—Pero... ¿porqué? —insistió Coral—. Kisa es linda, es buena...—No, hija, no es buena —respondió, controlando su tono para no asustarla—. Se aprovechó de la situación. Te llevó sin mi permiso, y eso está mal, muy mal. Tenía malas intenciones, quería alejarte de mí.—¿D-De verdad? —preguntó Coral, con la voz quebrada por la sorpresa, sin entender completamente.—Sí, pequeña, ella quería llevarte lejos. Pero no volverás a verla, lo prometo. Ella trató de usarte para sus propios fines, pero ya he tomado medidas para que no vuelva a acercarse.Coral lo miró, todavía desconcertada, como si algo no encajara en todo lo que acababa de escuchar.—Pero... papá... —murmuró, buscando las palabras—. No me hizo daño... Ella fue... amable.Royal la miró fijamente, pero su tono fue tajante.—Yo sé lo que te estoy diciendo, hija. Será difícil que lo entiendas, pero sé lo que pasó, y sé lo que es mejor para ti. Confía en mí. Ella no volverá a cruzarse contigo.Coral solo permaneció en silencio, jugando
Cuando Royal vio los moretones oscuros en el torso y la espalda de la niña, su corazón se detuvo. Sus ojos se abrieron de par en par y un frío recorrió su cuerpo.—Coral... —susurró de repente.Coral giró sobresaltada, cubriéndose el torso con sus brazos.—¡Papá! ¿Porqué volviste a entrar? —gritó, con la voz temblorosa y cargada de vergüenza y miedo.Royal se acercó rápidamente, cayendo de cuclillas frente a ella, buscando nivelarse con su pequeña. Sus ojos exploraban cada rincón de su cuerpo, cada marca, cada sombra. Era como si el aire lo asfixiara.—¿Qué te pasó? —preguntó con urgencia, tratando de tomar sus manos, pero Coral las apartó.—Nada, nada... solo me lastimé jugando en la escuela —dijo rápidamente, pero su voz carecía de convicción.Royal frunció el ceño y, con suavidad pero con firmeza, tomó sus pequeños brazos para apartarlos del torso que trataba de proteger.—Coral, estos moretones no son de jugar —un fuego se encendió en su interior mientras intentaba mantener la cal
Royal salió de la mansión en un torbellino de furia. Cada paso que daba resonaba como un eco de su enojo por los pasillos silenciosos de la casa. Su mandíbula estaba tensada y sus ojos inyectados de rabia.Al llegar al vestíbulo, se encontró con Magalí.—¿A dónde vas de nuevo? —preguntó ella con curiosidad al notar la urgencia en Royal.—Tengo que salir —respondió él, con un tono seco y apresurado.—¿No vas a llevarme a casa? ¿O prefieres que me quede aquí? —agregó, ya que Magalí no vivía en la mansión, sino sola en un departamento.Royal se detuvo un instante, mirando a Magalí como si su presencia fuera un obstáculo.—Vete por tu cuenta —declaró—. Estoy ocupado. Me surgió algo importante.—¿No puedes acercarme a mi casa al menos? Solo será un momento —insistió Magalí, algo desconcertada.—Tengo prisa —replicó Royal, girándose hacia la puerta—. Nos vemos mañana.Royal subió al coche con movimientos rápidos, como si cada minuto fuera crucial, y se dirigió hacia la comisaría. Su rostro
Kisa se removió incómoda en la parte trasera del auto policial, en lo que las esposas apretaban sus muñecas, dejándole marcas en la piel.—Por favor, déjenme ir, ¡yo no hice nada malo! —insistió Kisa.—Si eres inocente, se demostrará en el proceso —respondió el que conducía la patrulla.—¡Yo ni siquiera conozco a ese hombre! —resaltó—. No sabía que era rico o algo parecido, ¡apenas sé su nombre porque su hija se lo mencionó a uno de los paramédicos!—¿Estás diciendo que nunca has visto al señor Fankhauser? —preguntó de repente, lo cual llamó la atención de Kisa.—¿Cómo? Dijo... ¿Fankhauser? —entonces recordó a la empresa en la cual había postulado para el obtener el empleo.«¿Será posible que... ese hombre fuera el dueño de "Fankhauser Aether Motors"?», pensó, y ese pensamiento la dejó atónita.Al llegar finalmente a la comisaría, el vehículo de patrullaje frenó con suavidad y el motor se apagó con un rugido final. La luz de la comisaría iluminaba el lugar, creando un contraste entre
Al día siguiente, Kisa fue llevada a una habitación que tenía paredes grises y una luz fría que pendía del techo, iluminando el espacio de manera opresiva. Kisa tomó asiento en una silla metálica frente a una mesa, con las manos cruzadas frente a ella. Llevaba la misma ropa del día anterior, ligeramente arrugada, y sus ojos reflejaban cansancio. Frente a ella, un oficial con rostro serio y voz calmada revisaba unos papeles antes de iniciar la conversación.Un segundo oficial, con una grabadora de voz, verificaba que estuviera en funcionamiento. Todo era meticuloso y profesional.—Señorita Maidana, soy el oficial Robles y mi colega aquí es el oficial Torres. Este interrogatorio será grabado para documentar su declaración como parte de la investigación en curso. ¿Ha contactado con su abogado?—No tengo uno, pero lo pensé bien y no lo necesitaré. Responderé las preguntas que hagan, tengo la consciencia tranquila porque no hice nada malo.—Bien, comencemos desde el principio. ¿Cómo conoci
Royal no pudo dar crédito a lo que acababa de oír, como si sus oídos no pudieran procesar la información que había recibido. Estaba tan atónito que su mente parecía quedarse en blanco, incapaz de aceptar aquel hecho. ¿En qué momento había descuidado tanto a Coral que no se enteraba de nada?—Eso solo puede significar… que alguien más la ha estado maltratando. ¿En la escuela? ¿O... aquí en la casa? ¿Quién podría hacerle esto?El médico lo observó con preocupación, pero no dijo nada más. Royal respiró hondo y se arrodilló frente a Coral, mirándola directamente a los ojos.—Coral… por favor, dime la verdad. ¿Quién te ha estado haciendo esto? No tengas miedo, estoy aquí para protegerte.La niña no respondió. Sus labios temblaron ligeramente y apretó los ojos como si estuviera reteniendo las lágrimas. Royal colocó una mano en su hombro, tratando de transmitirle seguridad.—Coral, no voy a enojarme contigo. Te prometo que no dejaré que esa persona vuelva a lastimarte, pero necesito que me d
Luego de unos días de incertidumbre, Royal recibió una llamada que interrumpió su rutina. Era el policía encargado de la investigación, quien lo citaba en la comisaría para hablar sobre los resultados. Royal, impaciente y ansioso, no perdió ni un minuto y decidió dirigirse inmediatamente hacia allí, acompañado de Marshall, su abogado.Luego de ingresar al lugar, fueron guiados hasta una habitación, en donde se encontraban los policías.—Señor Fankhauser —comenzó el investigador principal—, hemos concluido nuestra revisión del caso. Quiero ser completamente claro e informarle sobre la decisión que hemos tomado.—Perfecto. Imagino que esto llegará a un juicio, ¿no? —asumió Royal.—En realidad, no —respondió el investigador.—¿Cómo que no? —Royal frunció el ceño y se inclinó hacia adelante.—Entrevistamos a varias personas cercanas a la señorita Kisa Maidana, como vecinos y otras personas de su entorno. Ninguno mencionó comportamientos sospechosos ni tuvo quejas sobre ella. De hecho, tod
La llegada de Marfil a la comisaría para recoger a su hermana fue un momento lleno de emociones. Kisa finalmente salió de la comisaría, el lugar que había sido el centro de la angustia que había atravesado. Tenía los hombros ligeramente encorvados, como si el peso de todo lo vivido aún pesara sobre ella. Había sido una experiencia difícil, pero pudo superarlo con dignidad.Al ver a su hermana, su rostro se iluminó con alivio. Se abrazaron fuerte, como si temieran que el mundo pudiera alejarlas de nuevo.—¡Gracias a Dios que todo salió bien! —exclamó Marfil, con la voz cargada de alegría.—Sí, fue horrible, pero afortunadamente ya se terminó —respondió Kisa, apretando más el abrazo.Después de unos momentos de consuelo mutuo, decidieron emprender el regreso a casa. Tuvieron que tomar el autobús, ya que el dinero escaseaba como para tomar un taxi, que eran más costosos.Durante el trayecto, Kisa intentaba relajarse, observando las luces de la ciudad que pasaban fugazmente por la ventana