Capítulo 3.
Decisión. Gildris, al verla inconsciente, llama a emergencia. En pocos minutos la ambulancia está en su casa. La tensión en su cuerpo la impacienta, tiene miedo por su madre, por lo sucedido; sabe que pensar en que ella interfiere en su vida la ha llevado a este punto. Si su madre supiera la situación a la que Brittney la quiere exponer, la pondría peor. Ella siempre ha sido ajena a los juegos de las chicas, indiferente a la situación, por eso ahora es más difícil explicarle a su madre lo que está pasando y las intenciones de Brittaney en todo esto. No quiere acceder a este juego, por eso Brittney se ha aprovechado de la situación, sabiendo que su madre, de una manera u otra, la hará ceder. —Una recaída más… —afirma el doctor mientras revisa a Carlota. Ya se lo había dicho, ella no puede pasar por disgustos o emociones fuertes. Vamos a tener que dejarla en observación esta noche; debemos prevenir un impacto mayor y solo teniendo la aquí podremos actuar a tiempo, aunque ya lo sabes, Gildris, esto solo prolonga su vida un poco más; sin la operación, no podemos asegurar que sobreviva. —Lo sé, Esteban, muchas gracias. Gildris se siente muy enojada por la situación; al ver a su madre en cama, la impaciencia la invade. Camina por la habitación sin dinero disponible en su cuenta, no tiene nada más, lo que la pone entre la espada y la pared. A regañadientes, Gildris toma el celular y le marca a Brittney para reclamar lo que hizo. B: ¿Bueno? G: Eres una arpía maliciosa, sabiendo la condición de mi madre, vas a mortificarla con tus mentiras, haciéndole creer que me perjudica. Brittney, ¿cómo puedes llegar tan lejos? Mi madre no está bien de salud. Si solo le hubieras dicho la verdad, pero le haces creer tus mentiras de un empleo honorable cuando me estás exponiendo a que cometa un delito. ¿Cómo puedes ser tan insensible? ¿Acaso no puedes pensar en alguien más que no seas tú? B: Yo solo le expliqué sobre el empleo, no era para tanto; si mi tía recayó, no tiene que ver conmigo, ella estaba muy bien cuando fui a verla. G: Le has metido todas esas ideas en la cabeza, Brittney; ahora ella deberá pasar la noche en la clínica, gastos médicos que yo no puedo pagar. El seguro apenas cubre la mitad. Tienes que venir a ayudarme. B: No iré. G: ¿Qué dijiste? Paga, Brittney, esta es tu culpa, tienes que ayudarme. B: Si quieres que te ayude, debes aceptar mi propuesta; de lo contrario, resuelve por tu cuenta. Yo no puedo; si no me ayudas, yo tampoco te ayudaré. G: ¿Qué estás diciendo? Brittney, se trata de mi madre, tu tía, la mujer que te crió y te apoyó cuando más lo necesitabas. B: Yo lo sé, y creo que ya he saldado mi deuda con ella por criarme, pero no puedo ayudarte si tú no me ayudas. La máquina de los signos vitales de Carlota emite un sonido aterrador, que pone nerviosa a Gildris. —Hágase a un lado —dice una enfermera que invade la habitación con premura. —Gildris, danos espacio —pide el doctor. —¿Qué pasa, Esteban? ¿Qué le pasa a mi madre? —No lo sé, déjame revisarla. Sal, sal, por favor. Gildris olvida que está al celular; Brittney, del otro lado, se incomoda por la situación, pero no cede. B: Creo que necesitarás más que 2000$. ¿Entonces, Gildris? ¿Qué dices? Gildris siente amargura en su corazón; no conocía esta parte de Brittney, ella no era así, pero parece que el dinero la ha cambiado. Está dispuesta a llegar muy lejos para conseguir lo que quiere, algo común en ella. G: Bien, pero ven a pagar los consumos médicos; si mi madre muere, yo no aceptaré negociar contigo, te olvidarás de mí para siempre. B: Perfecto, mi chófer te llevará el dinero que acordamos; con eso será suficiente. Pasaré por ti por la mañana; aún tenemos mucho por hacer. Asegúrate de firmar ese contrato o, de lo contrario, él no te dará un solo dólar. Brittney cuelga y Gildris se pasa la mano por la cara con frustración. Esto es una locura, y ella acaba de entrar en ella. * Al cabo de varios minutos, el chófer llega con Gildris a la dirección que le han proporcionado. Como lo esperaba, primero le entregan el documento que ella firma sin más, y el hombre, sin demora, le entrega el maletín con el dinero. —Vendré por la mañana por usted, permiso. —El hombre se retira y Gildris siente nervios de lo que acaba de hacer, pero todo esto lo hace por salvar a su madre. Se dice que el dinero no compra la felicidad, pero sí resuelve algunos problemas. Es increíble como el dinero puede acabar con tu vida o prolongarla. En cuanto paga la cuenta, los servicios de su madre cambian a la mejor atención; incluso la programan a una cirugía de emergencia, algo que pone a Gildris en medio de una gran angustia. Tres horas después, el doctor sale con grandes noticias: todo ha sido un éxito. Su corazón salta de alegría y felicidad al saber que su madre no morirá, no por ahora. —La mantendremos en los mejores cuidados, tú no te preocupes, puedes irte a tu viaje tranquila; si hay alguna novedad, entonces me pondré en contacto contigo. Ya puedes pasar a verla. Qué bueno que lograste conseguir el dinero con tu prima. Tu madre pronto se va a recuperar y tú podrás estar tranquila; no será la primera ni la última persona que sobreviva con un riñón. —Muchas gracias, de verdad muchas gracias, doctor. —Ya puedes pasar a verla; ella estará descansando, tú también deberías hacer lo mismo. Gildris pasa a ver a su madre. Todo va a estar bien, puede ver que está en una situación delicada, pero hay esperanzas. Dejarla en estos momentos no es lo correcto, pero tiene que cumplir con su parte del trato. * Al amanecer, los médicos logran estabilizar a Carlota, quien está muy feliz porque Gildris ha aceptado el trabajo, lo que la regocija, sabiendo que su hija cumplirá sus sueños de ser una gran admiradora de empresas; eso la llena de orgullo. —Gildris, no estés triste, hija, esta es la mejor decisión que has podido tomar. Confía en ti, en que lo harás bien, todo saldrá como lo deseas y quién sabe si esta sea la oportunidad que te mereces. Te amo, ve con fe, oraré por ti, para que todo sea un éxito. —¡Mamá! —Gildris llora; nunca se ha alejado de su madre. Dejarla es un dolor tan grande que la llena de tristeza, con el deseo de poder quedarse, con temor a lo que enfrentará. Aún así, no puede retroceder, no ahora. —Te amo, por favor, cualquier cosa, llámame y volveré de inmediato. —No te preocupes, estaré bien. Ve, ve, cariño, se te hace tarde y es un vuelo largo; date prisa, mi niña, buena suerte. Gildris se aferra a su madre un poco más y se aleja al sentir el agarre del hombre de seguridad de Brittney en su mano. —Tenemos que irnos; el avión sale en tres horas y usted tiene mucho que hacer. Sin dar respuesta, Gildris mira una vez más a su madre y se aleja con nostalgia. Al salir de la clínica, el hombre la guía al auto; no pierden tiempo en arrancar hasta el hotel, donde ya Brittaney los espera, disfrutando de su desayuno. —Buen día, señora. —Al fin, ya era hora —dice con arrogancia. —Le dije a tu chofer que tengo que ir a mi casa por mis cosas. —¿Qué cosas? Lo que tienes en tu casa no te servirá de nada; no olvides que después de que mi gente termine contigo y salgas por esa puerta, serás Brittney, Gildris no existe, así que todo lo que necesitas está aquí, Brittney. ORLANDO, TRÁELOS AQUÍ. El hombre sale y rápidamente tres personas llegan al lugar. —¡Señora Cooper! —dice un hombre rubio de unos 40 años. —Valentino, adelante. —Gracias, señora, ellas son Magaly, Mercedes y Victoria, quienes me ayudarán en todo el proceso. —Bien, ella es a quien hay que transformar; debe parecerse a mí en su totalidad. Necesito un gran cambio, un cambio total, en dos horas. El hombre observa a Gildris: cabello desaliñado, sin maquillaje, rostro pálido, piel seca, uñas claramente pintadas con esmalte negro y nada de una manicura adecuada; todo un cambio en el vestuario y sin dudar el cabello. El cabello es un desastre y las puntas son fatales. —¿Dos horas dijo? —pregunta incrédulo el hombre. —Dos horas, ¿pueden con el trabajo? ¿O buscó a alguien con más experiencia? —No, no, señorita, en dos horas la tendrá. Bueno, niñas, preparen todo, a trabajar, tenemos mucho que hacer; un milagro se hará esta mañana.Capítulo 4. Plan en marcha. Todos se mueven ayudándola a desvestirse, Gildris se siente como un experimento, le preparan un baño con varios productos para que su piel reseca pase a brillante la frotan con cremas que tienen piedritas para hidratación profunda, la toma como si estuviera en un spa y la apoyan contra una camilla, depilando con cera si cuerpo, un proceso doloroso que ella apenas puede resistir, luego la guían nuevamente a la bañera una vez más con cremas perfumantes, hidratación por 20 minutos más, mientras las chicas le hacen pedicura y manicura, un proceso engorroso al que ella se somete por primera vez, unos en encargan de sus manos, otro de sus pies, mientras el estilista prepara sus cejas, hidrata su cara y labios, maquillaje y con ello ya van viendo un cambio extraordinario, mientras que su cabello pasa por un proceso de hidratación, para luego someterse a la pintura color negro, seguido de otro proceso de hidratación. —¡Por Dios! Ese cabello está fatal, se ha
Capítulo 5. Los Ángeles. Al llegar al aeropuerto, el chófer deja a Gildris en la entrada del lugar y se marcha sin más. Ella, un poco nerviosa, camina a la recepción del aeropuerto para verificar su boleto de avión. Al pasar a la taquilla, la mujer que la atiende no hace preguntas, no trae equipaje que verificar y el boleto es de clase alta; simplemente lo verifica y le entrega el comprobante sin mucho protocolo. —Pase a la sala A, por favor, espere que pronto será llamada. —Muchas gracias. —Responde Gildris inquieta, caminando a la sala indicada. Está un poco perdida, se siente nerviosa, tanto que no puede notar cómo la miran los hombres al pasar. Luce espectacular, su belleza resalta, lleva el cabello recogido en un moño alto, su cabello cuelga liso y perfectamente peinado, lentes de sol que ocultan su maquillaje perfecto y joyería que deslumbra a quien la ve, al igual que ese espectacular vestido color negro que le llega a las rodillas y es cubierto ligeramente por su abr
Capítulo 6. Inicio del juego. Gildris escucha atentamente las indicaciones del doctor; ella debe ayudarlo a bañarse, cambiarse, comer, darle sus medicamentos, curar sus heridas y hacerle masajes, movilidad en las zonas lastimadas, que con suerte se podrán retirar los yesos en pocas semanas. Ella ve que tiene una gran tarea, y no duda en escuchar con atención; ya ha cuidado de su madre mucho tiempo y sabe cómo va todo el proceso. Aún así, escucha todo lo que el doctor le explica, mientras analiza a su cuñado, quien parece pasarla muy mal. No parece ser un hombre que dependa de otros, no le gusta ser una carga y esto mantiene amargura en su corazón. Ella no tenía idea de lo mal que estaban las cosas; Brittaney no le dijo sobre esto y le da rabia pensar cómo pudo ser capaz de irse y dejar a su esposo en este estado. Él la necesita ahora más que nunca. —Luego del baño, cura la herida de la manera que le expliqué y acomoda la manillera en su mano de esta manera, que ejecuté presi
Capítulo 7. Dudas. Gildris respira aliviada, sabiendo que ha recuperado la desaprobación. Al parecer ellos no están acostumbrados a ser muy amables, o se la pasan discutiendo, ya que se tratan con indiferencia, algo que ella va aprendiendo y que le cuesta entender. Tratando de ser profesional, Gildris lo cubre con la toalla intentando no verlo desnudo; es algo incómodo para ella, intenta reprimir sus pensamientos y enfocarse en que es un trabajo, un trabajo más de enfermera como en casa. Aunque suena a ironía, ella debería estar con su madre ahora y está cuidando del esposo de Brittney, quien no se ha reportado por nada. —Ponme el mono sin ropa interior. —Le pide él a ella terminar de secarlo. Gildris se acerca a él y, sin quitar la toalla, empieza a vestirlo, pero él, sintiéndose fastidiado, quita la toalla, acción que la hace caer de golpe sobre el suelo, tratando de no verlo. Su cabello cubre su rostro, su pecho emite un vaivén desenfrenado que extraña a Bastián, al ver que e
Capítulo 8. Reclamos. Gildris no está segura de seguir adelante con todo esto, está nerviosa y tiene ciertas dudas, se mordisquea la uña de su pulgar mientras se mueve de un lado al otro. ¿En qué se ha metido? ¿Qué clase de vida tiene Brittaney? ¿Acaso no ama a su esposo? ¿Será que todo es por el dinero? Gildris está inquieta, su corazón no se detiene, intenta calmarse, se sienta en la cama pensando en su madre, a la que llama para saber de ella. C: Estoy bien, mi niña. ¿Tú llegaste bien? ¿Cómo está todo? G: No los he mamado, creo que no debí aceptar este empleo, es muy difícil. C: Calma, mi niña, tú puedes hacerlo, no hay nada que no puedas hacer; ya verás que todo saldrá bien, tú confía en ti. G: Te extraño mucho, mamá. C: Yo a ti, cariño, apenas es el primer día, no puedes rendirte, solo son unas semanas; tú puedes hacerlo. Gildris llora en silencio, sabiendo en el gran problema que se ha metido. Tras cortar la llamada, Gildris se acomoda en el balcón para observa
nota: Iniciamos en esta nueva aventura, ¡hola! mi nombre es Isabella, quiero invitarte a seguirme en Insta: @isabellacreadora16 para conocer sobre los spoiler y mucho más. Capítulo 1. Propuesta. Gildris Scanfort, de 25 años de edad, espera impaciente en la sala de emergencias del hospital del centro de Delano, ciudad del condado de Wright, Minnesota. En la incertidumbre, ansiedad y desesperación por noticias sobre el estado de salud de su madre, quien fue internada esta tarde con un fuerte dolor abdominal que la hacía estremecer. Vecinos llamaron dando aviso sobre la situación a su pequeña floristería donde ella trabaja medio tiempo, intentando conseguir el dinero para los medicamentos, consumos de casa y pagar deudas. Cuando ella creía que las cosas no podrían ir peor, una notificación de embargo llegó a su tienda esta mañana, la misma que seguramente llegó a casa y que ha causado la recaída de su madre. Años intentando sobrevivir a toda la situación económica que presentan, a
Capítulo 2. Reencuentro del pasado. Al ver el dinero y pensar en la propuesta, Gildris intenta no ceder a la tentación. Está convencida de que es una mala idea, además es algo ilegal; si la descubren, no solo no tendrá el dinero, sino que dejará a su madre, quien la necesita, y además estará bajo prisión. La duda pasa por su mente y, aunque tenga el mundo encima, no puede sumarse a esta locura. —Lo siento, pero no puedo, esto no es una buena idea, prefiero intentar resolver las cosas por mi cuenta. —Responde, empujando el maletín hacia Brittney, quien enarca una ceja con frialdad. —¿Es broma? Tienes la solución de todos tus problemas frente a ti, puedes resolverlo todo sin tanto esfuerzo y aún así, ¿te atreves a rechazarlo? —Sí, porque esto no es una solución, es un problema; si nos descubren, iré a la cárcel. —Eso no pasará, ahora tengo mucho poder, te aseguro que es la mejor oportunidad que tendrás, ¿O es que prefieres ver morir a mi tía? —Si tanto te importa, ¿por qué