Flanqueado por dos imponentes guardaespaldas, Zayn avanzó con una confianza fría que acalló el murmullo de las conversaciones. Detrás de él, una pequeña niña de cabello castaño oscuro y ojos grandes lo seguía tímidamente, sosteniendo su mano. Amélie.Charles, siempre el anfitrión impecable, se apresuró a recibirlo, aunque no pudo ocultar su sorpresa.—Señor Black —dijo, extendiendo la mano—. Bienvenido, espero que se sienta como en casa.Zayn le ofreció una sonrisa afiladamientras estrechaba su mano.—Muchas gracias señor Davis, he escuchado tanto sobre sus famosos bailes que no pude resistir la tentación de venir.El comentario, aunque pronunciado con cortesía, tenía una carga evidente.
El aroma a café recién hecho y pasteles horneados llenaba el aire, envolviendo a Kristen en un cálido abrazo. Era un día especial, su cumpleaños, y había decidido sorprender a Mark con algo que jamás había imaginado. Mientras las primeras luces del amanecer se filtraban a través de las ventanas de la elegante cafetería, Kristen sintió que su corazón latía con fuerza, tanto por la anticipación de su regalo como por la emoción de dar un paso tan importante en su relación.Desde que había empezado a trabajar allí, su vida había dado un giro inesperado. Mark, el propietario de la cafetería, había entrado en su vida como un torbellino, trayendo consigo risas, caricias furtivas y un magnetismo que la había dejado anhelante. Ella creía en sus dulces promesas, en cada mirada intensa que compartían. Para ella, él era mucho más que un jefe; era el hombre que la hacía sentir viva. Pero hoy, estaba dispuesta a traicionar su promesa de mantener su virginidad hasta el matrimonio, impulsada por el a
En otro piso del edificio, Kristen Lawrence tarareaba suavemente mientras pasaba la mopa por los pasillos impecables de la compañía Davis Fragrances, se había prometido a si misma no derramar ni una sola lágrima más por aquel infeliz que la había traicionado, decidió continuar adelante manteniendo su espíritu inquebrantable y no volver a creer en ningún hombre nunca más. Los altos ventanales dejaban entrar la luz de la tarde, dándole a todo un resplandor dorado. El sonido de las risas y las bromas entre sus compañeros hacía su trabajo más ameno.—¡Kristen, no trabajes tanto, que nos vas a dejar mal a todos! —bromeó uno de sus compañeros, Max, un tipo robusto con una sonrisa constante.—Ya sabes cómo soy, Max —respondió Kristen con una sonrisa traviesa—. Si no hago esto, no me siento en paz.—Siempre tan entregada, ¿eh? —comentó Sara, otra trabajadora, mientras pasaba a su lado con un carrito de limpieza—. Por eso todo el mundo te adora aquí.Kristen sonrió, encogiéndose de hombros. Di