Lyra se encerró en su cuarto, sintiendo como su corazón latía con violencia en el centro de su pecho. Su mente daba vueltas sobre las palabras de Hades, una parte de ella deseaba creer que aquello había sido mentira, que todo lo que había ocurrido ese maldito día era solo una pesadilla…pero no era así.Aunque le doliera demasiado admitirlo, ella le había entregado el corazón al hombre equivocado y ahora pagaba las consecuencias de aquello.Como un destello de relámpago atravesando una noche oscura, el recuerdo de su propio reflejo sobre el piso de mármol se ilustró en las cavernosas paredes de su mente, mientras se sentía aún más patética de lo que era.No. Ella no era patética, estaba enamorada y le habían roto el corazón, aquella desgarradora sensación era igual que llamas abrazándola por dentro en pleno invierno. Dolor, desesperación y angustia, todo mezclado de forma armoniosa en un mismo cuerpo.Peter había pasado cuarenta días encerrado tras la muerte de la mujer que amaba, pero
Luego de presenciar aquella asquerosa escena en el gran salón, Rhen salió a toda velocidad de aquel lugar, preparado para hablar con su hermana e intentar consolarla de la mejor manera posible. Sin embargo el teniente ya se había adelantado a su encuentro.Sabiamente, el hermano de Lyra decidió no interrumpir aquel momento.Sin un rumbo claro en mente, Rhen comenzó a vagar por el castillo, hasta que se vio sin previo aviso frente a una puerta que conocía muy bien solo por fuera.Antes de poder decirle a su cerebro que no, este le había mandado la orden silenciosa a su mano para que llamara a la puerta. Un par de latidos de corazón más tarde, Gwen emergió desde detrás.—¿Rhen?—preguntó la chica de cabello oscuro con el ceño algo fruncido.—¿Puedo pasar?—preguntó Rhen, y antes de que esta lo echara, él se deslizó con gracia y elegancia dentro del cuarto.—¿Que quieres?—preguntó Gwen cerrando la puerta detrás suyo, dejándolos a ambos solos, dentro de la habitación.Rhen camino un par de
Fue el tono de voz que utilizó Rhaegal lo que hizo poner en alerta todos los sentidos de Lyra; aquella mirada dorada, igual que oro derretido, parecía haberse oscurecido un poco, mientras respiraba profundamente, intentando reunir el valor que su corazón necesitaba para narrar aquella historia.—Cuando mi madre se casó con el difunto rey, ella heredó un regalo ancestral proveniente de una raza ya extinta—comenzó a decir él con tranquilidad—. Ese objeto era un prendedor antiguo, el cual se cree guarda en su interior un poder inimaginable.Lyra trago duro, mientras recordaba nuevamente el estupido e inseguro lugar donde lo había dejado.>—Era de mi madre, y por derecho debería ser mío—continuó él con tranquilidad—. Antes de morir, mi madre me dijo que ese prendedor pasaría a mi poder por tiempo finito, hasta que yo encontrara a la mujer que reinaría a mi lado, a quien le pertenecería ese prendedor. A mi compañera.>—Pero ella murió, y la nueva reina, la madre de Hades, lo reclamó como s
Rhen y Gwen:Los labios de Rhen eran suaves, cálidos y gentiles, mientras se deslizaban sobre los de la bella chica de cabello oscuro; el corazón de Gwen palpitaba frenético, eufórico en el centro de su pecho, mientras miles de emociones la abordaban de manera violenta.Recuerdos, aterradores y enfermizos recuerdos desgarraban las paredes de su mente, intentando alejarla de los brazos de Rhen para volver a sumirla entre las garras de la oscuridad. Una parte suya, una parte sombría y oscura, la cual le gritaba a diario que ella merecía la miseria que estaba sufriendo, la empujó lejos del hermoso hombre.Gwen se sintió vacía, mientras dejaba atrás el gentil beso de Rhen para volver a compadecerse y autoflagelarse.Rhen retiró sus labios de los de ella, sin embargo, no la liberó de sus brazos. Muy por el contrario, él la estrechó con más fuerza contra su pecho, como si intentara con desesperación reconstruir su alma hecha pedazos con aquel abrazo.—Lo lamento, Rhen… no puedo darte más qu
Rhaegal y Lyra:—¿Podrías ir más despacio, por favor?—suplico Rhaegal desde detrás de la montura, aferrado con fuerza a la silla.Lyra elevó la comisura de sus labios, sonriendo al bosque que se imponía ante sus ojos.—¿Quién diría que un guerrero tan fuerte y poderoso como tu le temería a un caballo?—se burló ella, mientras pasaba a propósito sobre un tronco quebrado.Por instinto, el caballo saltó, y Rhaegal se agarró de la cintura de Lyra. Al principio el contacto los sorprendió a ambos, pero al notar el leve temblor del cuerpo del hijo de la luna, ella comenzó a reírse.—Eres cruel, Lyra—bufo Rhaegal cerrando los ojos, sin poder disfrutar demasiado aquel momento—. Demasiado cruel con un hombre que se enfrenta a su mayor temor solo para complacerte.Lyra tiro de las riendas del caballo y detuvo su avance, mientras volvía el rostro hacia el.—Ya llegamos, lobito—ronroneó ella sin poder quitar la sonrisa de sus labios—. Es gracioso ver a un anciano como tú tan atemorizado.Rhaegal ba
Lyra y Rhaegal:Las palabras que salieron de los labios de Rhaegal golpearon a Lyra, sin embargo una de estas fue la que permaneció en su mente, brillando con una intensidad poco usual. Vínculo.Había un vínculo que los unía.—¿A qué te refieres con vínculo?—susurró ella, sintiendo su corazón latir con una violencia poco usual, mientras su garganta se secaba y volvía rasposa.El hijo de la luna se quedó lívido, como si recién entonces comprendiera lo que había dicho, las palabras que habían escapado de su confinamiento para salir a relucirse al mundo en el peor momento posible.La cara de Rhaegal se volvió algo pálida, mientras leía las emociones plasmadas en los ojos de ella. ¿Fue dolor o angustia lo que serpenteo en la mirada dorada de él? Bueno, Lyra no logró decidirse.Sin embargo, aquello fue instantáneo, casi inexistente. Antes de que ella pudiera argumentar algo en contra o a favor, Rhaegal ya había cambiado su postura tensa a una más relajada y aquella sonrisa colmada de arrog
El corazón de Lyra latía con violencia, con un dolor casi insoportable, mientras avanzaba por la escalera principal del castillo y atravesaba el enorme umbral que dividia el exterior del interior.La corte estaba eufórica, casi frenética, mientras se arremolinaban en son del trono.Rhaegal se puso por delante de Lyra, evitando así que cualquier monstruoso miembro de la corte de pesadillas la empujara o aplastara. Peter iba detrás, mirando a todos con cierta repugnancia.Cuando finalmente llegaron al límite de la multitud, el alma de Lyra abandonó su cuerpo, mientras observaba a Rhen con los brazos atados detrás de su espalda y con la parte superior de su torso totalmente desnudo. El casi gemelo perfecto de Lyra miraba a Hades directamente a los ojos, sin una pizca de miedo o vacilación en aquella mirada.Por su parte, Hades se encontraba sentado en el trono, con las piernas algo separadas y Edith sentada en su regazo, con una mano sobre su pecho y la cabeza recostada sobre su hombro.
Lyra cerró los ojos con fuerza, mientras sentía como su corazón se contraia más y más en el centro de su pecho, conforme el sonido de los latigazos resonaban en el eco de las paredes del castillo.Cada vez que el cuero hacía contacto con la piel expuesta de Rhen, más sangre salpicaba y manchaba el suelo de mármol, mientras las lágrimas se deslizaban por las mejillas de Lyra. La sangre de su hermano había logrado llenar todo a su alrededor, llegando incluso a salpicar las botas de Rhaegal.El rostro del hijo de la luna era rígido como piedra, como si él mismo sufriera ante cada contacto de su látigo. Cualquiera en su sano juicio pensaría que la fuerza con la que el hombre azotaba al humano era demasiado fuerte, sin embargo Lyra sabía perfectamente que Rhaegal no estaba utilizando ni un cuarto de la fuerza que poseía en cada fibra de sus músculos. Aun así, cuando llegaron al latigazo número veintinueve, Rhen era una especie de maza ensangrentada y lacerada.Elevando por última vez su l