Horas después. Vanessa con mejor semblante junto con Jordan entraron al moderno y lujoso edificio de la firma de abogados Mayer & Vidal y Asociados. Subieron por el elevador y llegaron a las oficinas, miraron a los abogados hacer su oficio, en sus despachos, otros caminando con gruesos libros, como si el mundo exterior no existiera para ellos. —Hola —saludó Jordan con la asistente del counter, le brindó una sonrisa—. Tenemos una cita con Oliver Mayer. —Ustedes son…—Vanessa Johnson y Jordan Wright —indicó Vane. —Claro, sigan. —Señaló con su mano la oficina, y ellos a través de los cristales miraron al abogado, de inmediato se dirigieron para allá. —Buenas tardes, tomen asiento —solicitó Oliver. —¿Qué podemos hacer por ustedes?Vanessa se aclaró la garganta, y habló acerca de las acusaciones en contra de Ryan. —Necesitamos al mejor de sus abogados, o sí usted mismo puede representar a mi esposo —solicitó Vanessa con la mirada cristalina. —Me gustaría atender este caso, pero ten
María Luisa lo miró con profunda seriedad.—Te aseguro que saldrás libre, probaré tu inocencia —enfatizó. «Este duelo con el abogado del diablo, no lo voy a perder» dijo ella en su mente. —Entonces confío en ti —expresó Ryan, la seguridad de ella, le hizo creer que era posible ganar. María Luisa se despidió y de inmediato se puso a trabajar en el caso de Ryan. ****Ya el sol había caído por el horizonte, anocheció, las niñas se fueron a dormir. Vanessa no había probado bocado en la cena, no tenía hambre solo unas profundas ganas de llorar, se sentía impotente sin poder hacer nada por Ryan. —Come algo —solicitó Caroline, suspirando al ver a su hija tan abatida. De los ojos de Vanessa gruesas lágrimas salían y corrían por sus mejillas. —Ni siquiera me dejaron verlo, no es justo, el día más feliz de nuestras vidas se convirtió en tragedia —sollozó con fuerza. —Mi nieto es un hombre fuerte, y sabemos que es inocente —intervino Rose, observando con pesar a Vanessa. Vanessa hipó de
Al día siguiente: —Necesito ver al fiscal —expresó con voz firme la joven abogada de Ryan, había llegado desde temprano a la fiscalía. —Está ocupado —contestó con hostilidad la asistente. María Joaquina la miró con seriedad. —Pues espero, y no me moveré de aquí hasta hablar con él —enfatizó. —Haga lo que le dé la gana —contestó la muchacha. Majo no le prestó atención, giró y caminó en dirección a las sillas de la sala de espera, pero cuando notó que la asistente no la miraba, corrió por el pasillo, y se metió a la oficina del fiscal. —¡Exijo la liberación de mi cliente!—¿Qué? —cuestionó el fiscal poniéndose de pie—. Doctora Duque, usted no puede entrar a mi oficina a hacer esas exigencias, el acusado está aquí por presunto asesinato. —Usted lo ha dicho: presunto asesinato, pero no se ha comprobado su culpabilidad, además la aprensión fue ilegal —enfatizó agitando su mano—, no había una orden de arresto emitida para las otras ciudades del estado, y a él lo fueron a traer desde
Vanessa inhaló ese aroma a alcohol que Ryan colocó en un algodón cerca su nariz, tosió un poco, parpadeó y abrió sus ojos con lentitud. —¿Cómo te sientes? —preguntó Ryan, la miró con los ojos llenos de angustia.—Mejor, han sido días de alta tensión —comunicó, y lo observó sintiendo su corazón estremecerse. —¡No lo puedo creer! —exclamó conmovida—, estás de nuevo junto a nosotros. —Lo abrazó. Ryan soltó un bufido. —Sería mejor que te revise un médico —propuso, suspiró, sosteniéndola en sus brazos. —No ha comido nada desde que te apresaron, es lógico que se desmayara —advirtió la abuela. Ryan enfocó su verdosa mirada en los ojos de su esposa. —Vanessa, no quiero que vayas a enfermarte, debemos ser fuertes —recomendó—, así que me encargaré de que te alimentes —advirtió. Vanessa apretó los labios. —Me están tratando como a una niña chiquita. —Frunció los labios. —Te comportas como tal —dijo la abuela, y luego soltó un bufido—, me preocupa Ralph, y sus amenazas. Ryan observó a
María Joaquina se quitó los lentes para el sol, ingresó caminando con seguridad al concesionario, averiguó en recepción por la oficina de Vanessa. De inmediato sus relucientes tacones Louis Vuitton sonaron en las baldosas del pasillo, y cuando llegó al despacho señalado tocó a la puerta. —Adelante. Vanessa prácticamente se hallaba escondida detrás de un montón de documentos, que había sobre su escritorio, su mirada se mantenía centrada entre el monitor y esos papeles. —Buenas tardes. La voz de Majo le hizo alzar la cabeza. —Buenas tardes, perdón. —Se disculpó—, estoy buscando las pruebas del fraude, como verás. Majo miró atenta todo aquel reguero de papeles, ladeó los labios, recordó sus inicios como abogada. —Te comprendo. ¿En dónde tienen al hombre? —cuestionó. —En su oficina, vamos para allá, ¿crees que lleguemos a un acuerdo? —preguntó Vanessa elevando una de sus cejas. —Sí es un hombre inteligente debe aceptar nuestra propuesta, caso contrario, es hombre muerto. Vanessa
Vanessa pegó un brinco por la sorpresa, se llevó la mano al pecho. —¡Me asustaste! —exclamó. Ryan sonrió, la abrazó, besó su mejilla. —Lo lamento, iba llegando al edificio y te vi entrar aquí, te seguí —comentó, y la observó con la mirada brillante—, pero no has contestado mi pregunta. Vanessa inhaló profundo. —Pues… no lo sé, pero tengo mis sospechas —comunicó, se mordió los labios. —¿En serio? ¿Por qué no me lo habías dicho? —cuestionó Ryan percibiendo como su corazón palpitaba con fuerza. —Porque con tantos momentos de tensión, no me había dado cuenta —explicó Vanessa.—¿Y estas pruebas son efectivas? Creo que es mejor ir a un médico —propuso Ryan, mirando atento el estante con todas las marcas de test de embarazo. —Casi nunca fallan —explicó Vanessa—, llevemos dos. —Mejor tres —dijo él. Vanessa sonrió, y enseguida hicieron la compra. —¿Cómo sigue Jordan? —preguntó ella mientras subían al elevador. —Está delicado, grave. —La voz se le quebró, y la mirada se le llenó de
Vanessa elevó su rostro, sus verdes ojos se reflejaron en los de Ryan, y él notó un brillo especial en ellos. —¡Es positivo! —indicó. Ryan parpadeó, sacudió la cabeza. —¿Positivo? Vanessa asintió, sonrió ampliamente, entonces Ryan la abrazó con delicadeza, la alzó en sus brazos. —¡Vamos a ser papás! —exclamó plenamente emocionado, dio varios giros con Vanessa en brazos—, tantos años viviendo en soledad, y ahora tendré tres hijos —comunicó sin poder creerlo. —¡Ten cuidado! —advirtió ella, mientras reía—, recuerda que estoy embarazada, seremos una gran familia —expresó conmovida—, ya no estarás solo, ahora nos tienes a nosotros —comunicó sintiendo un estremecimiento en su corazón. «¡Embarazada!», y aunque la noticia era digna de festejar, la llegada del bebé estaba ensombrecida por la acusación en contra de Ryan, y todo lo que estaba haciendo su padre, entonces él supo que ahora más que nunca debía cuidar de su esposa y de su bebé. —No podemos decírselo a nadie —advirtió Ryan—, n
Con todos los problemas suscitados en días anteriores, y la precipitada boda, Ryan y Vanessa no habían tenido tiempo de rentar una casa, pues él quería construirle una, y eso llevaba tiempo; sin embargo, anhelaban dejar de compartir apartamentos. Esa noche luego de que las niñas se fueron a dormir, Caroline a su habitación, y la abuela Rose llegó y se instaló en la alcoba de huéspedes en el apartamento de Ryan, la pareja se encontraba en el roof garden, compartían el mismo camastro, mientras disfrutaba de la noche estrellada, del silencio, y de la brisa cálida que los envolvía. Ryan tenía abrazada a Vanessa, y sus manos puestas sobre su vientre. —¿En qué piensas? —preguntó ella, mientras suspiraba. —En todo lo que ha ocurrido —dijo Ryan, soltó un bufido—, mi padre anda muy campante sin dar cuentas a las autoridades de sus crímenes —gruñó mientras sus dedos recorrían el vientre de Vanessa. —Tenemos la confesión de Jack, con eso podemos hundirlo —comunicó Vanessa, elevó su rostro—,