Royal, decidido y sacando fuerzas de donde sea, se forzó a vestirse rápidamente y salió de la habitación.—Tú conoces a esa mujer, ¿no? —preguntó Royal al médico, en lo que caminaban uno al lado del otro—. La viste y hablaste de frente con ella, lo que significa que la reconocerás con facilidad.—Sí, podré hacerlo —replicó el médico.Sin perder tiempo, ambos se dirigieron hacia la sala de espera, suponiendo que encontrarían a la mujer o habría alguna pista de ella. Pero al llegar, no había rastro de la desconocida. Tampoco estaba Coral, lo cual hizo que Royal comenzara a alterarse todavía más.—¡Mal-dita sea! ¿Dónde demonios están? ¿Cómo es posible que nadie haya preguntado quién era? ¡Dejaron a mi hija con una completa desconocida! —se quejó, a lo que el médico intentó calmarlo.—Señor Fankhauser, por favor, comprende. Nuestra prioridad era salvarte la vida. Estábamos enfocados en ti —trató de explicarle, pero Royal no quiso escuchar.—¡Solo son excusas! ¡Quiero que encuentren a mi hi
Kisa miró a Royal fijamente, todavía aturdida por todo lo que estaba sucediendo.—Su hija estaba muy preocupada por usted, debería estar celebrando su recuperación con ella...Royal giró la cabeza hacia ella, con una mirada cargada de desprecio.—Tú no tienes ningún derecho a decirme lo que debo o no hacer con mi hija. Además, sé exactamente qué clase de trucos estás usando. Te ganaste su confianza, fuiste amable y buena con ella solo para traerla aquí. Personas como tú hacen eso. Manipulan.—¿Personas como yo?—Mira este lugar —señaló, observando a su alrededor con desagrado—. Es un asco. Huele a... pobreza. Gente como tú no tiene nada que perder y mucho que ganar al involucrarse con familias como la mía.El insulto fue como un golpe para Kisa. Atónita, se quedó en silencio durante unos segundos antes de responder con firmeza, aunque su voz reflejaba la indignación que sentía.—Disculpe, señor, pero no lo conozco para nada. No voy a permitir que venga a mi casa a insultarme de esa m
—Pero... ¿porqué? —insistió Coral—. Kisa es linda, es buena...—No, hija, no es buena —respondió, controlando su tono para no asustarla—. Se aprovechó de la situación. Te llevó sin mi permiso, y eso está mal, muy mal. Tenía malas intenciones, quería alejarte de mí.—¿D-De verdad? —preguntó Coral, con la voz quebrada por la sorpresa, sin entender completamente.—Sí, pequeña, ella quería llevarte lejos. Pero no volverás a verla, lo prometo. Ella trató de usarte para sus propios fines, pero ya he tomado medidas para que no vuelva a acercarse.Coral lo miró, todavía desconcertada, como si algo no encajara en todo lo que acababa de escuchar.—Pero... papá... —murmuró, buscando las palabras—. No me hizo daño... Ella fue... amable.Royal la miró fijamente, pero su tono fue tajante.—Yo sé lo que te estoy diciendo, hija. Será difícil que lo entiendas, pero sé lo que pasó, y sé lo que es mejor para ti. Confía en mí. Ella no volverá a cruzarse contigo.Coral solo permaneció en silencio, jugando
Cuando Royal vio los moretones oscuros en el torso y la espalda de la niña, su corazón se detuvo. Sus ojos se abrieron de par en par y un frío recorrió su cuerpo.—Coral... —susurró de repente.Coral giró sobresaltada, cubriéndose el torso con sus brazos.—¡Papá! ¿Porqué volviste a entrar? —gritó, con la voz temblorosa y cargada de vergüenza y miedo.Royal se acercó rápidamente, cayendo de cuclillas frente a ella, buscando nivelarse con su pequeña. Sus ojos exploraban cada rincón de su cuerpo, cada marca, cada sombra. Era como si el aire lo asfixiara.—¿Qué te pasó? —preguntó con urgencia, tratando de tomar sus manos, pero Coral las apartó.—Nada, nada... solo me lastimé jugando en la escuela —dijo rápidamente, pero su voz carecía de convicción.Royal frunció el ceño y, con suavidad pero con firmeza, tomó sus pequeños brazos para apartarlos del torso que trataba de proteger.—Coral, estos moretones no son de jugar —un fuego se encendió en su interior mientras intentaba mantener la cal
Royal salió de la mansión en un torbellino de furia. Cada paso que daba resonaba como un eco de su enojo por los pasillos silenciosos de la casa. Su mandíbula estaba tensada y sus ojos inyectados de rabia.Al llegar al vestíbulo, se encontró con Magalí.—¿A dónde vas de nuevo? —preguntó ella con curiosidad al notar la urgencia en Royal.—Tengo que salir —respondió él, con un tono seco y apresurado.—¿No vas a llevarme a casa? ¿O prefieres que me quede aquí? —agregó, ya que Magalí no vivía en la mansión, sino sola en un departamento.Royal se detuvo un instante, mirando a Magalí como si su presencia fuera un obstáculo.—Vete por tu cuenta —declaró—. Estoy ocupado. Me surgió algo importante.—¿No puedes acercarme a mi casa al menos? Solo será un momento —insistió Magalí, algo desconcertada.—Tengo prisa —replicó Royal, girándose hacia la puerta—. Nos vemos mañana.Royal subió al coche con movimientos rápidos, como si cada minuto fuera crucial, y se dirigió hacia la comisaría. Su rostro
Kisa se removió incómoda en la parte trasera del auto policial, en lo que las esposas apretaban sus muñecas, dejándole marcas en la piel.—Por favor, déjenme ir, ¡yo no hice nada malo! —insistió Kisa.—Si eres inocente, se demostrará en el proceso —respondió el que conducía la patrulla.—¡Yo ni siquiera conozco a ese hombre! —resaltó—. No sabía que era rico o algo parecido, ¡apenas sé su nombre porque su hija se lo mencionó a uno de los paramédicos!—¿Estás diciendo que nunca has visto al señor Fankhauser? —preguntó de repente, lo cual llamó la atención de Kisa.—¿Cómo? Dijo... ¿Fankhauser? —entonces recordó a la empresa en la cual había postulado para el obtener el empleo.«¿Será posible que... ese hombre fuera el dueño de "Fankhauser Aether Motors"?», pensó, y ese pensamiento la dejó atónita.Al llegar finalmente a la comisaría, el vehículo de patrullaje frenó con suavidad y el motor se apagó con un rugido final. La luz de la comisaría iluminaba el lugar, creando un contraste entre
Al día siguiente, Kisa fue llevada a una habitación que tenía paredes grises y una luz fría que pendía del techo, iluminando el espacio de manera opresiva. Kisa tomó asiento en una silla metálica frente a una mesa, con las manos cruzadas frente a ella. Llevaba la misma ropa del día anterior, ligeramente arrugada, y sus ojos reflejaban cansancio. Frente a ella, un oficial con rostro serio y voz calmada revisaba unos papeles antes de iniciar la conversación.Un segundo oficial, con una grabadora de voz, verificaba que estuviera en funcionamiento. Todo era meticuloso y profesional.—Señorita Maidana, soy el oficial Robles y mi colega aquí es el oficial Torres. Este interrogatorio será grabado para documentar su declaración como parte de la investigación en curso. ¿Ha contactado con su abogado?—No tengo uno, pero lo pensé bien y no lo necesitaré. Responderé las preguntas que hagan, tengo la consciencia tranquila porque no hice nada malo.—Bien, comencemos desde el principio. ¿Cómo conoci
Royal no pudo dar crédito a lo que acababa de oír, como si sus oídos no pudieran procesar la información que había recibido. Estaba tan atónito que su mente parecía quedarse en blanco, incapaz de aceptar aquel hecho. ¿En qué momento había descuidado tanto a Coral que no se enteraba de nada?—Eso solo puede significar… que alguien más la ha estado maltratando. ¿En la escuela? ¿O... aquí en la casa? ¿Quién podría hacerle esto?El médico lo observó con preocupación, pero no dijo nada más. Royal respiró hondo y se arrodilló frente a Coral, mirándola directamente a los ojos.—Coral… por favor, dime la verdad. ¿Quién te ha estado haciendo esto? No tengas miedo, estoy aquí para protegerte.La niña no respondió. Sus labios temblaron ligeramente y apretó los ojos como si estuviera reteniendo las lágrimas. Royal colocó una mano en su hombro, tratando de transmitirle seguridad.—Coral, no voy a enojarme contigo. Te prometo que no dejaré que esa persona vuelva a lastimarte, pero necesito que me d