Para el otro abuelo, el más mundano, todo era nuevo. Él no podía tener la misma visión de Charles con respecto a los hijos y los nietos. Recién había aprendido a ser padre con Deanna, cuando ya no lo necesitaba para crecer. Y todavía estaba en el proceso. ¿Nietos? Eso sí estaba en otra dimensión.La mitad de su vida la había pasado sumergido en el resentimiento, en el odio y en el autocastigo. Reflejando el rechazo de su madre en las mujeres que lo rodeaban: su esposa y sus hijas. Cargando con la infelicidad del amor perdido y no sintiendo más que momentos pasajeros y fugaces.Y en un abrir y cerrar de ojos, tenía una familia y una relación estable que lo complementaba. Él y Susan fue algo que ni ellos mismos sospecharon o planearon; se acercaron cada vez más luego de que Deanna y Daniel se volviesen a casar; en reuniones familiares, en conversaciones triviales. Hasta que un día se dio cuenta de que no podía dejar de pensar en ella.El viejo Leonard desempolvó su verdadero encanto par
El cuarto que durante tanto tiempo ocupó Emma volvió a cumplir su función original: dos cunas habían reemplazado la pequeña cama de la niña. El entusiasmo de Daniel se había incrementado con la noticia de que dos "Deannas" venían en camino y, de vez en cuando, pasaba para mirar desde la puerta la habitación decorada con muñecos, osos y telas suaves y transparentes.Se detenía a pensar, a mirar, a soñar e imaginar. Porque los hombres también sueñan, anhelan y se ilusionan. Recordaba el primer embarazo de Emily, cuando esperaban a Ethan; ambos eran jóvenes y estaban llenos de miedos y dudas. Pero el tiempo acomodó las cosas y conoció por primera vez la satisfacción y el orgullo de ser padre.Su primer hijo había sido un niño tranquilo y curioso que miraba a su padre con asombro, quien lo esperaba por las tardes para jugar con la pelota en el parque o para que lo llevase a sus partidos de fútbol los sábados por la mañana. Pero, al igual que pasó con Charles y Susan, Naomi cambió todas su
Y no era Daniel el único de los Crusher que lidiaba con dudas e incertidumbres. Harry también estaba aprendiendo todavía; pero para él el aprendizaje era diferente: había dejado atrás una relación tóxica, sin cariño, sin amor, por otra completamente opuesta. Y a veces, solo a veces, el resentimiento de esos tiempos le hacía un nudo en la garganta.A pesar de que Amanda estaba punto de dar a luz, Harry todavía no concretaba esa otra fase de su relación: el matrimonio. Quería en verdad casarse con la futura madre de su hijo, pero tenía resabios amargos de su ultimo matrimonio que lo frenaban.-Yo lo entiendo, Deanna, no es fácil para él terminar de aceptar que las cosas cambiaron – Le decía una tarde Amanda, una tarde cálida, mientras estaban ambas sentadas aprovechando los últimos rayos de sol.-Tuvo mucha suerte de haberte encontrado, ese niño. Supongo que tiene muchas heridas abiertas todavía–-Si… pero también se convirtió en un hombre alegre y divertido. No se parece en nada al Har
Pero para Deanna y Jonathan las cosas no eran tan fáciles. Susan intentó hablar con él sobre lo que le sucedía, pero él seguía diciendo que nada estaba mal. Hasta Camila intentó sobornarlo con una tarde en el parque de diversiones, con algodón de azúcar y globos; sin éxito.Y Daniel ya no podía ver los ojos tristes de su esposa. Así que fue por él al colegio y tuvieron una conversación entre hombres. Se estacionó a un lado de la calle y apagó el motor.-Hijo, tenemos que hablar – Le dijo mirándolo por el espejo – Ven, siéntate aquí –Jonathan cruzó a la parte delantera, junto a su padre y lo miró expectante.- Jonathan, quisiera que pudieras hablarme y contarme cual es problema que te tiene enojado con Deanna… ¿Es por tus hermanas? –- No –- Entonces ¿me lo puedes decir? ¿Sabes? Deanna está muy triste, cree que ya no la quieres –- Si quiero a Deanna, mucho – Respondió el pequeño.- ¿Hizo algo para que te alejes de ella? –- No, papá –- Ya veo… ¿Qué sucede? –El pequeño pensó por un
- ¡OH POR DIOS! ¡Lo decías en serio! –- ¡Claro que lo decía en serio, por favor! –Leonard elevó los brazos hacía arriba en clara señal de indignación y Deanna casi se desmaya.- Déjame verlo de nuevo… Es hermoso –- ¿Crees que le guste? –- ¿Bromeas? Esa cosa es igual que tú: llamativa y extravagante. ¡Va a encantarle! –Reed sonrió satisfecho.- Estoy nervioso… - Confesó.- No puedo creerlo, te lo juro. A veces te veo y no puedo creer lo mucho que has cambiado –- ¿Para bien? –- Para ser el mejor –- ¿Está bien si se lo pido en tu cumpleaños? Estarán todos… -- ¡Claro que sí! Si lo haces frente a la familia quedará asentado que esto es real y serio para ti… Y aquí, entre nosotros, me muero por verle la cara a Daniel y a Camila – Le dijo en tono burlón y cómplice.Leonard la miró de reojo y sonrió maliciosamente.- Cada día se te nota más lo Reed… ¿Cómo están mis nietas? –- Se mueven mucho, todo el tiempo y me despiertan por las noches –- Son como tú. Marcus te envió saludos, dic
-Espero que ella esté bien. La cara de Leonard lo decía todo… -Deanna estaba haciendo su rutina nocturna frente al espejo del baño antes de irse a la cama; con la puerta abierta Daniel podía oírla mientras estaba sentado en la cama terminando de repasar los últimos informes del día.-Susan lo acompañará, no hará nada estúpido, no te preocupes – Le respondió.Daniel todavía no le había dicho nada sobre la conversación que él y Jonathan habían tenido esa tarde volviendo del colegio; quería darle tiempo a su hijo para que encontrase él mismo la manera de hablarle a Deanna, pero también para que fuese una sorpresa para ella.Algo se le cayó, un pote de crema y Daniel pudo oírla maldecir, así que se puso de pie y entró al baño. Y ahí estaba, con una bata que apenas le cubrían los muslos, un poco abierta dejando entrever su escote, el cabello recogido; apoyada con ambas manos sobre el lavabo. Pudo verlo por el espejo.-Hice un desastre – Le dijo.El pote de crema había caído a sus pies y s
Entonces, esa mañana, un nuevo Crusher llegó al mundo. Amanda estaba dejando a Emma en la guardería cuando tuvo los primeros indicios de que su hijo estaba en camino. Justo cuando dejó a la pequeña de la mano de su maestra, el charco transparente le mojó los pies.Harry bajó disparado de su oficina cuando lo llamaron, hizo tal alboroto que hasta Daniel corrió con ellos. Pero Amanda estaba bien, al parecer Ryan se iba a tomar su tiempo. Eso no impidió que ambos hombres entraran en pánico, que Daniel ladrara órdenes para que le trajeran el coche a la puerta, para que Harry entrara en desesperación.- Estoy bien… ¡Harry cálmate! Las contracciones no son tan fuertes – Trataba de aplacarlo Amanda.- ¿Estás bien? ¿Estás segura? ¿Qué te duele? ¡Daniel debemos ir al hospital! –- ¡Ya lo sé! ¡Están trayendo el coche! ¿Puedes caminar, Amanda? –- Si – Y se puso de pie.- ¡Yo te cargo! –- ¡Ya cálmate Harry! Estoy perfecta… -Amanda caminó despacio, pero segura hasta la puerta. La escena era chi
Deanna cruzó el pasillo y se acercó a la puerta de la habitación; suspiró, pero no entró, caminó un poco más hasta la banca que daba a una ventana y se sentó a esperar. Ni siquiera sabía para que había ido; hacía tres días que no veía a Leonard. La condición de Alice había empeorado y Susan le contó que su padre no estaba bien, que, aunque ella lo acompañara, la situación con su exesposa y sus hijas era terrible.Por teléfono él le aseguraba que todo estaba bien, que si bien Alice no mostraba mejoría no era tan grave. Mentía para no preocuparla, pero Susan no se pudo guardar las cosas. La puerta de la habitación se abrió y las dos hijas mayores de Reed salieron, claramente molestas. La vieron sentada pero no dijeron nada, una mueca de desagrado en ambas caras.Alguna vez Deanna había incitado a su padre para que intentara reparar todo el mal que les había hecho, pero Leonard no pudo obtener el perdón de sus hijas. No las culpaba ¿Quién podría? Tal vez guardaba la esperanza de que, así