Una prima que me gusta.
Si tan sólo Hafid se levantara y mientras él esté en el baño, ella podía sacar la sábana manchada, pero tendría qué estar allí vigilando como buitre a que despertara.

Como si hubiera hecho una plegaria él se movió y de inmediato ella se colocó de manera estratégica para que no notara la mancha, además de rogar para que no recordara lo acontecido.

Él abrió los ojos y ella trató de aparentar absoluta naturalidad.

— Buenos días— dijo.

Se incorporó hasta la mitad de su cuerpo, que se mostraba completamente desnudo, ella al notarlo enrojeció hasta la raíz de su cabello.

Hafid al notar la contrariedad de ella y el color de su rostro, dijo:

— ¡Ah caramba, al parecer me desnudaste anoche!

Ella arrugó el entrecejo y dijo:

— Yo no te desnudé, me imagino que estabas tan pasado de tragos que no lo recuerdas.

— ¿Y tú lo recuerdas? — preguntó Hafid— mi mente está en blanco, además de que el dolor de cabeza es inmenso.

Ella extendió los dos analgésicos con el vaso de agua, él dijo:

— ¡Estás pr
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