C4: El señor Royal ha fallecido.

El equipo médico comenzó su trabajo de inmediato, pero las condiciones del paciente parecían cada vez más desconcertantes. La enfermera conectó rápidamente el monitor de signos vitales, esperando al menos ver alguna señal mínima de vida. Pero la pantalla permaneció en blanco, mostrando una línea plana, sin actividad cardíaca. El médico, un hombre experimentado con años de práctica en emergencias, se acercó al paciente con calma, pero su rostro reflejaba la seriedad del momento.

—No hay signos vitales —dijo, mientras comenzaba a revisar manualmente las pulsaciones en el cuello y la muñeca del hombre, buscando alguna señal de vida en las arterias principales. Sin embargo, las dos pruebas fueron negativas. Ningún pulso detectable. Por lo tanto, procedió a la reanimación, realizando compresiones torácicas. Sin embargo, no hubo respuesta favorable.

El médico suspiró, no sorprendido, pero preocupado por la inusitada rapidez con que el hombre había colapsado. Miró al equipo con una mirada de confirmación y luego continuó revisando al paciente.

—Temperatura corporal extremadamente baja —comentó el médico, al ver la lectura del termómetro. El número que apareció en la pantalla era bajo, peligrosamente bajo. Eso indicaba una hipotermia grave, lo cual era compatible con un enfriamiento post mortem. Es decir, este hombre, identificado como Royal Fankhauser, ya había muerto.

La rigidez muscular del paciente era notable. Sus músculos, como si fueran de piedra, no cedían al tacto. El aspecto general del paciente, su rigidez, y el hecho de que el cuerpo ya había comenzado a enfriarse le indicaban que la muerte había ocurrido hace un tiempo.

A medida que los segundos pasaban, y tras varias comprobaciones más, el médico observó con más detenimiento. No hubo cambio en la temperatura ni en la rigidez. Las compresiones torácicas no habían logrado restaurar los signos vitales.

El médico se giró hacia su equipo y comenzó a hablar en voz baja, para asegurarse de que todos estuvieran al tanto de la situación.

—Este paciente no responde a la reanimación, la temperatura corporal es peligrosamente baja y la rigidez muscular indica que ha estado muerto por un tiempo. No muestra signos de actividad cardíaca.

Uno de los enfermeros, aún dudoso, intentó hacer un último esfuerzo y quiso usar el desfibrilador, pero el médico detuvo la acción con un gesto firme.

—Ya hemos intentado todo lo que se puede. La línea plana en el monitor es definitiva. No hay pulso, no hay respiración. Ya hemos llegado al punto en el que no hay retorno. Si estuviera vivo, deberíamos haber detectado algún cambio en los signos vitales tras la RCP.

El médico bajó la cabeza mientras registraba la hora de la muerte.

—Hora de la muerte: 13:42 PM —dijo en voz baja, mientras los enfermeros comenzaban a preparar el cuerpo para el traslado a la morgue. No había señales de vida y el enfriamiento del cuerpo confirmaba que la muerte había ocurrido tiempo atrás. Era necesario realizar una autopsia, ya que fue muerte súbita en una persona joven, aparentemente saludable, sin una causa evidente.

Uno de los enfermeros miró al doctor y preguntó con cautela.

—¿Está seguro de que no hay ninguna posibilidad de reanimarlo? 

El médico, sin levantar la mirada de los papeles que estaba llenando, respondió de manera tajante.

—No hay signos vitales. Si hubiera algún tipo de actividad remanente, lo habríamos detectado. Lo llevaremos a la morgue para la autopsia. Este caso es demasiado extraño para dejarlo pasar sin investigar más a fondo.

El equipo se apresuró a cubrir el cuerpo y trasladarlo a la morgue. En ese momento, la enfermera recogió el formulario de la hora de la muerte y lo envió a los registros del hospital.

*****

Kisa seguía abrazando a Coral en la sala de espera y la niña estaba ahora más tranquila, quien se había quedado dormida en brazos de la mujer. La situación era confusa y el tiempo pareció haberse detenido desde que llegó junto con los paramédicos.

Fue entonces cuando el médico salió por la puerta del área de urgencias con una expresión difícil de descifrar. Se acercó a Kisa, quien lo miró, esperando una buena noticia. El médico la observó por un instante, luego sus ojos pasaron de Coral, que descansaba en su regazo, a Kisa nuevamente.

Coral, agotada por la tensión de todo lo ocurrido, siguió durmiendo. Su pequeña cabeza descansaba suavemente en el brazo de Kisa y su respiración era ligera, ajena a la gravedad de lo que estaba sucediendo.

—Lo siento mucho —dijo el médico en un tono suave, pero firme—. En el estado en que llegó, no pudimos hacer nada —hizo una breve pausa, como si buscara las palabras correctas—. El señor Royal ha fallecido, y me temo que cuando lo subieron a la ambulancia, ya no tenía pulso.

Kisa sintió un nudo en el estómago. El golpe de esas palabras fue como una bofetada, pero mantuvo la calma, consciente de la niña que aún estaba en sus brazos. No quería que Coral escuchara aquello, no quería que la pequeña entendiera lo que significaba. Ella ya había pasado por demasiada angustia.

Por fortuna, Coral no escuchó, pues estaba sumida en sueños.

—Dios mío... —articuló apenas, impactada por lo que acababa de escuchar. Sin embargo, segundos después de analizar las palabras del médico, frunció el ceño—. Aguarde un segundo. ¿Dijo que llegó aquí... sin vida? Eso no puede ser, los paramédicos le han puesto oxigeno y en la pantalla de la máquina que usaron se podía ver que su corazón aún latía. Yo misma escuché lo que decían.

El médico hizo una mueca de desacuerdo.

—Probablemente haya sido un error. El cuerpo del señor Royal estaba empezando a experimentar enfriamiento y rigidez post mortem, lo que significa que ya había fallecido hacía un par de horas.

—Un par de... ¿qué? —simplemente no podía creerlo, considerando todo lo que los paramédicos habían hecho para mantener a Royal estable.

"Tiene pulso, pero es débil..."

"Respira, pero es superficial..."

Kisa recordó las palabras de los paramédicos. ¿Cómo puede el médico decir que ya estaba muerto hacía un par de horas, después de todo lo que había visto y oído?

Aunque... también recordó cómo encontró a Royal, y era verdad que estaba frío y casi sin color.

—Es... difícil de creer. ¿Cómo es posible que se haya cometido un error de esta magnitud? Nada de esto tiene sentido, aquí hay algo raro...

—Tiene razón. Es por ello que será llevado a la morgue para ser examinado. Dado que es un hombre joven y la muerte fue súbita con causa desconocida, se realizará una autopsia de manera automática, por procedimiento. También hablaré con los paramédicos para averiguar qué sucedió en la ambulancia.

—Pero... ¿no necesitan el consentimiento de sus familiares para realizar una autopsia? ¿Han logrado contactar con ellos?

—En casos raros como estos, no es necesario el consentimiento de la familia, ya que se considera una muerte inesperada y sin causa clara.

Kisa asintió en silencio, procesando la información. Cuando finalmente cayó en cuenta que el padre de Coral había fallecido, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, pero las contuvo. Necesitaba ser fuerte, por la niña.

El médico se quedó un momento en silencio, y luego, con una expresión que reflejaba respeto, habló.

—Lamento mucho su pérdida. Si hay algo más que necesiten, por favor, no duden en avisarnos.

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