Una sorpresa

Luego de un año saliendo, nos casamos. Fue tan romántico, recuerdo verme en el espejo y no poder creerlo, el vestido de encaje y corte de princesa era bellísimo, me hice un tratamiento en mi piel color crema y se veía radiante, mi cabello oscuro, lacio, recogido en un moño con una hermosa tiara desde la que caía el velo, mis ojos castaños se veían más claros por un brillo de felicidad. Una boda muy íntima en un jardín de flores, fue todo perfecto.

El nombre de mi esposo es Liam Miller, un contador que viene de una buena familia norteamericana. Él era… Era…. Tierno, romántico, comprensivo, amable, trabajador y honesto, guapo, sexi, todo lo que una mujer puede desear.

Y yo no podía estar más feliz, porque después de tres años de casados, me enteré de que esperaba nuestro primer retoño. Hacía una semana que me lo confirmó mi doctor, pero no se lo había dicho a mi esposo porque él estaba de viaje y decidí organizarle una sorpresa.

*

Iba conduciendo hacia el consultorio médico, debía entregar los resultados de unos exámenes cuando recibí una llamada de un número desconocido. Me extrañó y por curiosidad conteste.

Tuve que detener el auto, sentí como mi pecho se comprimía, comencé a sudar frío, hiperventile, no lo podía creer. Me avisaron que mi querido primo hermano, Roberto, había fallecido.

Luego de colgar, lo primero que hice, fue llamar a mi esposo, sentí la necesidad de desahogarme, así que tuve que confesarle toda la verdad, que no estaba tan sola como le había dicho en un principio, tenía un familiar en el país y me habían avisado de su fallecimiento. Él no dijo nada, pensé que se enojaría o sorprendería porque no le había dicho nada de su existencia, pero de hecho, parecía muy relajado con todo lo que le conté.

Me pareció muy extraña la reacción de mi esposo, aunque no me lo tomé muy a pecho, sabía que de cualquier forma él no podría acompañarme en este difícil momento, pues estaba de viaje.

Fui al funeral sola, siguiendo las indicaciones que me enviaron a mi teléfono, fue todo muy íntimo, con los atemorizantes hombres de confianza de mi primo Roberto y con ataúd cerrado. Le di muchas veces las gracias a Dios, porque ahora por lo menos tenía a Liam, si no, ahora sí que estaría completamente sola en el mundo.

Los siguientes días fueron muy duros. Sola en mi casa, me la pasé recordando y llorando a mi querido primo. Hasta había olvidado la felicidad de estar en estado.

Un par de semanas después, mi esposo finalmente llegaría de su viaje de trabajo y decidí seguir con la sorpresa que tenía planeada, recibir a mi esposo con la fantástica noticia de que seriamos padres. Dejé la casa decorada con globos y adornos, y me fui a buscarlo en el aeropuerto.

Me extrañó mucho que no lo encontré en el aeropuerto, su vuelo ya había llegado y no lo vi bajar, espere por mucho tiempo, caminé y revise todo el lugar, intenté llamarlo muchas veces sin éxito. Ya estaba asustada, temía lo peor.

Volví a casa con la esperanza de encontrar a mi esposo. Quizás había tomado otro vuelo, quizás había llegado antes o quizás se tuvo que quedar por más tiempo y no me pudo avisar. Eso era lo que me decía a mí misma para no ponerme más nerviosa.

Cuando llegué a la casa, me volvió el alma al cuerpo al verlo de pie en medio de la sala, sonriendo y con una copa en su mano, supuse que de alguna forma se había enterado de la noticia que yo tenía y se puso a celebrar. Me sorprendió ver a mi mejor amiga Julieta junto a él, ¿Se encontrarían en la casa? ¿Julieta se lo encontró al venir a visitarme?.

— Hola Juli, ¿Cómo estás? No sabía que venías a verme. — Pregunté mientras me acercaba a mi esposo.

— Quería darte la sorpresa. — Se encoge de hombros mientras se acomoda en el sofá.

— Cariño, estaba muy preocupada por ti, fui a buscarte al aeropuerto, no me respondías las llamadas.

— Es que también quería darte una sorpresa. — Sonríe.

Tuve la sensación de que algo andaba mal, Julieta tenía una expresión burlona y Liam se mostró muy serio al responderme. Pero igual me acerqué para abrazar a mi esposo y darle un beso, sin embargo, él me empujó, no con mucha fuerza, simplemente me apartó de él y frunció el entrecejo.

— ¿Ocurre algo?. — Pregunté seria, confundida, no dejo de pasear mi mirada entre ambos.

Julieta también tenía una copa en su mano, la cual meneaba sin mirarme, ignorándome, mientras se sonreía para sí misma. Liam tomó un largo trago.

— Sí, finalmente, esto se acabó. — Respondió luego de un pequeño silencio.

— ¿Qué? ¿Pero de qué hablas?. — Yo estaba completamente confundida.

— ¡De esto!. — Nos señala a ambos mientras grita, yo me estremecí. — ¡De nosotros! ¡Esto se acabó! ¡POR FIN!.

— ¿Qué? ¿Pero qué…? Cariño… — Mi corazón se acelera, no sé qué hacer o que pensar.

— ¡No me llames así! ¡En la vida vuelvas a llamarme así! ¡Esto se acabó! ¡¿No entendiste?!. — Continúa gritando.

— Pero… Nuestro matrimonio, eres mi esposo… Te amo y tú me… — Insisto, esto se debe tratar de una broma, de una mala broma.

— ¡No te amo! ¡Nunca te ame! ¡¿Nuestro matrimonio?! ¡No fue más que una farsa! ¡Nunca quise casarme contigo, tuve que hacerlo, unos tipos mafiosos me amenazaron! ¡Me matarían si no te hacía feliz! ¡Yo solo quería acostarme contigo! ¡El polvo más caro de mi vida! ¡Era tu primo o tu hermano! ¡No sé quién carajos! ¡Pero ya no está aquí!. — Comenzó a reírse como loco.

Mis lágrimas empezaron a correr. Entonces fue eso, Roberto seguía en mi vida sin que lo supiera, amenazó a Liam y él ni siquiera me amaba, nada más simuló por miedo, ahora que Liam se había enterado de la muerte de Roberto, se sentía libre, supongo que eso tenía sentido; no obstante, ¿Qué hacía Julieta aquí, contemplado todo el show, son una sonrisa en los labios?.

Recordé porque estaba aquí en primer lugar, porque había organizado esta sorpresa, pose mi mano en mi vientre nerviosamente y comencé a mirar a mi alrededor, los globos habían sido reventados, solo quedaban pedazos regados por el suelo ¿Qué? ¿Por qué?. Tomé valor y hablé con el tono más serio que pude.

— Liam… Estoy en cinta.

— ¡Estás en cinta!. — Gritó, haciéndose el sorprendido con sarcasmo. Fue muy dolorosa esa reacción. — ¡¿Crees que me importa?! ¡Es más, te haré un último favor, yo pagaré la clínica para que te deshagas de eso! ¡No pienso atarme a ti de ninguna forma más en la vida!.

— ¡¿Cómo puedes ser tan cruel?!. — Grité con rabia mientras lloraba.

— ¡¿Cruel yo?! ¡Fui yo el que tuvo que vivir atado por años a ti con miedo a morir!. — Me acusó, ¡Por Dios! Todavía no podía creer lo que sucedía.

En ese momento, se le escapó un gruñido a Julieta, ella intentaba contener la risa. Eso me llenó aún más de rabia, no podía creer que mi mejor amiga estaba allí, viendo esta humillante situación y le daba risa.

— ¡¿Y QUÉ HACES TÚ AQUÍ?! ¡¿VINISTE A BURLARTE?! ¡YA VETE DE UNA BUENA VEZ!. — Frustrada, le grité a Julieta.

— ¡NO!. — Respondió Liam. Julieta se levantó del sofá de forma sensual, con su estúpido vestido ajustado y se posa a su lado de forma cariñosa. — ¡ELLA ESTÁ CONMIGO!. — Afirmó él.

— ¿Qué?. — La mandíbula se me cayó al piso.

— ¡Sí! ¡Ella es mi amante desde hace muchos años! — Liam aprieta a Julieta a su cuerpo. — ¡¿Por qué piensas que viajaba tanto?! ¡¿En serio pensabas que mi profesión amerita viajar por tanto tiempo?!.

— No, yo… — Balbucee. No lo podía creer, ¿Era en serio? ¿Era está la cereza del pastel o había más? ¿Es esto real? Tenía que ser un sueño, o mejor dicho, una pesadilla.

— ¡Tenía que irme de viaje para poder acostarme con ella sin el miedo de que me descubrieran los mafiosos esos y me asesinaran!. ¡Así de frustrante era mi vida contigo!. — Continuó Liam.

Comencé a hiperventilar. Desesperada, sin saber por qué, intenté acercarme a Liam. Él me abofeteo con tanta fuerza que caí al piso.

— ¡No vuelvas a acercarte a mí, menos a tocarme!. — Gritó sin rastro de remordimiento. Yo estaba mareada, la cabeza me daba vueltas, sentí un líquido cálido y son sabor hierroso en mis labios, estaba sangrando.

— ¡LIAM, NUESTRO HIJO!. — Grité, apenas me recompuse.

— ¡¿A quién le interesa eso!? ¡Es más, no necesito pagar ninguna clínica! ¡Yo te ayudaré a deshacerte de ese problema en este momento!.

Definitivamente, no conocía al hombre con el que me había casado, ni a mi mejor amiga. Por primera vez, vi como la cara de Liam cambió, vi una expresión de psicópata mientras me golpeaba y pateaba sin cesar, con todas sus fuerzas, mientras que Julieta tranquilamente sonreía y tomaba de su copa, mientras observaba.

Caí inconsciente.

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