Elizabet. Las gotas para dormir estaban empezando a hacer efecto en mi padre, cada palabra que decía me causaba una gran repugnancia y una creciente indignación, no daba crédito a lo que sus palabras revelaban, como era posible que pudiese vender a su propia hija sin importarle exponerla a quién sabe qué peligros, me llené de rabia y no pude soportarlo más, le di la espalda y me conduje hacia mi cuarto. Lo único qué deseaba era salir corriendo de aquella casa, abandonarlo para siempre y no volver a verlo jamás, pero debía ser prudente, esperar el momento propicio, ya que de otra manera el impediría mi salida y se daría cuenta de todo. Desde mi habitación escuchaba su voz que no paraba de repetir la misma cantaleta.
-vivirás como una reina cielito, ese hombre pondrá el mundo a tus pies, tendrás todas las joyas y vestidos que jamás imaginaste, sólo tienes que cumplir sus deseos, se buena niña, yo sé lo que te digo, te conviene hijita, vociferaba mi padre con su asqueroso tono retorcido al hablar. Seguro pretendía entregarme a otro tipo sin escrúpulos y depravado al igual que el, pero no iba a permitírselo, la sorpresa que le esperaba sería su peor castigo. Los minutos pasaban, y el tiempo me parecía una eternidad, sentía que frente a mí había una bomba de tiempo que en cualquier momento explotaría destruyendo todo a su paso, esperé el tiempo prudencial, tomé mis cosas y avancé sin hacer ruido hacia la salida, me detuve un momento y eché un vistazo a lo que por muchos años había sido mi hogar, en esa casa estaban todos mis recuerdos, los cuales permanecerían tatuados en mi corazón por siempre. Levanté mi rostro para ver por última vez la fotografía de Mamá, en silencio le pedí que me bendijera y me ayudara a sortear las adversidades que surgirían a partir de ese momento. Seguí avanzando, y cuando me disponía a abrir la puerta, lo que más me temía sucedió. -¿Adonde crees que vas ingrata?, Dijo mi padre tirándome por el pelo, luego me arrastró por el piso y empezó a zarandearme sin parar. -Suéltame, me estás lastimando, le grité llorando. -¿Pensabas abandonarme m*****a?, a mí que te lo he dado todo, eres tan estúpida como tu madre, sin ambiciones, pero yo te voy a enseñar a que conmigo no se juega, aprenderás a obedecerme te guste o no y harás lo que yo te diga sin chistar ¿me escuchaste?, Decía mientras seguía golpeándome. Todo estaba perdido, ya no había nada que yo pudiera hacer, me tenía en sus manos y haría conmigo lo que se le diera la gana, cuando creí que era el final alcancé a zafarme y me puse en pie, quise correr pero él me jaló nuevamente por el pelo, y cuando quiso arrastrarme de nuevo se desplomó. Por Dios, el sedante había hecho efecto por fin, no perdí tiempo, tomé mi bolso y corrí hacia la puerta. Salí de aquel infierno, allá fuera me esperaba la libertad, y aún cuando no sería feliz por completo en ese matrimonio, por lo menos estaría segura y tendría a mi abuela conmigo. Alex. Elizabeth estaba tardando mucho en llegar, comenzaba a desesperarme, me preguntaba si esa chica me dejaría plantado, daba vueltas por todos lados mirando en todas direcciones pero nada, ella no estaba allí, la obsesión por esa mujer se estaba convirtiendo en un tormento para mí, no podía apartarla de mis pensamientos desde que la conocí, ya no era cualquier esposa la que quería, si no a ella, sólo a ella, me había encaprichado con tenerla, y no descansaría hasta que eso ocurriera. Estaba acostumbrado a conseguir todo gracias al dinero de mi familia, claro que sólo me refería a lo material, porque nunca tuve un afecto significativo al cual aferrarme, todo el tiempo estuve solo, y el único cariño genuino que había existido en mi vida se apagaba considerablemente con el paso del tiempo, la extrañaba tanto, la necesidad de abrazarla me embargaba y debía protegerla a toda costa, sin importar lo que tuviera que hacer para conseguirlo, mi abuelo no sería clemente conmigo y mucho menos con ella si no cumplía al pie de la letra con sus exigencias. Jamás conocí el amor verdadero, lo mío sólo fueron relaciones carnales, atracción física únicamente, nadie me valoraba por lo que yo era como persona, sino por lo que poseía debido al estatus de mi familia. En mi casa las únicas personas qué todo el tiempo me demostraban su afecto sincero eran mi nana y mi chofer, a medida de sus posibilidades fueron los padres que siempre necesité y que nunca pude tener, claro que nunca se puede suplir el afecto que te da formar parte de una verdadera familia, envidiaba tanto a mis amigos cuando veía sus fotografías en las redes sociales, sus viajes juntos, las Navidades, sus eventos especiales, cosa que yo jamás tuve. No entendía porque todos esos pensamientos estaban embargándome justamente en ese momento, me sentía tan vulnerable y preso de la melancolía, la espera estaba comenzando a impacientarme y eso me llenó de rabia, cuando me disponía a marcharme, la vi a lo lejos y mi corazón dio un vuelco, esa mujer provocaba algo inexplicable, algo que no podía descifrar, no sabía qué era pero la sensación me gustaba y mucho. Abrí la puerta del coche para recibirla, y a medida que se acercaba los nervios iban en aumento, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo de solo verla, era tan hermosa, y me gustaba su dulzura, la inocencia que proyectaba, ¿sería realmente así como yo le imaginaba? ¿O tendría algo oculto como todas las demás?. Todo en ella me intrigaba, pero no podía mostrarle debilidad, debía seguir representando el papel de hombre fuerte y rudo, aquel millonario sin escrúpulos que se presentó ante ella y que con aires de superioridad le había propuesto matrimonio, nunca me gustó dejar a relucir mi verdadera esencia ante los demás, pues yo pensaba que eso me hacía vulnerable y era mucho más propenso para que me lastimaran tal como había ocurrido en el pasado. -llega tarde señorita Jones, ¿siempre es así de impuntual?, Le dije mirándola de arriba abajo. Pude notar que su pelo estaba desalineado y que tenía varios golpes en el rostro, me preocupé, algo extraño en mí, pues la gente desconocida nunca me producía tal efecto. ¿Se encuentra bien? ¿Qué le ha pasado?, Necesita que le lleve a un hospital, dígame, ¿Quién le hizo esto?. La rabia se apoderó de mí, quería destrozar con mis propias manos a quien se hubiese atrevido a tocarla, nunca he soportado que nadie lastime a una mujer, eso me hacía enfurecer. -no es necesario ir a un hospital señor Turner, estaré bien, tuve un accidente, eso es todo, me dijo Elizabeth esquivando la mirada. Subimos al coche y vi que traía consigo un pequeño bolso de viaje, era como si hubiese tenido algún problema en su casa y estuviera huyendo, el cuento del accidente no me lo creí, pero tampoco quería hostigarla con mi interrogatorio, se veía que la estaba pasando mal y que necesitaba ayuda con urgencia. -Iremos a mi casa, le dije sacándola de sus pensamientos. -Está bien, me contestó con voz triste, lo cual me enterneció por completo. En el trayecto casi ni hablamos, conducía y de reojo la miraba, estaba pálida, su semblante lucia triste, no me explicaba por qué pero sentí la imperiosa necesidad de protegerla, de ayudarla, más allá de mis verdaderas intenciones hacia ella, existía algo que me impulsaba a no dejarla solaElizabethAlex se está comportando tan diferente conmigo, me llamó demasiado la atención su forma de proceder cuándo me dio en ese estado, jamás imaginé que fuera esa clase de chico, se veía tan arrogante y déspota cuando nos encontramos en la oficina, que no creí todo lo que estaba haciendo por mi . llegamos a su casa, era el día libre de los empleados así que debíamos arreglárnoslas solos, me condujo hasta una habitación que me pareció de ensueño con solo verla, era enorme y muy lujosa, tenía una cama del tamaño de mi antigua habitación, todo Lucía impecable, había un espejo muy bello, el piso cubierto de alfombras y unas persianas muy lindas.-aquí puedes quedarte Elizabeth, ¿porque supongo que puedo tutearte verdad?.-muchas gracias, sólo acerté a decir, No veo ningún problema en tutearnos, siempre y cuando haya respeto entre nosotros.-¿Acaso tengo cara de ser irrespetuoso? Contestó Alex esbozando una media sonrisa. Se veía muy guapo cuando sonreía, se le formaban dos pequeños ho
Elizabeth.El desayuno transcurrió con normalidad, Alex y yo teníamos muchas cosas en común, no cabe duda que las apariencias engañan, pues al verlo en la oficina, haciendo gala de su poder, proyectaba una imagen totalmente diferente a la que ahora estoy empezando a conocer. Había llegado el momento de hablar sobre los temas incómodos, pensaba contarle lo de mi abuelita, ya que necesitaba que el estuviese al tanto, para solicitarle de todo corazón su ayuda para encontrarla, no sabía cómo reaccionaría ante eso, pues casarse con alguien que tuviese que hacerse cargo de una persona mayor, no resultaba un panorama nada tentador para la mayoría de las personas, en cambio para mí, ella lo significaba todo, pues mi abue siempre estuvo conmigo y con mamá en los momentos más difíciles siendo nuestro consuelo y apoyo incondicional. había quedado de ver a Alex en la terraza un poco más tarde, comeríamos juntos y aprovecharíamos para tratar esos temas que tanto me preocupaban, no obstante, si lo
Alex.Ahora entendía muchas cosas, Elizabeth no era una mujer sin escrúpulos como todas las mujeres a las que estaba acostumbrado a tratar, y aún cuando lo sospeché en un principio cuando rechazó mi propuesta de matrimonio, ahora lo estaba confirmando. Se casaría conmigo no por dinero, ni por los lujos, ni por la posición social que yo podía ofrecerle, sino para salvar a su abuela, eso me intrigaba en gran manera, ¿de quién estaba huyendo?, ¿Quién le había hecho tanto daño?, Ese día cuando acudió a mí en busca de ayuda, la vi tan vulnerable que desde ese momento surgió una necesidad imperiosa de querer ayudarla, y así lo haría, ella también estaba Ayudándome en gran medida, definitivamente ese acuerdo nos beneficiaría a ambos, los dos contraeríamos matrimonio por razones de peso. En cierta forma me alegraba no tener que casarme con una mujer fría y calculadora, una chica ambiciosa capaz de todo por dinero, era un alivio saber que compartiría esos dos años con una mujer con el corazón
Alex.No podía dejar de besarla, mi respiración se agitaba cada vez más, saborear el néctar de sus labios era sin duda la más deliciosa experiencia, incluso para mí, un hombre acostumbrado a estar con todo tipo de mujeres, pero ella era diferente, su inocencia y hermosura me cautivaba, ¿qué me estaba pasando?, ¿Por qué no podía resistirme a semejante tentación?. Nuestros labios parecían tener vida propia, y mis manos comenzaron a acariciarla, ella se aferraba a mí con fuerza y eso me causaba mayor excitación.– me vuelves loco, le dije con la voz entrecortada y buscando sus labios para volver a besarla –.– Alex esto no está bien contestó ella tratando de recomponerse –.La besaba en los labios, en el cuello, y acariciaba su espalda, Ella me abrazaba con fuerza como si no quisiera que la soltara.– ¿Quieres que me detenga? –.– Yo, murmuró ella con un hilo de voz, no debemos, tú y yo tenemos un acuerdo y esto que estamos haciendo no debe ser –.Con sus palabras la magia se rompió y m
Alex.Las palabras de Elizabeth se habían clavado como puñales en mi cabeza, no podía dejar de pensar en lo qué dijo sobre esa gran despedida con una persona especial, ¿tendría ella alguien más?, La sola idea me atormentaba, estaba envuelto en un ataque de celos incontrolable, yo le había dicho todo aquello sólo para hacer que se molestara, y para darle una pequeña lección por haber mencionado el acuerdo cuando nos estábamos besando, pero ahora pensar qué alguien más pudiese besarla, o tocarla, me enfurecía, me llenaba de rabia, no podía permitir que eso sucediera, ella era mía y de nadie más, pues aún cuando nuestro trato no incluía los sentimientos, estos estaban empezando a surgir de manera inevitable. Me fui a dormir, pero en realidad tuve algunos sueños recurrentes donde la veía con otro, lo cual me enloquecía y me hacía despertar sobresaltado, lo que estaba sintiendo por Elizabeth superaba Los planes, el acuerdo que habíamos hecho, no podía quitarme la de la mente, así que tendr
Alex.Cuándo la vi en la puerta de la casa de modas, no podía creer lo que tenía ante mis ojos, se trataba de la mujer más hermosa del universo, se veía tan radiante y espectacular vestida de esa manera, y aún cuando ella me gustaba en cualquiera de sus versiones, Elizabeth se lo merecía todo, esa transformación la ayudaría adquirir mayor seguridad en sí misma, a darse cuenta de todas sus capacidades, el diamante había retomado la belleza que siempre debió mostrar al mundo, y yo me sentía orgulloso de caminar de su mano, y mayor aún, que esa mujer tan maravillosa hubiese aceptado casarse conmigo, por las razones que sea, pero tendría la oportunidad de estar a su lado y disfrutar de su compañía, no importaba el tiempo que esto durara. Le extendí mi mano para bajar del coche, se veía muy nerviosa, también yo lo estaba pero estaba seguro de qué todo saldría muy bien, el plan estaba diseñado para no fallar, nada podía salir mal esa noche, sabía de lo que era capaz mi abuelo si descubría q
Elizabeth.Aún no podía salir de mi asombro al escuchar las palabras que pronunció Alex para pedirme matrimonio, sonaba tan real lo que me decía que fue inevitable no emocionarme hasta las lágrimas, se le veía ilusionado, e incluso su abuelo que en un principio se mostró algo hostil con nuestra supuesta relación por no tratarse de una joven adinerada la que se convertiría en la esposa de su nieto, poco a poco fue cambiando su actitud hacia mí.- Anda niña, contesta ya, mira que nos tienes en ascuas, dijo el abuelo impaciente -.- - lo siento, lo que sucede es que estoy muy emocionada, le contesté apenada -.- - Sí, eso ya lo sabemos, pero lo que importa es la respuesta que darás, replicó Harold -.- Mi respuesta es sí, claro que quiero casarme contigo mi amor, como no lo haría, si eres el chico más maravilloso que he conocido, y ser tu compañera de vida sería lo más hermoso que podría pasarme -.- Alex me puso el anillo y besó mi mano, después se puso de pie y nos fundimos en un cálid
Elizabeth.Casi no había podido dormir, pues en medio de la noche me despertaba pensando en la nueva cláusula qué Alex agregó al contrato, estaba dispuesto a hacer todo con tal de qué yo la aceptara, y en efecto, se me estaban cerrando las opciones, era aceptar contraer matrimonio con el respetando todas sus condiciones y recuperar a mi abuela, o bien no acceder y tal vez perderla para siempre. Yo no tenía los medios para poder encontrarla, seguramente mi padre la habría ocultado muy bien para que yo no pudiera dar con su paradero. No me quedaba más remedio que acceder a lo que Alex quería, y no es que esto fuese un sacrificio para mí, pues ese hombre me encantaba, pero el saber que tendríamos un contacto mucho más personal, más íntimo me ponía muy nerviosa, no sabía si iba a ser capaz de seguir adelante con aquello sin que los sentimientos salieran a relucir, pero debía intentarlo, mi abuela lo valía todo, estaría conmigo y ambas tendríamos la protección de los Turner. No me gustaba