2.- Necesito algo más

ೃ⁀➷Dominic…

Llego a casa después de una fiesta en la que por supuesto, no faltó nada: exceso de comida, alcohol, sustancias prohibidas y mujeres.

Suzzett como siempre intentó llevarme a la cama, no puedo negar que es una chica guapa y tenemos buen sexo, pero estoy en un momento de mi vida, en que nada de eso me llena, mis amigos, solo piensan en festejos y en cosas banales, yo, a mis treinta años, pienso que hay un momento en el que se anhela algo más, y sobre todo, quisiera cumplir lo que siempre he deseado, ser padre; siento que estoy en el mejor momento para serlo y no quiero seguir perdiendo el tiempo.

Llegar a mi enorme casa, solo, ya no me parece tan divertido como antes, una mansión con seis habitaciones, ocho baños, piscina, gimnasio, cine, salón de fiestas, etc… Para un hombre soltero, es demasiado, al menos tener a Cael, mi chofer, guardaespaldas y amigo, a su madre, Lúa, quien es la que se encarga de la cocina, y a Aurelio, su esposo, el chofer de mi madre, quienes viven en la casa contigua, me hace sentir acompañado, pero la idea de formar una familia, tener hijos, dejar de lado las fiestas y el sexo ocasional, no puedo sacarla de mi mente.

Estaciono mi Lamborghini último modelo en color negro, que es mi última adquisición y disfruto demasiado conducirlo, apago el coche y veo a Cael esperándome a pesar de que está por amanecer.

—¿Qué haces despierto Cael? —le pregunto al bajarme.

—Es obvio, te estaba esperando, Dominic.

—No es necesario que lo hagas, ya te lo he dicho —lo recrimino.

—Me quedo más tranquilo al ver que llegaste a casa sano y salvo, ya que no quisiste que te acompañara.

—No ibas a ir a la fiesta, que caso tenía que fueras a cuidarme, si no corría riesgos.

—Eso nunca se sabe, pero me quedo más tranquilo al verte llegar.

—Gracias —le digo al sentir genuina su preocupación.

Apenas dar un paso al interior de la casa, siento el frío de la soledad, por esa razón en algunas ocasiones me quedo en casa de mi madre, quien inicialmente al comprar la mansión vino a vivir conmigo, pero solo se quedó una corta temporada y regresó a su hogar, ya que dice que prefiere darme privacidad, claro, sobre todo cuando me visitan mis amigos, los cuales no le agradan en absoluto, sobre todo Suzzett, le parece demasiado superficial y no la soporta.

Tenía unos años trabajando cuando le compré la casa, no es muy grande, pero ella dice que está muy cómoda ahí y no ha querido comprar algo mejor, a pesar de que le he insistido, siempre me repite que a ella no le gusta la egocentricidad. Tal vez en eso me parezco un poco a mi padre, todo el tiempo hablaba de dinero, mansiones, coches muy caros y sonreía imaginando esa vida para nosotros. Siempre le prometí que yo haría algo mejor por nuestro futuro y lo cumplí, me gradué con honores y en tiempo récord, empecé con algunas inversiones que me funcionaron bastante bien, y ahora, tengo una de las empresas más importantes de Tennessee y me estoy expandiendo a otros estados. Me ha costado horas de trabajo y esfuerzo, pero ha valido la pena, disfruto de una buena vida y mi fortuna incrementa diariamente.

Mi madre trabajó como maestra la mayor parte de su vida y cuidaba niños por las tardes, me dio todo lo necesario a pesar de que quedó viuda cuando yo era un adolescente, ahora que debería estar descansando, ya que la convencí de que se retirara, la tengo en la oficina, es la directora de la guardería que tenemos para el personal, aunque no me gusta que siga trabajando, sé que ahí está bien y tenerla cerca me hace sentir mejor, además de que fue una gran idea tener esa área para mis empleados, pueden trabajar y estar pendientes de sus hijos sin problemas.

—¿Necesitas algo Dominic? —pregunta Lúa al verme.

—No, gracias, deberían ir a descansar —sugiero—. Es tarde.

—Lo sé, pero estaba esperando que llegaras para avisarle a tu madre —explica.

—Me parece que eso nunca va a cambiar —resoplo.

—Una madre siempre se preocupa por sus hijos, así sean mayores —menciona.

—Lo sé, y sería más fácil si viviera aquí —rebato y se ríe.

—No lo creo, pasaría muchos dolores de cabeza cuando te visita tu amiga Suzzett.

—Tampoco te agrada, ¿verdad? —indago.

—No es la mujer con la que te vería formando una familia —responde con sinceridad—. Y tú tampoco, por esa razón ni siquiera pisa tu habitación, si se queda lo hace en la de huéspedes, eso habla de que no quieres algo serio con ella.

Sonrío, ya que tiene razón, la paso bien con ella, pero no la visualizo como la madre de mis hijos o como la mujer con la que deseo pasar el resto de mi vida.

—Buenas noches, Lúa.

—Buenas noches, Dominic.

Subo directamente a mi habitación, me quito la ropa, cepillo mis dientes y voy a la cama, mañana entraré a la oficina por la tarde, así que puedo dormir algunas horas.

Despierto casi al mediodía, después de hacer mi rutina de ejercicios y tomar una refrescante ducha, bajo a comer y unos minutos más tarde, salimos rumbo a la oficina.

—Hoy será un día largo, Cael —le informo—, por si quieres volver a casa y regresar por mí.

—Está bien, si me necesitas antes, llámame.

—Por supuesto —Me bajo de la camioneta y entro al edificio por la puerta principal, saludo a la chica de recepción y subo al noveno piso, en el que está la presidencia—. Buenos días —saludo a Romeh, mi asistente.

—Buenos días, Dominic —responde poniéndose de pie para seguirme.

—¿Sabes algo de la chica nueva? —cuestiono al sentarme detrás de mi escritorio.

—Todo sigue igual, estará aquí para la fecha pactada —explica.

—Perfecto.

En algunas ocasiones, revisamos los currículos de varias universidades del estado, para ofrecer puestos a los próximos graduados, ellos tienen la oportunidad de tomar experiencia y la empresa cuenta con personas que están ávidas de aprender. Últimamente es muy complicado conseguir buenos empleos para los recién graduados, ya que la mayoría de las empresas pide experiencia, por eso tenemos esta oportunidad para ayudarlos, y por supuesto, tener ideas frescas para mi compañía.

Revisamos la agenda y unos minutos después, Romeh sale de la oficina.

Aquí todos llevan uniforme, las mujeres llevan falda negra, blusa blanca y el cabello recogido. Los hombres pantalón negro y camisa blanca, soy un poco obsesivo en ese aspecto, ya que en un inicio muchos empleados no se vestian formales y me parecía poco profesional para mi empresa.

—¿Qué tal la resaca? —pregunta mi amigo Kyle, entrando a la oficina.

Él es el jefe del área de ingeniería en sistemas, nos graduamos juntos y no encontraba una buena oportunidad, así que al empezar mi empresa no dudé en llamarlo y se ha convertido en mi mano derecha.

—No bebí, estoy bien —contesto.

—A mi sí se me pasaron las copas —resopla—. Tengo dolor de cabeza —se masajea las sienes—. Suzzett dice que te nota raro y que tienes tiempo rechazándola.

—No tengo porque darle explicaciones, siempre le he dejado claro que no hay nada entre nosotros.

—Está enamorada de ti —rebate.

—No lo creo, además me parece que Rawn siente algo por ella.

—Sí, también lo creo, pero ella solo te mira a ti.

—Me asfixia, es muy demandante —bufo y en ese momento timbra mi teléfono—. Es ella —le digo a Kyle.

—Habla con ella, antes de que tengas más problemas —sugiere.

—Lo haré, pero no ahora, tengo mucho trabajo.

—¿Vendrán nuevos empleados este verano? —interroga.

—Solo una chica de la universidad de Memphis, es un cerebrito, estoy ansioso por tenerla aquí.

—¿Es guapa?

—No lo sé, su currículum no tenía foto y es algo que no me interesa.

—Ya sé, a don perfección solo le importa la inteligencia de las personas —se burla.

—Claro, agradece que contigo hice una excepción —bromeo—. Tienes cara, pero la inteligencia es escasa.

—Quédate con tu licenciatura en finanzas y economía, porque si quieres ser comediante, fracasarías estrepitosamente.

Suelto una carcajada y Kyle sale de la oficina, mi teléfono sigue timbrando, es Suzzett que no deja de insistir.

Resignado contesto su llamada.

—¿Si?

—¡Por fin respondes! —exclama.

—Suzzett, estoy ocupado.

—Necesito hablar contigo, es importante.

—No puedo salir de la oficina, en este momento.

—¿Puedo ir? —pregunta—. Por favor.

—Está bien, aquí te espero.

—Gracias.

Nos despedimos y cuelgo el teléfono concentrándome de nuevo en el trabajo.

—Dominic —abre Romeh la puerta unas horas más tarde—. Suzzett está aquí —anuncia.

—Dile que pase —le pido, no noté que había pasado tanto tiempo.

Me pongo de pie y la puerta se abre, Suzzett se acerca pasando sus manos por mi cuello para besarme, pero la detengo antes de que lo haga.

—¿Qué pasa contigo, Dominic? —reprocha—. No has querido salir con nosotros…

—Ayer estuve con ustedes —la interrumpo, alejándome para regresar a mi silla detrás del escritorio.

—Después de rechazar nuestras invitaciones repetidas veces —se sienta frente al escritorio—. Te extraño —murmura.

—Suzzett, no tenemos una relación, no hay nada que extrañar.

—Lo sé, tampoco me interesa algo formal, pero…

—No quiero continuar con nuestros encuentros —advierto.

—¿Estás con alguien más? —indaga.

—No, pero sabes que deseo ser padre y creo que estoy en mi mejor momento para serlo.

—Entiendo —asiente—. Aunque no tenemos que dejar de lado nuestros encuentros por eso.

—Prefiero hacerlo —aseguro—. Mis intenciones son las de buscar algo formal y no pienso engañar a nadie.

—Rawn está interesado en mí —menciona.

—Ambos son libres —me encojo de hombros.

Se pone de pie.

—Si no te molesta, creo que me daré una oportunidad con él.

—Harías bien, ustedes tienen mucho en común —señalo.

—Es mejor que me vaya, espero que encuentres lo que estás buscando —dice en tono de reproche.

—Gracias, tú también —digo con sinceridad.

Suzzet es una chica muy atractiva, cabello negro, piel canela, un cuerpo espectacular y siempre vestida a la moda, tiene su propia marca de ropa, es un año mayor que yo, pero no le interesa casarse y mucho menos tener hijos, dice que no se ve como madre y es muy respetable su forma de pensar, sin embargo, es todo lo contrario a mis deseos.

—¿Puedo despedirme de ti como se debe? —pregunta sugerente.

Me pongo de pie y me acerco, pasa sus manos por mi cuello y me besa con intensidad, por lo que correspondo de igual manera, noto su respiración agitada y detengo el beso, ya que de verdad quiero que le quede claro que esto es una despedida.

—Te extrañaré demasiado —murmura con los ojos cerrados.

—Seguiremos siendo amigos —asevero.

—Lo sé —suspira—. La chica que se gane tu corazón será muy afortunada.

—Adiós, Suzzett —me despido y se va con prisa.

Vuelvo a mi lugar esperando que todo haya quedado claro entre nosotros y retomo el trabajo.

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