Liliana era una mujer muy modesta, amable y, siempre era muy comprensiva. (Al grado de ser vista como una mujer estúpida).
Ella tenía un padre enfermo, que generaba gastos exponenciales debido a sus cuidados en el hospital.
Ellos eran dueños de una empresa muy pequeña, y, desde que su padre enfermó, al borde de la ruina debido a su mal manejo. Liliana hizo hasta lo imposible por tratar de rescatarla, pero le fue imposible.
Los ejecutivos, más los trabajadores, constantemente se quejaban de sus decisiones. Por lo que la presión excesiva, el estrés y la preocupación por su padre casi la volvían loca.
Sumando su inexperiencia, era obvio que colapsaría en cualquier momento.
Pero justo cuando estaba por quedar completamente arruinada y sin una sola esperanza, la mano bondadosa de la matriarca de la familia Barner, la sacó de su abismo.
—Te daré lo que necesitas, me desharé de toda esa basura y, te ayudaré incondicionalmente. A cambio de una sola cosa...
Liliana no podía creer lo que estaba escuchando, abrió mucho los ojos completamente rojos por el cansancio y las lágrimas.
Sin importar qué, no podía dejar a su padre sin su tratamiento, por muy malvado que fuera, seguía siendo su padre, por lo que haría lo que fuera por él, no podía perderlo, y mucho menos; perder la empresa que con tanto esfuerzo había logrado mantener y formar su madre.
Después del fallecimiento de ésta, no hizo falta pensar mucho en quien era el verdadero administrador, sin embargo, con el simple hecho de haber cumplido su sueño de crear su empresa y vivir felizmente con su esposo e hija, a ella no le importó discutir sobre créditos.
No obstante, después de la extraña muerte de su madre, Liliana se quedó prácticamente sola. Su padre se preocupaba más por las fiestas y dejaba todo en manos de sus trabajadores, los cuales obviamente al tener rienda suelta, hacían lo que les placía con la empresa.
Poco a poco y, con el paso del tiempo, por obviedad, los problemas en la empresa se fueron haciendo más y más grandes.
El estrés constante de su padre lo hacia perderse de borracho durante días, y la empresa, lentamente, se fue convirtiendo en un lugar de lavado de dinero sin darse cuenta.
Hasta que...
—Tengo un trato para ti.
Dijo la presidenta de la Química Barner.
—Aquí están las pruebas de todos los fraudes y desvíos que han hecho esas basuras.
Un instante después, puso un sobre tamaño oficio en su escritorio.
—A cambio, solo quiero una cosa muy sencilla.
Cásate con mi hijo...
Atónita, Liliana que dudaba de lo que escuchaban sus oídos, firmó el contrato que en ése momento era la última esperanza que le quedaba.
Y ése, fue el inicio de todo el infierno por el que vivió tres largos años en constante humillación y agonía...
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—¡Qué demonios están esperando!
Un grito que para ella parecía muy lejano y a la vez familiar, por alguna razón, la había llenado de emoción.
Esa manera de hablar tan llena de desagrado e irritación, seguramente se trataba de algo relacionado con ella, por lo que parecía que aún seguía con vida.
Trató por todos los medios de despertar y recomponerse, pero su cuerpo se sentía tan pesado que no podía hacer absolutamente nada, ni siquiera abrir los ojos.
Con la ayuda del respirador era que podía llenar sus pulmones de aire constante.
—¡¿Qué demonios es lo que quieres decir?! ¡Maldito idiota! ¡Te dije que la mataras!
Liliana aun podía escuchar claramente, por lo que su cuerpo de haber estado en óptimas condiciones, se habría estremecido y hubiera apretado los puños con un dolor severo en el pecho, no obstante, por alguna razón en ése momento, la agria felicidad por seguir con vida la ahogaba.
—Lo entiendo perfectamente señor, pero, tenemos un gran problema en este momento....
—¡¿Problema?! ¿Qué peor problema sería más que la presidenta se entere? ¡Rápido deshazte de ella antes de que lo sepa!
Liliana escuchó los gritos desesperados de su esposo queriéndola muerta. Tal vez no le dolía el pecho por ello, ella sabía lo que significaba para él, nunca hubo amor, un solo toque o emoción.
Básicamente era extraños.
Los primeros meses hacía lo posible por mostrar algo a los medios, pero después...
Ni siquiera eso le importó.
Salía con quien se le daba la gana, la ridiculizaba dejándola empolvándose en casa mientras iba a las fiestas con distintos acompañantes. Nunca la dejó dar una sola declaración o entrevista, había una excelente seguridad en casa y, salvo el jardín, no podía ni asomar su nariz a la puerta de la calle o de lo contrario, un guardia se acercaría a regresarla.
Su única “aliada” era su suegra, ella siempre hizo hasta lo imposible para mantenerlo a raya. La ayudaba para que en ocasiones pasaran tiempo juntos, e incluso, le ordenó a Héctor que la recibiera cuando fuera a dejarle sus comidas.
Ella era la presidenta de la gran empresa Química Barner, una empresa que como su nombre lo dice, se encarga de desarrollar muchos productos de necesidad terciaria, muy delicados y de nivel biofarmacéutico.
Al ser una de las empresas más importantes en su ramo, su nivel de desarrollo era envidiable, desde gobiernos hasta empresas privadas, querían tener una relación estrecha con ellos para poder ser de los primeros en obtener lo más innovador e importante antes que nadie.
Eso a su vez, les daba un gran poder a sus dueños, que eran Barbara Barner, heredera de su padre Antony Barner y su hijo, Héctor Barner. Ella había enviudado muy joven y, después de la muerte de su esposo, no volvió a aceptar ni siquiera una cita con nadie más. Por lo que, solo ella y su hijo, eran los único dueños con vida que quedaban de la empresa.
Claro también había accionistas, pero estos, solo arañaban al 3% del total de la empresa, por lo que, ni siquiera podían aparecer si no se les ordenaba.
La mujer, había resultado ser un tiburón entre tiburones.
Muchos al saber que ella sería la heredera y no uno de sus dos únicos primos varones. Creyeron tontamente, que podrían tomar una gran tajada del codiciado pastel.
Sin embargo...
Algunos incluso habían perdido la vida en el proceso.
Por lo que con el pasar de los años, todos fueron lejos de alabarla, a reverenciarla con temor. Su hijo, Héctor, parecía pintar a ser igual o inclusive peor.
Era conocido por ser tajante y decisivo. Pero para ambos, la única debilidad que tenían era ellos mismos.
Y, lo más sorprendente en los últimos años, había sido que, el mismo Héctor, se había convertido en un sujeto a prueba de su propia empresa. Nadie sabía de qué exactamente, pero al cuestionar a Barbara si estaba preocupada debido a los grandes riesgos de probar productos experimentales. Ella simplemente sonrió profesionalmente y respondió.
—Un excelente líder, debe saber correr riesgos.
Casi se pudo escuchar como muchos aspiraron aire frío y se estremecieron al unísono. No cabía duda, esa mujer era fría de corazón.
Y, desde ese día, se le conoció como la dama de hielo.
—Se...señor, hable con su madre... Ella... Ya sabe de esto...Héctor se sulfuro al instante y estaba por golpear al hombre tembloroso, cuando una voz particularmente dominante y particularmente amenazadora se escuchó.—¡Ya basta! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡¿Eres humano acaso?! ¿Como puedes ordenar tan cínicamente que maten a tu esposa?Aunque no pudiera expresar la sátira que sentía al escuchar eso, Héctor simplemente desvió la mirada.Un hombre de 29 años, lleno de confianza, porte y fuerza, hábil peleador y tirador, por ende, dueño de un cuerpo de infarto, sumándole un atractivo invisible y cautivador. Parecía un mocoso caprichoso al lado de su madre.Sin embargo, ésta poco sabía, el desastre que su hijo luchaba fervientemente por cubrir.*******************-¡¿Ome...?! ¡¿Qué?!Preguntó Barbara completamente perdida.—Dominante señora.El doctor suspiro profundamente en la sala de juntas en la que solo se encontraban Barbara y su hijo y comenzó a explicar.—Desde hace alrededor de 50
Era un día soleado y muy caluroso, Héctor había olvidado dejar uno de los balones en su lugar.Así que, mientras perezosamente caminaba para regresarlo, de alguna manera comenzó a sentir algo muy extraño a su alrededor. Su cuerpo se tensó y, por alguna razón, su miembro se despertó al instante.Estaba muy desorientado y, sin embargo, comenzó a buscar la fragancia que lo llamaba a gritos. En un punto muy alejado de los salones, algo que parecía ser una bola de carne, se encontraba retorciéndose y encogiéndose desesperado. Sus lágrimas caían y se veía lleno de impotencia y ansiedad mientras se mordía los labios. Héctor completamente fuera de sí, se abalanzó sobre él, de una manera urgida, cruel e insaciable.Lo peor de todo había sido que el joven a pesar de sentir un dolor desgarrador, sentía como su cuerpo ardía y rogaba por más mientras más violento era su victimario. Odiaba y amaba esa sensación, todo el proceso fue terrible, doloroso y angustiante para su mente, no obstante, su cue
Héctor llamó a su abuelo furioso, exigiendo que los liberaran.Nadie podía explicar el porqué de su extrema protección hacia el chico, sin embargo, desde ése momento, no dejó que absolutamente nadie se acercara a él.Al ser el nieto del presidente, era obvio que no podrían usar la fuerza. Sin embargo…No podían dejar ir unos excelentes especímenes, por lo que Armando casi quería llorar, pero no tenía lágrimas. No obstante...—Está bien, acepto la petición. Sin embargo...Antony se inclinó un poco para acercarse a Héctor.—Ese chico nunca dejará los cuidados de Armando. Incluyéndote. En algún momento de tu vida serás el presidente de esta empresa, es tu deber velar por su perfecto desarrollo y pensar en el futuro.Héctor se sentía tan cansado, estresado y desesperado, que sin dudar asintió. Mientras pudiera sacar a Ethan de ese lugar, incluso vendería su alma al diablo.No sabía el porqué, ni quería entenderlo en ese momento, lo único que le importaba era mantenerlo a salvo. Ese dulce
Con un poco de dolor, suspiró profundamente y los dejo a solas.Antony miró alrededor, debido a la investigación supo el gran impacto que podría provocar un Alfa, la imagen que podrían representar y, lo superiores que podían ser.Sintió envidia de alguien por primera vez en su vida. Fue etiquetado como un tiburón despiadado, alabado y temido por la mayoría de los empresarios y científicos del mundo.No obstante, tenía sus limitaciones. Tanto física y, para su dolor, mentales también.Ese niño estaba destinado a darle un drástico giro a la humanidad como nadie nunca antes. Cosa que él, nunca podría lograr.Sin esconder su insatisfacción, se giró para no seguir viéndolo.Héctor, de alguna manera sintió ese nuevo rechazo de su abuelo hacia él. Obviamente aun no podía entenderlo, y, aunque el hombre jamás había sido cariñoso con él, jamás lo había despreciado de esa manera.Tragó, y con nerviosismo esperó lo que tenía que decir.—Eres el único Alfa registrado en la historia. Por lo mismo,
—¿Qué tan molesta se puede tornar esa mujer?Se mordió el interior de su boca con fuerza incluso sintiendo el fuerte sabor a hierro para tranquilizarse. Pensó en llamar a alguien de afuera para hacerlo, pero sabía que solo sería una pérdida de tiempo.Se aseguró de que Armando pudiera sacar a Barbara y comenzó a caminar en dirección a la fragancia. Era tan dulce y deliciosa que comenzó a salivar con ansiedad como si estuviera muerto de hambre queriendo morder hasta la última parte de su cuerpo.Su propio cuerpo estaba en llamas y lleno de desesperación mientras más se acercaba. Su erección cada vez era más dolorosa y le era inclusive difícil caminar. Al final...Perdió por completo el control...*******************Liliana sentía su cuerpo en llamas y un dolor indescriptible en su parte baja. Su incomodidad era tal, que su cuerpo comenzó a moverse sin darse cuenta. Estaba tan ansiosa de algo que ella misma no podía explicar, pero estaba segura de que lo anhelaba tanto, que su desespe
—...Todo está bien señora, su cuerpo está muy lastimado por el despertar repentino de su casta.No obstante, por lo mismo, la recuperación ha sido mucho más rápida que en personas normales como nosotros.Probablemente en unas dos semanas estará recuperada completamente.Liliana asintió después de escuchar todo, aún no podía creer todo lo que había escuchado, sin embargo…—Entonces… ¿Héctor también es…?Armando tragó y algo avergonzado asintió.—Así es señora. El señor Héctor es un Alfa.Desafortunadamente, no se pudo crear un lazo debido a que…Oh, debo revisar unos análisis en este momento, por la noche regresaré a examinarla de nuevo.Después de interrumpir sus propios pensamientos y sin esperar respuesta, Armando salió huyendo sin mirar atrás. Liliana que ya había escuchado lo de la “conexión” entendió de inmediato.—Entonces… significa que Ethan es…—Mi destinado.Ella sorprendida por la voz miró hacia la puerta, había visto muchas veces antes a Héctor, sabía que era atractivo, am
—¡Doctor Armando! ¡¿Todo está bien?!Aunque no sabía quién era ese héroe sin capa, casi quería darle un abrazo agradecida.—Apresúrate, los tres necesitan ayuda.Dijo en el tono más alto que pudo debido a que le faltaba mucha fuerza.El chico que también parecía médico entró rápidamente.Liliana había vivido descuidadamente durante tres años, sin embargo.Era una completa belleza.Después de su “despertar” su cuerpo se sintió mucho más cómodo a percepción de ella.Sus curvas se volvieron aún más delicadas, sus facciones más hermosas y brillantes.Sus labios delicados y rosados. Su cabello tenía cierto brillo y sedosidad difícil de encontrar y, sus ojos…Uno era de un hermoso color gris claro y el otro de un claro color verde con tonalidades grisáceas.Su largo cabello, su delicada y voluptuosa figura la hacían parecer una etérea pintura.El chico tragó inconscientemente y reaccionó solo hasta que ella lo miró y le habló.—Héctor… deben revisarlo primero, no sé qué es lo que le está pa
Siempre había sido una mujer fuerte, aguerrida, sin vergüenza y altanera. ¿Qué demonios le había pasado?Los efectos de esa casta estúpida derrumbaban a todos por igual, había cambios considerables como en la pubertad, sin embargo, esa estupidez era como si oprimieran un interruptor para el celo y la intimidación, como si fueran simples bestias.Lo odiaba más que a ella o a cualquier otra cosa en el mundo. Lejos de demostrar superioridad, solo aquellos que lo habían sufrido sabían la miseria por la que tenían que pasar cada tanto.Sin importar lo que pasara, nadie merecía sufrir por ello de esa manera.Tomó la jeringa y la acercó a su hombro. Sin embargo, una horrorosa y visiblemente dolorosa mordida estaba en ese lugar. Una furia inexplicable surgió desde lo más profundo de su corazón.Quería morder ese mismo lugar y sacar esa asquerosa apeste a otro hombre. Pero, se contuvo lo suficiente.Observó la jeringa nuevamente en su mano y la miro a ella.Todos sabían que los efectos secunda