Lo pensé bien, ¿Debía decirle la verdad? ¿Sería este el momento adecuado?, Roberto parecía estudiar mi expresión, mientras que yo seguía sopesando la situación.— ¿Mayra?. — Él apretó mi mano haciéndome reaccionar.— Yo… Lo siento… Roberto, esa boda era ficticia, era una trampa y yo… — Empecé a balbucear cuando Roberto me interrumpió.— Sí, yo lo supuse…— Mauro y yo, ya nos habíamos casado. — Solté de sopetón, cerrando los ojos con fuerza. — Él me obligó y yo…— ¿Mayra?. — Roberto me interrumpió, abrí los ojos lentamente, él parecía sereno. — Tranquila, no es tu culpa, entiendo.Me lancé sobre su pecho para abrazarlo, no lo soporté más, las lágrimas, los gemidos, los temblores salieron. Cómo pudo, Roberto colocó una de sus manos en mi espalda y comenzó a consolarme, acariciándome. Lo que me hizo sentir peor, más culpable.— Lo siento… Lo siento mucho… No te escuché… Todo fue culpa mía… Todo pasó por mi culpa…— Shsssss, tranquila Mayra, ya todo terminó, tu misma lo dijiste. — Él seguí
Finalmente, había llegado. Luego de varios días de sufrimiento, insomnio, hambre, sol inclemente, noches frías, insultos, golpes, largas caminatas, cruzar selvas, desiertos y ríos, ser perseguida por la policía y por delincuentes, además de muchas calamidades más, lo logré. Estaba en New York.Mi nombre es Mayra López, soy una latina en busca de una vida mejor. Aunque para ser sincera, me gustaba mi antigua vida. Para mí, no había nada mejor que ella.Cuando era una pequeña, mis padres fallecieron en un accidente y fui llevada a vivir con mi nana Liliana y mi primo hermano Roberto a un pequeño pueblito. Vivíamos en una pequeña granja, dónde había gallinas, cabras y una mula. Sembrábamos maíz y granos.Aunque vivíamos muy humildemente y pasamos mucho trabajo, éramos felices, nuestra familia era pequeña, pero unida. Aun cuando yo solía vivir en la ciudad cuando vivía con mis padres (según lo poco que recuerdo), me adapte rápidamente a mi nueva vida. No hay nada mejor que crecer en la li
No me pude contener y de un salto me levanté del mueble mientras las lágrimas invadía nuevamente mi rostro.—¡ROBERTO! ¡YA BASTA! — Grité como loca y todos los hombres en la habitación voltearon hacia mí, sorprendidos. Traté de calmarme y moderé el tono de mi voz. — Por favor, basta. — Solté entre lágrimas para tirarme de nuevo en el sofá a seguir llorando.Roberto respira profundo, su expresión sigue sería, pero parecía haberse calmado un poco. Amenaza a los hombres, para la próxima no los dejará pasar y les pide que se retiren.De un estante saca una botella, se sirve una copa, toma asiento tras el escritorio de la oficina, toma muy lentamente mientras espera nuevamente que me calme. Luego que acabó la copa, se acercó a mí y con una mirada intimidante habló.— ¡Nunca, jamás en la vida, vuelvas a desautorizarme frente a mis hombres!. — Quedé perpleja. — ¡¿Entendiste?!. — Asentí, todavía con el corazón acelerado.Dicho esto, se sienta nuevamente a mi lado en el sofá.Me sentía mejor
Luego de un año saliendo, nos casamos. Fue tan romántico, recuerdo verme en el espejo y no poder creerlo, el vestido de encaje y corte de princesa era bellísimo, me hice un tratamiento en mi piel color crema y se veía radiante, mi cabello oscuro, lacio, recogido en un moño con una hermosa tiara desde la que caía el velo, mis ojos castaños se veían más claros por un brillo de felicidad. Una boda muy íntima en un jardín de flores, fue todo perfecto.El nombre de mi esposo es Liam Miller, un contador que viene de una buena familia norteamericana. Él era… Era…. Tierno, romántico, comprensivo, amable, trabajador y honesto, guapo, sexi, todo lo que una mujer puede desear.Y yo no podía estar más feliz, porque después de tres años de casados, me enteré de que esperaba nuestro primer retoño. Hacía una semana que me lo confirmó mi doctor, pero no se lo había dicho a mi esposo porque él estaba de viaje y decidí organizarle una sorpresa.*Iba conduciendo hacia el consultorio médico, debía entre
Desperté con una fuerte luz blanca alumbrándome la cara. Me dolía todo, no quería abrir los ojos, pero alguien me llamaba, una voz familiar.Luché con todas mis fuerzas por despertar y cuando lo hice, vi a mi primo Roberto parado a mi lado, tomando mi mano.—Estoy muerta. — Murmuré. Estoy feliz de poder volver a verlo.—No cariño, estás viva. — Respondió él, apretando mi mano.—Pero tú estás muerto. — Los parpados se me caían. ¿Era esto un sueño?.—No es así, fue todo un montaje, un engaño. Estamos en el hospital, ambos estamos vivos y de verdad estoy a tu lado. — Lo escuchaba como si estuviera muy lejos, aunque estaba a mi lado.—Qué bueno, me alegro. — A duras penas sonreí, me dolió, me estremecí.—Tranquila, vuelve a dormir. — Sentí cómo deslizó su mano con suavidad por mi rostro, sentí un suave roce en mis labios, ¿Un beso?. — Tienes que recuperarte pronto, tendrás tu dulce venganza.No sé si esta última parte me la imaginé o si era real, aunque el dolor que sentía en cada e
Llevamos un par de días viajando por carretera, aunque la lujosa camioneta en la que andamos es bastante cómoda, igual el cansancio me mata, sobre todo porque acabo de salir del hospital.Sí, me había recuperado, pero todavía no me sentía al cien por ciento de mis capacidades. Aún sufría de muchos espasmos y dolores musculares, así como migrañas, para lo que me recetaron analgésicos y llevar un control bastante estricto.No entendía por qué no viajamos en avión, fue una tortura viajar de esta manera en mi condición, sin embargo, según Hugo e Iván, es más seguro para todos nosotros viajar por carrera.Luego de ver diferentes tipos de paisajes y pasar por distintos pueblos muy pintorescos, llegamos a una zona bastante rural y campestre. Estaba ansiosa, Hugo e Iván me habían dicho que ya estábamos por llegar a nuestro destino y tenían una sorpresa preparada para mí. Eso me animó bastante.Llegamos a una bellísima finca, un lugar de ensueño, pasamos por un portal con un letrero que decía
Tenía una nueva vida, de nuevo. No sabía cuántas veces tenía que iniciar, empezar desde cero, pero lo haría, las veces que sea necesario. No estaba dispuesta a dejarme vencer, me sentía tan llena de fuerzas, tan renovada, ahora ya no pensaba en ¿Por qué no morí? Ahora reflexionaba en lo afortunada que era en vivir, en sobrevivir.Quizás esta nueva mentalidad, se debía a qué ya no me sentía tan sola, tenía a Roberto conmigo, en este momento, él era mi roca, mi apoyo.Vivíamos en esta hermosa finca, todo un paraíso. Un médico se mudó para monitorear mi estado de salud a diario y recibía consultas psicológicas online también. Supongo que eso también ayudo a darle un cambio de perspectiva a mi mentalidad.En la casa contábamos con todas las comodidades que cualquiera podría desear, un personal de servicio bastante eficiente, internet y TV satelital, incluso gimnasio y piscina. Además, parte de mi terapia consistía en salir todas las tardes a cabalgar, para mí, esa no era una obligación,
Necesitaba entrenar de inmediato, sin embargo, Roberto insistió en que me tomara las cosas con calma, para él, la venganza sabe mejor en un plato frío, ¿Qué sé yo? A mí me gusta comer calentito.Además, me pidió ahondar este tema con mi psicólogo, al parecer le preocupa mucho más mi salud mental que física, yo también estoy preocupada, aunque no precisamente por el motivo de la venganza, sino por el insano deseo que comenzaba a crecer en mí hacia mi primo.De pronto, lo veo con otros ojos, ya no lo veo como mi familia, sino como un hombre sexi, atractivo, salvaje, dominante. Con solo pensar en él, me humedezco. Y ¿Para qué mencionar la barbaridad de sueños eróticos que tengo con Roberto? Nada más empeoran mi ansiedad y deseo.—Muy bien Mayra, ¿De qué quieres hablar el día de hoy?. — Comienza mi sesión del día con mi psicólogo por videollamada.—Hay… — Todavía dudo si debo mencionar el asunto, pero me da mucha curiosidad. — Hay un nuevo tema del que me gustaría hablar.Comienzo a de