El tipo nos tenía muy vigilados y no iba a poder darle un buen tiro desde la posición en que estaba.—Roberto, Roberto, cariño, te necesito, te necesito concentrado, debes ayudarme. — Comencé a murmurar sobre Roberto, quien ya se estaba quedando dormido.—¿Mayra? Yo… — A duras penas intento hablar.—Shsssss tranquilo, no necesitas decir nada, pero necesito tu ayuda para que ambos podamos salir de aquí. — Lo vi asentir tenuemente.Saqué un cuchillo del traje de Roberto y comencé a arrancarme la falda del incómodo vestido, la dejé acomodada en una orilla del muro, mientras Giovanni la viera, supondrías que yo estaba ahí. Tomé el arma pequeña, la que le había quitado a Mauro y se la entregué a Roberto, dejándosela en la mano, acomodando el gatillo entre sus dedos.—Escúchame, necesito que reúnas todas tus fuerzas y dispares en esa dirección, por favor, no dejes de disparar, ¿Entendiste?.Le apunté el arma hacia un punto cercano en el que estaba Giovanni, vi el sufrimiento de Ro
Don Ivanov jaló un banco cercano, se sentó justo a mi lado y de pronto cambió su expresión, se volvió más serio.—¿Sabes? Hubo mucho alboroto en nuestros círculos cuando Mauro anunció su matrimonio con la heredera de los Valenti… — Comenzó a relatar.—Sí, imagino que era algo que nadie se esperaba.—No lo creas, muchos teníamos la sospecha de que seguías con vida, oculta por ahí, y que en algún momento volverías para reclamar lo que te pertenece.—Entonces, ¿Cuál fue el motivo de la revuelta?. — Me pareció algo confuso.—Bueno, fue sobre todo por el asunto del matrimonio. Si nadie estaba de acuerdo con que Mauro tomara el poder de la organización de los Ferro, imagínate si también tomara el poder de los Valenti.—Claro, entiendo. Sin embargo, no me enteré de que alguien mostrara su descontento al respecto. — Quizás no estuvieron de acuerdo, pero nadie, aparte de Roberto, intento impedir la boda.—Mi querida Mayra, debes aprender que este mundo se mueve en las sombras.—
Lo pensé bien, ¿Debía decirle la verdad? ¿Sería este el momento adecuado?, Roberto parecía estudiar mi expresión, mientras que yo seguía sopesando la situación.— ¿Mayra?. — Él apretó mi mano haciéndome reaccionar.— Yo… Lo siento… Roberto, esa boda era ficticia, era una trampa y yo… — Empecé a balbucear cuando Roberto me interrumpió.— Sí, yo lo supuse…— Mauro y yo, ya nos habíamos casado. — Solté de sopetón, cerrando los ojos con fuerza. — Él me obligó y yo…— ¿Mayra?. — Roberto me interrumpió, abrí los ojos lentamente, él parecía sereno. — Tranquila, no es tu culpa, entiendo.Me lancé sobre su pecho para abrazarlo, no lo soporté más, las lágrimas, los gemidos, los temblores salieron. Cómo pudo, Roberto colocó una de sus manos en mi espalda y comenzó a consolarme, acariciándome. Lo que me hizo sentir peor, más culpable.— Lo siento… Lo siento mucho… No te escuché… Todo fue culpa mía… Todo pasó por mi culpa…— Shsssss, tranquila Mayra, ya todo terminó, tu misma lo dijiste. — Él seguí
Finalmente, había llegado. Luego de varios días de sufrimiento, insomnio, hambre, sol inclemente, noches frías, insultos, golpes, largas caminatas, cruzar selvas, desiertos y ríos, ser perseguida por la policía y por delincuentes, además de muchas calamidades más, lo logré. Estaba en New York.Mi nombre es Mayra López, soy una latina en busca de una vida mejor. Aunque para ser sincera, me gustaba mi antigua vida. Para mí, no había nada mejor que ella.Cuando era una pequeña, mis padres fallecieron en un accidente y fui llevada a vivir con mi nana Liliana y mi primo hermano Roberto a un pequeño pueblito. Vivíamos en una pequeña granja, dónde había gallinas, cabras y una mula. Sembrábamos maíz y granos.Aunque vivíamos muy humildemente y pasamos mucho trabajo, éramos felices, nuestra familia era pequeña, pero unida. Aun cuando yo solía vivir en la ciudad cuando vivía con mis padres (según lo poco que recuerdo), me adapte rápidamente a mi nueva vida. No hay nada mejor que crecer en la li
No me pude contener y de un salto me levanté del mueble mientras las lágrimas invadía nuevamente mi rostro.—¡ROBERTO! ¡YA BASTA! — Grité como loca y todos los hombres en la habitación voltearon hacia mí, sorprendidos. Traté de calmarme y moderé el tono de mi voz. — Por favor, basta. — Solté entre lágrimas para tirarme de nuevo en el sofá a seguir llorando.Roberto respira profundo, su expresión sigue sería, pero parecía haberse calmado un poco. Amenaza a los hombres, para la próxima no los dejará pasar y les pide que se retiren.De un estante saca una botella, se sirve una copa, toma asiento tras el escritorio de la oficina, toma muy lentamente mientras espera nuevamente que me calme. Luego que acabó la copa, se acercó a mí y con una mirada intimidante habló.— ¡Nunca, jamás en la vida, vuelvas a desautorizarme frente a mis hombres!. — Quedé perpleja. — ¡¿Entendiste?!. — Asentí, todavía con el corazón acelerado.Dicho esto, se sienta nuevamente a mi lado en el sofá.Me sentía mejor
Luego de un año saliendo, nos casamos. Fue tan romántico, recuerdo verme en el espejo y no poder creerlo, el vestido de encaje y corte de princesa era bellísimo, me hice un tratamiento en mi piel color crema y se veía radiante, mi cabello oscuro, lacio, recogido en un moño con una hermosa tiara desde la que caía el velo, mis ojos castaños se veían más claros por un brillo de felicidad. Una boda muy íntima en un jardín de flores, fue todo perfecto.El nombre de mi esposo es Liam Miller, un contador que viene de una buena familia norteamericana. Él era… Era…. Tierno, romántico, comprensivo, amable, trabajador y honesto, guapo, sexi, todo lo que una mujer puede desear.Y yo no podía estar más feliz, porque después de tres años de casados, me enteré de que esperaba nuestro primer retoño. Hacía una semana que me lo confirmó mi doctor, pero no se lo había dicho a mi esposo porque él estaba de viaje y decidí organizarle una sorpresa.*Iba conduciendo hacia el consultorio médico, debía entre
Desperté con una fuerte luz blanca alumbrándome la cara. Me dolía todo, no quería abrir los ojos, pero alguien me llamaba, una voz familiar.Luché con todas mis fuerzas por despertar y cuando lo hice, vi a mi primo Roberto parado a mi lado, tomando mi mano.—Estoy muerta. — Murmuré. Estoy feliz de poder volver a verlo.—No cariño, estás viva. — Respondió él, apretando mi mano.—Pero tú estás muerto. — Los parpados se me caían. ¿Era esto un sueño?.—No es así, fue todo un montaje, un engaño. Estamos en el hospital, ambos estamos vivos y de verdad estoy a tu lado. — Lo escuchaba como si estuviera muy lejos, aunque estaba a mi lado.—Qué bueno, me alegro. — A duras penas sonreí, me dolió, me estremecí.—Tranquila, vuelve a dormir. — Sentí cómo deslizó su mano con suavidad por mi rostro, sentí un suave roce en mis labios, ¿Un beso?. — Tienes que recuperarte pronto, tendrás tu dulce venganza.No sé si esta última parte me la imaginé o si era real, aunque el dolor que sentía en cada e
Llevamos un par de días viajando por carretera, aunque la lujosa camioneta en la que andamos es bastante cómoda, igual el cansancio me mata, sobre todo porque acabo de salir del hospital.Sí, me había recuperado, pero todavía no me sentía al cien por ciento de mis capacidades. Aún sufría de muchos espasmos y dolores musculares, así como migrañas, para lo que me recetaron analgésicos y llevar un control bastante estricto.No entendía por qué no viajamos en avión, fue una tortura viajar de esta manera en mi condición, sin embargo, según Hugo e Iván, es más seguro para todos nosotros viajar por carrera.Luego de ver diferentes tipos de paisajes y pasar por distintos pueblos muy pintorescos, llegamos a una zona bastante rural y campestre. Estaba ansiosa, Hugo e Iván me habían dicho que ya estábamos por llegar a nuestro destino y tenían una sorpresa preparada para mí. Eso me animó bastante.Llegamos a una bellísima finca, un lugar de ensueño, pasamos por un portal con un letrero que decía