—Ryan —jadeó Vanessa, la estocada había sido imprevista, fuerte, profunda, y algo dolorosa. —Eres muy apretada, una delicia —dijo ronco Ryan.—Bueno, desde… el pasado no tengo relaciones con nadie —declaró ella—, tampoco soy una puritana, tengo… un aparatito. —Mordió sus labios. —Pues te aseguro que luego de esto, tendrás que deshacerte de ese aparato —avisó con la voz ronca, las pupilas dilatadas, sentirla suya, estar en su interior no solo era un acto de placer, era como si su solitaria alma fuera llenándose. —Eso está por verse —contestó ella, desafiante, altiva, como solía ser siempre. Ryan sonrió con suficiencia, y empezó a moverse con fuerza en el interior de ella. Vanessa elevó sus caderas, gustosa de recibir cada empuje, las respiraciones agitadas de ambos, el choque de sus cuerpos desnudos, sudorosos, los gemidos de ella, los jadeos de él, inundaban la alcoba. Sus cuerpos se hicieron uno solo, en medio de besos caricias, sus corazones comprendieron lo que ellos se habían
Vanessa se encontraba ya en su apartamento, no dejaba de pensar en ese viaje tan repentino de Ryan, él le había prometido volver, y ella no tenía motivos para dudar de su palabra, pero no dejaba de sentir esa intranquilidad que no le permitía conciliar el sueño. Eran casi alrededor de las 5:00 am cuando el timbre del apartamento sonó. El corazón de Vanessa se agitó, se puso de pie y fue abrir, miró a Ryan con el cabello húmedo, vestido de Armani, emanando esa fragancia tan varonil, el estómago se le encogió. —Ya me voy, vengo a despedirme de Hope —dijo él. Miró a Vanessa, ella aún estaba en pijama. —Claro —contestó—, ya conoces el camino. Ryan asintió, dejó el equipaje en la puerta, y se perdió a través del pasillo. Las niñas aún dormían, entonces se aproximó sin hacer ruido a la cama. —Hope, cariño, despierta —susurró, le acarició la mejilla. La pequeña se removió, emitió unos balbuceos. —¿Papi? El corazón de Ryan se paralizó por milésimas de segundos; sin embargo, se dio cu
Vanessa llegó a su oficina algo aturdida. —No, no desconfíes de Ryan, él sería incapaz —se repetía, pero las dudas que su antigua relación con Raúl le dejó la hacían dudar, para liberarse de esa sensación de zozobra tomó el teléfono de la empresa, y marcó al móvil de Ryan. —Buenas noches. La voz de una mujer erizó la piel de Vanessa. —¡Aló! —dijo la chica. —¿Quién habla?Vanessa se aclaró la garganta, intentó fingir el tono de su voz. —Estoy buscando al arquitecto Ryan Knight. —Él no puede atenderte, estamos ocupados. —Fingió colgar, y empezó a hacer sonidos extraños, como si estuviera jadeando. Vanessa colgó de inmediato. Sobó su frente. —No, no puede ser cierto —intentaba creerse ella misma, pero no dejaba de percibir un nudo en la boca del estómago, una sensación de zozobra, más porque el día anterior estuvieron juntos—. ¿Y sí otra vez caí como una idiota, y sí solo jugó conmigo?****Raúl también se había reunido con un abogado, y ese hombre le había explicado lo mismo que
Vanessa desayunaba en profundo silencio, su mente estaba ausente, la ausencia de Ryan le dolía en el alma. Caroline la observaba con melancolía, de pronto el móvil de Vanne vibró, era una alerta de mensaje, los ojos se le iluminaron al ver que era Ryan, como un resorte se puso de pie y corrió a su alcoba. Frunció el ceño cuando abrió el mensaje: “Vanessa he decidido quedarme en Europa, tengo asuntos importantes que no puedo descuidar. Mi abuela se hará cargo de Hope, y para evitarte más problemas con mi familia, es mejor que renuncies a la empresa” —¿¡Qué!? —Las manos de Vanessa temblaron, su rostro se desencajó, y palideció. —¿Quién te crees que eres Ryan Knight? —rugió con las mejillas encendidas y la respiración agitada—, esto no se puede quedar así. Lo llamó y no esperaba pedirle una explicación, simplemente quería decirle todo lo que le estaba oprimiendo el pecho, pero recibió un nuevo mensaje. «El número al que marcaste ha sido desconectado permanentemente» —¡Infeliz! —g
Vanessa mantenía su mirada fija en el computador, otra vez buscaba empleo.«A empezar de cero» se dijo así misma; sin embargo, no tenía referencias de sus empresas anteriores, y no pensaba humillarse ante Rose Knight. —¿Podemos hablar? —cuestionó Caroline, y colocó frente a su hija un vaso con jugo de naranja y un emparedado—, debes comer mejor —recomendó. Vanessa suspiró profundo, miró la comida, y no sentía ni ánimos de alimentarse.—Sí vas a interceder por Ryan, pierdes el tiempo, April tenía su móvil, Rose me mostró fotos de ellos en la cama, y ahora…Caroline la observó con profunda seriedad. —Eres muy inteligente para cuestiones laborales, pero para las sentimentales me dan ganas de darte un par de bofetadas para que reacciones —expresó con firmeza, agitó ambas manos.—¡Mamá! —exclamó Vanessa, se puso de pie. —¡Me desesperas hija! —rebatió, caminó por la sala—, entiendo que te sientas dolida por lo que viste, y que eso te haya bloqueado el cerebro, pero nosotras conocemos a
Vanessa llegó agitada, corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían al parque en donde Caroline la esperaba, sollozante. —¿¡Cómo que no aparecen las niñas, mamá!? —indagó agitada. El corazón le palpitaba con gran fuerza, sus ojos estaban anegados de lágrimas. Caroline se cubrió el rostro con ambas manos. —Estaban aquí en los columpios, un muchachito me robó el bolso, me levanté para seguirlo, fueron segundos…—¡Ella es la principal sospechosa! —vociferó Rose, apuntó con el bastón a Vanessa—, esa mujer siempre se ha querido quedar con mi nieta, hoy la rescaté de sus garras, pero no se conformó y la secuestró. —¿Qué? —Vanessa apenas podía reaccionar, su mente era un completo caos, las niñas estaban desaparecidas y lo único que le importaba en ese momento era conocer su paradero. Uno de los agentes que investigaba se aproximó a las mujeres. —¿Qué tiene qué decir al respecto?—Nada —contestó Vanessa—, no se ha dado cuenta de que mi hija también está desaparecida —vociferó, o
Vanessa caminaba de un lugar a otro por la sala de su apartamento, parecía que iba a abrir un hueco, la desesperación que sentía no le permitía respirar con calma, percibía un ahogo, como si un nudo le oprimiera la garganta. —Han pasado más de seis horas mamá, nadie llama, nadie se comunica con nosotros —sollozó y habló con la voz trémula—, qué voy a hacer, sin Ava mi vida no tiene sentido. —Se dejó caer al piso y empezó a llorar con desesperación. Caroline no dejaba de sentirse culpable, también percibía esa opresión en el pecho, se aproximó a su hija la abrazó. —Perdóname todo es mi culpa, debí estar más atenta. Vanessa negó con la cabeza. —No digas eso mamá, seguramente querían llevarse a Hope, para pedir rescate, porque para qué se iban a llevar a mi hija, yo no soy una mujer rica —expresó aclarándose la garganta—, o talvez para… —No, no pienses cosas malas, no traigas la mala suerte, por favor —suplicó Caroline. ****—¿Cómo que no tiene noticias, investigador? —refutó enfu
Ryan escuchó los sollozos de Vanessa, entendía la angustia que estaba pasando, era la misma que él percibía con la desaparición de su hija. —¿Cómo estás? —averiguó Vanessa ahogada en llanto—, quise ir a verte, pero…—Tranquila, estoy mejor, no te preocupes por mí, ahora lo importante es recuperar a nuestras hijas, ¿qué noticias tienes?Vanessa sorbió la nariz se aclaró la garganta. —Recibí una llamada, un hombre me pidió ir a New York —comunicó. Ryan en el hospital sintió una punzada en la cabeza, apretó los ojos. —¿Te encuentras bien? —indagó Jordan. Ryan le pasó el móvil a él, veía borroso, y la habitación se movía. —Vanessa, Ryan no se siente bien, dame unos minutos. —¿Qué tiene? —investigó con la voz angustiosa—, por favor dile que se calme, que no se agite. —Ya lo está revisando una enfermera —comunicó Jordan, y le iba avisando a Vanessa lo que sucedía en la habitación, al cabo de unos minutos Ryan de nuevo se comunicó con ella. —Sé que mi abuela contrató gente especiali