Royal conducía su auto por la carretera, manteniendo sus manos firmes en el volante. Su hija estaba sentada a su lado, quien permanecía callada mirando la ventana. Justo en ese momento, el celular del CEO comenzó a sonar.—¿Qué pasa, Marshall? —contestó, luego de ver que se trataba de él.—Acabo de hablar con Kisa. Ella rechazó el cheque y se negó a firmar el documento de confidencialidad.Royal frunció el ceño, apretando ligeramente el volante.—¿Qué? ¿Cómo que se negó? ¿No intentaste persuadirla?—Traté —respondió Marshall—. Pero no quiso escuchar. Me cerró la puerta en la cara antes de que pudiera decir más.—Tch, ¿qué clase de abogado eres si no puedes convencer a una simple muchacha? —le increpó, molesto.—Oye, relájate, ¿quieres? —alegó Marshall—. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que derribara la puerta? ¿Que entrara por la ventana? Entonces, el que tendría problemas legales sería yo.—Haz lo que puedas. No importa si no acepta el cheque, pero ese documento tiene que estar firmado.—D
Royal, en lugar de marcharse, se plantó frente a la casa de Kisa y no dejó de golpear la puerta. Lo hizo una y otra vez, de manera persistente.—¡Abre, abre! ¡No te quitaré mucho tiempo, necesito hablar contigo! ¡Es muy importante! ¡Así que abre, Kisa Maidana!Kisa lo ignoró, pensando que en poco tiempo se cansaría y se iría. Sin embargo, Royal no se movió de su sitio. Pasó una hora entera golpeando la puerta sin mostrar signos de rendirse.—Hermana, ¿por qué no abres la puerta? —preguntó Marfil, quien ya se estaba fastidiando con tanto ruido—. Escucha lo que tiene que decir y ya, para que se vaya de una vez.—Ni hablar. Estoy segura de que viene porque su abogado le comentó que no recibí el cheque y tampoco quise firmar el documento ese de confidencialidad —alegó Kisa—. Apuesto a que está aquí para tratar de persuadirme de nuevo.—Pero ¿qué tiene de malo? Creo que mereces esa compensación, solo recuerda todo lo que te ha hecho pasar. Además, seguiremos estando sin luz demasiado tiemp
Kisa lo miró con atención, como tratando de buscar un trasfondo a sus palabras.—Gracias por haberla cuidado y por no dejarla sola en ningún momento —agregó Royal—. Y... quiero pedirte disculpas.Kisa alzó ligeramente las cejas, sorprendida por aquel gesto inesperado.—Lamento no haberte escuchado. Tienes razón en que ni siquiera te di la oportunidad de defender tu inocencia. Estaba tan cegado por mis propios miedos y la desesperación del momento que no supe ver más allá. Solo me dejé llevar por mis emociones y tomé decisiones apresuradas sin considerar lo que tenías que decir. Fui injusto contigo, así que lo siento. Kisa tenía sus dudas. No sabía si Royal estaba siendo realmente sincero, o solo lo decía para persuadirla. Aun así, no pudo ignorar el peso de su disculpa, así que decidió tomarla y decir algo más.—Yo también lo siento.Royal no pudo evitar mostrarse algo asombrado. Había estado esperando que Kisa siguiera con su actitud de víctima, o que rechazara sus disculpas, pero n
Royal entrecerró los ojos, visiblemente confundido por lo que Kisa decía. Sin embargo, se quedó en silencio unos minutos, analizando sus palabras.Finalmente entendió a qué se refería. Estaba acostumbrado a dar órdenes, así que esa era la razón por la que su forma de hablar era tan imperativa. No decía "por favor" y raramente agradecía, tampoco era de pedir disculpas, y eso era habitual en él, era su lenguaje cotidiano y su manera de ser.Exhaló aire de manera ruidosa, pues le parecía absurdo que eso le molestara tanto. Sin embargo, estaba a punto de lograr lo que buscaba, así que solo cedió.—Tienes razón. Mis disculpas. Por favor, firma el documento. Te lo agradecería mucho —articuló, con una sonrisa forzada.Esa respuesta calmó a Kisa, quien asintió levemente. Tomó el documento y comenzó a leerlo con detenimiento. Sus ojos se movían rápidamente por las líneas, asegurándose de que no hubiera nada sospechoso. Una vez satisfecha, tomó la pluma y lo firmó.Royal tomó el documento y lo
Coral había caminado bastante por una calle desconocida, hasta que decidió detenerse. Temía dar un paso más pues se había dado cuenta de que estaba perdida.Mientras tanto, en la escuela, su maestra se percató de que la niña no había vuelto a su asiento. Al principio pensó que quizás fue al baño antes de entrar a su aula, pero pasaron los minutos y siguió sin regresar. Por esa razón, salió de su clase para buscarla.La buscó por toda la escuela, pero no la encontró por ninguna parte. Informó al director del recinto y miraron las cámaras de seguridad, en donde la vieron marcharse sola.En medio de su desesperación, no tuvo más opción que llamar a su padre. Él atendió la llamada y la maestra le informó que Coral había estado presente en las primeras horas, pero después del recreo no regresó al aula. Su mochila estaba allí y las cámaras de seguridad mostraron que salió por la entrada sin ninguna compañía.Al escucharlo, el cuerpo de Royal se congeló.—¿Cómo que salió? —cuestionó el CEO,
Royal, con el corazón aún palpitando rápido por la angustia vivida en los últimos momentos, sintió una profunda sensación de alivio al ver que su hija estaba bien. El miedo que lo había invadido durante todo el tiempo en que estuvo apartado de ella pareció desvanecerse lentamente, como si una pesada carga se hubiera aligerado de sus hombros. Con una ternura que solo un padre podría sentir, la envolvió en un abrazo tan fuerte que buscaba protegerla de cualquier cosa que pudiera amenazar su bienestar. La estrechó contra su pecho, anhelando no solo darle consuelo a ella, sino también aliviar el nudo que sentía en su garganta, ese nudo formado por la ansiedad y la preocupación que lo habían atormentado. Sintió su pequeña figura en sus brazos, el calor de su cuerpo, el latido de su corazón que, aunque agitado, demostraba que todo había vuelto a la normalidad.—Por favor, no vuelvas a hacer algo así, Coral. ¿Entiendes? —manifestó Royal—. Es muy peligroso andar por la calle sola. Nunca, jam
—Mi nombre es Kisa Maidana. Estoy esperando al Sr. Fankhauser y a su hija, Coral —replicó la joven.La respuesta de Kisa no pareció aclarar del todo las dudas de la mujer, quien frunció ligeramente el ceño y cruzó los brazos, evaluándola.—¿Trabajas en la empresa de mi marido? —preguntó Magalí de pronto, con un tono que parecía buscar posicionarse en un lugar superior.Kisa parpadeó un par de veces, sorprendida y un tanto confundida por la pregunta. La palabra "marido" retumbó en su mente, y al instante, recordó lo que Coral le había contado: que su padre tenía una novia, y esa fue la palabra que usó para describirla. Una novia.Para ella, el término "novia" parecía sugerir algo menos formal que "esposa". Quizás Coral no tenía claro si su padre estaba casado o no, o quizás lo había dicho de manera inocente, sin darle demasiada importancia al término. A pesar de la confusión, Kisa decidió no darle demasiada vuelta al asunto. Después de todo, si Royal estaba o no casado con esa mujer no
Magalí no podía decir mucho más sin quedar en evidencia. Su tono, aunque arrogante, delataba un matiz de inseguridad. Dio un paso hacia atrás, mientras seguía cruzada de brazos, intentando recuperar su aire de superioridad mientras esperaba el regreso de Royal.Kisa, por su parte, decidió no agregar más. Entendía que la situación era incómoda para ambas, pero no era su intención generar un conflicto. Permaneció tranquila, aunque no podía negar que por dentro sentía cierta satisfacción al ver que su presencia había descolocado a Magalí. ¿Cuál era la razón para actuar con tanta soberbia? ¿No podía simplemente tratarla como una persona normal? ¿Acaso todos los ricos son tan engreídos? De repente, la puerta de la entrada se abrió y Royal ingresó al vestíbulo con Coral sosteniéndola de la mano. Su mirada estaba cargada de cansancio después de lidiar con los problemas del día, pero en cuanto Coral vio a Kisa, algo cambió en el ambiente. La niña soltó la mano de su padre y corrió hacia Kisa