Lo que lo estaba volviendo loco, o mejor dicho, quien lo estaba volviendo loco estaba sentada frente a él. Un pequeño café, apartado, medio escondido y discreto. Los ojos verdes de nuevo llorosos y la voz quebrada. - No puedes hacer eso… - Le dijo Daniel. - No me queda otra cosa - - Pero… - - No viviré escondiéndome por siempre. Sé que no debí hacerlo, sé que me equivoqué, pero ya no lo soporto… Ahora menos que nunca- - Irte no lo solucionará nada… Por favor… - Lo miró con tristeza, pero estaba decidida. - Volveré con mis padres, conseguiré otro empleo; sé que puedo hacer esto sola - - ¿Qué sucedió? ¿Qué cambió? - - Todo cambió… Me iré en una semana - - Te estas apresurando, déjame resolverlo - - No puedes resolverlo ¿Vas a decírselo? - Daniel se recostó en el respaldo, sentía que su alma se le estaba escapando por los pies. - No… - - Lo lamento… Pero no puedo seguir viviendo así, escondiéndome. No criaré a este niño de esa manera… No es responsable de nada, no merece es
- ¡¿A dónde lo llevaron?! - Le preguntó mientras se levantaba de la cama a toda velocidad. - Al Hospital Hudson, espérame… - Respondió Leonard. Pero Deanna no lo esperó; salió corriendo, en pantuflas, tomando el sobretodo que Daniel había dejado en una silla y las llaves del auto. - ¡Deanna! ¡Nena! - No lo oía, el teléfono quedó dentro de uno de los bolsillos; pero Leonard si pudo escuchar como el motor del coche se encendía. - ¡Carajo! - Salió a una avenida para tomar un taxi. Él estaba más cerca, llegaría primero. Más le valía no morirse ¡Desgraciado! Dos segundos más y se hubiese podido sacar todas esas ganas acumuladas que tenía de darle una paliza. Y para colmo Deanna había salido desesperada, disparada, no le dio tiempo a explicarle nada. “¡Cómo si se lo mereciera el muy infeliz! ¡No se merece nada de ella!”, dijo en voz alta, el conductor solo lo observó por el espejo. Deanna conducía apurada ¿Qué había sucedido? ¡Dios! ¡Por favor que esté bien! Terminó por cruzarse dos
Leonard volvió con una muda de ropa para su hija. Ella le entregó lo que llevaba puesto y le pidió que por favor se vaya a dormir, que cualquier cosa que ocurriese lo llamaría. Daniel no se había despertado, al parecer iba a dormir por todas esas horas que se había desvelado trabajando.- Gracias por cuidarnos… -- A él no lo cuido… - Le dijo con un gesto de fastidio.- Si lo haces -Le dio un beso en la mejilla y se fue. Iba saliendo por la entrada cuando sintió que algo le golpeaba apenas la rodilla, llevaba el sobretodo de Daniel doblado en un brazo. Metió la mano y se encontró con el teléfono de Deanna. “Así no va a poder llamarme”, pensó. Pero había algo más además del aparato, un papel.¿Sería de su hija también? Lo abrió, estaba doblado por la mitad. Los primeros segundos no entendió lo que veía, pero pronto se dio cuenta. Eso era… ¿un bebé? ¡¿Deanna estaba embarazada?! Sintió el corazón acelerándose, regresó corriendo al ascensor. ¡Estaba embarazada! ¡Dios! ¡Iba a ser abuelo!
Cuando Leonard terminó de leer de la carpeta que su asistente le había entregado por la tarde, se estiró sobre el sillón, cerró los ojos y suspiró. La mujer en cuestión no tenía mucho para contar, pero si una relación directa con Crusher.Daniel ya estaba de vuelta en casa. El susto había pasado.- Me tomaré un descanso de los ensayos, me quedaré contigo… -- No, claro que no, estoy bien -- ¿Y cómo sé que no volverás de nuevo a trabajar como un desquiciado? -- ¿No confías en mí? - Le dijo fingiendo indignación.- Déjame pensar… ¡No! -Solos, en la intimidad de su habitación, con la casa en silencio, volvían a ser ellos mismos. Abrazados en la cama, conversando y sintiendo el calor del otro. Ahí era cuando podían relajarse y dejar fuera todas las preocupaciones.- Me dio mucho miedo, Daniel… -- Lo sé, lo lamento - Se disculpó apretando un poco más su cintura.- Tómate unos días -- Esa es la idea, dejaré que Harry se ocupe por unas semanas -- ¿En verdad? -- Quiero quedarme contigo,
Buscaba olvidarse de todo, ya no quería pensar en nada más, solo estar con su familia, con Deanna. Esas dos semanas se dedicó a pasar tiempo con ella, acompañándola al teatro, presenciando los ensayos, llevándola a cenar. Hasta se escaparon un fin de semana fuera de la ciudad. “Necesito mimarte”, le dijo para convencerla de dejar a los niños con Susan. Y salieron ese viernes por la noche a cenar, él sabía cómo halagarla. Condujeron toda la noche hasta la pequeña cabaña; desayunaron bajo los árboles en bata, escucharon música y se relajaron por las noches luego de sacarse las ganas y el deseo.No era nada difícil para Daniel volver a caer enamorado todos los días de su esposa, ni para Deanna derretirse con sus detalles y sus atenciones. A pesar de la vida rutinaria del matrimonio, de la casa y los hijos, él planeaba cortejarla para siempre.El estreno de la temporada estaba cerca y de nuevo el teatro comenzó a cobrar vida propia.- ¡No entiendes que no tengo tiempo! -Leonard gritaba
Darle la noticia a Daniel iba a ser todo un desafío. Salió confiada del teatro, feliz hasta la médula por Leonard, entusiasmada como niña con juguete nuevo.Pero los gritos que salían de su habitación hasta los escucharon los niños, que estaban abajo.- ¡Ese viejo desgraciado! ¡¿Con mi hermana?! -- No te enojes… Están enamorados… -- ¡¿Susan está enamorada del él?! ¡Por favor, Deanna! -- ¡Oye! ¡Estás hablando de mi padre! -- No quiero discutir contigo por esto… Es inaceptable -- ¿Qué? ¿Inaceptable? Son dos adultos, Daniel. Susan no necesita pedirte permiso ni a ti ni a nadie para tener un vida -- ¡Ya sabemos cómo es Reed! ¿Crees que cambiará porque sí? ¡De la noche a la mañana volverá a sus correrías de siempre! -- ¡No es verdad! ¡Lleva mucho tiempo comportándose! Dale una oportunidad… -- ¿¡A Leonard?! ¡¿Con mi hermana?! -- ¡Si! ¿Cuál es el problema que tienes con los Reed? ¿No somos suficiente? -Hacía mucho tiempo que no discutían así; cuando Daniel se ponía inflexible, Dean
Pero primero, Charles tenía cosas que discutir con Daniel. El patriarca Crusher hacía rato que se había retirado del mundo de los negocios, pasándole la posta a Daniel, eso no significaba que estuviese alejado de su empresa. Permanecía rondando de vez en cuando, listo para actuar; como la había hecho aquella vez en que algunos socios los habían abandonado instigados por Reed.Cada tanto recibía informes y listas interminables de contaduría. Mataba el tiempo así: entreteniéndose leyendo números. Pero uno de los balances le llamó poderosamente la atención: había una cuenta bancaria que no pertenecía a ningún gasto oficial de la empresa, ni para proveedores, ni para clientes. A nombre de una mujer; donde quincenalmente se depositaba una suma importarte, y las transferencias las firmaba Daniel mismo.Quizá un poco alterado por la situación de su hijo menor, tal vez recordando los errores del mayor; se inquietó a tal grado que le pidió un almuerzo para discutir “cosas relevantes”. Y por su
- Extraño a Emma… -- También yo, pero ahora pasa el tiempo con su padre… Es mejor así, Deanna -- ¿Donde la deja cuando va a trabajar? -- En la guardería de la empresa; puede interactuar con otros niños y está bien cuidada. Él pasa por ella para almorzar y va a verla seguido -- ¿Cómo lo sabes? - - Por qué hago lo mismo, voy a verla y a veces Harry ya está allí. Él se ve mejor -- ¿Hablaron? -- No… casi nada, en realidad -- Lo siento -- ¿Por qué? No es tu culpa, es terco -- A veces siento que fracturé tu familia… - Deanna estaba teniendo uno de esos “días”.- Dices tonterías. Solo nos enamoramos, nos casamos y seguimos adelante… ¿Que te sucede? -- Nada… Solo estoy nerviosa por la apertura de mañana -- Lo harás maravilloso, como siempre -Daniel sabía que no era eso lo que estaba molestándola, pero no lo mencionó. Quería olvidar el problema que tenían y solo continuar. Deanna estaba inquieta, taciturna, ocasionalmente distante y callada, esos eran los síntomas de la tristeza q