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Una falsa esposa.
Una falsa esposa.
Por: Isabella
Capítulo 1. Propuesta.

nota: Iniciamos en esta nueva aventura, ¡hola! mi nombre es Isabella, quiero invitarte a seguirme en I***a: @isabellacreadora16 para conocer sobre los spoiler y mucho más.

Capítulo 1.

Propuesta.

Gildris Scanfort, de 25 años de edad, espera impaciente en la sala de emergencias del hospital del centro de Delano, ciudad del condado de Wright, Minnesota. En la incertidumbre, ansiedad y desesperación por noticias sobre el estado de salud de su madre, quien fue internada esta tarde con un fuerte dolor abdominal que la hacía estremecer.

Vecinos llamaron dando aviso sobre la situación a su pequeña floristería donde ella trabaja medio tiempo, intentando conseguir el dinero para los medicamentos, consumos de casa y pagar deudas. Cuando ella creía que las cosas no podrían ir peor, una notificación de embargo llegó a su tienda esta mañana, la misma que seguramente llegó a casa y que ha causado la recaída de su madre. Años intentando sobrevivir a toda la situación económica que presentan, al borde de perder el pequeño sustento y patrimonio de su madre y suyo, solas viviendo en decadencia, dejando de lado sus sueños por cuidar y velar por la mujer que luchó con ella hasta ahora, y es aquí donde se enfrenta a la cruda realidad: todo está perdido, en medio de un embargo y la noticia de la gravedad de la salud de su madre la dejan en medio del abismo.

—¿Señorita Scanfort? —dice un hombre mayor, quien se aproxima a ella con expresión cansada.

—¿Sí? —pregunta levantándose de golpe—.¿Cómo está mi madre? Por favor, dígame que ella estará bien.

El hombre supura con pesadez, acomodándose para ser honesto con ella ante el diagnóstico en sus manos.

—Lo lamento mucho, pero no tengo buenas noticias para usted. Su madre está padeciendo de una condición grave de insuficiencia renal; tendremos que someterla a una diálisis y posteriormente a una cirugía en caso de que esta no sea suficiente. Un trasplante de riñón podría ser la solución.

—Haga lo que sea necesario, doctor, por favor.

—El problema es que este procedimiento tiene costos muy altos; debe pagar el proceso para poder proceder, su costo es de $8,469 y todo dependerá del proceso de la misma. —Las palabras del doctor estallan en Gildris como una bofetada que la lleva de golpe nuevamente de vuelta a la silla donde estaba.

—Entonces… —dice débil—.¿No podemos hacer nada más? —¿La dejarán morir si no tengo ese dinero? —Ella lo mira con pesadez en sus ojos, lágrimas apuntando a salir mientras sus lágrimas nublan su visión.

—Lo lamento, señorita, lo único que podemos hacer por ahora es suministrar medicamentos que alivien el dolor, pero no podemos mantenerla aquí; el proceso es necesario y obligatorio, lamento no poderla ayudar con algo más. Permiso.

El hombre se marcha, dejándola en un denso vacío. Pacientes llegan a emergencia, personas van de un lado a otro, mientras que ella permanece sentada en su lugar, sin siquiera parpadear, las lágrimas recorriendo su mejilla, mientras que su mente está llena de pensamientos y reproches con la vida, que no ha sido justa con ella. Primero su padre las abandona a meses de ella nacer y luego la desdicha; la enfermedad entró a sus vidas como las facturas en su buzón. No sabe qué pensar, pareciera que el mundo está en su contra, en contra de su felicidad.

Sin más, Gildris solo puede empujar la silla de ruedas de su madre por las calles, sin tener ni para un taxi; camina por 30 minutos hasta su casa, donde intenta cuidar de ella, tratando de encontrar una solución. Por ahora solo tiene un tratamiento para el dolor, más medicina que comprar; es cuestionable su vida, ni siquiera logra descansar por la noche en la agonía de lo que pasará.

*

Días después.

Los días han sido una inmensa tortura; a solo 5 días para el embargo, ella empuja sus pies con pesadez para ir a la florería e intentar vender lo poco que queda. Cansada y sin ánimos, ella abre las persianas, sacude y limpia el lugar, sacando al porche los arreglos florales que dejó hechos la noche anterior. Gildris se mueve al interior a buscar los materos que pondrá en oferta; cuando escucha la campaña de la entrada de la tienda sonar, ella rápidamente se apresura a incorporarse para atender al cliente, forjando su mejor sonrisa.

—Buen día, ¡Bienven…! —Al levantar la mirada, Gildris queda paralizada.

Un rostro familiar está frente a ella, la mujer irradia elegancia y su perfume invade rápidamente sus fosas nasales. Ambas se miran en silencio, un silencio ensordecedor que las incomoda a ambas. Años sin verse y ahora están frente a frente, la visión de la otra mujer es incierta, su expresión es de insatisfacción, pues la mujer frente a ella luce lamentable, desganada, poco presentable, apenas un alma en vida, lo que la deja sorprendida. Aún así, continúa con su objetivo al venir aquí.

—Gildris… —exclama al fin la mujer. Mientras Gildris permanece apacible, mirándola con indiferencia.

—Brittney Cooper, esto sí que es una sorpresa —responde moviéndose hacia la caja.

—Para mí también. ¿Cómo estás? —¿Mi tía? —Gildris se detiene de organizar unos documentos y la enfoca con seriedad, apoyándose del mostrador en su dirección.

—Sobreviviendo, después de que la abandonaste, cuando ella cuidó de ti como si fuera tu madre. —Estalla con frialdad.

—Entiendo, estás enojada, yo s… —Gildris la interrumpe.

—¿A qué has venido, Brittaney? —pregunta sin rodeos.

— Bien, iré al grano —responde Brittney quitándose por fin los lentes de sol—. He venido a hacerte una propuesta—informa—. Vengo a ofrecerte un trato.

—¿Un trato? —Gildris se burla con frialdad.

—¿Qué trato Brittaney? ¿Cuál es la razón que te ha hecho venir hasta aquí?

Brittaney la mira insatisfecha; frente a ella, ya no está la misma mujer dócil de antes, a la que ella podría manipular. Aún así, no está aquí para perder, tiene un objetivo y, como toda mujer acostumbrada a conseguir lo que quiere, rápidamente deja un documento sobre el mostrador.

Al verlo, Gildris lo toma rápidamente; al parecer su prima, a la que tenía años sin ver, la ha investigado, sabe sobre su embargo, la situación financiera, su madre enferma, tiene todo en un archivo y es como una burla hacia ella.

—¿Qué significa esto? —pregunta frunciendo el ceño.

—Significa que yo puedo ayudarte, Gildris, yo puedo hacer que todos tus problemas se solucionen.

—¿Así? ¿Tú quieres ayudarme? —¿A qué costo? —pregunta con claridad, demostrando que no es una tonta.

—Lo que tienes en tus manos es un contrato; te ofrezco la oportunidad de trabajar para mí, con un salario de $50.000, a cambio de que te hagas pasar por mí una vez más.

—¿Qué estás diciendo?

—Lo que has escuchado es simple, Gildris, quiero que te hagas pasar por mí como en el pasado, reemplazándome en casa con mi esposo.

—¿Te has vuelto loca? Ni siquiera por este dinero haría una tontería como esa, Brittney; ya no somos niñas, esto no es un juego.

—Entiendo, vine preparada para esto… —responde dándole otro contra con una cifra más alta—. $150.000 mil dólares, ¿es suficiente para que resuelvas tus problemas y vivan cómodas tú y mi tía? —Gildris se paraliza al ver montó; al ver la duda en sus ojos, Brittney chaquea los dedos, un hombre de traje elegante aparece, entregándole un baúl con dinero—. Son $50.000 mil en efectivo, puedes contarlo. El trabajo es muy fácil, solo tienes que tomar mi lugar en la familia Lauder; yo me encargaré de prepararte y darte toda la información que tú necesitas. Tú solo tendrás que hacerlo como en el pasado. Tu única misión es lograr que no te descubran. Esto es muy fácil, solo serán un par de semanas y tendrás $150.000 para ti, 50 ahora y el resto cuando el trabajo esté terminado. Si lo haces bien y no nos descubren, entonces ambas ganamos. ¿Qué dices?

—¿Por qué necesitas que yo te reemplace? ¿Qué planes tiene hacer Brittaney?

—¿Por qué todo lo asocias con problemas? —Se mofa, caminando elegante por el lugar.

—Porque todo lo que te rodea siempre trae problemas, por eso. —Gildris responde insegura.

—Pero esta vez no es así. Tenía planes de ir al extranjero por unas semanas, pero mi esposo ha sufrido un accidente y no puedo simplemente irme y dejarlo; tampoco deseo quedarme cuidando de él, por eso necesito que me reemplaces. Tu presencia me mantendrá a su lado, así su familia no hará drama, mientras que yo descanso unas semanas en el extranjero, es todo. Mira, es una tarea muy sencilla, no es nada que no hayas hecho antes. Actualmente, él se encuentra en una situación lamentable, en pocas condiciones, lo que lo ha hecho enviarme a otra habitación, así que no tienes que preocuparte por los problemas maritales. En cuanto a lo demás, es muy fácil, haz lo que quieras; él no te prestará atención. Estoy segura de que pasarás desapercibida hasta mi regreso, es todo. ¿Qué dices? ¿Aceptas?

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