Royal permaneció en la habitación, sin intención de dejarlas solas. Había algo en la presencia de Kisa con Coral que le daba tranquilidad, aunque no estaba dispuesto a admitirlo abiertamente. Pasaron algunos minutos y la energía que había llenado la habitación lentamente comenzó a desvanecerse, pues la niña, después de todo lo que había vivido ese día, empezó a bostezar, con los ojos pesados y las mejillas ligeramente sonrojadas por el cansancio.—Cori —dijo Kisa con ternura—, ¿por qué no te tomas un baño y luego te acuestas? Así podrás descansar bien y mañana estarás lista para volver a la escuela.Coral frunció un poco el ceño al escuchar la mención de la escuela, pero asintió.—Además, te dejaré una tarea. Tienes que disculparte con tu maestra por haberla preocupado hoy —añadió Kisa, pero no lo hizo con un tono de reproche, sino con toda la delicadeza. —¿De verdad tengo que hacerlo? —preguntó, jugando con sus dedos.Kisa sonrió.—Sí, creo que sería una buena idea. Estoy segura de
El impacto de la caída aún resonaba en el silencio de la habitación, pero el verdadero peso estaba en la cercanía que ahora compartían Kisa y Royal. Ella, todavía en el suelo, con sus manos apoyadas en el torso de Royal, pudo sentirlo claramente. A través del traje que él llevaba, notó lo firme de su cuerpo, como si cada músculo estuviera esculpido con dedicación. Él era un hombre que cuidaba de sí mismo, sin duda alguna.Royal, ajeno al escrutinio de Kisa, mantenía una expresión seria, aunque había en su mirada un destello de preocupación que lo humanizaba aún más. Pero Kisa estaba perdida en otra cosa. Por primera vez desde que lo conoció, lo miró verdaderamente, sin la barrera de sus prejuicios ni la tensión que siempre los envolvía.Royal era un hombre atractivo, y ahora lo notaba con claridad. Su cabello, un castaño claro con tonos rubios, tenía un brillo que, imaginó Kisa, se intensificaba bajo el sol. No era un rubio típico, sino uno sutil, que parecía cambiar con la luz. Sus o
Al final, Kisa permaneció junto a Coral hasta que la pequeña se quedó dormida. Estaba acostada en la cama con ella, acariciándole el cabello con suavidad mientras la niña abrazaba a su peluche favorito. Coral respiraba de manera tranquila y profunda, hundida en un sueño plácido que parecía reflejar la seguridad que sentía al tener a Kisa cerca.Royal había salido solo un momento de la habitación, y cuando regresó, encontró a Kisa inclinada sobre Coral, dándole un beso en la frente con ternura antes de levantarse de la cama. Kisa se enderezó con cuidado para no despertarla y se giró hacia Royal.—Bueno, ya es momento de que me vaya. Me he demorado mucho aquí —dijo con un tono bajo, casi susurrando para no perturbar el sueño de la niña.—Tu hermana debe estar preocupada por ti, ¿no es así?Kisa negó con una leve sonrisa.—A decir verdad, le envié un mensaje mientras estaba acostada con Coral. Sabe que estoy aquí, así que no pasa nada.Royal cruzó los brazos, mirándola con cierta serieda
Kisa permaneció en silencio, aún mirando por la ventana, intentando ignorar la sensación incómoda que le había dejado aquel momento. Sin embargo, fue Royal quien finalmente rompió el silencio.—¿Por qué no te mudas aquí al frente? —preguntó de repente, refiriéndose al asiento del copiloto.Ella giró la cabeza hacia él, sorprendida por la pregunta.—No, gracias. Aquí estoy bien —respondió con firmeza, a lo que Royal asintió lentamente.—Está bien, como gustes.Kisa bajó la mirada, sopesando lo que acababa de decir. Después de un momento callada, decidió añadir algo más.—No quisiera que tu esposa nos viera desde su casa y pensara mal de nosotros.Royal frunció el ceño y lanzó una mirada rápida hacia Kisa antes de encender el motor y continuar manejando.—Magalí no es mi esposa —alegó con calma, como si fuera algo evidente.Kisa parpadeó, desconcertada por la respuesta. —¿No es tu esposa? —preguntó, más para confirmar que había entendido bien.Royal negó con la cabeza.—No lo es. Ademá
Kisa, asombrada, no pudo evitar parpadear varias veces.—¿Cómo? —cuestionó, sin poder creerlo.Royal levantó una mano en señal de control, anticipando posibles objeciones.—Escucha —dijo, con una ligera exhalación de aire, como si estuviera buscando las palabras adecuadas—. Coral nunca ha tenido una niñera como tal. Siempre fui yo o mi madre quienes nos encargábamos de ella, o, cuando yo no estaba, las empleadas se hacían cargo, pero... —hizo una pausa y sus ojos bajaron al suelo, como si tratara de ordenar sus pensamientos antes de continuar—. Mi hija nunca ha sido realmente cercana a mi madre. A pesar de que mi madre ha intentado todo lo posible, nunca ha logrado establecer un vínculo estrecho con ella. Coral no es apegada a ella ni a las empleadas, nunca lo fue. Se siente más cómoda cuando estoy cerca y parece haber una especie de distancia con los demás, como si no terminara de confiar del todo.Kisa mantuvo el silencio, escuchando atentamente.—Me sorprende, sin embargo, lo rápid
—De verdad lamento profundamente que Coral esté pasando por esto —expresó Kisa, con un semblante de tristeza y compasión. Llevó la mano a su pecho, pues sentía que su corazón se contraía—. Es una niña increíble, llena de bondad, dulce y cariñosa. Es tan atenta y sensible, que es imposible no encariñarse con ella. Se le nota la ternura en cada gesto, en cada palabra. No puedo entender cómo alguien puede ser capaz de hacerle algo tan terrible. Duele saber que está sufriendo en silencio, intentando seguir adelante a pesar de todo. Me pregunto cómo alguien podría ser tan cruel, ¿cómo alguien podría hacerle eso a una niña tan maravillosa, tan llena de luz?Kisa se veía confundida. No comprendía cómo podía existir una persona capaz de dañar a un ser tan indefenso. Su mente simplemente no lograba procesarlo. La imagen de Coral, tan inocente, tan pura y vulnerable, le revolvía el corazón.—Es realmente incomprensible para mí. Me cuesta creer cómo alguien puede ser tan malvado. Coral es solo u
Las palabras de Royal dejaron a Kisa sin aliento. No sabía si estaba soñando o si realmente entendía lo que se le estaba ofreciendo. Le tomó un momento asimilarlo todo antes de responder.—¿Yo... trabajaré en tu empresa? —preguntó, escéptica. —Claro —respondió Royal con confianza—. ¿No te agrada la idea? Creí que eso era lo que querías.—No se trata de eso —respondió rápidamente, asegurando que comprendiera el alcance de la propuesta—. Yo sé que puedo ser buena en esa área. Pero, bueno, pensaba en la posibilidad de hacer las cosas de manera más formal, como una entrevista, para asegurar que todo fuera justo, como debe ser. No quisiera que alguien más se quedara sin trabajo por mi culpa...—Estoy siendo justo. Te estoy dando la oportunidad de demostrarme que eres buena trabajando. Es más, si eres excelente en ese puesto, puedes avanzar en la empresa y obtener ascensos.Kisa lo miró, aún sorprendida por el tamaño de la oferta, aunque sintió una creciente sensación de gratitud y, al mis
Royal observó a Marfil por un largo momento, notando con más detalle el gran parecido que tenía con Kisa, pero con una diferencia marcada: Marfil era más joven, más bonita. Tenía el cabello castaño claro, más brillante, y unos ojos azules que contrastaban con los grises de Kisa.Su rostro, tan fresco y lleno de vitalidad, era casi como un reflejo de lo que Kisa había sido. La diferencia de edad no era tanta, pero lo que las distinguía era que Kisa tenía una mirada y un semblante más maduro y serio, a lo que Marfil brillaba por su inexperiencia en la vida.Aunque la diferencia de edad entre ambas no era mucha, Marfil tenía una cara mucho más juvenil, esa frescura que la hacía parecer aún más inocente y despreocupada. Con sus deiciocho años, Marfil parecía tener la energía y el entusiasmo de la juventud, mientras que Kisa, con veintitrés años, tenía una actitud más reservada.—Hola, Marfil. Un gusto conocerte —saludó Royal—. Imagino que la propuesta que escuchaste te interesó bastante,