— ¡No soy tu prima, ¿me oíste? — exclamó Déborah. — ¡Eso lo sé, pero al ser familia de mi esposo, pasas a serlo, pero ahora entiendo porqué deseas meterte bajo sus sábanas! — dijo Sylvia— no respetas sangre familiar. —¡Tú nunca serás familia mía!— dijo la prima— ¡Solo eres una arribista! — ¡Me parece, que la que está desubicada eres tu querida, la arribista acá eres tú,— dijo Sylvia— yo soy la dueña de esta casa, porque soy la esposa de Hafid Aziz, hablaré con él para que lo oigas de su boca. Sylvia se levantó y se dirigió a la puerta para salir, la conversación había terminado, Déborah se levantó de inmediato y dijo:— ¡Espera por favor, no hables con Hafid!— ella bajó la guardia y habló suave— te pido disculpas por ser tan grosera, lo siento. Sylvia la vió con recelo, no confiaba en ésta mujer, pero decidió aceptar las disculpas, por los momentos. — Está bien, acepto tus disculpas, pero recuerda que aún estás a prueba— dijo Sylvia— ¡A la primera te atendrás a las consecuencia
— Recuerdo lo mismo que tu Hafid, pero al despertar descubrí algo que cambió mi actitud hacia ti— dijo ella con cierta aprehensión. ¿Qué descubriste?— dijo él— me tienes en ascuas. — Al parecer, algo debió suceder en el antro entre tú y yo, qué al llegar acá continuamos, y voy a buscar para mostrarte— dijo ella. Silvia salió, unos minutos más tarde, venía con algo dentro de una bolsa plástica, Hafid arrugó el entrecejo, porque no entendía que contenía, ese paquete que ella traía. Ella sacó de la bolsa una sábana, y se la mostró él pudo ver una mancha escarlata en lo que ella le mostraba. —¿Estuvimos juntos?—dijo él— eso es lo que significa esa mancha que evidencia de tu virginidad. — Así es— dijo ella— aparentemente estuvimos juntos, no entiendo por qué no lo recordamos. Las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de Sylvia, se sentía avergonzada ante la presencia de Hafid al tener que decirle que había sido su mujer en una noche de exceso de alcohol. A Hafid, se le atra
Ella ya estaba algo preocupada por tener a ésta chica de visita, pero al escuchar a los niños y oír las impresiones de ellos hacia Déborah, necesitaba hablar urgentemente con Hafid. Mientras, como Sylvia lo había supuesto Hafid y Débora, habían salido juntos a divertirse como realmente lo pensó ella lo había invitado un buen lugar muy discreto para pasarla bienDébora empezó con caricias eróticas y poco a poco se fueron desvistiendo, todo estaba entre ellos al rojo vivo, los besos apasionados, las caricias candentes, de pronto Hafid se quedó quieto y ella le dijo:— ¿Sucede algo?— preguntó con fastidio Déborah. — Lo siento, no puedo continuar con esto— dijo Hafid— y empezó a recoger su ropa. — ¿Qué estás diciendo?— gritó Déborah— ¡Me estás despreciando como mujer, Hafid Aziz! — Lo siento Déborah, esto entre nosotros no funciona— dijo él— eres mi familia, no puedo verte como otra cosa.. — ¡No puedo creer que me hayas hecho venir hasta acá, para calentarme toda y dejarme insatisfe
Hafid, necesitaba meditar sobre qué había sucedido con Sylvia, aunque dió la apariencia de tomarlo con calma, se sentía inquieto por el girl que había tomado la situación entre ellos. Recordó la mancha de la sabana que Sylvia le mostró y cómo ella se había afectado, era importante para él saber que no hubo consecuencias, sería un desastre para ésta chica tener un bebé con él.Al parecer ella había soñado con enamorarse de alguien y entregarse por amor, le dió una sensación extraña en su estómago al recordar la cara de desilusión que tenía Sylvia por haberse acostado con él. Se sintió incómodo al darse cuenta que de alguna manera le había arruinado las ilusiones románticas a aquella chica, así que lo mejor era que no hubiera consecuencias. Todo lo que había sucedido entre ellos, había sido producto de haber consumido demasiado alcohol, pero después de eso seguían durmiendo juntos y no había química en sus cuerpos, deseos de tener sexo. Lo mejor era no prestarle atención a esto por
Al llegar a la clínica, se dirigió directamente al consultorio del médico, allí él doctor, después de revisar a Sylvia en la camilla, decidió hacer un eco transvaginal. Ella, sentía un poco de vergüenza, era la primera vez que exponía su desnudez ante un doctor, él empezó a hablar para darle confianza y que se relajara, para que todo saliera perfecto. — Mi querida Sylvia, aparentemente aquí, no hay un saco amniótico, todo se ve listo para que baje tu regla normal mi querida jóven señora— dijo el doctor— pero no hay un embarazo. — ¿Es en serio doctor, no estoy embarazada?— preguntó ella con alegría en su voz. — Estoy muy seguro, no hay nada acá que me indique que un bebé venga en camino, mi querida joven— dijo el doctor— veo que te sientes aliviada. — ¡Oh sí doctor, tener un bebé ahora no sería prudente, lo que pasa es tenemos ya dos gemelos y no deseo otro tan pronto— dijo ella. — ¡Ah ya! No se preocupen, dígale a su esposo que lo mejor para evitar malos ratos es usar protecc
Hafid se dirigió a su oficina, se encontraba a solas ahora, estaba pensando en una extraña sensación que sintió al saber que Sylvia no tendría otro hijo; de alguna manera se decepcionó ¿Sería que deseaba un hijo con ella? Cuándo la vió allí sentada, un extraño sentimiento le invadió, muy dentro de él sintió algo que no sabía cómo explicar y no entendía qué estaba pasando; al principio pensó, que estaba embarazada, pero luego entendió que pensar en un hijo con ella era lo más absurdo, pero le dolió. Eso le conmovió sus entrañas, sentía compasión por ella, ternura, y un extraño cariño que jamás había experimentado por ninguna persona, quizás era lástima por saber que era huérfana, que no tenía a nadie y que tendría un hijo. No sucedió, no se embarazó como lo creían los dos, así que lo que había sucedido era lo mejor, ella tendría la oportunidad un día de tener una familia como lo soñó. Sylvia, era una mujer excepcional, era excelente cómo dirigía la casa, como quería a sus hijo
— ¡Hola querida Halima! ¿Cómo has estado?— dijo Sylvia— ¡Yo bien! ¿Qué tal por allí?— preguntó Halima— ¿Qué necesitas mi niña? —Hablar con alguien— dijo Sylvia. — Bueno, aquí está mi oreja para escuchar mi amorcito, cualquier cosa que tengas que decirme, cualquier situación por la que estés pasando, aquí estoy yo; ¿a ver qué está sucediendo? — Halima, en menos de dos semanas estaremos nuevamente en América y tengo mucho temor, de cómo va a comportarse Hafid allá, él aún no olvida a Rachel— dijo Sylvia. —¿Estás segura? Yo pensé que ese tema era muerto para él— dijo la madre de Hafid. — Muy segura suegra, él aún la ama, me lo ha dicho, y la última vez que estuvo allá, se emborrachó, porque los recuerdos lo tenían abrumado— Sylvia le confió ésto a su suegra. — Me dejaste estupefacta con esta información, pero si él quiere volver, te aseguró que tú tienes el temple para controlar lo que él pueda hacer o dejar de hacer— dijo Halima. — ¡Halima estoy preocupada!— la voz de Sylvia
— A mi matrimonio se le puede llamar por interés, se puede decir así, porque él necesitaba una madre para sus hijos, pero no es un matrimonio como tal, es solo una figura representativa— dijo Sylvia. — Así como el tuyo, hay muchos matrimonios que se dan para hacer crecer la herencia financiera, porque conviene unir intereses de empresas, son muchas las razones por las que se dan las relaciones matrimoniales, funcionan y también tienen hijos— dijo la hermana Teresa. — Cuando salí de acá yo pensaba que las personas se casaban por amor, pero al participar en el mío, me di cuenta de todo lo que hay afuera de éstas paredes— dijo ella. — Así es hija, el mundo está perdiendo sus valores y principios, tú solo defiende tu vida familiar, puede ser que tu unión no haya sido adecuada,— dijo la hermana Teresa— pero tienes dos hijos que educar, hasta hacerlos más grandes. — A veces me pregunto cómo me dejé convencer para estar viviendo ésta aventura— dijo Sylvia— jamás ni en mis más remotos s