- Extraño a Emma… -- También yo, pero ahora pasa el tiempo con su padre… Es mejor así, Deanna -- ¿Donde la deja cuando va a trabajar? -- En la guardería de la empresa; puede interactuar con otros niños y está bien cuidada. Él pasa por ella para almorzar y va a verla seguido -- ¿Cómo lo sabes? - - Por qué hago lo mismo, voy a verla y a veces Harry ya está allí. Él se ve mejor -- ¿Hablaron? -- No… casi nada, en realidad -- Lo siento -- ¿Por qué? No es tu culpa, es terco -- A veces siento que fracturé tu familia… - Deanna estaba teniendo uno de esos “días”.- Dices tonterías. Solo nos enamoramos, nos casamos y seguimos adelante… ¿Que te sucede? -- Nada… Solo estoy nerviosa por la apertura de mañana -- Lo harás maravilloso, como siempre -Daniel sabía que no era eso lo que estaba molestándola, pero no lo mencionó. Quería olvidar el problema que tenían y solo continuar. Deanna estaba inquieta, taciturna, ocasionalmente distante y callada, esos eran los síntomas de la tristeza q
Deanna repasó por su mente, pero no recordaba a ninguna Amanda, ni siquiera de la Universidad. Pero por como preguntaba por Harry y por como miraba a Emma, a él si lo conocía.- Harry está bien… Lo vi hace unas horas -- Emma ha crecido mucho - Le dijo, pero algo en su voz sonaba mal.- Disculpa… ¿estás bien? -- A decir verdad, no… Parezco una acosadora ¿verdad? Lo siento… No pude resistir más la necesidad… Vine a ciudad a realizarme unos estudios y a ver a mi médico y pasé cerca… Sé que no debo hacerlo -Estaba confusa, la mujer le hablaba con naturalidad, hasta con confianza. Sin embargo, era evidente, por su semblante y el tono que usaba, que no estaba del todo bien. Le miró el vientre mientras ella lo acariciaba con una mano.- Lamento todos los problemas que le causé a Daniel también. Ha sido tan bueno y amable, se preocupó por mi… Por nosotros. Si no hubiese sido por él, Harry hubiese terminado destrozado otra vez -¿Daniel? ¿Qué problemas? El nombre de su marido hizo sonar una
Daniel llegó de la empresa para encontrar a Leonard sentado en su living, muy campante y cómodo; pero no a Deanna.- ¿Qué haces aquí? - Le preguntó.- Deanna me llamó, me pidió que viniera -- ¿Por el estreno? -Leonard solo se encogió de hombros.- ¿Llegaron? -- Nop… -- ¿Y Susan? -- En casa -La puerta se abrió y Jonathan entró corriendo; detrás Ethan y Naomi y finalmente Deanna.- Hola nena - La saludó Leonard.Extrañamente, los niños apenas saludaron y subieron rápidamente a sus habitaciones. La cara de ella no decía nada, estaba parca, sombría. Los miraba y los hacía poner incómodos.- Deanna ¿qué pasa? - Daniel notó algo raro.- Necesito hablar con ustedes ¿podemos ir a tu despacho? -- Si… -¿Qué sucedía?- Si es por estreno de mañana, no te preocupes ya está todo listo. Hablé con Marcus hace un ra… -- No, no es por eso. Siéntate - Lo cortó apenas entraron.El tono de su voz era algo duro, estricto. Daniel ocupó una butaca frente a ella.- Deanna… ¿pasó algo? - Le preguntó.
De nuevo el Ambassador le levantaba el telón, de nuevo las luces brillaban y las butacas esperaban a los espectadores. Era una noche de estreno más en la ciudad, algunos ansiaban volver a verla, otros fueron por curiosidad y ella seguía poniéndose nerviosa. Pero esta vez, toda la familia estaba presente; hasta Camila.Ya no podía poner excusas, era la esposa de su hijo mayor. Y para sorpresa de Charles, no había opuesto tanta resistencia; parecía que comenzaba a darle su lugar a Deanna. A Harry también le llegaron las entradas y fue causa de otra discusión en su casa, sin embargo, poco le importó lo que Laura tuvo para decir. Vistió a Emma y salieron; no sabía cuánto tiempo podría aguantar la niña sin ponerse inquieta, pero al menos la verían un rato.En su camerino, el bouquete de rosas de Daniel; el vestuario colgando de una percha y la maquilladora dándole los últimos retoques. Su estómago era una bola de nervios y su corazón una de felicidad. Había extrañado demasiado todo eso. Le
- Bien, entonces ¿Que haremos? ¿Cenamos? - Preguntó Leonard.- Por favor, me muero de hambre… - Le respondió Deanna.- Cámbiate y vayamos al Liverpool, mi amigo nos reservó mesas -- ¿Vienes Harry? - Le preguntó Daniel.- Harry me dijo que tiene cosas que hacer, pero llevaremos a Emma - Contestó Deanna.Salió disparado con el teléfono en una mano y las llaves del coche en la otra. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, todo lo que entendía era que ese sobre que ahora llevaba en el interior de su saco le daba la libertad que tanto ansiaba. Libertad sin miedos.¿Cómo era que Deanna lo había conseguido? Tampoco lo entendía, todo lo que veía delante era la carretera. Mientras conducía se dio cuenta de lo que sentía, de lo que realmente necesitaba, no era un impulso ni un consuelo. Quería verla, quería oírla, estar con ella; rogarle perdón y suplicarle.Cuando llegó a la dirección que estaba en su GPS, bajó del auto apurado y ansioso. Era algo tarde, pero nada lo detendría. La pequeña
Cuando la última hoja del documento estuvo firmada, Harry al fin pudo respirar profundo. Se había terminado. Laura intentó pelearlo, pero ya no tenía nada; ninguno de los Crusher la apoyaban. Y lo primero que hizo con su libertad restablecida fue ir a traer de regreso a la madre de su hijo. Se instalaron de vuelta en el pequeño y viejo apartamento de Amanda, por el momento. La casa le había quedado a Laura y a Harry no le interesaba en lo más mínimo regresar allí.Y si bien, legalmente, Emma estaba bajo el cuidado de sus abuelos; se mudó con ellos. Y por primera vez pudo experimentar lo que era tener una familia amorosa. No le costó absolutamente nada establecer un lazo con Amanda, la pequeña se daba con todo el mundo; más cuando recibía besos y abrazos y oía historias antes de irse a la cama. Que la misma persona la llevase a la guardería de la mano y luego fuese por ella para pasar un rato por el parque; pronto se volvió un hábito en la pequeña.Amanda le pidió a Deanna que fuese la
Se registraron y tuvieron que esperar un poco. Deanna iba y venía entre los folletos y la ventana y Daniel la miraba sin decir nada. Estaban allí por ella, por los dos, pero sobre todo para darle lo que necesitaba.Cuando la secretaria del especialista los llamó, a Deanna el corazón se le salió de escala. Miró a Daniel, quien le tomó la mano y juntos entraron. Le habían dicho que ese hombre era el mejor en su campo, que conseguir una cita con él era muy difícil; pero otra vez el movió lo que había que mover y obtuvo lo que su esposa precisaba.Le explicaron brevemente los inconvenientes que tenían, que los anteriores estudios y análisis eran buenos, pero que no encontraban una causa médica por la cual no pudieran quedar embarazados. El médico trató de darles ánimos, sin generar demasiadas esperanzas. A veces, simplemente nada funciona. Le pidió a Deanna que se realizará una serie nueva de exámenes, a Daniel también, aunque eran más las posibilidades de que el problema estuviese en ell
Deanna continuó cantando durante su embarazo, pero cada vez le costaba más. Cargar a dos niños que crecían dentro de ella y aun así brillar en el escenario, cautivando al público con su voz y su presencia escénica; se le estaba dificultando. Daniel la acompañaba en cada presentación, orgulloso de su esposa y emocionado por ese vientre que crecía cada día.-No puedo hacer más esto – Le dijo a Leonard mientras bajaba del escenario.Tristán e Isolda, de Wagner, era la ópera elegida por Marcus para esa temporada.-No te preocupes, hablaré con Marcus y pondremos a tu reemplazo. Ya es hora de que te dediques a descansar, nena – Le dijo preocupado.La llevaba de la mano como si fuese que ella iba a caerse o desarmarse. Para Reed era una experiencia nueva, a pesar de los embarazos de Alice, nunca participó de nada. Pero ahora veía como crecían sus nietos dentro de su hija y experimentaba todo tipo de emociones.A Deanna le daba tanta ternura ver su cara consternada, despejándole el camino con