Ella ya estaba algo preocupada por tener a ésta chica de visita, pero al escuchar a los niños y oír las impresiones de ellos hacia Déborah, necesitaba hablar urgentemente con Hafid. Mientras, como Sylvia lo había supuesto Hafid y Débora, habían salido juntos a divertirse como realmente lo pensó ella lo había invitado un buen lugar muy discreto para pasarla bienDébora empezó con caricias eróticas y poco a poco se fueron desvistiendo, todo estaba entre ellos al rojo vivo, los besos apasionados, las caricias candentes, de pronto Hafid se quedó quieto y ella le dijo:— ¿Sucede algo?— preguntó con fastidio Déborah. — Lo siento, no puedo continuar con esto— dijo Hafid— y empezó a recoger su ropa. — ¿Qué estás diciendo?— gritó Déborah— ¡Me estás despreciando como mujer, Hafid Aziz! — Lo siento Déborah, esto entre nosotros no funciona— dijo él— eres mi familia, no puedo verte como otra cosa.. — ¡No puedo creer que me hayas hecho venir hasta acá, para calentarme toda y dejarme insatisfe
Hafid, necesitaba meditar sobre qué había sucedido con Sylvia, aunque dió la apariencia de tomarlo con calma, se sentía inquieto por el girl que había tomado la situación entre ellos. Recordó la mancha de la sabana que Sylvia le mostró y cómo ella se había afectado, era importante para él saber que no hubo consecuencias, sería un desastre para ésta chica tener un bebé con él.Al parecer ella había soñado con enamorarse de alguien y entregarse por amor, le dió una sensación extraña en su estómago al recordar la cara de desilusión que tenía Sylvia por haberse acostado con él. Se sintió incómodo al darse cuenta que de alguna manera le había arruinado las ilusiones románticas a aquella chica, así que lo mejor era que no hubiera consecuencias. Todo lo que había sucedido entre ellos, había sido producto de haber consumido demasiado alcohol, pero después de eso seguían durmiendo juntos y no había química en sus cuerpos, deseos de tener sexo. Lo mejor era no prestarle atención a esto por
Al llegar a la clínica, se dirigió directamente al consultorio del médico, allí él doctor, después de revisar a Sylvia en la camilla, decidió hacer un eco transvaginal. Ella, sentía un poco de vergüenza, era la primera vez que exponía su desnudez ante un doctor, él empezó a hablar para darle confianza y que se relajara, para que todo saliera perfecto. — Mi querida Sylvia, aparentemente aquí, no hay un saco amniótico, todo se ve listo para que baje tu regla normal mi querida jóven señora— dijo el doctor— pero no hay un embarazo. — ¿Es en serio doctor, no estoy embarazada?— preguntó ella con alegría en su voz. — Estoy muy seguro, no hay nada acá que me indique que un bebé venga en camino, mi querida joven— dijo el doctor— veo que te sientes aliviada. — ¡Oh sí doctor, tener un bebé ahora no sería prudente, lo que pasa es tenemos ya dos gemelos y no deseo otro tan pronto— dijo ella. — ¡Ah ya! No se preocupen, dígale a su esposo que lo mejor para evitar malos ratos es usar protecc
Hafid se dirigió a su oficina, se encontraba a solas ahora, estaba pensando en una extraña sensación que sintió al saber que Sylvia no tendría otro hijo; de alguna manera se decepcionó ¿Sería que deseaba un hijo con ella? Cuándo la vió allí sentada, un extraño sentimiento le invadió, muy dentro de él sintió algo que no sabía cómo explicar y no entendía qué estaba pasando; al principio pensó, que estaba embarazada, pero luego entendió que pensar en un hijo con ella era lo más absurdo, pero le dolió. Eso le conmovió sus entrañas, sentía compasión por ella, ternura, y un extraño cariño que jamás había experimentado por ninguna persona, quizás era lástima por saber que era huérfana, que no tenía a nadie y que tendría un hijo. No sucedió, no se embarazó como lo creían los dos, así que lo que había sucedido era lo mejor, ella tendría la oportunidad un día de tener una familia como lo soñó. Sylvia, era una mujer excepcional, era excelente cómo dirigía la casa, como quería a sus hijo
— ¡Hola querida Halima! ¿Cómo has estado?— dijo Sylvia— ¡Yo bien! ¿Qué tal por allí?— preguntó Halima— ¿Qué necesitas mi niña? —Hablar con alguien— dijo Sylvia. — Bueno, aquí está mi oreja para escuchar mi amorcito, cualquier cosa que tengas que decirme, cualquier situación por la que estés pasando, aquí estoy yo; ¿a ver qué está sucediendo? — Halima, en menos de dos semanas estaremos nuevamente en América y tengo mucho temor, de cómo va a comportarse Hafid allá, él aún no olvida a Rachel— dijo Sylvia. —¿Estás segura? Yo pensé que ese tema era muerto para él— dijo la madre de Hafid. — Muy segura suegra, él aún la ama, me lo ha dicho, y la última vez que estuvo allá, se emborrachó, porque los recuerdos lo tenían abrumado— Sylvia le confió ésto a su suegra. — Me dejaste estupefacta con esta información, pero si él quiere volver, te aseguró que tú tienes el temple para controlar lo que él pueda hacer o dejar de hacer— dijo Halima. — ¡Halima estoy preocupada!— la voz de Sylvia
— A mi matrimonio se le puede llamar por interés, se puede decir así, porque él necesitaba una madre para sus hijos, pero no es un matrimonio como tal, es solo una figura representativa— dijo Sylvia. — Así como el tuyo, hay muchos matrimonios que se dan para hacer crecer la herencia financiera, porque conviene unir intereses de empresas, son muchas las razones por las que se dan las relaciones matrimoniales, funcionan y también tienen hijos— dijo la hermana Teresa. — Cuando salí de acá yo pensaba que las personas se casaban por amor, pero al participar en el mío, me di cuenta de todo lo que hay afuera de éstas paredes— dijo ella. — Así es hija, el mundo está perdiendo sus valores y principios, tú solo defiende tu vida familiar, puede ser que tu unión no haya sido adecuada,— dijo la hermana Teresa— pero tienes dos hijos que educar, hasta hacerlos más grandes. — A veces me pregunto cómo me dejé convencer para estar viviendo ésta aventura— dijo Sylvia— jamás ni en mis más remotos s
Cuanto había aprendido en dieciocho años, no sabía a qué edad llegó al orfanato, pero sí sabía que nada había sido fácil para ella; como siempre era de cabello rojo la llamaban por muchos motes. "Cabeza de zanahoria", era el más conocido, "monte en llamas", siempre terminaba dándose puños con los otros niños, hasta que un día ya no le importó. Ella sabía cómo se llamaba, los demás eran sólo fastidiosos o envidiosos sin oficio, ya después no se metieron con ella, allí entendió, que vino para no pertenecer a ninguna familia. Un día formaría la de ella y tendría muchos niños que solo serían de ella y de su esposo, pero al buscar trabajo lo primero que hace es aceptar ser una madre por contrato. ¿Arrepentida? Para nada, tenía a la familia más maravillosa, dos hijo a los que adoraba, y ellos la amaban, jamás se había sentido tan aceptada por alguien. Hafid, era solo una fachada, estaba luchando con su fantasma; el amor por Rachel, pero era atento con ella, se preocupaba, siempre le de
Nuevamente se dirigieron al cuarto de juego de los niños, éstos estaban dormidos, así que los dejaron descansar un rato más. Después dejaron a Sylvia para que descansará del viaje, a las siete llegó Hafid, ya estaban por servir la cena, estaba callado y con el rostro amargado. Sylvia estaba con los niños ocupándose de que se centraran en la comida y no en la cara del padre, después que ella le echó una mirada asesina, Hafid sonrió y se dirigió a ellos. — ¿Qué sucede, no tienen hambre?— preguntó. — ¿Estás enojado papá?— preguntó Farid. Amira estaba con él entrecejo arrugado y no quería hablar. — No estoy enojado— dijo él— estoy cansado— y tu Amira, ¿por qué tienes esa cara? — ¡Yo si estoy enojada contigo!— dijo la niña. — ¿Y eso porqué?— preguntó Hafid. — Porque cuando llegaste no nos saludamos, ni nos distes besos — dijo la niña— y estás así. Cuando dijo ésto, puso un gesto enfurruñado en su rostro, como si estuviera enojada. Hafid no pudo evitar sonreír y les pidió disc