Un mes, un maldito mes ha pasado y Sofía no volvió a saber absolutamente más nada de Gabriel, fue como si literalmente la tierra se lo hubiese tragado. Y es que aunque era el principal sospechoso en su caso, ningún juez estaba dispuesto a volver a efectuar un citatorio para un nuevo interrogatorio.
No sabía qué poder tenía ese hombre en el pueblo, pero parecía que nadie podía contra él.
Los asesinatos, aunque pareció por un momento que habían cesado, habían vuelto a tomar fuerza en las últimas semanas cuando se encontraron dos hombres sin vida con las mismas características que los pasados y cada vez que la policía creía tener alguna pista que ella les daba, esto sólo los llevaba a un laberinto sin salida.
Sin embargo, por primera vez tenía el presentimiento de que estaba acercándose a algo, pues había decidido escanear las imágenes de las símbolos marcados en los cuerpos y su sorpresa fue inmensa cuando descubrió que se trataba de un idioma antiguo de una tribu de lo que habían llamado “Salvajes”
Si conseguía encontrar la traducción completa de los símbolos, tal vez pueda llegar hasta el asesino, o al menos saber qué es lo que está buscando.
Sus manos se movían ansiosas por la pantalla de su tablet, cuando el sonido de la puerta le hizo dar un brinco asustada antes de ver al amable hombre del aseo viéndola desde la entrada.
—Disculpe señorita, pero ya la morgue va a cerrar y usted no debería estar sola en las calles tan tarde.
Dando una mirada a su celular se sorprendió al darse cuenta que ya eran pasadas las diez de la noche, por lo que recogiendo sus cosas con rapidez le dio una sonrisa al hombre antes de decir:
—Muchas gracias por avisarme, señor Jhon. En un momento me voy.
El hombre le regaló una sonrisa antes de seguir su camino. Ella tomó todas las fotografías del caso, las guardó celosamente en una carpeta dentro del bolso y solo entonces salió del lugar.
Nada más poner un pie fuera de la Morgue, sintió el ya característico sentimiento de estar siendo observada, era algo que desde hace un mes no dejaba de sentir, pero creía que se trataba de su subconsciente que le hacía creer que veía esos ojos de tormenta en todas partes.
—Estoy volviendome loca— susurró, al tiempo que apretando con fuerza el maletín emprendía su camino por las solitarias calles de Hillstone.
Desde que los asesinatos habían comenzado, toda la vida del pueblo había ido apagándose, poco a poco los negocios habían comenzado a cerrar temprano y más pronto que tarde se encontró con que después de las 8:00 pm todo el lugar se volvía un pueblo fantasma.
Estaba a punto de dar la vuelta en la esquina para llegar a su edificio cuando desde las sombras de un callejón una mano la sostuvo con violencia del brazo y tirando de ella la estrelló contra la pared.
El dolor explotó en cada parte de su cuerpo y sintió que la vista se le puso nublada antes de que una mano la sostuviera con fuerza de la garganta, fue ahí cuando la conciencia regresó a ella y abriendo los ojos se encontró frente a frente con uno de los hombres más aterradores que había visto.
—Llévese todo…— dijo en medio de un susurro aterrado, mientras que las imágenes de los cuerpos mutilados que llevaba semanas viendo aparecían en su mente—Por favor, solo llévese todo y déjeme ir.
El tipo que llevaba medio rostro totalmente quemado y un parche tapaba lo que debía ser su ojo derecho, le sonrió con malicia antes de acercar su rostro al de ella y el olor a sangre y podredumbre que este desprendía hizo que se le revolviera el estómago.
Sofía, atrapada en un callejón oscuro y frío, sintió cómo la presión de las manos del hombre quemado en su garganta se intensificaban. Luchó por tomar aire, pero sus pulmones parecían colapsar bajo la fuerza del agresor. El terror le nubló la mente, y las imágenes de los cuerpos mutilados que había estado investigando la atormentaban.
—No debiste seguir investigando —dijo uno de los atacantes con voz fría y amenazante—. Te advertimos. No juegues con fuego. Esto va a ser solo el inicio de lo que te espera.
Entonces antes de siquiera poder procesar las palabras del atacante, sintió como una punta filosa le atravesó la tela de la blusa hasta incrustarse en su piel, consiguiendo que un grito desgarrador saliera de ella.
—¡Ahhhhhhh!
El otro hombre simplemente veía todo con una sonrisa maliciosa. Ella sabía que estaban a punto de hacerle algo terrible cuando una figura oscura y poderosa apareció en el callejón, y tomando al hombre del cuello lo tiró al otro extremo del callejón, consiguiendo que ella, presa del dolor se resbalara hacia el suelo, mientras que con manos temblorosas trataba de detener la sangre que salía de su abdomen.
—Parece que alguien quiere morir —dijo una voz grave y llena de autoridad.
Entonces cuando Sofía elevó el rostro lo vio: Gabriel, viéndose tan temerario como la primera vez se interponía entre ella y los atacantes, sin embargo, no alcanzó a ver nada más porque lentamente la oscuridad fue apoderándose de ella.
Un mes, había sido un mes de sigilosa observación desde que Gabriel supo que Sofía era su Mate y además la persona que quería meterlo tras las rejas por los asesinatos de Hillstone.
Él la había vigilado desde las sombras, siempre manteniéndose a una distancia segura para no despertar su sospecha. Durante ese tiempo, había sido testigo de su tenacidad y dedicación para resolver el caso, incluso cuando parecía estar llegando a un punto muerto.
Sin embargo, al final había decidido envíar a su Beta a hacer la tarea, pues verla cada día lo único que hacía era despertar sus deseos más oscuros y por alguna razón, parecía que ella podía sentirlo.
Estaba en el estudio de su mansión en medio de la manada, cuando su celular sonó anunciando una llamada de Blake, su beta y un mal presentimiento se asentó de inmediato en la boca de su estómago.
—¿Qué está mal?— preguntó, pues conocía muy bien a su beta.
—La han atacado, señor. Unos hombres la tienen retenida en el callejón de la calle Wells, ¿desea que intervenga, alfa?
—Yo mismo voy a matarlos— dijo, antes de moverse con toda la rapidez que su cuerpo sobrenatural le permitía, antes de llegar al lugar donde esos hijos de puta la tenían retenida.
Lo primero que sintió fue el miedo que emanaba del cuerpo de la chica, y lo segundo fue el olor a la sangre, su sangre, que revolucionó y enloqueció al lobo a su interior. Ella era su compañera y estaba herida. Esto no iba a terminar bien para ellos.
—Parece que alguien quiere morir —dijo, su voz grave y llena de autoridad.
Los atacantes, dos lobos desertores que habían huido de otras manadas, se giraron en redondo hacia él y pudo notar cómo el pánico llenó sus facciones al reconocerlo.
—Alfa Nightshade— La nota de terror solo alimentó las ansias de sangre y venganza dentro de él, sin embargo, cuando su transformación iba a empezar, vio como el cuerpo de la chica se resbaló hasta el suelo, sus manos tratando de retener lo que parecía ser una herida profunda.
En ese instante tuvo que debatirse entre destrizar a los imbéciles frente a él o salvar a la chica. Pues dejarla morir eliminaría más de un problema para él, sin embargo de solo pensarlo todo en su interior se revolvía.
Cuando elevó nuevamente el rostro vio que ambos lobos corrían lejos de él mientras que su Beta parecía esperar la primera orden para seguirlos.
— ¿Qué haremos, mi alfa? —le preguntó su beta.
Gabriel respiró hondo, tratando de aplacar su enojo. Se acercó a la forense, cuyo rostro pálido mostraba signos de agonía por el dolor de su herida. Con delicadeza, la levantó en sus brazos.
—La llevaremos con nosotros —dijo, mientras su mirada se tornaba más intensa y preocupada—. Está claro que ha conseguido descubrir más que cualquiera sobre los asesinatos, no podemos permitir que comparta esa información con nadie, desde ahora se quedará en la manada. Cautiva.
Su beta, aunque no sabía las verdaderas razones detrás de sus acciones, asintió en comprensión, y juntos, cargando a Sofía, se dirigieron hacia la mansión de la manada.
Gabriel sabía que había cruzado un límite, que nada volvería a ser lo mismo, pero no podía permitir que algo malo le ocurriera a la mujer que para bien o para mala había llegado a su mundo de forma irrevocable.
El dolor en su cuerpo fue lo que la hizo despertar. Sentía como si el abdomen lo tuviera prendido en fuego y la cabeza le dolía horrores. Con lentitud sintió como sus pestañas comenzaban a revolotear y sus párpados luchaban por abrirse. La luz que se filtró entre sus párpados la hizo volver a cerrar los ojos, pero la oscuridad era peor, pues en la oscuridad lo único que podía ver era la cara quemada del hombre que la había atacado. Con desesperación terminó de abrir los ojos y se encontró en un lugar totalmente desconocido. No era su casa, ni tampoco era una habitación de hospital. Intentó incorporarse pero un latigazo de dolor la hizo soltar un quejido y fue ahí que sus ojos se dirigieron hacia su abdomen, donde una venda la cubría y debajo de este una pequeña mancha de sangre sobresalía. —Si te sigues moviendo vas a abrirte los puntos. La cabeza de Sofía se alzó como un resorte al escuchar esa voz grave y aterciopelada y entonces su respiración se atascó y los latidos se le acel
Esto no podía estar pasando. Gabriel había salido de la habitación en que estaba Sofía hecho una furia, dejando a la chica encerrada dentro, mientras que él, sintiendo todo el cuerpo vibrar y su bestia interna retorcerse en su interior.Salió de la mansión directo hacia el bosque, el único lugar donde podía dejar salir todo lo que estaba quemándolo sin lastimar a nadie.A lo lejos se escuchaban los gritos de su beta mientras lo seguía, pero él no pensaba detenerse.La transformación fue instantánea, en menos de un segundo ya estaba en cuatro patas, su tamaño se había triplicado, así como su fuerza, y estaba corriendo con intensidad por el bosque que bordeaba el pueblo, mientras que la revelación de lo que acababa de descubrir quemaba en su mente.En esos momentos estaba muy, pero muy cerca de explotar, nada tenía sentido, parecía una maldita broma pesada de parte de la madre luna como castigo a lo que él era. Lo que había hecho.—¡Alfa deténgase!— el grito de Blake hizo que regresara
Gabriel no había conseguido conciliar el sueño por más que lo había intentado y era justo por eso que había decidido mantener la mente ocupada y se había ido a meter de lleno en su oficina tratando de ver si había pasado algo por alto en sus apuntes de los asesinatos. Estaba más que claro que habían lobos, vampiros y brujas involucrados, pero lo que no lograba descubrir era qué es lo que querían conseguir con todo eso, más allá de incriminarlo a él con la policía humana. Estaba dándole vuelta a un informe por tercera vez seguida cuando una opresión en el pecho lo hizo doblarse. Era una sensación como nunca antes había tenido era… Miedo. No entendía qué demonios era lo que pasaba, dónde estaba la amenaza, hasta que el sonido de un grito aterrado atravesó el silencio que se cernía en la mansión y entonces lo supo: Sofía. El miedo que estaba sintiendo no venía de él, era de ella y sentirlo fue como una bofetada de parte de la diosa luna recordando que por más que él quiera ignorarlo
La oscuridad en la que había caído poco a poco se fue despejando. La cabeza le estaba palpitando y el cuerpo entero le dolía como si un camión le hubiese pasado por encima. Mientras abría los ojos, los recuerdos fueron apareciendo uno a uno en su mente: Primero los hombres del callejón que querían hacerle daño, luego Gabriel mostrándose como un monstruo, el encierro y finalmente la bestia que la había atacado. ¡LA BESTIA! Ese solo pensamiento consiguió que abriera sus ojos de golpe y fue ahí que se dio cuenta que ya no estaba en suelo, por el contrario estaba siendo llevada en brazos y de inmediato se imaginó esos colmillos y ese rostro de bestia llevándola a quién sabe dónde y eso fue suficiente para que el dolor pasara a segundo plano y comenzara a retorcerse como loca. —¡Suéltame! NO VAS A COMERME, ¡suéltaaame!! Sofía estaba a punto de que le diera un infarto podía sentir el corazón latiendo desaforado en su pecho mientras intentaba por todos los medios librarse del agarre del
Gabriel salió hecho una furia de la habitación, no sabía si la rabia era por ver a Sofía sangrando, asustada y herida con el malnacido de Sven encima de ella. El gruñido que salió de él fue inmediato, es que de solo recordarlo sentía la rabia fluir por sus venas y las ganas de matar a su segundo volvían a crecer. Sin embargo, su rabia también podía venir por las palabras que le dijo la forense. No podía creer que esa condenada mujer todavía insistiera en querer irse, o por el maldito hecho que acababan de invadir su casa en la madrugada y nadie le tenga una explicación al respecto. —Tienes tres minutos para explicarme qué demonios es lo que está pasando.— Su voz no fue más que un gruñido bajo y animal, que hizo que su beta tragara en seco mientras lo miraba con nervios. Blake miró a su alfa sabiendo que lo que estaba a punto de decirle no iba a hacerle ninguna gracia y que lo más probable era que se molestara tanto que los mismos cimientos de la mansión se verían afectados. —Han de
Gabriel entró a paso decidido en la sala del consejo seguido de Blake. Con cada paso que daba su poder titilaba con fuerza desde adentro de él y la furia era más que palpable en cada paso. Los cinco ancianos, representantes de su manada, y los líderes de las otras dos razas, vampiros y brujas, ya estaban ocupando sus lugares. Los ojos oscuros y fríos del alfa miraron a cada una de las personas que estaban presentes mientras que tomaba asiento en la cabecera de la mesa, sus garras fuera de sus uñas sonándose con parsimonia sobre la mesa. Sobraba decir que la tensión en la sala era palpable, y los murmullos se apagaron cuando él se inclinó hacía adelante desde su lugar. Sus ojos grises se clavaron en Gideon, el líder vampiro, con una intensidad que podría congelar el mismísimo infierno. —Casi medio siglo ha pasado desde la última vez que pusiste un pie en mi casa, Gideon, puedo saber ¿A qué se debe esta reunión inesperada? —gruñó Gabriel, sin preocuparse por las formalidades. Gideo
Gabriel se quedó de piedra al escuchar las palabras de su madre. La idea de un compromiso forzado lo llenó de desesperación, y lo primero en lo que pensó fue en Sofía. Su rostro apareció en su mente, y su corazón se aceleró. No quería revelar la existencia de su compañera, pero algo en él se negaba a aceptar el compromiso. Él ya tenía una luna. Una que además le daría un hijo, su heredero. Frustrado, Gabriel preguntó: —¿Compromiso? ¿De qué estás hablando? Su madre, lo miró con suspicacia, como si sospechara que había algo en él que le estaba ocultando y luego dejando salir la risa respondió: —Lo que oyes. Todo está arreglado, hijo. Estoy buscando lo mejor para nuestra manada, nos hemos debilitado más que nunca en el último año y según tengo entendido has estado buscando la manera de remediar eso. Pensé que era lo que querías. “SI SI, SI, JODER, PERO NO ASÍ” Las ganas de gritar a los cuatro vientos sus pensamientos se estaban apoderando de él al igual que la desesperación, pero sab
Sofía no podía creer que había aceptado hacer las paces o lo que fuera con el lobo, sin embargo, sabía que era un mal necesario, pues si quería encontrar una manera de escapar de esa pesadilla iba a necesitar información y aliados. Y fue justo por eso que dejando sus reservas, miedos e inseguridades de lado, le dijo al rubio: —¿Qué propones, entonces para demostrarlo ? Al escucharla, Sven, se acercó lentamente a la cama a la cama y con una sonrisa traviesa le dijo: —Ahora, esa actitud está mucho mejor. Sofía puso los ojos en blanco al escuchar lo descarado que era el hombre, pero no podía negar que su actitud conseguía aligerar gran parte de la tensión que sentía. —Bueno, bueno, pero no me has dicho cómo piensas arreglar el hecho de que casi me matas de un infarto. Sven alejó el rostro de ella dejando salir un suspiro exagerado, antes de dejarse caer a su lado en la cama. Sofía estaba totalmente alucinada con la frescura y la confianza que parecía tenerle el hombre. —Bueno, q