7.- Un nuevo comienzo

✿•°Ainara…

Salgo del hospital y Ezequiel me está esperando en el restaurante.

—Siento llegar tarde, estaba con Josiah —explico, sentándome frente a él—. El bebé se va conmigo a Nashville.

Su cara se ilumina al escucharme y sonríe.

—Llamaré a mi amigo, el abogado Brayden para pedirle que empiece con todo el papeleo necesario.

El mesero se acerca y ordenamos la cena.

—Los padres de Mae, dejaron algunos negocios y propiedades, todo le corresponde a Josiah —informa.

—Para ser sincera, no estoy interesada en nada de eso, pero tal vez podrías hacerte cargo y guardar su dinero en una cuenta especial para que disponga de todo al ser mayor.

—Piénsalo bien, vas a vivir en una nueva ciudad y empezar un trabajo nuevo, tendrás que llevar a Josiah a una guardería, comprarle todo lo necesario y…

—Estoy segura que podré arreglármelas —aseguro.

—Al menos permíteme estar presente en la vida de Josiah, le había propuesto a Mae empezar una relación más formal y ella aceptó —murmura con pesar y puedo notar que realmente está sufriendo con esta situación.

—Está bien —accedo pensando en el bienestar de Josiah.

—Gracias.

Terminamos de cenar y nos despedimos para ir a la habitación, me pongo la pijama y me acomodo en la cama, en eso suena mi teléfono, es Emmett.

—Hermanita, ¿cómo estás?

Escuchar su voz me pone vulnerable y empiezo a llorar.

—¿Qué pasa Ainara? —pregunta preocupado.

—Es Mae —logro decir y explico un poco lo que sucedió, omitiendo lo del bebé, ya que no quiero ponerlo peor de preocupado al imaginar la responsabilidad que voy a tener, se lo diré, pero será en otro momento.

—Lo siento mucho, no puedo creer que le sucediera eso.

—Yo iba a viajar para alcanzarla, pero recibí una llamada acerca de mi apartamento en Nashville y cancelé el viaje.

—No quiero escucharme mal, sin embargo, me alegro que no viajaras, el destino siempre tiene sus extrañas jugadas, y de verdad, siento mucho lo de Mae y su familia, no puedo creerlo.

—Yo tampoco —suspiro.

—No sé cómo consolarte —dice apenado.

—Emmett, ¿tuviste algo que ver con ella? —pregunto pensando en Josiah.

—Ainara, por favor, sabes que jamás hablaría de una mujer y mucho menos si ya no está entre nosotros —rebate un poco molesto—. Te llamé porque nos acaban de informar de otra misión importante, no podré llamarte tan seguido, pero la buena noticia es que en unos meses estaremos de regreso y tendré algunos días libres para visitarte.

—Me alegra saberlo, te extraño mucho.

—Y yo a ti —contesta—. ¿Estarás bien en Nashville?

—Sí, ya estoy instalada en mi apartamento, es pequeño, pero con todo lo necesario para estar cómoda.

—Me alegro, si necesitas algo, puedes llamar a mi jefe y él…

—Estaré bien —prometo.

—Tengo que dejarte, me están llamando.

—Cuídate mucho, Emmett.

—Tú también, adiós.

Cuelgo la llamada y me acomodo en la cama, no quise insistir más con Emmett, ya lo hablaré después con él, de preferencia en persona ya que es un tema delicado. Toda la noche doy vueltas en la cama, recordando a Mae, pensando en Josiah y en todo lo que se nos viene, por lo que duermo demasiado mal.

Al siguiente día, voy muy temprano a ver a Josiah, la enfermera me muestra como cambiarle el pañal y me permite alimentarlo, es tan pequeñito que tengo miedo lastimarlo, parece que lo darán de alta en cuanto llegue el abogado con la documentación necesaria para que me lo pueda llevar.

—Sabía que estarías aquí —dice Ezequiel al entrar—. Mi amigo llega mañana temprano, si logramos arreglar todo, probablemente Josiah salga pronto.

—Me gustaría regresar cuanto antes a Nashville, ahora tengo que solucionar lo de mi nuevo trabajo y buscar una guardería para Josiah.

—Claro, entiendo, intentaremos solucionar todo a la mayor brevedad —promete.

La enfermera nos da una lista de las cosas que necesitaremos para Josiah, al menos en lo que llego a Nashville y le compro todo lo necesario.

Salimos del hospital y vamos a un centro comercial, compramos pañales, toallas húmedas, biberones, algunos cambios de ropa y Ezequiel le compra un cochecito muy moderno, por el cual paga una suma de dinero exorbitante, pero que realmente me será útil y lo dejamos en la caja para que sea más fácil a la hora de abordar.

—El apartamento de Mae ya está en trámites para ponerse a la venta, viajaré a Memphis después de su servicio funerario para recoger sus pertenencias —me informa—. Te depositaré el dinero, estoy segura que Mae estaría de acuerdo para que puedas solventar algunos gastos para Josiah en lo que se soluciona todo en México.

—Te dije que no es necesario, no me interesa el dinero de la familia de Mae.

—Lo sé, pero lo hablé con el abogado y llegamos a la conclusión de que es lo mejor.

Comemos algo en el centro comercial y me doy cuenta de que realmente Ezequiel es un gran hombre, estoy segura de que Mae hubiera sido muy feliz con él.

Regresamos al hotel y nos despedimos para ir a descansar, quisiera ver a Josiah, pero la enfermera me dijo que por la noche no me permiten quedarme por el área en la que se encuentra.

Por la mañana despierto temprano, me cambio y bajo para desayunar.

—Ainara —saluda, Ezequiel—. Él es…

—Nos conocemos —digo saludando a Brayden, ya que lo vi en algunas ocasiones visitando a Mae e insistiendo para que fuera a sus fiestas, algo que nunca logró por lo que seguramente no le caigo tan bien.

—Siento mucho lo de Mae —dice sincero—. Nunca me imaginé que nos volveríamos a ver en estas circunstancias.

—Yo tampoco —murmuro con tristeza.

—Vamos a desayunar y ahí hablamos —pide Ezequiel.

Brayden es de esos tipos adinerados que a pesar de tener una buena carrera, disfrutan de fiestas y mujeres, sus padres y los de Mae se conocen, por eso eran amigos, pero al parecer si es buen abogado o al menos eso dice Ezequiel.

Me explican que tendremos que esperar unos días más, para solucionar todo y que yo no tenga problemas con los trámites del pequeño.

Brayden vive en Nashville y estará pendiente de cualquier problema, aunque dice que viaja muy seguido a Memphis ya que tienen otra oficina ahí.

Durante los siguientes días paso la mayor parte del tiempo posible con Josiah, observando como lo bañan, como lo visten y todo lo que me sirva para el momento en el que se vaya conmigo, algunas enfermeras me dejan ayudar y otras solo me explican, pero definitivamente todo es aprendizaje.

Hoy por fin volvemos a Nashville, muy temprano Josiah salió del hospital y está listo para viajar, con toda su documentación en orden. Lo tengo sobre la cama, mientras intento acomodar la maleta qué llevaré con lo más necesario, algunos biberones, pañales, toallas húmedas, mantas, cambios de ropa y no sé qué más meter.

Estoy demasiado nerviosa, no sé si pueda lograrlo y el único vuelo que encontré es de noche.

Los golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos y me acerco a abrir.

—Hola, Ainara —saluda Ezequiel, entrando—. ¿Cómo está Josiah?

—Muy bien, está sobre la cama, ha estado muy tranquilo.

Camina acercándose y le hace un cariño.

—Es un niño muy hermoso —dice mirándolo.

—Lo es, estoy segura que se parecerá a su mami —sonrió.

—Tengo las cenizas de Mae —exhala—. Yo viajaré mañana temprano a Tijuana para el servicio fúnebre, mi padre se encargó de todo lo de sus padres.

—Lo siento mucho, Ezequiel, sé que para ti también debe ser difícil.

—Me imaginé una vida con ella y con Josiah, jamás pensé que todo esto pasaría —expresa con lágrimas en los ojos.

—¿Puedo despedirme de Mae?

—Claro —me entrega la tarjeta de su habitación para que vaya—. Me quedaré con Josiah.

Asiento y salgo, doy unos pasos insegura con las manos temblorosas al imaginar mi reencuentro con mi mejor amiga de esta manera, me detengo en la habitación de Ezequiel, abro y de inmediato localizo la urna con los restos de Mae sobre la mesita de noche.

Me acerco y no puedo evitar llorar, recordando a mi mejor amiga, llena de vida, muy alegre, me cuesta entender porque suceden cosas como esta, hay ocasiones en que no puedo entender como funciona el destino.

Unos minutos después me tranquilizo.

—Mae, te prometo que haré mi mejor esfuerzo para cuidar de Josiah, intentaré que sea un niño alegre como tú y no se convierta en un nerd, como yo —sonrío limpiándome las lágrimas—. Te quiero amiga, por cierto, puedo notar que Ezequiel te quería de verdad, me alegra que disfrutaras tus últimos días a su lado, sé que no te gustaban las despedidas, así que esto es un hasta luego y no me dejes sola con tu bebé, guíame por el mejor camino para él, por favor —le ruego.

Regreso a mi habitación, termino de preparar el equipaje y Ezequiel me acompaña al aeropuerto.

—Gracias por todo —digo al despedirnos.

—A ti, no sé qué hubiera hecho si no estuvieras aquí.

Documentamos el equipaje, me quedo con la pequeña maleta con las cosas de Josiah y otro bolso de mano.

—Espero que no te moleste que te llame.

—Por supuesto que no, Ezequiel, sé que quieres estar al pendiente de Josiah.

Nos despedimos y paso al área de abordar, solo espero que Josiah duerma durante el viaje. Ya le cambié el pañal, lo alimenté e hice todo lo posible para que pueda descansar sin problemas.

—Hoy comienza nuestra nueva vida juntos, Josiah —le digo mientras duerme plácidamente—. Te pido paciencia porque aprenderé sobre la marcha, pero te prometo que mi amor incondicional lo tendrás, siempre, espero que tu mami donde quiera que se encuentre, nos proteja y nos acompañe para que todo salga bien.

Nos llaman para abordar, y, aunque es un poco complicado, con el bebé en brazos y los dos bolsos con nuestras cosas sobre mis hombros, logramos subir y el sobrecargo me ayuda para acomodar todo.

—Buen viaje —me desea con una sonrisa que me anima un poco, ya que estoy demasiado nerviosa.

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