Queridos lectores les dejo hoy tres capítulos, agradezco mucho el interés en esta historia, pero a la vez les pido comprensión, cuando un escritor no actualiza, no es porque no quiere, recuerden que somos seres humanos y tenemos una vida, aparte de la escritura, yo tengo mi trabajo, y a veces me es imposible subir capítulos, les pido comprenda. Muchas gracias, no olviden dejar las reseñas, y que no sean solo para pedir capítulos, sino para opinar del libro.
El bus llegó y de nuevo Juan Andrés subió con el pequeño Cris en brazos, observó los asientos llenos, y ningún hombre se levantaba a cederle el lugar a Paula. —Parece que ya no existen caballeros —refunfuñó. —¿Acaso no les enseñan normas de educación? —indagó a viva voz. Paula abrió los ojos de golpe, se estremeció cuando un sujeto con un gran machete en un costado se aproximó. —¿Y quién nos va a enseñar eso, gomelito, acaso vos? —indagó y acercó su rostro sucio al joven. Andrés frunció la nariz, el hombre apestaba a aguardiente. —Pues sí, no está de más aprender. —Ya no sigas —suplicó Paula en voz baja, lo tomó de la mano, sentía su pecho agitado. —Hazle caso a tu… novia. —El sujeto devoró con los ojos a Paula—, mamacita, estás bien rica, dame tu dirección, y te hago un hijo. —Hizo un gesto obsceno con la mano, sonrió mostrando sus dientes amarillos. Paula apretó los puños, Juan Andrés se hallaba frente a ella, entonces él, le entregó a Christopher, y sin pensar un segundo la
Paula abrió sus ojos de par en par, y observó que el hombre que minutos antes intentó atacarla, tomaba el otro machete. El corazón le latía con fuerza brutal, observó antes a Cris bien protegido, entonces no dudó en ayudar a Andrés, se aproximó con sigilo y cuando el sujeto iba a atacarlo, ella le lanzó una piedra de nuevo. El hombre se tambaleó aturdido, todo le daba vueltas, se llevó la mano a la nuca miró la sangre. —¡M@ldita zorra! —gruñó, giró intentando atacar a Paula, pero veía doble, y borroso, entonces Juan Andrés reaccionó, y atacó al sujeto, el infeliz cayó al suelo, pero no contaban con que el otro delincuente se puso de pie, e lo hirió en el brazo. Paula se estremeció por completo. Andrés gruñó de dolor, y enseguida intentó defenderse, pero con un solo brazo, era imposible, entonces Paula miró el tronco del árbol, sabía que se estaba arriesgando, pero no podía permitir un crimen en su delante. El maleante logró derribar a Andrés, el joven se hallaba en el suelo, esq
Las manos de Paula empezaron a temblar y sudar ante aquel cuestionamiento, su corazón palpitó con fuerza descomunal, su mirada se llenó de angustia. Juan Andrés notó como palideció, percibió su temblor y hasta tuvo miedo de que fuera a desmayarse como solía ocurrirle. —Si no te sientes lista para hablar, lo entiendo —dijo el joven con voz pausada. Paula se quedó en silencio, no era sencillo para ella hablar de ese tema, sin embargo, recordó que sus días estaban contados, y que si él se iba a quedar a cargo de su hijo debía conocer la verdad. —Yo… te voy a contar todo. —Mordió su labio inferior—, pero necesito que antes me jures que no se lo dirás a nadie, porque la vida de Christopher puede correr serio peligro. —Lo miró con angustia. El semblante de Juan Andrés cambió por completo, su respiración se agitó al escucharla. «¿Quién será el padre? ¿Un delincuente?» pensó y sintió cómo un escalofrío recorría su médula espinal. —Te juro que no diré nada, más si se trata de proteger a
Paula parpadeó, frunció el ceño sin comprender la extraña reacción de él. Salió en su ayuda. —¿Te encuentras bien? —cuestionó y se aproximó al joven. Juan Andrés tenía el rostro lleno de sudor, y de lágrimas. Se veía atormentado. «Pude haberlo evitado. También soy culpable» Se agarró el cabello. —¿Qué te sucede? —indagó Paula. Juan Andrés reaccionó, no podía delatarse. —No me siento bien —mintió—, creo que algún efecto de los analgésicos. Paula entró a la cocina, cogió con rapidez un vaso lo lleno de agua y volvió a salir. —Bebe esto —indicó. Andrés así lo hizo, intentó recomponerse, entonces se puso de pie. —Ya me empiezo a sentir mejor —expresó con la voz débil. Sobó su rostro con la mano, se dirigió al baño, cerró con llave, se sentó en el piso, abrazó sus piernas, y se puso a llorar en silencio, enterarse de que aquella muchacha era hermana de Paula fue un golpe devastador para él—. Intenté ayudarla, pero no me dejaron —balbuceó balanceándose—. David no sabía lo
—Ya tengo hambre —fue el susurro que Juan Andrés y Paula escucharon, interrumpiendo aquel abrazo, tan necesario para ambos. Paula se separó del cuerpo de Andrés, miró a Cris, y sonrió. —Alguien dijo que se encargaría de la comida —advirtió y miró a Andrés. —Es verdad —contestó él. —¿Les gustaría comer pizza?—¡Me encanta! —exclamó el pequeño, los ojos se le iluminaron. Juan Andrés lo observó con ternura, ahora tenía la certeza que era el hijo de su mejor amigo, y lo iba a cuidar y proteger tal como en el pasado lo hizo con David. Enseguida Juan Andrés sacó su móvil, hizo el pedido. Unos minutos después, varios golpes se escucharon en el portón de la casa. Juan Andrés arrugó el ceño, y fue a abrir, arqueó una ceja al ver que se trataba de una de sus hermanas, enseguida abrió. —Hola tío Andrew —expusieron Juliana y Joaquín Jr. Los dos chiquitines lo abrazaron por las piernas. —Vaya, veo que me han extrañado. —Sonrió divertido. —Es que al tío Mike no le gusta hacer travesuras
Mariela lanzó con fuerza su móvil en el sofá de su elegante oficina. —¿Por qué te portas así conmigo? —cuestionó. —¿Será que tienes otra mujer en tu vida? —Sollozó apretando los puños. Enseguida volvió a agarrar su móvil y se comunicó con su mejor amiga: Irma, la novia de Juan Miguel. —¿Ya tienes noticias? —Hola —saludó Irma—, no he podido sacarle información a Mike, pero de lo que estoy segura es que Juan Andrés no está viviendo en la Momposina, pero no tengo idea del lugar en el cual se está quedando. —Tiene otra, de eso estoy segura, pero voy a descubrir quien es esa mujer, y daré pelea. —No creo que el mujeriego de mi cuñado, tenga otra mujer, deja tus celos —recomendó Irma—, con esa actitud lo sigues espantado, debes ser más paciente y comprensiva con él. Mariela resopló. —Acabo de discutir con él, no sé de donde consiguió el dinero que le presté, me hizo una transferencia. —Quizás encontró otra que le da dinero y lo comprende —bromeó Irma. —Idiota —refutó Mariela y col
Paula reaccionó, se alejó de él de golpe. —No juegues conmigo —advirtió—, siempre has repetido que un hombre como tú, jamás se fijaría en alguien como yo —recalcó, y se alejó a prisa hasta la alcoba. Juan Andrés se quedó estático, se llevó la mano a la frente, su soberbia ahora le estaba pasando factura, había ofendido a Paula en reiteradas ocasiones por su condición humilde, y era lógico que pensara que él solo estaba jugando. «Pero ¿qué era lo que realmente le inspiraba Paula?» se cuestionó. Se estremeció y prefirió no responderse a ese interrogante. ****Paula por su parte sentía su corazón agitado, tocó con sus dedos sus labios, jamás imaginó que su primer beso se lo daría con alguien que parecía físicamente un príncipe; sin embargo, un ligero estremecimiento recorrió su cuerpo, y recordó lo que aquellos muchachos millonarios, le hicieron a su hermana. —Pero Juan Andrés no es igual —susurró. —Pero puede jugar contigo —se contestó ella misma. —Ya no tienes nada que perder P
Paula resopló, su mirada se llenó de tristeza, jamás había pisado un centro comercial, las compras ella las realizaba en el mercado del barrio en el cual vivía. —¡Estoy listo! —gritó Cris. El pequeño apareció con el cabello completamente humedecido y peinado todo para atrás. Juan Andrés no pudo evitar reír al verlo. —Parece que te lamió un gato —bromeó, se aproximó a él, y le arregló los risos, luego inhaló aquel aroma tan fuerte. —¿Te pusiste mi colonia? —cuestionó con seriedad. El pequeño se estremeció, y parpadeó. —Un poquito, es que tú dices que los hombres debemos salir bien peinados y perfumados —dijo el pequeño con inocencia. Juan Andrés lo miró con ternura, su pecho se hinchó de orgullo. —Eres un digno hijo mío —expresó, y lo tomó de la mano—. Despídete de tu mamá. —Chao mami, me voy al cine con mi papá, vamos a ver Avengers —expuso con la mirada brillante. —¿Al cine? —cuestionó Paula con la voz entrecorta. Ella jamás había ido a uno—, que se diviertan mucho —comentó c