Nueva vida

No me pude contener y de un salto me levanté del mueble mientras las lágrimas invadía nuevamente mi rostro.

— ¡ROBERTO! ¡YA BASTA! — Grité como loca y todos los hombres en la habitación voltearon hacia mí, sorprendidos. Traté de calmarme y moderé el tono de mi voz. — Por favor, basta. — Solté entre lágrimas para tirarme de nuevo en el sofá a seguir llorando.

Roberto respira profundo, su expresión sigue sería, pero parecía haberse calmado un poco. Amenaza a los hombres, para la próxima no los dejará pasar y les pide que se retiren.

De un estante saca una botella, se sirve una copa, toma asiento tras el escritorio de la oficina, toma muy lentamente mientras espera nuevamente que me calme. Luego que acabó la copa, se acercó a mí y con una mirada intimidante habló.

— ¡Nunca, jamás en la vida, vuelvas a desautorizarme frente a mis hombres!. — Quedé perpleja. — ¡¿Entendiste?!. — Asentí, todavía con el corazón acelerado.

Dicho esto, se sienta nuevamente a mi lado en el sofá.

Me sentía mejor, por lo menos ya no lloraba a cántaros. Conversamos mucho, sobre mi viaje, sobre Nana, sobre nuestras antiguas vidas, recordamos nuestra infancia. Luego hablamos sobre su trabajo, no me quiso dar mucho detalle, solo me enteré de lo básico: con mucho esfuerzo, sudor y sangre se abrió paso en una mafia, la cual dirige y que principalmente se encargaba del tráfico de artículos ilegales y asesinatos a sueldo, entre otras actividades ilícitas.

Así fue como me enteré, que mi querido primo hermano, Roberto, se había convertido en el jefe de una de las mafias más importantes de New York. ¿Cómo pasó esto? ¿Qué cosas hizo para llegar hasta donde está?.

Allí mismo, mi primo me ofreció una gran vida, tiene listo para mí un espectacular apartamento, un auto con escoltas, un par de tarjetas de crédito y un abogado para arreglar mis papeles. Claro, yo tendría que trabajar en su organización y por ser su hermana, tendría un puesto valioso.

Quizás cualquiera hubiera dado saltos de alegría al encontrarse con esta gran vida, sin embargo, yo no soy una de esas personas. Puede que sea una vida con lujos y dinero, pero también es una vida llena de miedo y riesgo a estar preso o que te maten.

No lo acepte. Ni siquiera me tomé el esfuerzo de pensarlo mucho, fue una respuesta rotunda y en un principio, mi primo no podía entender el por qué, parecía muy deprimido, él realmente quería que lo acompañase en esta nueva vida, quería compartirla conmigo, eso fue lo que me dijo. Sin embargo, luego de una larga discusión, él aceptó mi decisión.

— Roberto, estoy muy agradecida por todo lo que me ofreces, de verdad, pero yo no quiero esto, nada de esto es para mí, sabes muy bien que nunca me importó el lujo, ni el dinero. Siempre he sido feliz con la vida humilde que llevábamos. — Le aclaré.

— Me dirás ¿Qué el dinero no hace falta?. — Me tomó de la mano.

— ¡Claro que sí! Sabes que muchas veces me molestaba porque quería comprarme algo y no podía, pero aun así, esto… No es para mí, las armas, la zozobra, el miedo, no lo quiero. — Miré muestras manos juntas, mi corazón se aceleró.

— Entonces, no quieres involucrarte con nada de esto. — Afirmó, como para rectificar, se veía tan triste que me causó una punzada de dolor.

— Todo lo que necesito es un apartamento pequeño, un cuartito. Y un trabajo, puede ser de limpieza o mesera, con lo que pueda ganar lo suficiente para mantenerme y pagar la renta. — Apreté su mano con fuerza.

— Quieres vivir por tu cuenta. — Asintió serio, parecía molesto, aunque por lo menos lo aceptó.

— Sí, pero si me gustaría seguir en contacto contigo, verte ocasionalmente, cuando puedas claro y… — Lo miré a los ojos y le sonreí con un dejó de esperanza.

— Eso es imposible. Tengo muchos enemigos, demasiados la verdad. — Suspiró y sonrió, no entendí por qué eso le causó gracia. — Si tienes contacto conmigo, en algún momento se correrá el rumor de que eres mi hermana, o un familiar, o mi amante. — Acentuó el tono en esta última. — En fin, como sea, será muy peligroso para ti, sobre todo viviendo por tu cuenta… O vives bajo mis términos y te proveo de seguridad… O vives por tu cuenta y te olvidas de mí. — Soltó con firmeza, me cayó como un balde de agua fría.

— ¿Qué?. — Me pareció tan drástico, insólito. ¿Qué sentido tuvo entonces hacer ese largo viaje si aquí también voy a estar sola?.

— Así como lo escuchaste. Claro, yo te proveeré del apartamento que necesitas y te conseguiré un empleo humilde y digno como gustas, dejaré todo arreglado para sacar tus papeles. Pero de allí en adelante, no sabrás más de mí. — Vi un destello de dolor en su expresión.

Esa sí que una decisión muy difícil de tomar, vivir entre lujos junto con mi primo, pero pertenecer a una mafia o vivir una vida tranquila, humilde, pero sola.

Tomé la segunda opción.

*

Empecé a adaptarme a mi nueva vida, tenía un pequeño departamento en una zona tranquila, una amable anciana era mi casera. Claro, en ese mismo edificio hay apartamentos más grandes y lujosos, pero este era el que mi sueldo podía pagar.

Comencé a trabajar como mesonera en un café y entre el sueldo con las propinas, me iba bastante bien. Mis compañeras, Emma, Sara y Julieta, eran chicas amistosas y comprensivas, casi de inmediato me hice amiga de ellas, sobre todo de Julieta, ella se convirtió en mi mejor amiga. Mi jefe, el señor Angelo, es un hombre mayor y regordete, muy amable que siempre nos conseguía trabajos eventuales cómo mesoneras en eventos, lo cual nos ayudaba muchísimo.

Con el paso del tiempo, me fui adaptando a mi nueva vida, fui creando una rutina. Trabajaba, salía con mis amigas, comencé a ejercitarme, compre un diccionario y un libro de inglés para aprender, comencé a ahorrar y pensaba próximamente conseguir una mascota.

Porque aunque la mayoría de los días llegaba exhausta a casa y caía como muerta en la cama, algunas veces, no podía dormir y no paraba de reflexionar en mi antigua vida, en Roberto, en lo sola que me sentía, en cuanto lo extrañaba, en sí la decisión que tomé era la correcta, hasta que por fin, entre mis pensamientos, me quedaba dormida.

*

— Muy bien chicas!. — Llegó el señor Angelo muy contento mientras limpiábamos el café, antes de abrir. — Les tengo buenas noticias, Les conseguí un evento para esta noche. — Todas no alegramos, en esos eventos ganamos un buen dinero extra. — Y es uno de los buenos, con mucha gente importante y con mucho dinero. Así que ya saben, ¡Atiendan bien y…!

— ¡Hagan mucha propina!. — Repetimos todas entre risas.

*

Aunque cansada, llegué emocionada al evento, era en una mansión, el señor Angelo no exageró, todo estaba lleno de lujos. Los invitados empezaron a llegar y nosotras comenzamos a recibir las indicaciones del personal de la casa y el equipo de chef.

La noche estaba muy ajetreada, había mucha gente, al parecer muy hambrienta; por lo menos, no estuvieron hasta muy tarde. Solo un pequeño grupo se quedó hasta altas horas, me tocó atenderlos mientras que las chicas recogían.

Llevaba una bandeja con varias copas servidas cuando un sujeto tropezó conmigo prácticamente de frente, volteando todas las copas sobre mí, bañándome con el líquido. El sujeto no dejaba de disculparse y yo nada más asentía, lo escuchaba, no levantaba la cara porque estaba furiosa, no quería ni verlo.

Recogiendo el desastre, con el tipo todavía a un lado mío, disculpándose y preguntándome si entendía el inglés, me corté con un vidrio. El hombre se puso peor, me tomó por un brazo y me llevó a rastras hasta un baño, allí me lavó la herida, buscó un botiquín de primeros auxilios y con mucho cuidado, desinfectó y tapó la cortada, que no era gran cosa por cierto.

Pasó todo tan rápido, no me había dado tiempo de mirar bien al sujeto hasta ese momento. Un rubio guapísimo, alto, atlético, me sonríe.

— Are you OK?. — Asentí embobada, él volvió a sonreír, como si notara el efecto que causaba en mí…

— Sí, estoy bien. — Reaccioné.

— ¡Oh! Me entiendes. Así que hablas español, que bien. — Respondió con un acento.

Así conocí a mi esposo.

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